Dating My Father - Hanna_Flower - ジョジョの奇妙な冒険 | JoJo no Kimyou na Bouken (2024)

Chapter 1: Capítulo 1

Chapter Text

—Padre, ¿Por qué tengo una estrella en el hombro? —preguntó una vez un pequeño niño de 5 años. Su padre, un hombre rubio alto y misterioso, despegó la mirada de su libro para girar a ver al infante.

—Es una marca de nacimiento, tu otro padre la tenía —respondió sin más. El niño volvió a ver la curiosa marca en el espejo. Le gustaba mucho, parecía bastante especial, y sonreía cuando pensaba en ello.

—¿Qué pasó con papá? ¿Por qué no está con nosotros? —la pregunta llegó de repente y el Brando no pudo hacer más que suspirar.

—Él ya está muerto...

Esa fue la conversación que tuvieron cuando él aún era un niño. Por supuesto, llegó a preguntarse muchas veces cómo solía ser su papá o si era un hombre dulce o serio, nunca vio una foto de él como para saberlo.

Pero ahora, a sus 17 años, mientras miraba a la ventana del café donde se encontraba, no podía evitar maldecir el nombre de su padre una y otra vez en su mente.

—Hola Giorno, ¿te hice esperar? —el chico tragó en seco cuando vio al hombre mayor sentarse frente a él. Se aclaró la garganta y colocó su mejor sonrisa dulce.

—Por supuesto que no, llegué apenas hace unos minutos.

Hasta hace unas semanas, todo parecía normal. Pero ahora, este hombre había entrado repentinamente a su vida.

—¿Quiere contarme cómo estuvo su semana, señor Jonathan? —el Joestar asintió y de inmediato comenzó a hablar. La sonrisa del mayor le hizo recordar a Giorno que lo que estaba haciendo estaba muy mal.

No sabe cómo afrontar el hecho de que ahora, la persona con la que ha estado saliendo todo este tiempo, es en realidad su otro padre.

¿No se suponía que él estaba muerto?

- I -

Su nombre es... Dio Brando

—¿Me estás diciendo que todo este drama es porque tu novio te dijo que ya no te soportaba? —el rubio asintió con vergüenza. —¡Por todos los cielos, Giorno! ¡Dime que hiciste algo! ¡Dime que le diste donde más le duele al maldito cabrón! ¡¿Cómo se atreve ese mal nacido?!

—Trish, calma. No podrá tener sexo durante al menos un mes, pero podemos olvidarnos de eso ahora —rio bajito el adolescente.

Había estado saliendo con un chico dos años mayor que él, se enamoró del sujeto y el tipo le correspondió. Sin embargo, todo comenzó cuando ambos aceptaron tener una relación abierta, los celos del rubio no tardaron en llegar y todo avanzó hasta que terminaron rompiendo esa misma mañana justo en su aniversario de 6 meses de novios.

Era más una situación para reír, pero por dentro Giorno se sentía algo destrozado. Ya era la segunda relación que le fallaba, ¿Algo estaba mal con él?

—Oh GioGio, seguro él no era el indicado, o tal vez no has buscado correctamente —soltó un suspiro en su lugar. Mista era un chico maravilloso, seguro no encontraría a alguien igual de lindo. Tal vez si no hubiera sido por sus celos esa relación hubiese funcionado.

—¿No has pensado en intentarlo con alguien de tu edad? No lo sé, por ejemplo, Fugo. Él siempre anda pegado a ti, aunque siempre le ignores —sonrió en broma la pelirrosa. El rubio negó. Ni cómo decirle que él fue, de hecho, su primera relación fallida.

—No lo sé, sabes que siempre prefiero a alguien más experimentado, que sea bueno en el sexo y pueda pagar nuestras citas —sonrió intentando parecer bromista. En realidad, el dinero no le importaba, pero sí quería conocer a alguien que pudiera ser responsable cuando se trata de temas como tener una relación.

—¡Oh! Entonces, ¿Por qué no te consigues un Sugar? Escuché que muchos adultos les pagan a chicos solo por algo de compañía. —Giorno pasó saliva al escuchar eso. Su amiga no estaba hablando en serio ¿cierto? Oh... Esa sonrisa dice que lo está.

—¡Definitivamente no! ¡Padre va a matarme si se entera! —o matará primero al pobre sujeto con el que salga, pensó.

—No tiene por qué saberlo. Todavía tienes las fotos con Mista, ¿no? —él asintió con algo de duda. —¿Qué tal si finges que sigues saliendo con él? y si te pregunta simplemente le muestras las fotos viejas de ustedes. —sonaba como la peor idea que había escuchado justo ahora, pero de alguna forma no sonaba tan descabellado. —Y si llega el momento en que necesites pasar la noche también puedes decir que estás conmigo en una pijamada. —esto último le hizo sonrojarse. A veces no podía creer lo terriblemente astuta que era su amiga.

—Entonces... —lo pensó, realmente lo pensó. Pero de alguna forma su corazón partido y el sentimiento de querer vengarse de Mista sabiendo que tiene a alguien mejor le hizo aceptarlo. —¿Dónde debería comenzar?


Llegó a su casa luego de matar tiempo en casa de Trish mientras comía un bote de helado y miraban la novela de Teresa para ahogar sus penas.

Su padre estaba ahí, sentado en el sillón mientras leía un libro. En cuanto entró dejó su lectura para mirar fijamente a su hijo.

—¿Dónde estabas y por qué llegas a esta hora, Haruno? —el rubio menor rodó los ojos mientras se dirigía a la cocina para prepararse un té.

—Te dije que estaría con Mista, padre. Pero ayer estabas bebiendo y seguro que no me escuchaste. —El rubio mayor chistó cortando la conversación para luego regresar a su libro.

El rostro pálido de su padre y sus inquietos movimientos denotaban la segura resaca que había tenido esa mañana.
Giorno simplemente tomó una pieza de Croissant del cesto de pan, llenó una taza de té caliente, dejó ambas cosas en la mesita al lado de su padre y se dirigió a su habitación.

Tal vez Giorno no era de demostrar mucho sus sentimientos, pero era una forma de cariño que él tenía. Siempre prefería mostrar su cariño en detalles a palabras.

Su padre, por el contrario, no era así. Difícilmente decía lo que pensaba, no te daría un solo presente a menos que te lo merecieras. Aunque Giorno también sabe que él guarda muchas cosas por dentro.

Siempre quiso saber si la frialdad de su padre se debía a la muerte de su otro padre. Y es que sí, Giorno era de esa pequeña población de niños que en lugar de crecer con un padre y una madre, era hijo de dos figuras paternas.

Pero tal parece que aquel hombre quien era su otro padre murió hace mucho tiempo cuando él todavía no había nacido. Si no mal se equivoca, estas son aquellas fechas cercanas a esa muerte, pues en el mismo día su padre siempre salía a beber toda la madrugada siendo que al día siguiente se miraba fatal.

Giorno no sabía mucho de su papá fallecido, tampoco tenía una foto de él ya que su padre dijo que quemó el álbum por accidente. En realidad solo pensaba que tal vez él estaba muy deprimido por aquella pérdida y quiso deshacerse de todo lo que le recordara a él.

En su habitación tomó su laptop ingresando al sitio que le había recomendado su mejor amiga.

Habían estado toda la tarde creando un perfil para Giorno. No podía decir que no estaba nervioso por la idea, y es que un solo error terminaría en tragedia.

Revisó una vez más su perfil. La edad marcaba 21, cosa que le inquietaba porque apenas cumpliría 17 el próximo mes. Igual Trish y otras personas le han dicho que parece mayor para la edad que tiene, y confiaba en que un poco de maquillaje y la vestimenta correcta le ayudarían.

Se había abrumado con la cantidad de preguntas que venía en la página, por suerte la mayoría era opcional, así que omitió todo lo que parecía p*rno y dejó cosas simples como pasatiempos y libros favoritos.

Como era de esperarse, la página rápidamente comenzó a lanzarle sugerencias en la página de inicio. Había desde hombres de 25 hasta de unos 60s, cosa que le inquietaba de gran manera.

Recordó a su tío Diego que una vez le contó su experiencia con una anciana que le dio dinero por compañía. No sabe dónde está él justo ahora, pero apuesta a que si le contara lo que está por hacer le daría un codazo y le sonreiría.

Pasó perfil tras perfil sin nadie que realmente le llamara la atención. Y es que dios, nadie parecía lo suficientemente atractivo o interesante. Debió suponerlo ya que esta gente está tan desesperada como para recurrir a buscar una pareja en línea. Solo esperaba no toparse con un cerdo pervertido con una foto falsa.

Mientras bajaba encontró un perfil bastante curioso, en lugar de encontrar la foto de un hombre semidesnudo o un viejo verde, encontró la foto de un hombre común, sonriendo a la cámara y sosteniendo una pequeña rosa entre sus dedos.

Le dio clic al perfil viendo finalmente sus datos. Tampoco tenía fetiches o gustos raros, simplemente marcaba que tenía un amor por la Arqueología y los perros. Cosa que inmediatamente capturó su atención.

Observó sus fotos por un momento. Su interés aumentó en un segundo. El hombre era musculoso, bastante alto y también sencillo. Casi puede apostar a que si su padre lo viera diría que no tiene un mínimo sentido de la moda, ese pensamiento le hizo reír.

Eso también le inquietaba un poco, el sujeto tan solo era un año menor que su padre. ¿Cómo iba a reaccionar la gente si salía con este hombre? Más bien, ¿Cómo reaccionaría su padre?

Varias preguntas pasaron por su cabeza en ese momento, fingir ser mayor solo para salir con un hombre guapo y desconocido le sabía muy mal. Pero a final de cuentas era adolescente y tenía esa curiosidad de intentarlo.

Miró su teléfono móvil donde todavía residía una foto de Mista en su pantalla de inicio. Soltó un suspiro pesado y se llenó de valor para darle al botón de solicitud.

Esperaba no arrepentirse de esto...

Jonathan Joestar no era un hombre con el que pudieses relacionarte fácilmente. Si bien es amable y reconocido por muchos, su círculo social apenas se limitaba a tres personas y su familia.

El hombre de cabello oscuro y mirada gentil podía conseguir el corazón de una dama sin problemas, así como el respeto de muchos otros. Sin embargo, ¿Por qué un hombre como él estaría buscando pareja en un sitio en línea? Bueno, la influencia del alcohol puede ser un apoyo a las malas decisiones...

—¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —el público apoyaba a un Joestar borracho que llevaba una botella de tequila en la mano.

Era la fiesta de su hermano menor, y pese a que tenían la misma sangre a veces nadie podía creer lo completamente diferentes que eran.

Así que aquí estaba Jonathan, sentado en un rincón del bar con su laptop en la mano y sus dos amigos más cercanos mientras conversaban de temas triviales.

—¿Entonces estarás quedándote en Italia hasta Navidad? —preguntó feliz una rubia a través de la pantalla. Ella era Erina Pendelton, su amiga desde la infancia.

—Así es, después de la última expedición en el Cairo decidimos tomarnos un descanso de Egipto. Y ya que Joseph se ha comprometido para casarse a final de verano decidí trasladar mis próximas investigaciones a Italia —si se trataba de su trabajo, el de cabello oscuro solía hablar con increíble pasión.

—Y estoy muy agradecido en que me permita acompañarlo nuevamente, Joestar-san —sonrió el hombre rubio a su lado.

Speedwagon era un gran compañero que conoció una vez en Londres. Si bien no se conocieron en buenos términos, el señor Robert comenzó a respetar al joven Jonathan después de quedar asombrado por el muchacho. Juntos trabajaron en varias investigaciones, pues gracias a un descubrimiento de petróleo hace unos años, el hombre creó su propia fundación dedicada a la investigación y la medicina.

—Son grandes noticias, por favor dale felicitaciones a Joseph de mi parte. Apuesto a que está bastante feliz.

Una figura apareció junto a ellos sumándose con un saludo amistoso. Caesar, el prometido de Joseph y sobrino de William. Quien desde hace minutos traía un tic nervioso queriendo detener a Joseph de sus estupideces.

—Caesar, ¿Cómo va todo? No nos hemos visto hace... ¿nueve años? —recuerda el mayor que después de conocer a William este le contó de su sobrino y más de una vez le invitó a sus fiestas en la mansión. Así fue como el Joestar menor y él se conocieron.

—Es un gusto volver a verle, Jonathan. Ha sido algo... agitado lidiar con el tema de la boda estos días—admitió con algo de vergüenza el rubio. Casi puede decir que todo ha sido como una montaña rusa gracias a Joseph.

—¡¡Jiji!! ¡Mi adorable hermano! —un Joseph muy borracho venía a abrazar al mayor. El peliazul sonrió mientras correspondía el abrazo.

—Siempre es bueno verte de nuevo Joseph, pero por favor no elijas un bar como punto de encuentro —el castaño carcajeó en su lugar y un suspiro por parte del rubio le siguió.

—Si he de ser honesta siempre creí que Joseph sería el último en casarse —rio a lo bajo Erina quien seguía en la videollamada. —¿Qué hay de ti Jonathan? ¿Aún no piensas formar una relación? —la pregunta era inocente, por supuesto. Pero el rostro del mayor repentinamente se tornó en una incómoda mueca.

—No realmente —intentó hacer como si no le hubiese afectado, pero posiblemente los demás ya habían notado el cambio repentino.

—Oh Jiji, mi dulce y tierno hermanito, quiero que nuestros hijos crezcan juntos, un mini Jona y un mini shiza tomados de la mano, solo imagínalo —el castaño sonrió juguetonamente mientras hacía poses raras imaginando el futuro en su cabeza.

—Idiota, ya tienes un hijo al que ni siquiera puedes cuidar ¿Y todavía quieres otro? —reclamó Caesar. Y es que es verdad, hace un tiempo que descubrieron que Joseph tenía un hijo por parte de un desliz que tuvo en secundaria. El chico ya tenía al menos unos 14 años en ese entonces y Tomoko, la madre, ni siquiera le había dicho de él.

Supieron que el chico era un verdadero Joestar con la marca de estrella que solo la familia tiene. Cuando el rubio se enteró se armó un escándalo. Les tomó un año arreglar la situación y Joseph tuvo que hacer de todo para volver a recuperar a su novio.

—Vamos Cici, dime que no quieres tener un pequeñito de nosotros, a Josuke no le puedo poner pañales —el castaño hizo un puchero mientras se lanzaba a su prometido en una escena vergonzosa.

Jonathan y el resto se reía por las estupideces que decía Joseph cuando estaba borracho.

—¡Ya sé Jiji! ¡Te conseguiré pareja! —y el mayor se tensó ante la declaración. Cuando Joseph se proponía algo estúpido lo cumplía a como diera lugar.

—No, Joseph, no tienes que hacer nada —intentó objetar, pero el castaño le puso una mano en la boca.

—¡Mesero~! ¡Traiga una botella para el caballero~!

Jonathan se iba a arrepentir al día siguiente.

Despertó sintiendo el peso en sus músculos. La luz que entraba por su ventana le hacía querer volver a cubrirse con las mantas. Eso hizo, ciertamente no quería ponerse a recordar nada del día anterior.

Jonathan no era un bebedor débil, pero tampoco solía emborracharse. Apenas podía recordar cómo Joseph le rellenaba el vaso discretamente mientras le sacaba pláticas sin respirar y hasta le había aconsejado páginas de citas toda la noche.

Escuchó una vibración en su teléfono, luego un segundo y tercero, fue suficiente para hacerle levantarse de su cama. Se colocó los lentes de su mesita para poder leer el supuesto mensaje.

Grande fue su sorpresa cuando en su lugar encontró mensajes de alguna de esas aplicaciones que le instaló Joseph. Su sorpresa se hizo evidente y volvió a leer el mensaje nuevamente.

|| Señor Joestar, muchas gracias por aceptar mi solicitud.

|| Por la información de su perfil puedo ver que su ubicación es algo cercana. ¿Le parecería encontrarnos para conversar? Usted puede poner un lugar y la fecha.

|| Me gustaría conocerle y compartir nuestros intereses.

Detenidamente intentó recordar qué había hecho anoche.

Llegó a casa algo mareado por todo el alcohol que había ingresado a su sistema.

Joseph le había dicho algo como:

"¿Por qué no intentas buscar a alguien más joven? Los chicos en sus veinte están bastante llenos de energía. Cómprales un iPhone y se quedarán contigo hasta la muerte"

Le había rechazado la idea. Pero de todas formas su hermano le había creado un perfil en el sitio por si 'cambiaba de opinión' más adelante.

Pero, aun así, no entendía por qué aceptó la solicitud de un completo desconocido. Estaba seguro de que había dado 'rechazar' a todas las notificaciones que le habían llegado en la noche.

O tal vez por lo mareado que estaba no notó siquiera el botón correcto.

Le dio clic al perfil de la persona que le había mandado el mensaje.

El teléfono casi se le cae de las manos.

Dio clic en la foto sin querer dejar que su mente volara. Esta persona... Era muy similar a 'esa' persona. A este punto se le hacía imposible no recordar ciertas cosas del pasado que le traían un sabor amargo.

"¿Cuál es tu tipo Jiji? ¿Moreno? ¿Tal vez un rubio sexy en bikini? ¡Oh! Cici en la playa se ve muy caliente. Pongámosle rubio, la mayoría de tus amigos son rubios de todas formas"

Cielos... No dejará que Joseph vuelva a agarrar su teléfono de nuevo.

Leyó los datos del muchacho. Sí, muchacho, porque esta persona apenas tenía los 21 años cumplidos. Eso eran casi 16 años de diferencia, cosa que le inquietaba demasiado.

Le gustan los insectos, pone en sus intereses la biología y las ciencias humanas. También sabe tocar el piano y el violín. Y tiene cierto gusto por el ajedrez y otros juegos de mesa.

Casi como un estudiante promedio de alguna escuela particular.

|| Me siento alagado por su solicitud. Sin embargo, me avergüenza decir que he dado al botón de aceptar por error y realmente no estoy interesado en salir con alguien más joven que yo.

Dio una respuesta. Aunque luego se dio cuenta que su comentario sonaba muy mal. Tal vez debió haber sido menos directo.

Dejó el teléfono a un lado y decidió tomar una ducha, tal vez eso le ayude a despejar su mente. Aunque en su lugar volvieron los recuerdos de varios años atrás.

Jonathan se enamoró de alguien en su juventud. Un chico con el que creció, quien le hizo pasar momentos terribles y emocionantes también.

Su nombre era Dio Brando.

Siempre peleaban por todo y competían desde niños, pero todo cambió cuando crecieron. Florecieron los sentimientos y comenzó a surgir una emoción más fuerte que la rivalidad.

Odiaba admitirlo, pero incluso después de tantos años, él no ha sido capaz de olvidarlo.

"Deberías intentar salir con otras personas, Jojo. Seguir recordando no es bueno, tienes que dejar el pasado atrás y comenzar de nuevo."

Recordó las palabras que su amiga Erina le dio ayer en la llamada. Ella tampoco estuvo muy de acuerdo con la idea de Joseph, pero también apoyaba la idea de que comenzara a buscar a alguien.

Tal vez... No perdía nada con intentarlo.

Pero no con alguien mucho menor, ni que se parezca demasiado a 'él'.

Salió de la ducha para comenzar a vestirse. Era sábado, no tenía pendientes por hacer, por lo que buscó ropa cómoda y colocó algo de música en el estéreo.

Al poco tiempo le volvió a llegar otra notificación.

|| Es una pena, señor Joestar. Su información realmente había llamado mi interés.

La respuesta llegó más rápido de lo que hubiera pensado.

|| Mi padre también estudió en la academia Hugh Hudson, era un apasionado del Rugby al igual que usted.

|| Y puedo notar que es un amante del arte renacentista, no pude evitar emocionarme. En lo personal me gusta mucho el arte grecorromano.

|| Lo siento, creo que me estoy dejando llevar, en verdad me hubiese encantado conocerle y hablar más de nuestros gustos.

Sus pensamientos volvieron a volar de nuevo. Un conflicto moral se instalaba en su cabeza.

No tiene nada que hacer este fin de semana, así que...

|| ¿Qué tal si nos encontramos un momento? Tengo libre el día de mañana.

De inmediato quiso borrar el mensaje, pero la respuesta llegó rápido.

|| Por supuesto. ¿Le parece el restaurante 'Foirerelle' al medio día?

El adulto miró su reloj y también sus maletas.

|| Nos vemos ahí.

Chapter 2: Capítulo 2

Summary:

Después de acordar una cita, el Joestar y el chico Brando finalmente se conocen. Pero tal vez haya un sentimiento más que extraño entre ambos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- II -

Su nombre es... Giorno Giovanna

Viajó a Italia al menos un par de veces cuando era un niño. Todavía se sorprendía de lo mucho que había cambiado todo en poco más de veinte años. No había vuelto desde… Bueno, desde que su padre falleció.

Su trabajo lo mantuvo distraído en ese entonces. Estuvo algunos años en América donde vivió con Joseph por cinco años, tiempo después, su hermano se iría para vivir junto a su actual prometido, Caesar.

Los Zeppeli eran amigos de los Joestar desde hace varios años, estaba el señor William que fue también un gran tutor suyo durante su infancia. Así es como tiempo después conocerían a su sobrino, Caesar Anthonio Zeppeli, que compartía casi la misma edad que Joseph.

Era increíble cómo antes se odiaban y ahora están por casarse. Aunque la verdad es que ya se esperaba que tarde o temprano Caesar y Joseph terminarían juntos. Se complementaban bastante bien el uno al otro.

Se pregunta cómo hubiera sido si él y-

—¿Señor Joestar? —escuchó la voz que le trajo de vuelta a la realidad del momento.

Levantó la mirada para ver a la persona que le llamó. Su cuerpo se tensó ligeramente.

Había visto la foto del muchacho en aquella página, y pensó que realmente se parecía… demasiado. Pero verlo en persona ahí, parado frente a él, le hizo tener una sensación extraña, quizá demasiado familiar.

—Oh, debes ser el joven muchacho de la solicitud —se dirigió con una sonrisa cortés mientras se levantaba para saludar. Realmente no sabía cómo dirigirse a este chico a quien apenas estaba por conocer. Se miraba más joven de lo que esperaba.

—Mi nombre es Giorno Giovanna, es un placer conocerle —el chico se acercó, tomando la mano del hombre mayor y depositando un beso en saludo para luego tomar asiento en la silla del frente.

El Joestar se sintió algo nervioso, por no decir incómodo. Había pasado años sin experimentar una cita. Tampoco estaba acostumbrado a la cercanía de los italianos.

—Puedes reemplazar mi apellido por el nombre principal, no soy muy apegado a las formalidades con las personas que me interesa conocer —sonrió amablemente, aunque por dentro pensaba que el hecho de que le llamaran "señor Joestar" le hacía sentir como un viejo.

—¿'Señor Jonathan' está bien? —el moreno asintió. Y el rubio dejó escapar una pequeña sonrisa junto a un sonrojó tímido. —Lo siento, en realidad estoy un poco nervioso, no suelo hacer esto nunca.

—Puedo entender ese sentimiento —admitió el mayor a la par.

Era muy extraño, pero había algo en el joven rubio que simplemente le hizo relajarse.No parecía un estafador ni ningún tipo de acosador. Quizá solo era verdaderamente un muchacho que quería conocer a alguien. Se preguntó por qué elegiría un sitio de citas para ello, era joven y bastante bien parecido.

Ordenaron con calma cuando llegó el mesero. El chico parecía mirar mucho el menú, a lo que Jonathan sonrió y le dijo que no se preocupara y ordenase lo que guste. Era muy evidente el nerviosismo del muchacho, se puso a pensar que esa supuesta cita no duraría en lo absoluto.

—Me siento muy apenado señor Jonathan. Para ser honesto tampoco estoy muy interesado en encontrar un romance próximo. Me gusta tomarme las cosas con calma —el rubio hablaba con tranquilidad y elocuencia. En parte podía notar que el muchacho no era un mal chico. Sus ojos eran algo que se lo decían.

Recordó que una vez Erina le mencionó algo similar, algo sobre que sus ojos solían transmitir una calma particular y que tal vez era por eso que las personas se sentían muy en confianza con el Joestar.

—Yo también debo confesar lo mismo. Mi hermano me creó cuentas en sitios de citas porque dice que ya es tiempo de que consiga una pareja —ambos rieron a la par. —Bueno, joven Giovanna, ¿Qué tal si damos comienzo a esta cita? —sonrió el mayor mientras el chico le devolvía el gesto.

Giorno sabía que lo que estaba haciendo no era correcto. Fingiendo um nombre que no era exactamente el suyo, una edad que no le correspondía, e historias que ni siquiera eran suyas tampoco.

Era un pequeño peso que traía en el pecho, y este hombre, a quien ni siquiera conocía, se veía como alguien de un corazón demasiado bueno como para engañarle de esa manera.

Se decidió que al final de la cita le diría la verdad.

—No, no, yo pienso que Antonia se debió haber quedado con Enrique, Ernesto era demasiado egoísta. Él mintió apariencias solo para quedarse con su fortuna —e increíblemente, ya habían pasado alrededor de dos horas conversando.

Los temas variaban entre libros, música, películas, novelas, y la cantidad de temas donde pareciera que encajaban.

—Es verdad, pero al inicio se ve que Ernesto solo quería el dinero porque él nunca tuvo la felicidad que hubiese querido. Y Antonia vio la verdad en él, aunque este fuera un patán con ella. Lo importante es que pudo cambiar gracias al amor que le tuvo a ella, se arrepintió de sus actos y pagó por ellos.

Tal vez no haya nada de malo si alarga la mentira, ¿no?

—Tiene razón. Pero también pienso que Enrique fue su amor de la infancia, es algo triste que al final resultara terminar solo como el mejor amigo —era extraño, porque en dos horas se sintió como si hablar con el hombre fuera tan casual de siempre.

Recuerda que en casa su padre siempre le preguntaba por qué le gustaba tanto ver dramas noveleros en la TV. Decía que las historias de amor de esos dramas eran absurdas además de ridículas.

Su primer novio opinaba lo mismo, así que se guardó su pequeño fanatismo para él solo. Encontrar una persona con quién hablar ahora era... Increíble.

—Debo admitir que me la he pasado bien, no siempre suelo encontrar a alguien con quién hablar —admitió el mayor con una donrisa en el rostro. Fue justo lo que el chico pensó y sonrió contento de saber que el hombre también estaba cómodo.

Ambos pidieron una última bebida y el Joestar decidió pedir la cuenta, teniendo la amabilidad de pagar todo, por supuesto.

—Es una lástima que este encuentro deba terminar, pero espero verle de nuevo, en algún otro momento tal vez. Italia es más pequeña de lo que parece —el chico lo decía por cortesía, pero una parte de sí sabía que eso no sucedería, se había expuesto demasiado hoy, tendría problemas si miraran a través de su perfil falso.

—Me apena decirlo, pero no soy italiano. Vine aquí para quedarme solo un par de meses —eso le sorprendió un poco, el hombre hablaba muy bien el Italiano, pero lo había sospechado por el particular acento que tenía al pronunciar algunas palabras. —Oh, por cierto, ¿Sabes de algunos buenos lugares que pueda visitar aquí en Italia? Bueno, ya que estoy aquí podría aprovechar a fotografiar algunos paisajes —el rubio le miró un momento. Un poco debatiéndose sobre lo que quería decir a continuación. ¿Realmente se acababa de interesar por este caballero?

—Bueno, si no le molesta, señor Jonathan, tal vez pueda enseñarle algunos lugares que conozco —la sonrisa que apareció en el más joven hizo al hombre encogerse en su lugar.

Al igual que Giorno, el Joestar también se debatía en lo que significaba aceptar esa propuesta. Es solo que, había algo en el joven que le causaba cierta sensación desconocida.

Cuando ve sus ojos, sus rasgos, la forma en que sonríe, los gestos que hace al hablar de algo que le gusta. Es tan extrañamente familiar.

Como si se viese en un espejo el reflejo de otra persona…

Para Giorno era el mismo extraño sentimiento. Como si de repente tuviese frente a sí al hombre más perfecto. Era curiosa la forma en que coincidían en todo y podían estar de acuerdo en las mismas cosas. No es como sus novios anteriores, y si tuviese que compararle casi puede decir que es tan amable y alegre como el señor Bucciarati.

El señor Jonathan es alguien a quien no puede dejar ir solo así. Tiene el presentimiento de que, si se mantiene cerca, algo puede pasar. Y esa intriga por saber le pone ansioso.

—De acuerdo —aceptó el hombre.

A final de cuentas, solo se verían una vez... ¿Cierto?

Un joven rubio entraba a casa con una sonrisa pequeña pegada a su rostro. No podía decir que no se había divertido.

Cerró la puerta despacio intentando no hacer ruido. Los domingos eran días en los que su padre acostumbraba a salir con amigos, a veces solía llegar bastante tarde y normalmente no tocaba la puerta de su habitación. Pero solo por si acaso...

—Haruno —oh mierda...

El chico tragó en seco. Giró en sus talones solo para encontrar a su padre sentado en el sillón mirándole fijamente, con esa expresión en su rostro que le decía que estaba en problemas.

—Son las 9:45 de la noche, Haruno —doble mierda...

—¿Pasó algo? Usualmente no sueles llegar tan temprano, padre —preguntó intentando ignorar el comentario.

—Vainilla se enfermó del estómago y Terrence se quedó cuidándolo, Pucci canceló por una visita de su hermano y decidí que era mejor quedarme en casa a pasar un poco de tiempo familiar con mi adorado hijo —el rubio rodó los ojos y caminó lejos de la entrada. —No me avisaste que saldrías, y mucho menos que llegarías a esta hora. Tampoco sueles vestir tan bien para ir a algún lado. ¿Dónde estuviste, Haruno? —una gota de sudor nervioso bajó por su sien.

—¿No te dije que saldría con mi novio? Lo siento, creo que se me olvidó avisarte. Fuimos a comer a un restaurante y tenía ganas de vestir bien, es todo —su padre no despegó sus ojos de él mientras inventaba una mentira creíble. Era bueno que se haya quitado el maquillaje antes de venir, de lo contrario sería mucho peor.

—¿No lo acabas de ver hace dos días? ¿Qué estuviste haciendo para llegar a esta hora? ¿Acaso hicieron algo más que solo "salir a comer"? —su padre alzó la voz en la última pregunta.

—Quizá nos divertimos un rato y no noté que pasara el tiempo —y tal vez no debió haber dicho eso. Su padre se levantó hacía él y le tomó del hombro. El chico se tensó y retrocedió un paso, intentó no parecer nervioso pero su respiración le delató.

Cerró los ojos esperando el regaño que vendría. Pero entonces sucedió algo que no esperaba... En lugar de la lista de sermones y castigos que posiblemente iban a llegar, sintió como la mano de su padre se separó repentinamente para luego darse la vuelta apartando la mirada.

—Vete a tu cuarto, Haruno. Y espero hayas disfrutado este día porque pasarás los siguientes dos fines de semana limpiando el ático de arriba a abajo. Y no quiero ver una sola miga de polvo, ¿Entendido? —el menor asintió y dejó escapar un suspiro pesado.

Se dirigió a las escaleras para ir a su habitación, pero un último llamado le detuvo.

—Algo más. Dile a ese chico que se deshaga de ese perfume, es desagradable —le pareció extraña esa sugerencia, pero decidió no reprochar.

Una vez en su habitación cerró la puerta y se dejó caer en el colchón con una sonrisa satisfecha en su rostro.

El señor Jonathan era genial.

Visitaron algunos lugares y un museo. Quizá en ese último se dejó llevar por el tiempo, pues el hombre mayor era un gran conocedor de historia como pensaba. Le hablaba de una forma tan emocionada que incluso él comenzó a preguntar más solo para poder compartir opiniones de ello.Descubrió así que el hombre era un arqueólogo, lo cual no hizo más que crear una pequeña admiración.

Salieron del museo y entonces fue que se despidieron. Ambos lo tomaron como una gran compañía para salir de la rutina, y ya que era probable que no volviesen a verse, se dieron un abrazo y el mayor tomó una foto de ambos antes de irse.

Luego entonces, Haruno sacó su teléfono para pedir un taxi y solo hasta en ese momento reparó en lo tarde que era.

En fin, ya le contaría mañana a Trish sobre su cita con Jonathan.

En otro lado. El hombre de cabello oscuro hacía un repaso en su mente sobre el joven chico.

Es como una versión amable y tranquila de "esa persona", asusta, pero de cierta forma es como si el destino hubiese pedido que se encontrasen.

Giorno Giovanna, se presentó con ese nombre.

Observa las fotografías que tomaron en los lugares que visitaron. El muchacho le había mencionado algo sobre trabajar temporalmente como taxista durante vacaciones, y como guía turístico sabía elegir lugares de acuerdo a la persona. Algo interesante para alguien tan joven.

Aunque, hay un sentimiento tan extraño con ese chico que le hace pensar demasiado. Como la vez que descubrió que Joseph tenía un hijo y tomó a un pequeño y joven Josuke entre sus brazos.

Conocer a Giorno le dio una sensación bastante similar, pero no era lo mismo. Aun así, se preguntó por un momento si su familia era aún más grande de lo que pensaba y en realidad tenía familiares que todavía no conocía.

No haría algo como preguntarle si por casualidad tenía una extraña marca de nacimiento en forma de estrella, sería demasiado raro, además que dudaba volver a encontrar al chico.

Mejor hablaría de todo con Robert mañana. Y con eso en mente decidió irse a dormir.

Si hay algo que cualquiera odiaría, sería despertarse un lunes por la mañana.

Excepto para Giorno. Llegó tan temprano como pudo a la escuela solo para poder contarle a Trish lo que pasó el día anterior.

La pelirosa se vio sorprendida, quizá demasiado. No creyó en realidad que alguien como Giorno realmente tomaría su consejo y se conseguiría una cita en línea. Le había ayudado a crear ese perfil falso solo por diversión.

—Espera, espera, ¡¿Tiene 37?! —preguntó la chica con sorpresa. A lo que el rubio asintió encogiéndose hombros. —¡¿Esa no es la edad de tu padre?! ¡Cielos, Giorno! Sé que dije “mayor”, pero me imaginaba a alguien de la edad del señor Bucciarati.

—En realidad, justo me puse a pensar en ello, es incluso probable que el señor Jonathan haya conocido a mi padre. Los dos pudieron haber estado en el mismo club de Rugby en la universidad. Ambos estudiaron en Hugh Hudson —pero si así fuese es probable que el hombre haya notado su muy marcado parentesco. Aunque su padre insiste en que él no era tan pequeño a su edad.

—¡Por dios! ¿Imaginas que en realidad fueron amigos? ¡Pueden que incluso ese hombre haya sabido quién fue tu otro padre! —y la última declaración le cayó como un balde de agua helada.

Su mente se congeló a recuerdos, esos recuerdos de cómo un niño pequeño siempre intentaba preguntarle a su padre cómo había sido su papá, siendo siempre rechazado en cada intento. Y después de siempre escuchar las mismas rehúsas respuestas, llegó a un punto en que se rindió y decidió dejar de insistir.

Pensaba que tal vez era porque a su padre aún le dolía el tema. Imaginaba lo duro que debió ser esa pérdida. Incluso a veces en sueños su padre todavía mencionaba "Jojo". Un nombre extraño, quizá ese era el apodo de su otro padre.

Se preguntaba cómo era él. Tal vez haya tenido el cabello castaño como él cuando era niño. Y de ojos verdes como los suyos. De una personalidad como la del señor Jonathan; amable y bondadoso. Con un amor por la naturaleza y los animales como la tenía Giorno.

—¡Haruno Brando!

—¿Ah? —supo que estaba soñando despierto cuando el profesor llamó su nombre y no lo escuchó. Más bien, ni siquiera se dio cuenta de cuándo había entrado éste al aula.

—Por favor, si van a estar enamorados que no sea a mi hora de clase —suspiró el profesor con fastidio y luego escuchó las risas de sus compañeros tras el comentario, se sintió apenado, Volteó a mirar a su compañera que solo le miró en disculpa.

—Te quedaste mirando a la nada un buen rato y aunque te toqué el hombro no me hacías caso —susurró cuando el profesor regresó a pasar lista.

—Lo siento, es que tus palabras tienen tanto sentido que no pude evitar pensar en ello —el señor Jonathan tal vez sabría algo de la vida de sus padres.

El profesor terminó y continuó con la clase.

—Bien, ya que todos están aquí comenzaré a recibir los trabajos que —unos golpes interrumpieron nuevamente y el hombre soltó un suspiro pesado. —No me pagan lo suficiente.

—Profesor Formaggio, lamento interrumpir, ¿me permite unos segundos? —la voz de la coordinadora de Servicios Escolares le llamó.

—¿Qué crees que sea? —preguntó Trish en un susurro. Pero la respuesta llegó tan solo dos minutos después.

—Silencio todos —volvió a entrar el profesor al aula. —Parece que un nuevo compañero se unirá a ustedes este año.

Los murmullos regresaron de nuevo.

Notes:

Espero te esté gustando esta historia, intentaré actualizar cuando pueda ^^

¿Quién creas que sea el estudiante nuevo? ¿Será relevante para la historia?

Chapter 3: Capítulo 3

Summary:

Giorno comienza a pasar más tiempo en la biblioteca, ha hecho un trato con su padre y dará todo para conseguirlo. Realmente quiere descubrir más del hombre que nunca pudo llegar a conocer. Está dispuesto a saber más de su otro padre.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- III -

Su nombre es... Speedwagon

—Dio... Hay una pregunta que me gustaría hacerte..."

—¿Enserio? ¿Justo ahora, Jojo?

Su rostro presionando contra la almohada, y al lado la persona con la que había pasado la noche anterior. Realmente no podía decir que no le agradaba esa compañía, pero sus pensamientos habían estado bastante confusos.

—Es solo que... Sabes que a veces divago pensando mucho en las cosas pero-

—Dilo, Jojo.

—¿Por qué te enamoraste de mí, Dio?

Abrió los ojos con pesar, los párpados pesados y una horrible sensación de picor en su garganta. Miró la hora en su móvil que marcaban las cuatro de la mañana. Se sintió frustrado, había pasado tiempo desde que tuvo ese sueño de nuevo.

Bajó las escaleras luego de arreglarse un poco, sabía que no podría volver a dormir luego de eso. Tal vez una taza de café le ayudaría a calmarse, pero luego escuchó unos pasos en la cocina y encendió la luz solo para encontrar a su hijo sirviéndose un vaso de agua.

—Lo siento padre, no podía dormir —se disculpó el menor como si el ruido hubiese sido suficiente para despertar al mayor.

—No, no. En realidad... también bajé por algo para tomar.

El silencio se hizo en la habitación, pensaban quizá si podía haber un tema de conversación que irrumpiera esa coraza helada entre ambos.

—¿Por qué no podías dormir, Haruno? —fue el Brando quien decidió dejar sus propias angustias para preguntar por las del menor. Al final, es lo que un padre debe hacer, ¿no?

—Normalmente no preguntas, y dudo mucho que la razón te agrade —el mayor rodó los ojos, claro, su hijo no era tan diferente a él después de todo. Siempre tomando una actitud a la defensiva.

—¿Acaso no puedo hacer una excepción? —el menor soltó un suspiro mientras llenaba por segunda vez su vaso.

—Andaba pensando en papá —un tic nervioso pasó en el hombre ante esa mención. —Ya sabes, no sé nada de él y tú nunca quieres contarme. Él fue parte de mí también —cielos, odiaba esta parte insistente de su hijo.

—¿Para qué querrías saber de él si ya no está aquí? Es-

—"Es mejor no pensar en el pasado". Lo dices siempre padre —y se da cuenta de que está acorralado. —¿Al menos puedes decirme cómo era o a qué se dedicaba? ¡No sé absolutamente nada de él aparte de estar muerto! —Dio soltó un suspiro pesado.

Su hijo estaba llegando a esa edad donde los adolescentes hacen demasiadas preguntas. No le gusta tener que lidiar con ello. Aún si bien sabe que no debería estar ocultando nada a su propio hijo.

Pucci le advirtió que en algún momento Haruno tendría que enterarse de la verdad, pero aún no. No hay una razón por la que su hijo deba saberlo.

—Una pregunta —Dijo el mayor. Su hijo le miró desconcertado —Te responderé una sola pregunta sobre... 'él'. —los ojos del chico se iluminaron, tal cual como cuando le dice que le comprará su helado favorito. Esa mirada tan tierna es algo que detesta.

—¿Cómo era él? —preguntó sin dudarlo. Es demasiado directo.

El mayor pensó un momento en sus palabras, preguntar por el nombre hubiera sido más fácil. Pero claro, su hijo iba a lo seguro. Le desagradaba tener que recordar justo ahora, en especial cuando sus últimos sueños se frustraron por esa persona.

—Él era similar a ti... —el chico le miró confundido, y no era para menos.

Las personas siempre le decían que se parecía mucho al Brando, la similitud era notable entre padre e hijo. Pero entonces vio a su padre, y éste parecía comenzar a fijarse en un punto vacío de la pared.

—Tal vez no sacaste mucho de él en lo físico, te pareces más a mí de lo que otros dirían. Pero él era como tú, alguien de sentimientos tan ingenuos pero fuertes. Siempre pensando primero en el bien de otros antes que el suyo propio —se hacía llamar así mismo "caballero", bah.

Siempre con una actitud de héroe, defendiendo a otros, con un espíritu de lucha que a veces podía llegar a asustar. Haruno no es muy diferente, y eso le molesta un poco.

—Le gustaban los animales al igual que a ti —tenía un perro si bien recuerda. Ese gran Danés que odiaba. —También le encantaban las flores —en especial las orquídeas.

Lo recuerda porque la mocosa de Erina se las regaló a Jojo y se las aceptó como un cachorro emocionado que recibe un nuevo juguete. Eso le hizo recordar un momento en su memoria.

—Había veces en las que él parecía un niño, lo ves y ni siquiera puedes creerlo. A su edad le regalabas un peluche y aun así dormiría con él.

El comentario hizo reír al más joven. Su padre había comenzado a divagar y ni siquiera se había dado cuenta de ello.

—¿Alguna vez le regalaste un peluche como para saber eso? —la pregunta hizo detener la sonrisa del mayor cambiando a una mueca avergonzada.

—B-Bueno, ya es suficiente. ¿Estás satisfecho? —la verdad es que no, pensó. El chico quería saber más, más de aquel hombre que hizo sacarle una sonrisa a su padre.

—Tengo más preguntas, tantas que no sabría por dónde comenzar ¿Algún día me las responderás? —preguntó poniendo su mejor rostro esperanzado. Dio sabía que su hijo seguiría insistiendo, Haruno seguía siendo igual que cuando niño.

—Hagamos un trato —propuso el mayor. —Te diré un dato por cada nota perfecta que saques para final de semestre —un gemido ahogado salió del menor. Apenas podía alcanzar un nueve cuando se esforzaba. Y sabiendo eso el mayor sonrió en victoria. —Suerte, hijo.

Así es como pasó a ahora, se olvidó completamente de Trish y del asunto con el señor Jonathan. Había estado tres días seguidos yendo a la biblioteca local para poder repasar todo a lo que no prestó atención en las últimas tres semanas.

La verdad es que le está costando demasiado.

—¿Giorno? —escuchó una voz conocida. Despegó la mirada de su libro para encontrarse con un rostro familiar.

—¡Señor Jonathan! —tal vez levantó demasiado la voz porque la gente le quedó mirando. —Uhm... Lo siento —se encogió en su lugar avergonzado. —¿Quiere sentarse, señor Jonathan? —preguntó esta vez en voz baja. El mayor le sonrió para luego tomar asiento de frente.

Giorno se agradecía mentalmente ha haberse puesto maquillaje esa mañana. Aunque no le ocultara tanto como la última vez ya era algo. Y con el conjunto de ropa que tenía no se veía demasiado juvenil tampoco.

Fue completa suerte.

—¿Sueles venir a la biblioteca, Giorno? —preguntó el hombre, quien definitivamente tampoco esperaba volver a ver al chico de aquel día, mucho menos en la biblioteca con un par de libros en la mesa.

—Solo algunas veces, intento estudiar para mis próximos exámenes, aunque me cuesta un poco entender algunos temas —sonrió nervioso el chico. No quería verse muy emocionado o ansioso, pero volver a ver a aquel hombre le brindaba una felicidad que no comprendía del todo.

—Ya veo, la universidad debe ser difícil —comentó el mayor, y al joven se le borró la sonrisa. Había olvidado que mintió también sobre estudiar una carrera.

—S-sí, así es —cubrió el contenido de su libro ahora.

—Tal vez pueda ayudarte, ¿En qué estás ahora? —dudó unos segundos luego de pensarlo un poco.

—Cálculo diferencial —respondió más como pregunta que como afirmación.

—Creí que eso se trabajaba desde los primeros semestres —comentó con duda el mayor y Giorno quiso abofetearse mentalmente.

—En realidad... No es tanto por la universidad, es que yo... —hizo una pausa breve antes de pensar sus palabras —Quiero impresionar a alguien. —El mayor arqueó una ceja. —Bu-bueno, no me mal entienda señor Jonathan. Es que verá... —vamos Giorno, inventa una excusa creíble. —Conocí a este chico que es muy bueno en las matemáticas, realmente me gusta, pero... La mayoría de lo que hablamos es sobre números entonces no quiero parecer un idiota cada que iniciamos una conversación y- —sintió una mano en el hombro y levantó la cabeza para encontrarse con la mirada cálida del hombre. —Y quiero impresionarlo con notas perfectas —soltó en un último exhalo.

—Lo entiendo —la voz se escuchó suave en sus oídos.

Todo el nerviosismo que traía en sus hombros se esfumó de repente. Se permitió sonreír un poco para sí mismo.

—Cuando era joven conocí a alguien así —comenzó. Oh, esto es una historia personal del señor Jonathan, ¿Está bien escuchar? —Él era... El más inteligente de la clase, no sé cómo lo hacía, pero muchas veces lograba sacar notas perfectas y presumía de ello también. —Espera... ¿Ese no es...? Se parece a- —No quería quedarme atrás, así que me esforcé mucho para poder seguirle el paso. Comencé a pasar más ratos en la biblioteca y algunas veces llegamos a encontrarnos ahí para estudiar juntos.

—¿A usted le gustaba esa persona? —preguntó el menor, aunque quizá la pregunta era algo imprudente, de inmediato notó la mirada triste en el hombre alto y se retractó.

—Son... Cosas del pasado y-

Es mejor no pensar en el pasado —el mayor le miró con ligera sorpresa antes de desviar la mirada. ¿Será posible...?

—Así es —y la tensión cayó en el aire como un golpe. —Yo… venía para encontrar algún libro de paleontología. Pero ya que estoy aquí podría ayudarte en lo que estás haciendo, tengo algo de tiempo —Giorno se sintió emocionado y la tensión se disipó tras ese comentario.

—Claro, me encantaría su ayuda —respondió. Y en esa tarde de biblioteca poco a poco la tensión se fue disipando.

El Joestar era bastante amable y paciente. Explicaba con tal calma que le hacía sentir tranquilo, pero no demasiado lento como para hacerlo tedioso. Si tuviera que decir, el señor Jonathan era muy bueno enseñando, e incluso podría llegar a ser un buen profesor si en algún momento decidiera retirarse de la arqueología.

—¿Sr. Joestar? —y claro que los momentos de tranquilidad siempre pueden verse interrumpidos.

Un hombre desconocido se acercó hasta su mesa. El chico se sintió algo molesto por la interrupción de tan gratificante momento, pero tuvo que dejarlo pasar.

—Oh, Speedwagon, lo siento mucho. Sé que te pedí que pasaras por mí a esta hora, pero lo olvidé por completo —el joven decidió no irrumpir la conversación de ambos adultos y prefirió colocarse tras su propio libro.

El señor Jonathan tenía su propia vida, era un hombre bien formado de todas formas. Pero no pudo evitar sentirse intrigado, como esa curiosidad de saber quién era el hombre que había llegado justo ahora.

—Me encontré con un joven conocido y andábamos distraídos, te lo presento, él es —escuchó lo último de la conversación referirse a él y bajó el libro que tenía en las manos para saludar, pero el nuevo hombre solo le miró con terror y sorpresa en el rostro. Como si hubiera visto un fantasma.

—¡¿DIO?! —entonces el mayor gritó y sintió que su cuerpo se exaltó cuando escuchó al hombre llamarlo con ese tono. Su mente voló de un segundo a otro entre el hombre desconocido y el señor Jonathan que pareció sorprendido de escuchar aquel nombre también.

—Disculpen señores, ¿Sucede algo? —llamaron la atención de la señora de la biblioteca y el hombre del sombrero tuvo que pedir disculpas.

—Lo siento por eso —le sonrió nervioso el Joestar. Giorno solo dio un asentimiento. La verdad es que ahora se había intrigado.

—Mis disculpas también, muchacho. Te confundí con una persona —tragó en seco mientras veía el hombre recién tenderle la mano. Aceptó aún sin olvidar su pequeña sorpresa. —Mi nombre es Robert Speedwagon —de alguna manera el apellido se le hizo familiar, pero lo dejó a un lado para concentrarse en el saludo.

—Giorno Giovanna, es un gusto conocerle señor Speedwagon —se presentó de nuevo con aquel nombre. Pero la mirada del nuevo individuo parecía estarle escaneando de cierta forma.

Hace un momento le reconoció como “Dio”, pero ese es el nombre de su padre. ¿Será posible que… ellos le conozcan?

El hombre parecía verle con igual sorpresa. Solo se alejó en cuanto el moreno habló de nuevo.

—Giorno, fue un gusto volver a hablar esta tarde. Pero me tengo que despedir de nuevo —no, espera... Tiene preguntas, muchas en realidad.

—Señor Jonathan —no se dio cuenta siquiera de que había tomado de la manga al hombre. Se disculpó rápidamente y habló sus siguientes palabras —Yo... No quiero que esta sea la última vez que nos encontremos.

El mayor pareció sorprendido, al igual que el otro hombre quien parecía... Desconcertado. Al final el Joestar solo pudo asentir y brindar una sonrisa.

—Claro, yo tampoco espero que sea la última. Eres un gran muchacho, joven Giovanna —la forma tan tranquila en que lo dijo, la mirada llena de promesa y decisión, hubo algo que le hizo sentir emocionado.

—Hasta pronto, señor Jonathan —esperaba que su mirada reflejara también aquel mismo sentimiento.

—El joven de esta tarde... —ambos hombres salían de una pequeña conferencia. Habían decidido pasar un rato a la noche en el pequeño bar de Leggings. De alguna forma, el Joestar ya sabía que su amigo sacaría el tema.

—Conocí a Giorno hace unos días apenas. Ya sabes que Joseph insistió en crearme un perfil de citas y ese fue el punto —comenzó a hablar el hombre, a lo que su amigo solo le miró con completo desconcierto.

—Jonathan, ese muchacho es idéntico a Dio —el más bajo le miró seriamente y el Joestar se sintió cohibido. —¿Ha observado sus cejas, sus nariz o labios? Parece una copia exacta y más joven de él —exclamó Robert alzando un poco la voz, el castaño solo levantó la palma en silencio.

—Mira Robert, yo también he notado el parecido, pero podría tratarse de solo una coincidencia. Este chico es universitario, tiene todo el apellido italiano y a su padre también. ¿Qué relación tendría él con Dio? —el hombre rubio le miró sin poder creer sus palabras.

—Su hermano Joseph tuvo un hijo a temprana edad sin siquiera saberlo. ¿Y si ese niño fuera hijo de Dio? Se ve tan joven como un muchacho de preparatoria.

La mirada triste de Jonathan volvió a su rostro. Realmente no le gustaba este tema. No quería seguir hablando de Dio.

¿Un hijo? No parece tan descabellado pensar que ese sujeto hubiera tenido aventuras con diferentes personas y alguien resultase con un embarazo. Después de todo, aquel rubio solía tener diferentes rumores entre sus compañeros. Incluso cuando salían.

—El joven Giovanna es diferente —comentó. —Puede parecérsele, pero el chico tiene un corazón humilde. Puedo sentir que no tiene intenciones malas. Y coincidimos más en gustos de los que quisiera contar.

El chico, Giorno, era como aquel sobrino con el que le gustaría pasar el tiempo y hablar de su día mientras hornean galletas. El solo pensamiento le hace sonreír.

—Solo espero que no bajes la guardia, Jonathan. Tal vez sea mejor no relacionarse con ese muchacho. Pero, por si acaso, puedo investigarlo para estar seguros —y el Joestar negó.

—Tienes razón en que este joven es todo un desconocido Speedwagon. Pero no puedo pedir que hagas algo como invadir en su vida privada. Si se necesitara en algún momento prefiriría ser yo quien lo investigue por mi cuenta —y con ello ambos guardaron silencio. Pero entonces al Joestar le vino algo a la mente, dejó su taza de café a un lado y cruzó los nudillos para pensar. —Aunque sí hay algo en él que... Me resulta demasiado extraño. —y tras este comentario el rubio tuvo que preguntar.

—¿Qué es lo que le parece extraño? A parte de su parecido con Dio.

—No es algo negativo ni nada de eso, pero, hay algo en él que me recuerda... Bueno, no sé cómo explicarlo —se rascó el cuello algo nervioso, una gota de sudor bajando por su frente —Es solo que cuando lo veo yo… Tengo una sensación extraña —Robert no le entendió, pero el peliazul continuó explicando —Es como ese sentimiento que tuve cuando me presentaron a Joseph por primera vez, o cuando conocí a su hijo hace dos años. No quiero sobrepensar pero, es como si... hubiera descubierto a una parte más de mí. Y si hay algo que en nuestra familia conocemos bien es que un Joestar puede sentir la conexión en nuestra sangre —y con estas palabras el rubio le miró con sorpresa.

—¿Dices que ese chico podría ser un Joestar?

—No, no quiero sacar conclusiones apresuradas. La primera vez pensé que era el simple sentimiento de familiaridad por ver a alguien tan parecido a ‘él’. Pero hoy al encontrarlo de nuevo volví a sentir este impulso en mi pecho que lo decía. Si existe la posibilidad de que pueda volver a ver a ese muchacho entonces debo aprovecharlo.

—Jonathan... —el mayor le llamó deteniendo sus palabras. —Escucha, yo no creo que él tenga veintiuno, y por como van las cosas me preocupa que veas en él un reflejo de Dio. Si ese chico... De alguna forma estuviera ligado a él, espero que no vuelvas a recaer en el pasado.

El Joestar le miró con una expresión que rozaba la tristeza. Pero solo pudo asentir.

—Giorno parece ser un buen chico, le cuesta un poco centrarse en sus estudios, pero cuando se trata de lo que le apasiona puede estar minutos sumergido en el tema. Me recuerda a mí cuando era joven —y tal vez sea por eso que pasar tiempo con él se siente tan familiar. —Quiero creer que no tiene malas intenciones. Ni siquiera parece saber que tengo dinero —de ser así se hubiese aprovechado en el primer momento.

—A veces las apariencias engañan. Y no quiero que vuelvas a tener una mala experiencia solo por esto —el rubio le miró con un deje de amargura, y el Joestar solo agachó la cabeza.

—Lo sé.

Después de todo, tuvo que aprenderlo de la peor manera…

Las apariencias pueden engañar.

Notes:

Me siento contenta por el recibimiento que está teniendo esta historia. Soy feliz sabiendo que hay alguien que ha comenzado a leerme porque estaba insegura con esta obra. Pero ya he comenzado a motivarme, y espero traerles más capítulos pronto <3

Chapter 4: Capítulo 4

Summary:

Giorno y Jonathan continúan saliendo y encontrándose en la biblioteca, aunque Dio ya ha comenzado a notar la nueva actitud extraña de su hijo.

El amor no sirve en absoluto.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Si las mentiras pudieran trazarse con un lápiz, tomaría aquel libro y arrancaría todas las páginas que fueron escritas.

- IV -

Su nombre es... Enrico Pucci

Su mirada viajaba entre las páginas de su libro hacia una persona en específico.

Se sentía como un adolescente enamorado, o más bien, eso era, un simple joven enamorado.

Muchas veces se cuestionó si lo que sentía estaba bien, eran hombres, es algo incorrecto... ¿No es así?

Pero es que Dio, oh Dio. Le hacía soltar suspiros enamorado. Él quiere hablarle, acercarse al joven que destaca como un sol entre la arena del desierto.

Si tan solo pudiera estar a su lado, si pudiera sonreír y decir algo más que un simple hola nervioso. Oh debe verse como un idiota justo ahora.

El chico de cabello rubio se gira en su lugar. El pequeño enamorado regresa la mirada a su libro. No quiere ser descubierto, pero tal vez ya es demasiado tarde, porque escucha pasos yendo a su dirección.

El chico hermoso se acerca. Su mirada tan indiferente como siempre. Se para frente a él, solo la pequeña mesa los separa entonces. Temeroso, el joven baja su libro para encontrarse con esos ojos tan penetrantes y decisivos.

—¿Puedo sentarme? —pregunta. El chico moreno se siente nervioso, su corazón late en sus oídos. Puede sentir sus manos temblar antes de tomar un poco de valor.

—Adelante —sonríe intentando evitar esa mirada fija sobre él.

Sabe que está siendo un idiota, enamorándose de alguien tan platónicamente. Es imposible que aquel chico tan increíble se fije en él.

O eso es lo que pensaba en ese entonces.

Tal vez algún día aprenda que el primer amor duele.

Jonathan Joestar es un hombre que siempre cumple su palabra. Si hay algo que dice hacer lo hará. Aunque a veces es difícil cuando se trata de temas como tener citas con alguien que se parece tanto a una copia de tu primer amor.

No. No es así. Giorno es diferente, él no es Dio. No es igual.

Intenta convencerse así mismo. Aceptó tener otra cita con el muchacho luego de su encuentro en la biblioteca, lo que los llevó a compartir números y encontrarse más a menudo, aunque solo fuera en la biblioteca cada martes o jueves. Hoy es su segunda reunión en la misma cafetería donde se conocieron. Y se dice así mismo que solo es la curiosidad por descubrir de dónde viene el chico realmente, aunque las tardes donde repasa con el joven han hecho que comience a disfrutar de la compañía.

Buon Giorno, señor Jonathan —escucha la voz alegre del joven, y sonríe al verle acercarse. Entonces la imagen le sienta tan familiar...

Hay un joven que está parado frente a él en este momento. Una sola mesa los separa.

—¿Puedo sentarme? —su cabello rubio es tan hermoso cuando se ilumina con la luz tras la ventana. Parece que realmente se esfuerza en cuidarlo.

—Adelante.

Siente que la historia se repite.

Pero este es un nuevo comienzo. Esta vez no es la misma persona quien está con él.

Todavía le cuesta acostumbrarse. Siempre que ve al chico llegar tiene esedeja vuque le hace sentir mal. A veces siente que tiene que parpadear dos veces para volver a la realidad. Este muchacho no es Dio.

—¿Qué te gustaría ordenar, Giorno? —pregunta una vez que el mesero deja las cartas.

—No tengo mucha hambre realmente, que sea un croissant dulce y un capuchino —le dio su orden al muchacho. El hombre hizo lo mismo pidiendo unos rollos con canela.

Haruno había estado noches completas pensando. Preguntándose qué debería hacer luego de que había encontrado a personas que conocieron a su padre.

Quería respuestas. Sacar notas perfectas tal vez no le sería tan difícil ahora que estaba repasando más a menudo, pero aún así estaba seguro de que su padre tampoco le respondería del todo. Él realmente quiere saber quién fue su otro padre. Pero no puede simplemente preguntarle al señor Jonathan y decirle que ha estado mintiendo todo ese tiempo, las cosas podrían terminar mal.

—Por cierto, Giorno, quería agradecerte por la última vez. Ya sabes, me llevaste a conocer lugares realmente interesantes —y la verdad es que una parte de sí todavía quiere seguir conociendo al Joestar.

Vio como el hombre colocó una pequeña caja sobre la mesa. Se sintió tímido, no sabía qué decir. Pero el hombre le dio una mirada tranquila. Solo soltó un suspiro y sonrió en respuesta.

—Mi cumpleaños fue hace dos días, señor Jonathan —comentó con diversión. Y el hombre hizo un gesto también divertido.

—De haberlo sabido hubiese traído dos regalos en lugar de uno —y el chico sonrió con esa respuesta.

Sus manos tomaron la caja, con duda sobre lo que había dentro. Desenrolló el listón azul que había en ella, y levantó la tapa suavemente.

Sus ojos se iluminaron a la par que el calor subió en sus mejillas. Simplemente cubrió su rostro un momento intentando no lucir como un niño emocionado.

—Lo siento... ¿No te gustó? —preguntó el mayor apenado. Giorno se recompuso en su lugar. Ni siquiera había dicho nada todavía. Es que realmente no sabía qué decir, casi no solían darle regalos. A excepción de Trish que siempre le daba algún accesorio lujoso en su cumpleaños.

—No, no es eso. En realidad, me encanta. No tengo palabras para decir cómo me siento señor Jonathan —se aclaró la garganta porque sentía que su voz comenzaría a temblar. —No suelo recibir regalos —admitió con vergüenza. —¿Cómo supo usted que los quería?

—Bueno, los vi en la tienda y recordé que te gustaban mucho los insectos —y porque la última vez en la biblioteca llevaba una cadena con dije de mariquita, le pareció un detalle lindo —Creí que se te verían bien.

El contenido de la caja consistía en un juego de broches con un patrón punteado. Giorno recordaba haber pasado en una tienda con Trish y ella le dijo que se le verían bien con los trajes que solía usar. Aunque hay una diferencia, los que vio eran de plástico, estos parecían de algún metal ligero. Se preguntó si serían una colección original. Bueno, no importa, fuera del material que fueran estaba contento.

Tomó uno para colocárselo en el saco azul que llevaba en ese momento. Es perfecto, piensa. No puede ocultar la sonrisa que se forma en sus labios.

—Muy bien señor Jonathan, comencemos esta cita.

La verdad es que no se arrepiente en absoluto de haber tomado esa decisión.

—Hay algo que no me agrada —comentó un hombre mientras miraba su copa de vino en la mano.

—¿Qué tiene de malo en que el joven Giorno se divierta? —preguntó el hombre que tenía en frente.

Habían estado charlando hace tan solo unos minutos, pero de alguna forma la conversación comenzó a enfocarse en el joven hijo del mayor.

—En primera, no acepto que le llamen Giorno, no por estar en Italia dejaré que le cambien el nombre. Como si Haruno no fuera un nombre bonito, yo lo escogí —gruñó el mayor.

¿Cómo es que pasó de Haruno a Giorno? Pues una vez que se mudaron el propio Haruno dijo que quería mezclarse más con los italianos, y que ese nuevo nombre le quedaba mejor y más'cool'. Vaya etapa de rebeldía adolescente, querer cambiarse el nombre de la nada.

—Ese niño me amenazó una vez con irse de casa y unirse a una pandilla de "gang-stars" si no le dejaba andar con su novio el andrajoso —expresó en disgusto. —Pero ahora hay algo raro, nunca lo había visto tan distinto como ahora. Parece más... ¿decidido? Ni siquiera entiendo los cambios de humor de ese mocoso.

Porque en medio año desde que comenzó a salir con ese mugroso chamaco al que llamaba "novio", siempre parecía molesto, rebelde y haciendo berrinche por todo.

En cambio, ahora, se viste bien y se arregla el cabello más de lo habitual. A veces comienza sonreír él solo mientras mira a la pared o a su plato en el almuerzo. También se comenzó a esforzar más en estudiar cuando antes no tocaba siquiera el libro de historia.

Es como si... recién se hubiera enamorado por primera vez.

No, no puede ser. No lo acepta.

—No me gusta ese cambio. Hay algo extraño en él. Ni siquiera he visto a su supuesto novio llegar a casa desde la última vez —aunque siempre había sido él quien le decía al chamaco ese que no quería verlo en su casa. —No sé qué es lo que está haciendo ese niño, pero me tiene preocupado.

—Se está enamorando, es normal —le contestó su amigo restando importancia mientras continuaba su lectura.

—No, Pucci. Acepto que tenga un novio para hacer... lo que sea que quiera hacer, está en esa etapa después de todo. Pero enamorarse es otra cosa completamente diferente —el amor no sirve en absoluto.

—En algún momento lo tiene que experimentar. No será un niño toda la vida, acaba de cumplir los diecisiete —y Dio sabía que Pucci tenía razón en ello. Pero el Brando no quiere pensar en eso. Enamorarse tan profundamente no trae nada bueno.

—Así es, tiene diecisiete, aún le falta mucho por vivir. Y no quiero lidiar con ese momento en que el mocoso venga llorando con un corazón roto o que de repente decida escaparse de casa para tener una boda secreta con ese sujeto —solo de pensarlo le hace querer vomitar. Haruno es capaz de comprarse un boleto para irse a donde se le pegue la gana por cualquier berrinche.

—¿Y no has pensado en pedirle al chico que invite a su novio a cenar? Tal vez solo necesites darle una oportunidad para conocerle. No creo que sea un mal muchacho, ayuda a la pareja de su tío en el restaurante cada fin de semana, y reparte el periódico todas las mañanas antes de tomar su turno en el Starbucks —claro que la cara de desconcierto del hombre era evidente. ¿Su hijo saliendo con un pobretón que trabaja en una cafetería mediocre? ¡Ni hablar!

—No voy a invitar a ese mugroso a pisar mi casa —no quiere verlos ponerse melosos frente a él. Ni mucho menos tocar o abrazar a su hijo.

—Hazlo por Haruno —le dijo su amigo, y con esas palabras tuvo que quedarse callado.

Solo tal vez, intentaría considerarlo.

Enrico Pucci era un gran amigo del Brando. Se conocieron en el pasado cuando Dio era un estudiante de preparatoria aún. Pero no fue hasta mucho tiempo después que se reencontraron en Florida, y una amistad surgió de ahí.

Fue hace unos años, Dio había llegado a una iglesia cargando con un niño en mano de apenas unos 6 años. El pequeño estaba tosiendo y ardiendo en fiebre, era de noche y el auto se había descompuesto en el medio de la nada cuando el Brando había manejado a prisa mientras buscaba un hospital. No le quedó de otra más que correr con el niño en brazos y buscar ayuda.

Entre el camino vio una iglesia, pero al llegar no fue bien recibido. Al inicio el padre no quiso dejarlos entrar. Pero Enrico, quien estaba ahí le reconoció a pesar de que habían pasado años. Le dijo al padre que fuera comprensivo, y este aceptó luego de una charla con el moreno. Los de la iglesia trataron a su hijo con lo básico, y llamaron a un doctor del pueblo más cercano para que pudiera ver a su hijo.

Desde entonces Dio quedó agradecido con aquel hombre, y poco a poco fue surgiendo una amistad. Dio se vivió unos años en ese pequeño pueblo de Florida mientras vio crecer a Haruno e ir a la escuela primaria. Pucci fue una gran compañía y apoyo en ese entonces, y fue él también quien le ayudó a buscar un buen lugar para vivir en Italia, el hombre era de ahí después de todo.

Enrico Pucci era el único que sabía de su historia.

Giorno se había sentido bastante feliz últimamente. Podía decirlo porque sus amigos le repetían que se la pasaba soñando despierto a la hora del almuerzo.

—¿Podrías dejar de llenar esta mesa de corazones, Giorno? —se burló Trish. El rubio estaba tan ensimismado que parecía no darse cuenta de los corazones rosas que salían de su aura.

—Él es perfecto. Es el hombre más increíble que he conocido en mi vida —y no era la primera vez que lo decía en todo el día.

—Oh... el amor le pegó fuerte —y con ese comentario de Fugo Giorno tosió ante la mención de la palabra. Como si un interruptor le hubiese apagado de sus pensamientos.

—¡¿A-amor?! ¿Quién dijo algo de amor? No estoy enamorado —ahí estaba, de regreso a la tierra. Fugo le miró con una expresión incrédula.

—Ni siquiera cuando nosotros dos salimos pusiste esa expresión. Es más, ni siquiera con Mista —el Brando bufó.

—No menciones su nombre por favor, eso quedó atrás —recordar a Mista le traía un mal sabor. —Además, no amo al señor Jonathan —simplemente suspiraba por cada fracción tan increíble de ese hombre. —Se volvió más alguien a quien admiro, él es increíble.

Es como amar a una celebridad, o a un cantante famoso. Lo admira y respeta como si fuera un ídolo. Eso es todo. ¿Está mal simpear a una persona que ha encontrado interesante?

—Y si tu padre supiera que sales en secreto con un hombre de su misma edad quién sabe qué es capaz de hacer —y ahí Trish le volvía a recordar lo terrible que era la situación. Lo había olvidado.

—Solo quería investigar de mi otro padre. Pero al hablar con el señor Jonathan siempre termino sumergido en cualquiera de sus historias —ayer tuvo que excusarse para no llegar tarde a casa otra vez. Limpiar el ático es horrible, pareciera que nadie lo ha tocado en... ¿5 años? Prácticamente desde que se mudaron.

La hora del receso terminó recordándoles que tenían clases a las cuales volver. Giorno suspiró, tal vez sus amigos tenían razón y había comenzado a disfrutar la compañía más de lo que debería. De hecho ni siquiera ha hecho ningún progreso investigando, todas sus conversaciones se quedan en temas de libros y una que otra vez en pasatiempos o experiencias. El señor Jonathan tenía muchas historias del mundo, y eso es lo que le encantaba escuchar. Se da cuenta que hay muchos lugares que quiere descubrir, y escuchar de ello le hace sentir como un niño. Su padre nunca le leyó cuentos así cuando era pequeño.

—Puedo ver cómo muchos ni siquiera hicieron el mínimo esfuerzo por contestar este examen, no sé qué será de ustedes al final de semestre —se rio el profesor para sí mismo. A lo que muchos murmuraron en queja.

Repartió las hojas a sus alumnos mientras daba las siguientes instrucciones.

—Antes de que empiecen a pedirme puntos extras, recuerden que todavía les queda por hacer el trabajo final para que puedan subir su calificación, será en parejas, así que escojan muy bien a sus compañeros —pasó entregando el examen por cada fila y cuando entregó el de Haruno dijo un seco felicidades para luego pasar al siguiente.

El rubio miró su hoja solo para encontrarse con un 95 encerrado en rojo. No podía creerlo. Era la mejor calificación que había tenido en mucho, mucho tiempo. Casi quiso gritar.

Claro, desde que ha estado estudiando con el señor Jonathan comenzó a prestar más atención a varios temas que antes había pasado por alto. Su padre estará feliz cuando le muestre esa calificación, aunque seguramente dirá algo como"pudiste haber sacado un 100 pero no estudiaste suficiente". A la mierda, está feliz.

—Oye Trish, ¿hacemos equipo para el proyecto final? —preguntó Fugo a la chica del pelo rosa. Giorno parpadeó dos veces antes de escuchar ello.

—Pero Trish, creí que trabajarías conmigo —le reprochó a su amiga.

—Le debo el favor a Fugo, me pasó el proyecto de economía —Giorno suspiró, entonces estaba solo...

—¡Oye Giorno! —escuchó a alguien llamar su nombre y negó.

—No, Narancia —definitivamente estaba solo.

No iba a hacer equipo con Narancia en esto, de verdad quería pelear por esa nota. Ya le había ido mal en el primer examen y el hecho de que haya salido mejor en este no le asegura una buena nota al final de semestre. Necesita al menos un 90% para que su padre le considere como perfecta.

Miró a su alrededor pero ya todos parecían tener un compañero. Esas eran las consecuencias de tener un grupo tan cerrado de amigos, ya todos tenían con quién hacer compañía.

—Disculpa... —entonces apareció alguien frente a su mesa. Gracias a cielo, al fin alguien.

El chico nuevo que ingresó hace tres semanas. No sabía nada de él y tampoco prestó atención a su nombre antes. Tal vez sí estaba siendo muy distraído, pero, en fin, el nombre no importa mientras pueda serle de ayuda.

—¿Quieres trabajar juntos? —preguntó al ver que el chico no hablaba. Este solo le asintió con un movimiento en la cabeza.

Oh, ahora recuerda, el chico es extranjero. ¿Siquiera van a poder comunicarse para hacer este trabajo?

Le miró un breve par de segundos, pudo notar sus ligeros rasgos en sus ojos, fue ahí cuando sonrió.

—Me llamo Haruno, pero puedes decirme Giorno —habló en un perfecto japonés. Entonces el chico frente a él pareció alegrarse y sonrió también.

—Yo soy Josuke, Josuke Higashikata.

El chico le tendió la mano para saludarse. Aunque había algo extraño... ¿Por qué esta sensación le era demasiado familiar?

Notes:

Hola! Espero que les esté gustando esta historia ^^

Como un pequeñito dato para que no se pierdan, el verdadero nombre de Giorno es Haruno Shiobana Brando. Aunque le gusta que los demás le llamen Giorno nomás por mamón xD El perfil que creó en el sitio de citas fue con el nombre de Giorno Giovanna, y tiene también una licencia de conducir falsa que usa como identificación pero eso es shhh.

No olviden dejar algún comentario, realmente me animaría mucho :3

By~F.F

Chapter 5: Capítulo 5

Summary:

Giorno conoce a su nuevo compañero de clases. Hay algo en este chico que le parece extraño, y ahora quiere descubrir quién es y cuál es su relación con los Joestar.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- V -

Su nombre es... Josuke Higashikata

Su madre era una mujer con carácter. No importaba cómo, jamás debías hacerla enojar. Siempre con una actitud distante pero lo suficientemente amable, segura de sí misma y bastante decidida.

Ella era una mujer extraordinaria, alguien que no se dejaba intimidar tan fácilmente y que siempre hacía lo posible por defender su orgullo.

Entonces... ¡¿Cómo es posible que una mujer tan increíble como su madre pudo haberse enamorado de alguien como su padre?!

—Su nombre es Josuke Higashikata y a partir de hoy será un miembro más de la familia Joestar —ni siquiera supo en qué momento se hizo parte de una familia a la que ni siquiera conocía.

Su madre le contó que ella solía ser una camarera de medio timepo en el pub que su padre visitaba cuando se saltaba la escuela. Una noche sucedió esto y lo otro, y tan tan, él fue el resultado de esa noche de lujuria entre sus padres.

Quizá más de una simple noche considerando que su madre todavía suspiraba por ese Joestar.

Cuando su madre regresó a su hogar en Japón, apenas se enteró que estaba embarazada. Y ella era lo suficientemente buena como para no querer meter a una familia, del tamaño de los Joestar, en problemas. Hizo un trato con el difunto señor Joestar, supone que su abuelo, para recibir una pensión a cambio de no generar un escándalo. Así es como su madre le crio sola junto a su abuelo en Morioh.

Él estaba bien con eso, no le importaba saber nada de un padre del que no conocía su existencia ni mucho menos de esa supuesta familia de hombres ricos.

Entonces, un día vino un hombre alto que se hacía llamar Jotaro Kujo y le dijo que tenía que llevarle con él.

Ese fue el fin de su tranquila vida...

—¡¿No puedes ser más responsable, idiota?!

—¡Estaba aquí! ¡Estoy seguro de que lo dejé aquí!

—¡¿Cómo puedes ser el jefe de una compañía y perder un papel tan importante?!

Quisiera reclamarle a su madre por permitirle vivir en el mismo techo que su padre.

No sabe cómo, pero estos dos solían pelear cada mañana sin importar de qué fuera el tema. Que dónde está el café, que no hay papel en el baño, que hace falta leche, y a la noche parecían tan melosos que podía escuchar el resultado de su amor desde su propia habitación.

—Papá, me voy a la escuela —dijo, aunque ninguno le prestó atención. Estaban tan ensimismados en su discusión sobre los papeles que sabía que no sería escuchado. Se dirigió a la puerta para colocarse sus zapatos y solo entonces escuchó la voz del señor Zeppeli.

—Que te vaya bien chico. El almuerzo está en la repisa, ten un buen día —fue lo que le dijo el hombre rubio desde atrás mientras tiraba de los pelos al más alto. Al menos el novio de su padre sí era alguien que se preocupaba por él.

Caesar Zeppeli. El futuro esposo de Joseph Joestar. Se casarían este verano y el chico aún no sabía cómo es que funcionaba su espantosa relación, pero de alguna forma se miraban bien juntos. Total, según escuchó de Jotaro, ese hombre y su padre se han querido desde hace mucho. Curioso como su viejo se quiere casar con un italiano pero bien que dejó atrás a su madre.

No le tiene ningún rencor al hombre rubio, después de todo, él mismo se sentía como alguien que se coló a la vida de la "feliz" pareja. Aunque si algo es seguro es que el señor Zeppeli toma mejor el papel de padre que el suyo propio.

Tomó su almuerzo de la cocina y notó al lado, cerca del portafolio de su padre, un sobre de hojas que tenía 'importante' escrito en tinta negra.

Bueno, no es su problema.

—Entonces, puedes enviarme el correo con tus partes de la investigación y puedo corregir las palabras que se te hagan complicadas de traducir, ¿te parece bien? —este chico era su salvación en muchos sentidos.

—¡Es perfecto! ¡Gracias! —sonrió al chico que tenía al lado.

Entrar a una nueva escuela a mitad del año era lo peor. Había estado tomando clases de italiano pero aun así se le complicaba mucho entender lo que decían sus profesores. La gente hablaba de él y ni siquiera entendía lo que decían. Solo esperaba que no estuviesen insultando su cabello.

Entonces escuchó el nombre de'Haruno'en la lista. Ese es claramente un nombre japonés, esperaba que pudiese hablar con alguien el mismo idioma y no se tratara solo de un chico cuyos padres tomaron la decisión de ponerle ese nombre japonés solo por gusto.

Se sintió aliviado cuando el chico se presentó, de esta forma pudieron comunicarse sin mucho problema.

—Sé inglés, pero el italiano es una tortura —y como les sobraba tiempo en la clase, pronto comenzarían a hablar de temas como estos.

—Lo sé, es como el español, no entiendo cómo pueden hablarlo, en especial en América, demasiados modismos y diferencias, te mueves un centímetro y ya es otro acento, realmente me confunden —dos chicos que parecen entenderse perfectamente y apenas se conocieron hace nada.

—Perdón por la pregunta, pero, ¿Eres japonés? —el nombre era uno, pero el apellido era muy distinto. Nunca había escuchado del apellido Brando, tampoco sonaba italiano.

—La verdad es que nunca he tenido un lugar en específico. Nací en Japón, pero mi padre es de Londres. Crecí la mayor parte de mi infancia en Florida y durante un tiempo estuve en el Cairo, solo me mudé a Italia hasta hace unos 5 años y se podría decir que es el lugar en el que más me he adecuado, me gusta aquí —el Higashikata quedó sorprendido. Con su misma edad y este sujeto ya había recorrido todo el mundo.

—Increíble... —y también genial. —Tus padres deben ser grandes como para viajar por todo el mundo —el chico negó ante el comentario.

—De hecho, mi padre es alguien que siempre logra salirse con la suya. Cuando nací no teníamos nada, ni un hogar al cual ir. Fue suerte que como mi padre estudió en una buena universidad le ofrecieron un trabajo en Florida. Con ello pudo mantenerme hasta los once años —la historia de Giorno era increíble. Y él que se quejaba de que su propia vida era difícil. —¿Qué hay de ti?

—Bueno... Mi historia no es tan genial como la tuya. Digamos que mamá tuvo un desliz con alguien más joven y yo fui el resultado tiempo después. Hasta hace tres años ni siquiera sabía que tenía un padre. Un día repentinamente aparece un hombre y me dice "Tu nombre es Josuke Higashikata, eres el hijo de Joseph Joestar". Al mes después ya estaba parado en una casa completamente desconocida, con una familia de la que ni siquiera estaba enterado.

El rubio le miró con completa sorpresa. Su solo rostro marcaba la incredulidad.

—¿Enserio? ¿Solo llegaron y te dijeron que era tu familia, así nada más? ¿Cómo supiste siquiera que era verdad? —¿Y Joestar? Él conoce a un Joestar. ¿Josuke era familia del señor Jonathan? ¿No era demasiada coincidencia?

—Me hicieron pruebas de ADN. Pero supe que era verdad cuando me contaron un secreto que solo la supuesta familia Joestar conoce —¿Y ese secreto era? —Aunque no te lo puedo decir, claro.

—¿Por qué? No soy de la familia, ni tampoco alguien importante —sonrió como si no le importara, aunque por dentro estaba más que interesado. En cuanto escuchó el apellido Joestar su atención se dirigió completamente a ello.

—No lo sé. acabo de conocerte. Y a mi familia realmente no le gusta hablar de ello con cualquiera—el chico lo decía enserio, y si era así debía ser importante.

—Créeme, no soy alguien a quien le guste abrir la boca, lo que menos puedo soportar son las traiciones. Si te parece puedo contarte un secreto personal y así estaríamos a mano—Josuke le miró con ojos curiosos, dudaba de este chico, no quería confiar tan fácil, pero algo le decía que podía hacerlo.

—Adelante—cualquiera podría inventar una mentira, pero quería saber qué es lo que alguien como este chico podría decir. Giorno tomó un respiro y exhaló antes de empezar a contar.

—Tengo dos padres, pero uno de ellos murió antes de que naciera. Nunca vi una foto de él o siquiera supe su nombre, mi padre nunca quiso hablarme de ello. Lo único que sé es que su cuerpo se perdió en el mar, así que no existe una tumba a la cual pueda rezarle—el Higashikata le vio sorprendido, hizo una mueca algo triste y se mordió el labio.

—No tenía que ser algo tan profundo, lo mío ni siquiera es... Ni siquiera es algo tan importante—ahora él era quien se sentía mal.

—No es un problema. Mis amigos más cercanos conocen mi historia, tal vez tú y yo también podamos llegar a ser amigos—el rubio le dio una sonrisa sincera, y Josuke sintió que podía llegar a confiar en él.

—Bueno, supongo que es mi turno de decírtelo —Giorno asintió. En realidad, ya comenzaba a arrepentirse de comenzar esta plática con Josuke, pero no podía negar que quería escuchar lo que este chico tenía por decir.—Verás, el secreto de la familia Joestar es-

Entonces el sonido que marcaba el final de la clase sonó. Ambos chicos suspiraron.

—Oh, te lo digo en la tarde. Te enviaré el correo —y el chico solo tomó su mochila y se fue. Giorno no lo sabría aún, pero era entendible, acaba de presionar a este chico y apenas le conoció hoy.

Por una parte también le había agradado la compañía del chico nuevo. Tal vez si pudiesen ser amigos.

Llegó a casa para encontrarse con su padre en el mismo sillón de siempre leyendo el periódico.

—¿Qué tal la escuela? —le pregunta. El chico suelta un suspiro mientras saca el papel recién entregado de su mochila.

—Fui el más alto de la clase —dice mientras su padre mira la hoja que le fue entregada.

—Pudiste haber salido mejor —y ya esperaba esas palabras. El chico suspira.

—Es casi un cien, así que puedes ir preparando algún dato menor aunque sea. Me lo merezco —en realidad solo estaba siendo insistente, sabe que parece un niño mimado diciendo esas palabras pero desea que funcione.

Una lucha de miradas se crea entre ellos dos, el menor se cruza de brazos. Su padre odiaba cuando le daba esa mirada tan decidida, sabía que no faltaría mucho para que cediera.

—Bien... —suspiró con pesar el mayor. Giorno sonrió en victoria. —Pero será un dato pequeño, aún no son tus calificaciones finales —no importaba, cualquier cosa era suficiente.

El brando pareció pensarlo mientras arrugaba su periódico en mano, le miró un buen rato, y por unos segundos se sintió algo incómodo.

—Él tenía los mismos ojos que tú —el menor arqueó una ceja.

—¿Es todo? —eso era algo demasiado obvio. Realmente era un dato pequeño, no estaba contento. —Tus ojos son ámbar, es obvio que tendría el color de papá. ¿Puedes al menos decirme algo que no sepa?—y levantó un poco la voz en esa última pregunta.

—No, no es nada de eso —suspiró el mayor,qué complicado. —Tienes una mirada tranquila la mayor parte del tiempo. La gente te ve y fácilmente puede sentirse segura —comenzó a soltar el mayor. —Sin embargo, cuando te pones un objetivo tienes una mirada determinada y fuerte, misma que le haría temblar las piernas a tu oponente. Eres conciente de ello y la utilizas conmigo por ejemplo —el Brando rodó los ojos y su hijo le miró con una mueca avergonzada. Tal vez sí se había aprovechado de ello algunas veces. —Tu otro padre era igual. Es un rasgo que realmente odiaba, pero también admiraba de él —por eso a veces es débil cuando Haruno le hace la misma expresión. Es demasiado igual.

La profundidad de su mirada determinada le recuerda tanto a esos ojos, no puede mantener el contacto visual con su hijo por mucho tiempo sin que su cabeza empiece a formar esa imágen de nuevo, es desagradable, lo odia.

—Gracias —fue lo último que escuchó decir al chico antes de que este subiera a su habitación.

Aunque Giorno quería parecer algo cortante en realidad estaba satisfecho. Fue un detalle curioso, que su padre resaltara esa parte de él le alegraba.

Sonrió para sí mismo. Sus ojos, los ojos de papá los tiene consigo, y su padre es débil ante ellos. Se siente más seguro ahora. Aunque si lo piensa, la mirada del señor Jonathan es similar. Se siente tranquilo y seguro cuando le ve, se siente en confianza. Eso sí, nunca lo ha visto ponerse serio.

Esto le recuerda, Josuke, él mencionó sobre el apellido 'Joestar'. Hay algo que le intriga en ello y le parece extraño, se pregunta por qué su compañía se sintió tan familiar.

Fue fácil hablar con Josuke, se desenvolvieron tan bien como cuando habló con el señor Jonathan la primera vez. Anda pensando que, si ambos realmente son familia, entonces Josuke también debe conocerlo y viceversa. ¿El señor Jonathan será tío de Josuke? Puede ser considerando la edad del hombre.

Prendió su laptop que no recordaba haber dejado encendida. La noche anterior había estado buscando fotos del señor Jonathan en las redes y solo cerró el portátil antes de quedarse dormido.

Casi no había fotos del hombre en ningún lugar, solo en algunas pocas del Instagram y Facebook en las que se le etiquetaba y la mayoría eran eventos o lugares de su trabajo, el resto siendo paisajes en su mayoría. Lo demás lo tenía marcado con visibilidad únicamente para amigos. Y no podía enviarle solicitud y que el hombre se enterara de que él es un chico de preparatoria.

Dios, sería un desastre.

Entró curioso a la lista de amigos. Ahí estaba el sujeto de la biblioteca, Robert si no mal recuerda, pero también era una cuenta privada. Parece que Trish le había contado algo sobre que ese hombre era dueño de una corporación petrolera, la fundación Speedwagon, por eso reconocía ese nombre. Le pareció interesante que el Joestar fuera amigo de una persona tan importante.

Continuó pasando la lista, más corta de lo que esperaba en realidad. Entonces lo encontró, ahí está. El hombre del mismo apellido, Joseph Joestar, es el padre de Josuke.

Se sintió aliviado de que su cuenta fuera pública porque finalmente pudo ver fotos.

Se trataba de un hombre alto, casi del tamaño del señor Jonathan. Su cabello era castaño y revoltoso, casi para nada igual a los dos Joestar que ya ha conocido. La mayoría de sus fotos eran de él junto a un hombre rubio. Vaya, se parece un poco a su padre.

Busca más abajo, se salta la cantidad innumerable de memes y videos graciosos. Ahí está entonces, se detiene en una foto. La publicación dice 'Una tarde familiar al estilo Joestar 😎' y en la foto puede ver al sujeto en algún tipo de selfie mostrando todo el panorama de atrás. Parecen estar en un día de campo o algo así.

A lo lejos se ve al señor Jonathan con el hombre Robert y otra mujer también rubia. Pero hay más personas dentro de la foto. Atrás se encuentra un hombre de gorro bastante serio y a su lado un sujeto de cabello rojo esponjoso cargando con dos niños, ve a un famoso que reconoce por haber salido en televisión en varias ocasiones, el famoso Joe-Kid, sentado al lado de un sujeto rubio. Ahí está también Josuke junto a otros chicos, tal vez sean los amigos de su vieja ciudad. Hay más personas, pero prefiere concentrarse solo en los que ya conoce.

Confirma entonces que el señor Jonathan y Josuke son familia. Es increíble cómo ahora conoce a dos de estos tipos. Parece una coincidencia demasiado grande.

Decide que es suficiente, pero antes de cerrar la página hay una foto más que le llama la atención.

Fue subida por un tal Caesar Zeppeli, etiquetando al usuario del perfil. Ahí hay un mensaje que dice 'Este sujeto es un idiota, pero es realmente caliente'.

Es el tipo castaño posando en la playa de espaldas y en traje de baño. Pero eso no es en lo que fija su atención. Sino el particular tatuaje que tiene en el hombro.

No puede ser...

Ignorando completamente la computadora se quita su propio saco para poder mirar su reflejo en el espejo de cuerpo completo que tiene en una esquina de su habitación.

No puede ser...Vuelve a repetir

Ese tatuaje es exactamente igual a la marca de nacimiento que tiene él pegado a la espalda.

Recuerdos de él vienen a su memoria, un niño que preguntaba por aquella estrella que se le hacía tan curiosa. Su padre dijo una vez que papá la tenía también. Era una marca de nacimiento, se recordó.

Pero ahora, una gota de sudor bajó por su frente.

Escuchó una notificación en su laptop y rápidamente corrió a ver, era el correo de Josuke que contenía la primera parte de la investigación que le correspondía.

|| Aquí está el trabajo, perdón si tiene muchos errores de ortografía, estoy usando el traductor de Google para apoyarme😔

|| Por cierto, olvidé contarte el secreto, realmente es algo sin mucha importancia, pero por favor no se lo digas a nadie.

Sus manos temblaban y apenas podía escribir una respuesta rápida.

|| Claro, no hay problema.

Josuke dijo que la familia Joestar tenía un secreto para descubrir si alguien era verdaderamente de la familia.

|| Tal vez te suene gracioso y no me creas😅

|| Verás, tengo una marca de nacimiento que parece una estrella, ¿Podrías creer si digo que toda la familia de mi papá tiene la misma marca? ¡Es muy loco!👀💥

Giorno sintió que el aire se le iba en ese mismo momento. Su cabeza dio vueltas a la vez que comenzó a respirar agitadamente.

|| Papá dice que puedes reconocer a un Joestar por la conexión de nuestro linaje, cualquiera que tenga esa marca podría ser un Joestar. Por eso la familia nunca la muestra en público, cualquiera podría intentar estafarlos haciéndose un tatuaje similar :P

Pero, lo que tiene él no es un tatuaje... ¿Cierto?

Siempre solía mirarse en el espejo de niño pensando en cómo podía tener una marca tan rara. Pero como casi no tenía amigos no solía comentárselo a nadie.

Y ahora...

|| ¿De casualidad esa marca siempre está en el mismo lugar?

No podía ser solo una coincidencia...

|| ¿Si...? ¿Por qué la pregunta?🤔

Dios...

|| ¿Estás seguro de que es una marca de estrella?

|| Tipo... ¿Está justo en la espalda a la altura del hombro...?

|| ?????!!!!

Agarró su teléfono y se tomó una foto en el espejo, subió la imagen a su laptop y se la envió a Josuke.

|| ¿Es una marca de nacimiento justo como esta?

Se vio el escribiendo, tardó unos segundos. Posiblemente el tipo no sabía qué responder.

|| Oh...

Fue todo lo que dijo antes de que saliera el mensaje-

'Josuke_Higashikata se ha desconectado'

Notes:

Finalmente se nos presenta Josuke, un chico que, al igual que Giorno, sus temas familiares son un lío, tal vez se entiendan mejor de lo que parece. Hay muchos puntitos aquí que aunque son mínimos pueden llegar a ser importantes >.<

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

Chapter 6: Capítulo 6

Summary:

Giorno no sabe cómo afrontar la revelación de que él podría ser en realidad un Joestar. Mientras encara a Josuke, el chico nuevo de su clase, ambos deciden que necesitan investigar cuáles son los verdaderos orígener de Giorno. Pero los resultados podrían sorprenderle.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Jamás en su vida esperó que una simple coincidencia lo llevara a conocer más de sí mismo.

- VI -

Su nombre es... Caesar A. Zepelli

Llegó a su salón de clases esa mañana siendo recibido primeramente por el chico nuevo, Josuke, quien ya le esperaba afuera.

—Ven conmigo —le dijo en un tono suave mientras ponía una mano en su hombro.

—Pero la clase-

—Faltan 13 minutos y el profe de economía siempre llega tarde —Giorno suspiró con pesar para luego decidir seguirle. Supuso que no le quedaba de otra.

Anoche no había dormido nada. Su mente era un caos por completo. ¿Su papá era un Joestar? Su padre no tenía ninguna estrella extraña entonces solo quedaba el que su papá fallecido fuera de esa familia. Claro, nunca supo el nombre ni apellido de papá. Tenía sentido.

—Aquí, entremos antes de que alguien nos vea —dijo el japonés mientras lo empujaba hacia una puerta.

Le había llevado al baño especial para los estudiantes en silla de ruedas. Casi nadie entraba ahí y era bastante privado. Suficiente para tener una conversación donde nadie pueda escuchar.

—¿Puedes mostrarme? —preguntó rápido el Higashikata. —La marca, por favor, muéstrame.

Giorno soltó un suspiro, no le gustaba esto. Se quitó el saco sintiéndose algo apenado. Dos chicos adolescentes en un baño privado mientras se quita toda la ropa de encima... No suena nada bien.

—¿Es real? —le pregunta su compañero algo desconcertado cuando gira y le muestra su hombro.

—Ha estado ahí desde que tengo memoria. Ayer que me dijiste ese "secreto" mi mente se volvió un caos —sus mejillas se sonrojaron ligeramente, podía sentir la mirada completa sobre sí mismo. Y hacía frío además.

—Dios... es real... —Josuke pasó su mano sobre esa marca y sintió escalofríos.

El japonés también se quitó su propio saco, al menos él traía una playera sin mangas. Acomodó los tirantes para mostrar mejor aquella marca.

—De niño también se me hizo muy extraño, pero puedes notar que es exactamente igual —y Josuke tenía razón, era la misma marca en el mismo lugar. El claro color roji*zo y violáceo siendo casi idénticos.

—¿Crees que signifique algo? —preguntó con duda mientras volvía a colocarse el saco.

—Si te refieres a que podrías ser parte de nuestra familia, es probable... —el peliazul también lucía algo desconcertado. —¿Tal vez seamos primos?

—Puede ser... —cualquier razón que fuera Giorno ya empieza a creer que esto no va a gustarle en absoluto.

—¿Tu padre tiene esa marca? —el rubio negó. —¿Tu... otro padre? —y el chico volvió a negar.

—No tengo forma de saberlo —Josuke no pareció sorprendido así que prefirió continuar. —Como te conté ayer, yo... Nunca conocí nada de papá, lo único que sé es que murió hace tiempo y eso es todo.

—Ya veo... ¿Ni siquiera el nombre cierto? —preguntó. Pero Giorno no podía responder a eso.

—Mi padre nunca me ha querido decir su nombre, pero él solía llamarle Jojo —entonces el rostro del japonés se transformó en una mueca extraña.

—Oh chico —Josuke soltó un suspiro pesado mientras se frotaba la sien. —Casi todos en la familia se llaman Jojo, es más, ¡Mi papá también es Jojo! —Giorno abrió la boca sin saber qué decir. Nada de esto parecía real. —Es raro pero en mi familia siempre coincidimos con algo en nuestros nombres, el apodo de Jojo es algo muy común.

Entonces ahí estaba su respuesta.

—Ahora que lo dices. Tengo un ex que solía llamarme GioGio, ya sabes, por Giorno —y porque solía usar también el Giovanna algunas veces. —Creí que era una coincidencia.

—Ando pensando que incluso podrías ser mi hermano. A papá le gustan rubios, ¿Tu padre es rubio? —era un comentario broma, pero Giorno pasó saliva antes de asentir. Josuke se quedó estático.

Dios... Por favor que no fuera lo que estaba pensando.

—¡Aaaaahhh esto es muy confusooo! —gritó el más alto. —¿Y si tu papá no murió y realmente fueras hijo de alguno de mis tíos? No quiero pensar en que en verdad eres mi hermano, tendré otra razón más para odiar al viejo si es así.

El timbre escolar sonó de nuevo y la conversación murió de nuevo. Esta vez regresaron al aula con una tensión que no había antes.

—Quiero que me ayudes —le suplicó una vez que dio la hora del almuerzo. —Ahora que sé esto necesito descubrir quién realmente fue mi padre entonces. —el chico del pompadour detuvo su paso. Le miró un rato antes de soltar un suspiro pesado.

—Podrías simplemente preguntarle a tú padre, o yo qué se. Te confié mi secreto, ¿y me sales con esto? ¿Si quiera eres un Joestar realmente? —las quejas de Josuke le sentaron como pinchos en el pecho. Ni siquiera él sabe qué es ahora. ¿Por qué nunca supo nada sobre los Joestar hasta este momento?

—Aunque hubiera sabido de esto antes ¿Tú crees que me haría una marca en la espalda para robarles o jugar una broma? Ni siquiera sabía de la existencia de tu familia hasta que me puse a investigar ayer —hasta que comenzó a buscar fotos de Jonathan, no dijo. —Tienes que ayudarme, seguro contigo encontraré finalmente quién es mi familia —necesita saber qué es esa otra parte que le falta, porque hasta ahora siempre se ha sentido incompleto.

El chico japonés le miró con duda. Se notaba que él tampoco sabía qué hacer en esta situación. Miró a Giorno de arriba abajo un momento. Él también lo sintió ayer, una cercanía que solo podías sentir en alguien de tu misma sangre. Sus ojos reflejaban súplica, ¿Pero qué podía hacer él? ¿Ir y preguntarle a su viejo si conocía al padre del chico al que causalmente le reveló su secreto ayer?

Josuke suspiró.

—Bien. Pero te ayudaré solo porque me estás ayudando a salvar la materia con ese proyecto —y también porque le asusta la idea de tener un hermano al que no conocía.

Al final ambos decidieron almorzar juntos en un rincón cerca de la biblioteca, era más tranquilo hablar fuera de los comedores donde no había tanto ruido. Ni tampoco entrometidos que se metieran a escuchar.

—Mi padre siempre se pone recio cuando le pregunto de papá. Nunca quiere contarme nada. Pensaba que tal vez le dolía recordarle y por eso dejé de insistir en ello —siempre que preguntaba su padre ponía un rostro tan oscuro como deprimente, no le gustaba verlo así. Dejó de insistir porque era doloroso.

—Ya veo —comprendió Josuke. No podía sentir lo que el rubio estaba pasando en ese momento, pero él también tuvo esa clase de conflictos cuando le dijeron que tenía un padre además de su abuelo.

Cuando era niño también solía preguntarle a su madre. Y ella siempre le hablaba de que su papá era muy guapo de joven, pero nada iba más aparte de eso. No fue hasta que cumplió los catorce que su mamá habló seriamente con él sobre cómo había sido realmente las cosas. Era un rollo complicado.

—Tienes la misma edad que yo, así que tu padre seguramente fue alguien de la edad del mío —pensó un poco en su familia e hizo una lista en su cabeza. —Bueno, tengo dos tíos que seguramente pudieron haber entrado en ello. Ambos están muertos, ya sabes —los ojos de Giorno se iluminaron.

—¿Ah sí? ¿Cómo se llamaban? —¿Tal vez uno de ellos fue su papá?

—Primero está el tío George, el segundo hermano mayor de papá. Murió en un accidente de avión —Giorno negó.

—¿Qué hay del segundo?

—El primo-tío Nicolas, murió cuando calló de su caballo en una carrera. Seguro lo conoces, era el hermano mayor del famoso Joe-Kid —Giorno sabía de eso, lo había escuchado en las noticias, pero tampoco coincidía.

—¿No hay alguno que haya muerto en un barco? —el chico a su lado negó.

—Para nada, y eso que tenemos un libro en casa con todo el árbol genealógico de la familia —suspiró. Pero entonces una idea se le vino a la mente. —¿Y si vienes a casa? Así podría mostrarte todo el álbum familiar. Le diré al novio de papá que es para el proyecto.

La idea parecía buena, pero había un problema...

—¿Toda tu familia está en casa? —¿Y si se encuentra con el señor Jonathan?

—Bueno, papá a veces llega a almorzar, pero creo que no hay problema, él dijo que podía invitar a amigos siempre y cuando tuviera el permiso de su pareja y no quemara la casa —rio el Higashikata para sus adentro, eso le traía recuerdos.

—Eso es genial. Pero la verdad es que también necesito contarte algo —apretó los puños. Esto es algo que solo sabía su pequeño grupo de amigos, pero contárselo a Josuke, a quien apenas conoció ayer, era otra cosa. Aún así, si quería que esto funcionara debía confiar. —Yo... Conocí a un Joestar —soltó finalmente.

—¿Eh? —Josuke le miró sin entender.

Giorno comenzó a contarle la historia de sus últimas semanas. Y de cómo seguramente había estado saliendo con alguno de sus tíos. Tuvo que revelar el nombre de esa persona, y en cuanto Josuke le escuchó su postura cambió.

—E-Espera, espera, una pausa —claro que el chico no podía procesar toda la nueva información que le habían dado. Fue muy repentino —¡¿Estás saliendo con el tío Jonathan?! —lo último lo gritó llamando la atención de los que pasaban por ahí. Giorno no podía estar más rojo entonces. Se sentía avergonzado.

—Bueno, quería conocer a alguien para olvidar a mi ex pero una cosa llevó a la otra, mi amiga sugirió eso de usar el sitio de citas y hmm... justo tengo otra salida con él este sábado. Entonces sí, se podría decir que estoy saliendo con tu tío —Dios, sonaba tan mal que quería morir —Claro que no de la forma romántica —agregó rápidamente.

—El tío Jonathan es la persona más amable que conozco, y tiene una moral altísima, él nunca se fijaría en alguien de nuestra edad —a Giorno casi se le va el aire.

—Pu-Puede que haya mentido algunas cosas —y ahora el chico le miró desconcertado. —I-Iba a decirle la verdad desde nuestra primera cita, pero pasar tiempo con él se volvió tan divertido que pensé que podría seguir con la mentira un poco más.

Le gustaba sus tardes con aquel hombre. Y los broches que ahora usaba en todos sus conjuntos de ropa siempre lograban traerle recuerdos de aquel sujeto al que admiraba. Decir la verdad significaba que todo aquello se terminaría.

—De acuerdo, no haré más preguntas porque no quiero saber nada de ello —el chico del pompadour negó en nerviosismo. —Y no te preocupes, el tío Jonathan siempre avisa un día antes cuando va a llegar de visita. La última vez fue el martes así que no creo que vuelva a hacerlo esta semana.

Al menos le aliviaba pensar que Josuke estaba de su lado, y que no le había juzgado por la historia que le acababa de contar.

Tal vez todos los Joestar de verdad eran buenas personas.

Al final terminó aceptando la invitación de Josuke de ir a su casa. No vivía tan lejos de la escuela, lo cual era un alivio porque así podría tomar el autobús de regreso.

Tuvo que explicarle rápido a Trish que si por cualquier cosa su padre le llamara ella dijera que estaban haciendo un trabajo en su casa.

No quería decirle a su padre que pasaría la tarde en casa de un amigo nuevo, luego le pediría la dirección, nombre y una larga lista de etcéteras. No podía decirle en absoluto que se estaba reuniendo con quienes podrían ser la otra parte de la familia que nunca conoció.

Últimamente todo parecía una montaña rusa. No quería agregar más vueltas a esto.

Decir que no estaba nervioso era mentir. Sus manos sudaban cuando el Higashikata ingresó la llave en la entrada. Abrió la puerta invitándole a pasar.

—¡Estoy en casa! —gritó como si cualquier chico hiciera eso cuando llega de la escuela.

—Escuchado —respondió una voz desde el interior.

—Es el novio de papá, no te preocupes, solo has como si fueras un amigo cualquiera —le guiñó el ojo en señal de confianza. Quizá había notado que el rubio había comenzado a ponerse nervioso.

La casa era bonita en el interior, bastante acogedora. Con un papel tapiz de girasoles en las paredes y marcos con fotografías familiares.

—Señor Caesar, este es el compañero de la escuela con el que tengo el proyecto —claro, Josuke también había dicho esa mentira.

Un hombre bastante joven, quizá unos tres años menor que su padre, hacía presencia en la sala. Llevaba un mandil verde y salía un ligero olor a especias de la cocina.

—Le avisaré a tu padre para que no llegue gritando más tarde —el tipo hizo una mueca. Luego miró a Giorno, casi examinándolo, se sintió un poco incómodo pero no dijo nada. —Soy Caesar Anthonio Zeppeli, puedes decirme Caesar —le tendió la mano al más joven y este tardó un poco en contestar.

—Giorno, Giorno Giovanna, es un gusto conocerle señor Caesar —respondió cortésmente. Y si Josuke le miró raro por dar ese nombre no dijo nada.

—Cualquier amigo de Josuke es recibido. Siéntete como en casa —el hombre rubio era amable. Bastante diferente a su padre. —Aunque tampoco tan cómodo, no quiero volver a ver mis vajillas rotas —sonrió con una mirada afilada hacia el peliazul.Bueno, tampoco es tan diferente, pensó Giorno.

—Estaremos en mi habitación —auxilió rápido el Joestar. —Vamos Giorno —le tomó de la mano y lo guio rápido por las escaleras.

—Él es...

—Sí, el novio de papá, se casan este año —explicó rápido. —Todavía no acostumbro a decirles papás, ¿Cómo haces tú para referirte a tus padres? Es confuso. —Giorno se encogió de hombros.

—Cuando vivía en Florida nosotros solíamos quedarnos en una iglesia, había un señor, amigo de papá, al que le llamábamos Padre Pucci, se me quedó esa palabra y cuando me decían que dijera papá se me hacía raro —antes también pensaba que Pucci se traía algo con su padre, pero esa es otra historia. —Al final decidí usar papá para referirme a mi otro padre. Es más cómodo para mí.

A Josuke le seguía impresionando los orígenes de Giorno. Es como si el chico tuviera muchas historias de su vida para contar.

—¿Y dónde sale el Giovanna? —¿Por qué había mentido su nombre? Entendía lo de Giorno, pero Giovanna no era un apellido suyo, ¿cierto?

—Mi segundo nombre es Shiobanna, pero prefiero cómo suena el acento italiano. No tienes que darle tantas vueltas —no es como si necesitara decir que todo ese tiempo lo ha estado usando como un apellido falso.

—Bien, no preguntaré más porque cada cosa que dices termina por sorprenderme —negó el peliazul. —Buscaré ese libro familiar, puedes sentarte mientras —el rubio asintió.

Tomó asiento en la silla a un lado del escritorio. Había apuntes de estudio del italiano en la mesa. Se le hizo genial que el chico nuevo realmente se estuviera esforzando en aprender el idioma. Parece que realmente intenta congeniar con la vida de sus nuevos padres.

También había dos marcos de fotos sobre la parte de arriba. Una de ellas es una foto del chico con lo que parecen ser amigos de su vieja escuela. Puede notarlo por el uniforme.

Se pregunta cómo es abandonar una ciudad y familia cuando de repente te llevan a un lugar distinto. Giorno no tuvo verdaderos amigos en su infancia, pero sabe que seguro es duro para Josuke, él tuvo una vida durante catorce años y ahora está lejos de su hogar.

Siendo un chico que nunca ha tenido un lugar, entiende cómo debe sentirse...

La segunda foto es de la familia Joestar. Seguro la tomaron en alguna reunión familiar cuando presentaron a Josuke, se le puede notar algo incómodo ahí, quizás fue de cuando aún no se acostumbraba a la nueva familia.

En la foto está el señor Jonathan, siempre sonriendo tan calmadamente.

Se da cuenta entonces que realmente no sabe nada de aquel hombre. Hablan de gustos, pasatiempos, libros y hasta de telenovelas. Ha intentado sacarle información sobre su vida universitaria, pero nunca menciona nada de su pasado.

Se parece un poco a su padre en ese sentido. Ambos tan reservados con sus vidas, como si todo se tratara de un misterio.

—¡Lo encontré! —exclamó el otro chico y Giorno se fijó en el desastre de objetos que había quedado en el piso. —Toda la familia tiene una copia de este libro, y siempre la actualizan cuando un miembro nuevo de la familia se une. Digamos que yo tengo la versión más nueva —sonrió Josuke con orgullo.

Ambos se sentaron en la cama y comenzaron a hojear el libro. Era como una mezcla entre un álbum de fotografías y un diario de biografías. Tenía la historia de cada miembro de la familia Joestar. Así como también recortes de periódicos que parecen impresas con noticias interesantes.

—Al final tiene hojas en blanco, papá dice que yo también debo escribir mi parte de la historia para agregarlo a los diarios futuros, puedo agregar fotografías y todo eso. Pero la verdad es que me da flojera hacerlo —se rio el más alto. —Al inicio se despliegan las hojas, tienen el árbol familiar de las últimas tres generaciones.

Pudo fijarse en los detalles de todo eso, se notaba que la familia era bastante grande con solo ver las infinitas redes trazadas. Incluso parecía que había un espacio al lado del nombre de Joseph Joestar, quizá porque luego agregarían al señor Caesar. Es interesante. Un diario con toda la familia, él no tenía nada de eso.

Cuando en la escuela le pedían hacer un árbol genealógico se inventaba a toda su familia, incluso decía que tenía tres hermanos y ponía nombres al azar.

—El tío Jonathan debe tener los diarios pasados. Están todos guardados en la casa Joestar en Inglaterra. Pero como solo nos interesa buscar tus orígenes el diario que tengo es suficiente —Giorno asintió. Entonces el señor Jonathan es Inglés... Puede notarlo en el acento y sus buenos modales.

—¿Los que tienen el nombre en azul son aquellos que ya murieron? —preguntó. Porque había nombres en ese color y otros en tinta negra.

—Así es, como el tío George segundo y el primo-tío Nicolas —aclaró el Joestar. —Puedo irte describiendo a los miembros de la familia que están alrededor de mi padre, tal vez uno de ellos coincida con tus orígenes. —El chico asintió.

El peliazul pasó las páginas hasta donde estaban las biografías de los integrantes.

—Primero está el abuelo George. Realmente no creo que seas su hijo porque el hombre ya estaba viejo, murió por una enfermedad hace algunos años —la foto era de un hombre mayor, se parecía mucho al señor Jonathan, aunque más maduro y con bigote. La fotografía parecía tener algunas arrugas, lo cual decía mucho de la antigüedad con que fue tomada. —El abuelo tuvo tres hijos. El tío George segundo y el tío Jonathan fueron los primeros, papá Joseph fue el resultado de una aventura al igual que yo, mi abuela Elizabeth se casó después con el abuelo cuando la señora Joestar murió.

En una fotografía en tonalidad opaca se veía el hombre junto a sus hijos, la mujer Elizabeth a un lado. Era realmente hermosa.

—Oye Giorno —le llamó Josuke deteniéndose antes de continuar. —No quiero ofender con esta pregunta, pero... ¿Has considerado la posibilidad de que tal vez tu padre no esté muerto? —la pregunta le atravesó como una daga. En la mañana Josuke hizo un comentario broma sobre eso, pero ahora era una pregunta más que seria.

No, nunca lo consideró, ni siquiera pasó por su cabeza. No hasta este momento en que Josuke le habló de los Joestar. Y si así fuera, ¿Entonces quién es el hombre de las historias de su padre?

—Mejor continuemos —dijo Josuke cuando notó el rostro afligido de su compañero.

Siguieron pasando las hojas, pero la pregunta del Higashikata ahora daba vueltas por la mente de Giorno, le estaba costando concentrarse.

—De parte de mis tío-primos está el señor Jotaro, cuando le conocí se me hizo un tipo serio y como amargado con la vida. Pero luego comencé a admirarlo, él es muy genial —los ojos de Josuke brillaron, y eso Giorno lo notó.

Le recordó a sí mismo y su admiración por Jonathan, tal vez sí eran similares. La forma en que Josuke habló de él era verdadera admiración.

—También están algunos familiares lejanos, al tío Johnny ya lo conoces, Joe-Kid. Su verdadero nombre es Jonathan, pero para no confundirlo con el tío la familia le dice Johnny. Él está de novio con el primo del señor Caesar, Gyro Zeppeli, el jinete Italiano —la verdad es que no sabía mucho de las carreras de caballos, pero asintió ligeramente. —Los que siguen ya son más jóvenes, no llegan ni a los treinta, así que también podemos descartarlos. Concentrémonos en los primeros, algo tiene que salir de aquí.

Así se pasaron toda la tarde, descartando a miembros de la familia mientras iban reduciendo opciones.

—Esto nos deja solo con tres posibles personas —después de terminar de descartar las últimas opciones Giorno ya veía las respuestas, no quería creerlo. —El tío Jotaro —por favor que no lo mencione. —Mi papá —Giorno tragó en seco. —Y el tío Jonathan.

El aire se le fue de los pulmones un momento.No podía ser.La posibilidad de que tal vez su padre no esté muerto, sino que además sea un Joestar y se trate del señor Jonathan o los demás parientes de Josuke... Es demasiado para procesar.

—¡Chicos, vengan a comer! —llamó la voz del señor Caesar desde abajo.

—¡Ya vamos! —respondió el peliazul.

Ambos jóvenes soltaron un suspiro pesado.

—¿Qué debería hacer? —preguntó el rubio. Su mente se había convertido en un completo lío. Ya estaba comenzando a estresarle.

—Mira, el sábado vas a salir con el tío Jonathan, ¿no? —Giorno asintió. —Tú intentarás investigar todo lo que puedas y yo interrogaré a mi padre, ¿Bien?

Investigar al señor Jonathan... Al inicio lo intentó solo porque quería ver si conocía a su padre. Pero ahora que se le había confirmado que realmente estaban ligados de alguna forma... Tiene que conseguir hasta el mínimo detalle.

—Bien.

Los ahora colegas bajaron las escaleras para encontrarse con el delicioso olor a estofado.

—Tu padre dijo que almorzaría con unos socios así que le serví una porción a Giorno. ¿Te gusta el estofado chico? —le preguntó, a lo que él asintió.

—Muchas gracias por su generosidad señor Caesar —el padrastro de Josuke realmente era un hombre amable.

Se sentaron a comer y aunque ambos seguían un poco tensos el estofado les hizo calmarse.

Josuke no esperaba encontrarse con este tipo de situación, pudo haber evitado a este chico y fingir que no le había conocido, pero Giorno no tenía la culpa de los dilemas de su vida. Como alguien que pasó por lo mismo, sabe lo difícil que esto será. No le vendría mal un apoyo.

A la tarde, Giorno regresó a casa. En el camino reflexionó varias cosas.

¿Por qué su padre nunca le habló de la familia Joestar?

Claramente el señor Jonathan y su padre se habían conocido antes. ¿Cómo había sido la relación de ambos? Tal vez fueron buenos amigos del Rugby. O conociendo el orgullo de su padre tal vez fueron rivales.

Las palabras de Josuke le vinieron a la mente.

¿Y si su padre en verdad le mintió sobre la muerte de papá?

¿Significaría que su otro padre le abandonó antes de que él naciera y esa es la razón por la que no hay una sola foto de él o una tumba a cuál rezarle?

Y si realmente...¿Su padre fuera Jonathan Joestar?

Notes:

Pido disculpas por la demora pero anduve enferma y realmente no tenía ánimos para escribir x0

Este capítulo es más informativo que nada, pero es un puente que necesito para comenzar la siguiente parte de lo que vendrá en esta historia. Solo diré que aquí comienza el verdadero juego de persecusión, tenemos un nuevo aliado para Giorno. Y los secretos del pasado en algún momento saldrán a la luz uwu

¡Nos vemos en el siguiente capítulo de este drama! >w<

Chapter 7: Capítulo 7

Summary:

Se han vuelto a reunir para tomar un café, pero esta vez Giorno tiene un propósito diferente. Mientras ambos intentan conocer más del otro, recuerdos del pasado vuelven a la mente de Jonathan.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- VII -

Su nombre es... Erina Pendleton

Sus ojos son de un azul similar al océano. Los ve y puede sentir la calma en ellos, una tranquilidad como la que su padre le mencionó una vez.

—Sus ojos... Siento que puedo sentirme relajado —pronuncia sin darse cuenta. Solo es hasta que el hombre le mira que se ha dado cuenta de que lo dijo en voz alta. —Q-quiero decir... No de esa forma, yo... —Había estado tan perdido en sus pensamientos que ahora se sintió avergonzado.

El hombre le sonrió, una sonrisa tranquila y llena de calidez. El chico se preguntó si realmente alguien así podría ser de su sangre. Él mismo no se parece en nada al señor Jonathan, él sólo es un mentiroso que está fingiendo por sus propias razones. No debería compararse con un hombre como el señor Joestar.

—No hay nada de malo en admirar los ojos de alguien —dice con calma el mayor. Giorno suelta un suspiro, agradecido de no haberlo arruinado. —Los tuyos son bastante únicos, tienen un color que me recuerda a los de mi padre, también eran verdes y bastante luminosos —habló el Joestar, y Giorno casi queda estupefacto con esa declaración.

Ojos verdes como el padre del Joestar. Ahora que lo piensa, los únicos dos Joestars que ha conocido hasta ahora son de ojos azules. Pero es verdad que en las fotos de la familia Joestar había muchos que compartían tal color.

Y el padre del señor Jonathan tenía los ojos verdes...

—¿Alguien más en su familia tiene los ojos de ese color? —preguntó con suavidad, no queriendo sonar demasiado intrusivo.

—Mi hermano y uno que otro primo, es un color muy popular en la familia, yo a diferencia tengo los ojos de mi madre —respondió el Joestar. Giorno se sintió temblar un momento. El color verde es popular en la familia Joestar, eso le estaba desconcertando un poco.

—¿Por qué no me cuenta más de su familia? Suena interesante —sonrió el rubio. El Joestar le devolvió el gesto y comenzó.

Le contó a Giorno lo que el chico ya conocía, la historia que Josuke le había dado del diario familiar. El cómo el padre de Josuke era en realidad su medio hermano, también sobre el difunto hermano fallecido George y una que otra historia sobre los "Zeppeli" y cómo estos estaban ligados a su familia.

—También tuve un amigo, alguien a quien una vez casi consideré un hermano —esto a Giorno dejó un poco interesado. Su atención fija en ese dato. —No era alguien relevante para la familia pero a mí padre le agradaba mucho, tanto que siempre lo comparaba conmigo porque teníamos la misma edad. Siempre competimos en todo, pero él era el mejor.

Notó la forma en la que el semblante del Joestar cambió. Giorno dio un sorbo más a su café y luego Jonathan volvió a su postura original, luciendo de nuevo una sonrisa.

—¿Qué hay de ti Giorno? Siempre me hablas de tu padre ¿pero qué hay del resto de tu familia? —Giorno rodó los ojos, él mismo quisiera saber de una vez por todas quién era verdaderamente su familia.

—Mi familia es bastante más pequeña comparada a la suya, no sé mucho de ellos en realidad. Sé que a diferencia de otros niños yo tuve dos papás, pero uno falleció antes de que yo naciera, creo que él ni siquiera supo que mi padre tendría un hijo —esta declaración hizo al Joestar mirarle con interés. No imaginaba una confesión así.

—Oh, tu padre era un... ¿Un caso especial? —preguntó el Joestar sin saber exactamente qué palabra usar. Giorno solo asintió.

—Entiendo que los casos de hombres que pueden estar encinta son pocos, pero al parecer mi padre es uno de ellos. Él me tuvo y me crió solo —Jonathan parecía sorprendido, era una revelación que no esperaba escuchar, se le hacía un caso demasiado familiar, quizá porque él mismo conoció a alguien así, pero decidió negar sus pensamientos para sí mismo.

No había forma...

—También tengo un tío, pero no he escuchado de él en un tiempo. A veces llama solo para saludar pero no sé qué ha sido realmente de su vida. Padre no quiere que hable mucho con él, dice que podría contagiarme malos hábitos o algo así.

Jonathan recordó por un momento a ciertos hermanos rubios, una pregunta instalada en su memoria. ¿Y si alguno de ellos tuvo un hijo? Giorno dijo que su padre practicaba Rugby. Pero no había forma de que las fechas de la edad de Giorno cuadraran con las de los Brando, era imposible.

¿O tal vez este chico en realidad estaba fingiendo? ¿Y si de alguna manera este muchacho fuera familiar de Dio Brando?O quizá...

Las palabras de Speedwagon regresaron a su memoria. Puede que solo se estuviera dejando llevar demasiado por esas voces inseguras en su cabeza, no había forma...

—Es interesante. Dime, recuerdo que contaste que tu padre estuvo en el equipo de Rugby de Hugh Hudson. ¿Es posible que lo haya conocido? —preguntó intentando sonar como alguien curioso y no como alguien que estaba teniendo una crisis en sus recuerdos.

—No lo sé, no le he preguntado muy bien eso —Giorno no quería decirle que, de hecho, era muy posible, y que definitivamente pudieron estar en el mismo equipo. Tampoco quería revelar el nombre de su padre, no aún. No hasta estar seguro de que él realmente pertenecía a esta familia como Josuke afirmaba. —¿Qué hay de usted? Tal vez recordaría a alguien de mi apariencia en el anuario, las personas dicen que me parezco mucho a mi padre —habló en voz baja.

Ambos sabían, podían sentir que la conversación se convirtió en una lucha de interrogatorios en este momento. Pero ninguno parecía querer revelar mucha información al otro.

Si tan solo se pudiera romper esa tensión con el nombre de 'esa' persona. Aunque ninguno está listo para hacerlo, ninguno quiere soltar esa carta y destruir todo lo que han estado construyendo.

—Sí, de hecho me recuerdas a alguien —fue el Joestar quien decidió soltar primero. —Pero era alguien de mi equipo, se parecen un poco físicamente, pero a la vez son tan diferentes. No creo que seas como él —suspiró el mayor. Giorno miró con curiosidad. Ahí estaba la clave que necesitaba, un comentario así para superar la mitad de sus dudas.

El señor Jonathan y su padre realmente se conocieron.

—¿A qué se refiere exactamente? —preguntó Giorno esta vez, en un dejé tranquilo y sin exhaltarse.

—No, ese hombre es de hecho alguien muy diferente a ti. No hay forma de que sean iguales —Giorno ya no entendía. ¿Se parece o no se parece? ¿Quién rayos es en quien está pensando el Joestar si no es su padre?

—Créame que no entiendo absolutamente nada, señor Jonathan —volvió a darle otro trago a su café que ya estaba más que tibio. Por dios, necesita calmarse, él no es Josuke con quien pueda desahogarse justo ahora.

—Podemos olvidar eso. Realmente acabo de recordar un momento desagradable con ese sujeto —el Joestar frunció el ceño pero aún así no dejó su postura calmada.

¿Tal vez Jonathan y su padre no se llevaban bien? ¿Tal vez el Joestar no aceptó que su padre se juntara con... Con quien sea que fuera su papá desconocido? ¿Tal vez su padre salió con el hermano del Joestar? ¿Tal vez Josuke si era su hermano después de todo?

Tantas preguntas corrieron por su mente y ya comenzaba a dolerle la cabeza. Es algo estúpido, seguía repitiéndose. Teniendo a alguien que podría darle las respuestas pero solo le causaba más preguntas.

Tal vez si mostrara su marca...No, esa marca tenía que ser la carta final, el as bajo la manga. No puede solo mostrarla porque sí. Además Josuke dijo que era un secreto familiar, tendría que ser un momento en el que se encontrasen en privado, dónde no importe armar un escándalo.

También tiene que asegurarse de que el Joestar comience a armar sus propios puntos de la historia o todo podría ser en vano. Tiene que persuadirlo, saber hasta dónde debe actuar.

Tendrá que ganarse la completa confianza y el cariño de Jonathan Joestar.

Tiene que descubrir quién fue su padre,cueste lo que cueste.

Jonathan se dejaba caer con la cabeza contra el escritorio. No le estaba gustando esto.

Salir con Giorno era entretenido, el muchacho tenía muchas historias interesantes y gustos similares a los suyos, pero, está comenzando a sentirse culpable.

Se siente mal compararle siempre con esa persona.Giorno no es Dio, vuelve a repetirse. Él no esél, ni siquiera se parece aél. Tal vez tengan un físico parecido pero no son la misma persona. Tiene que dejar de pensar que Giorno está relacionado de alguna forma con el Brando, necesita sacarse de la cabeza a Dio, o no podrá continuar.

Ya había resueltoeseproblema hace mucho, no entiende por qué ahora sus pensamientos los está ocupando de nuevo.

Jonathan suleta un suspiro pesado mientras extiende sus brazos frente a él. Mira su propia mano y un sentimiento de falta se hace presente. Donde antes solía haber un anillo ahora no hay nada más que una marca inexistente.

Dio ya no está, desapareció en el momento en que dijo que ya quería volver a verle. Ahora solo quedan sus recuerdos, memorias de ellos cuando eran jóvenes. Han pasado tantos años y se supone que ya no debería importarle, se supone que ya debió haberle olvidado.

Cierra los ojos intentando relajarse, pero un par de ojos ámbar vuelven a su mente tan profundas que le hacen derramar lágrimas.

No debería seguir recordando.

Son dos jóvenes enamorados. Jonathan nunca creyó que se enamoraría tan perdidamente de un chico. De hecho nunca pensó que llegaría a enamorarse específicamente de Dio Brando.

—Él no me agrada —le dijo una vez Erina. —Siento que él solo te está usando. Te pide dinero, hace que pagues todo por él, siempre empiezan una pelea y termina por insultarte cuando algo no le agrada. Además es demasiado controlador. No creo que así deba ser una pareja,Jonathan.

Así como Giorno tenía a su mejor amiga Trish, Jonathan también tenía la suya, y su nombre era Erina Pendelton. Ella era una gran y maravillosa chica. Su familia pensaba que ellos terminarían juntos en un futuro. Pero cuando llegó a casa presentando a Dio como su pareja, todos le miraron mal. A nadie de su familia le agradaba Dio, nadie a excepción de su padre, quien a veces lo trataba casi como su propio hijo.

Esa misma mañana había discutido con Dio. Algo que parecían unos celos posesivos por parte del rubio.

Un comentario llevó a otro y las palabras salieron una tras otra cual cuchillas afiladas. Jonathan le dijo que no volviera a hablar de sus amigos de forma despectiva, a lo que Dio enojado se fue de la habitación y no volvió a dirigirle la palabra en toda la tarde.

Erina le miró con lo que solo podía llamarse tristeza, pasando un pulgar por esa mejilla que ahora parecía tener un ligero moretón. Jonathan ni siquiera alejó aquel toque, aún si dolía.

—Dime Jojo, ¿Qué persona obliga a su pareja a dejar de hablarle a sus amigos por celos? Siempre está criticando tu forma de ser, tu ingenuidad, incluso el cómo te vistes. Esto no es una relación sana —Jonathan agachó la mirada, no sabía cómo ver a su amiga. Pero, sin embargo, sabía que Erina tenía razón, que lo que Dio y él tenían se estaba volviendo complicado.

—Lo amo demasiado y no sé qué hacer —suspiró con frustración. Su voz saliendo con algo de temblor en sus palabras. —Es solo que, no puedo cortarlo. Yo... Le prometí que no le dejaría —el Joestar miró en su mano, un bello anillo se posaba en su dedo anular. Le hizo sentir ganas de llorar. —Aún si él deja de amarme un día, sé que yo no podré sacarlo de mi corazón tan fácilmente.

Jonathan no sabía en ese momento... Que esas palabras le pesarían en el futuro.

Olvidar un amor sellado en promesas no es fácil. No cuando te imaginabas a tí mismo en una vida con él, cuando compartían noches y besos llenos de pasión, o cuando se abrazaban bajo las estrellas y encontraban en los ojos del otro el universo.

Nadie podría olvidar un amor que te hizo sentir tan completo, tan lleno de vida. Que te dio esa felicidad que tanto anhelaste, que te hizo experimentar tantas emociones. Dio era aquel que complementaba su corazón, pero eran tan opuestos que a veces dolía. Sus discusiones y peleas constantes le hacían recordar a Jonathan que lo hermoso nunca duraría para siempre.

Pero el amor te hace cegar.

Llegó a su habitación donde el silencio seguía reinando. Dio no había vuelto, ya había oscurecido, por lo que seguramente decidió pasar la noche con alguno de sus amigos. Jonathan no era sordo, había escuchado los rumores de que Dio se acostaba con otros chicos. Pero aún así nunca le celó, nunca le cuestionó sobre ello, porque confiaba en que solo eran rumores.O al menos eso se decía así mismo.

Se sentó en la cama dispuesto a acostarse y olvidar todo, pero entonces algo llamó su atención, una pequeña rosa estaba sobre su almohada. La levantó con delicadeza, y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Un par de lágrimas calleron por su mejilla.

Alzó la cabeza y miró por el ventanal hacia el patio de fuera. Un par de ámbar se distinguieron entre los estudiantes que aún pasaban caminando. Jonathan le dirigió una sonrisa con cariño, el hombre fuera de la ventana agachó la mirada y se alejó.

El Joestar se sintió feliz. A veces realmente no entendía a Dio, pero cuando miraba sus ojos podía estar seguro de que había un arrepentimiento en ellos. Él sabía que Dio jamás diría un "Lo siento", pero esas acciones significaban todo para él.

Tomó su suéter y corrió escaleras abajo. El rubio seguía ahí, de brazos cruzados junto a la entrada de los dormitorios. Jonathan sonrió y le dio un abrazo envolviéndolo en sus brazos. Besó su frente y tomando sus manos heladas le guió hacia adentro.

—Vamos Dio —sin soltarle enlazó sus dedos con los suyos, dos anillos brillaron en las manos de ambos. Solo ellos sabían que había una promesa en ellos. Solo ellos podían entender cuánto se amaban el uno al otro.

Aún si Dio siempre se iba, el Joestar sabía que siempre volvería, porque Jonathan iría a buscarlo incluso cuando el rubio se hubiera alejado.

Porque Jonathan Joestar estaba enamorado.

Un rubio despertó sintiendo el sudor en su frente. Una agitación en su pecho tras una reciente pesadilla.

Tiró de sus cabellos con frustración.¿Por qué? Se preguntó así mismo. ¿Por qué sigue soñando con Jonathan? ¿Por qué sus mejillas están mojadas en este momento?Él ya lo había olvidado.

Respirando agitadamente se niega a llorar. Es un adulto, maldita sea. No debería seguir pensando en esa tontería juvenil, no debería seguir recordando su rostro, su sonrisa, ni esos ojos tan azules que perforan hasta su alma. La palabraculpableestá clavada en su pecho, el nudo en su garganta sintiendo que en algún momento va a asfixiarle.

Mira su mano temblorosa donde un anillo reside ahí todavía, su pecho duele, un gemido doloroso sale de sus labios. Sabe que esa es la cruz con la que tendrá que cargar durante toda su vida.

Jonathan Joestar, la única persona a la que amó.

Notes:

Ya me había demorado en actualizar, pido perdón :')

Escribí este capítulo pensando en la cación "Love the way you lie", siento que no hay otra forma para describir este pequeño flashback de aquí. A veces nos atamos a una relación que sabemos que no nos hace bien, y el mayor duelo es dejar a esa persona en quien pensamos era la correcta. Esta historia aún comienza por lo que hay un largo camino por avanzar...

By~F.F

Chapter 8: Capítulo 8

Summary:

Las citas de Giorno y Jonathan continúan, y con ello poco a poco comienza a revelarse nueva información. Sin embargo, hay un problema que ha estado acechando a Giorno, y ese es su padre.

Donde Giorno cosechó mentiras ahora debe enfrentar nuevamente los resultados, esto le llevará a recordar la razón por la que comenzó todo... Mista...

Notes:

He deidido comenzar a utilizar el Twitter para así estar avisando cuando no pueda actualizar pronto, y tal vez compartirles pequeños avances y esas cositas ¿os interesaría? OwO

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- VIII -

Su nombre es... Dio Brando
(Parte 2)

Algunas personas le dicen que parece más maduro para su edad, que destaca inteligencia, serenidad y también una confianza particular.

Algunos dicen que actúa como si pudiera leer la mente de una persona, que parecía tan perceptivo a los detalles que muchas veces lograba solucionar hasta los problemas más estúpidos.

Sin embargo, él no siente nada de eso.

—¡Papá, por favor! ¿En verdad no has visto mi teléfono?

Su habitación es un lío mientras desesperado buscaba aquel objeto que perdió. Se supone que debe salir en una hora y todavía le faltaba acomodar su cabello y ponerse algo de maquillaje.

—¿Te refieres a este? —escucha la voz de su padre en el marco de la puerta. En su mano sostiene dicho objeto cuya pantalla tiene las notificaciones de los mensajes de un chat. —¿Quién es... Ángel, chocolate, estrella? —pregunta mientras describe los emojis que aparecen en el nombre del contacto. -Dice que está emocionado por hablar contigo después de una semana.

Giorno recuerda que añadió el nombre del señor Jonathan con emojis solo en caso de que su padre le preguntara.

—Es Mista pá, ya sabes. Esta semana estuve ocupada con los trabajos escolares asi que no pude hablarle mucho.

Si al pobre de Mista le dieran un dólar por cada vez que su nombre fuera mencionado para una excusa seguro sería millonario.

Bueno, en parte no mentía, estuvo ocupado toda la semana con las entregas escolares, se acercaba el fin del semestre y aún quería alcanzar esas notas altas para saber más de su padre. Si bien había estado con Josuke la última semana, y habían reunido detalles tanto del señor Jonathan como del papá de Josuke, todavía quedaban demasiados puntos sueltos.

Al parecer el señor Joseph había tenido muchas aventuras en su juventud, parte de ellas con gente rubia. Tanto hombres como mujeres por igual. No ayudó tampoco el hecho de que Josuke le dijo que la mayoría de sus tíos han salido con gente rubia, incluso el mencionado "tío Jotaro", de quien no investigan nada aún.

Aún así, el hecho de que su padre parece estar más pegado a él le pone nervioso, demasiado en realidad. Tal vez es una suerte que cambió la contraseña de su móvil hace una semana, de lo contrario puede adivinar que ya hubiera leído todos sus mensajes.

—Has estado saliendo más seguido, ¿a qué se debe esto, hijo? ¿Me dirás que es otra vez por Mista? —el chico asintió como si no estuviera mintiendo. —¿Qué es lo que has estado haciendo que ahora sales con él casi siempre? Todos los fines de semana, incluso por las tardes, te arreglas tan bien que has dejado de parecer un vago de las calles.

Giorno rodó los ojos en fastidio, es verdad que dejó la ropa punk por un estilo más fresco, todo en su mentira por parecer mayor, pero de igual forma no entiende por qué su padre está tan al acecho. Debería alegrarse por él, ¿no?

—Nunca te ha interesado padre, ¿por qué ahora me haces preguntas por cualquier mínima cosa? Antes no te gustaba cómo vestía y cambié, no te gustaba que me la pasara todo el día en casa y ahora te molestas si no estoy, te la pasabas siempre insistiendo en que me concentrara en subir mis notas y lo he logrado —respondió a la defensiva. —He hecho todo lo que me has pedido para que dejes de pensar que soy una desgracia andante y aún así pareces más molesto que antes, ¿Qué tienes contra mí, padre? —y esto solo pareció enojar aún más al mayor. Dio le miró con ojos afilados y una mueca de disgusto.

—No me gusta que empieces a responderme de esa forma, no me importa si te sientes más adulto ahora que tienes diecisiete, pero sigues siendo mi hijo y mientras vivas bajo mi techo sigues mis reglas —una frustración se sintió en el pecho del menor, no le estaba gustando hacia a dónde iba esta conversación.

—Eso ya lo sé, pero me gusta mucho salir con mi pareja y lo único que pido es que lo comprendas, seguro tú también eras así cuando salías con papá —y supo que la mención de esa persona haría flaquear a su padre. Lo notó por la forma en que el adulto se tensó de los hombros.

Aunque tal vez no debió mencionarlo porque su padre apretó el teléfono en su puño antes de finalmente lanzarlo a la cama, casi con demasiada fuerza que Giorno temió que pudiera romperse.

—Ya que estás tan embobado de ese mugroso he pensado que necesito empezar a preocuparme —oh... Giorno empieza a darse cuenta de que tal vez acaba de cometer un error. —Vas a invitarlo a cenar, mañana por la noche.

—¡Pero pa-!

—Nada de peros, si tiene tanto tiempo libre como para invitarte a salir cada fin de semana estoy seguro de que no será un problema —el chico se dio cuenta entonces que la había cagado.

—Sí, padre.

¿Cómo le diría a Mista que ahora debía venir a su casa mañana?

Frente al espejo terminaba de colocarse un poco de sombras en los ojos, sintió que estaba haciendo todo lo posible por no dejar que una lágrima estropeara su maquillaje.

¿Qué se supone que debe hacer? No podría llegar y decirle a su padre que repentinamente había terminado con Mista, sabe que tampoco puede seguir inventando mentiras durante tanto tiempo.

Soltando un suspiro tomó su teléfono y le mandó un mensaje a Trish.

|| Padre sigue preguntando por Mista, no sé qué hacer

|| Quiere que lo invite a cenar :/

|| Dios, suena terrible.

|| ¿No puedes inventar una excusa?

|| Puedes decir que enfermó o algo :P

|| No lo sé

|| No puedo seguirlo evitando

|| Tarde o temprano me volverá a decir lo mismo, no creo poder poner excusas cada vez

|| Recordar a Mista es un asco 😞

|| ¿Entonces qué piensas hacer?

|| ¿Llamar a Mista?

|| Diablos no, antes muerto

|| Desearía no seguir recordando su nombre cada vez que le miento a mi padre

|| Tal vez no debí haberte aconsejado hacer eso...

|| Ahora me siento culpable :'(

|| Tranquila, no es tu culpa

|| Me metí en un problema por mi propia cuenta y ahora necesito resolverlo

|| No tiene que ver con Mista, de hecho es más un asunto sobre familia, pero no puedo contarte en este momento.

|| Hablaré contigo cuando pueda resolver mis propios embrollos

|| Ok (っ˘̩╭╮˘̩)っ

|| Suerte, sabes que estoy para ti <3

Soltó el teléfono un momento mientras tomaba el peine para terminar de arreglarse. Sus movimientos eran menos enérgicos que en esta mañana. Pero estaba intentando darse un poco de motivación.

—¿Qué pasa Giorno? Te veo decaído —no se dio cuenta que incluso en su cita había estado con unos ánimos bastante bajos. Hizo lo que pudo para fingir que todo estaba como de costumbre, pero era obvio que el señor Jonathan se daría cuenta.

Recordar la existencia de Mista le hacía sentirse miserable.

—No es nada señor Jonathan, solo un asunto que se me salió de las manos —intentó recomponer su estado de ánimo. Tenía una misión más importante en ese momento.Aunque la imagen de su ex le volvía a la cabeza de nuevo...

—¿Se trata del chico del que me hablaste? —preguntó el Joestar, Giorno olvidaba que se lo había dicho. Otra más de sus mentiras.

—Algo así —no podía decirle que se trataba de su ex, de quien ha estado usando su nombre para engañar a su padre.

—Ya veo —Es solo que... ¿Por qué Mista no podía ser como el señor Jonathan? —¿Sucedió algo? ¿No han quedado bien? —Giorno soltó un suspiro pesado. En realidad, todo ya pasó pero, aun así tiene el recuerdo de su corazón lastimado.

—Él quería tener una relación abierta, y yo no soy capaz de aceptar eso. No me gusta pensar que saldrá con otros a parte de mí —se estaba desahogando de repente. Hablando en tiempo presente como si no hubieran pasado ya más de dos meses.

La primera vez que acordaron su relación, Giorno había estado bien con la propuesta. Él mismo pensó que mientras pudiera tener una parte de Mista estaría bien.

Pero no pudo soportarlo...

Era como si Mista lo hubiera querido solo como un juguete. Si se cansaba de él tenía a otras novias con quién irse.

—¿Sabes? Yo no conozco mucho de relaciones, solo he vivido una y realmente fue un desastre —sonrió nervioso el adulto mientras intentaba crear un ambiente más relajado. —Pienso que, a veces nos enamoramos sin saber realmente cómo es la persona con la que queremos estar. Y cuando llega el momento en que tocas el borde, te das cuenta de la verdad, y puede que termines decepcionándote —el hombre soltó un suspiro mientras colocaba una mano en el hombro del muchacho en señal de apoyo —Eres joven, todavía puedes conocer a otras personas. Que un par de malas experiencias no te desanimen.

Las palabras parecieron animar un poco al rubio. Soltó un suspiro, se sentía menos tenso, pero las palabras de su padre todavía le tenían inquieto. Giorno miró un momento al señor Jonathan, aunque sus ojos transmitían serenidad había un pequeño deje de tristeza que antes no estaba ahí.

El Joestar también tenía un recuerdo bastante amargo. Esto Giorno lo notaba, después de todo, en las historias del Joestar siempre había un hueco extraño que el adulto parecía no querer mencionar. Siempre hablaba de una persona como"ese alguien", mas nunca como un posible amigo o una pareja. Sus historias siempre terminaban cuando mencionaba a esa persona.

—Señor Jonathan, ¿Puede contarme? Parece ser algo que le ha estado molestando mucho —Giorno quería olvidar un rato, enfocarse primero en los problemas de otro. Después de todo, esto también es parte de su investigación... ¿Cierto?

No, de hecho, tal vez está preocupado por el adulto más de lo que piensa, es una empatía muy fuerte que suele tener por ciertas personas, y es prueba de que realmente se ha encariñado al hombre.

El mayor lo pensó un momento, había tantos recuerdos de su pasado que en ese momento pasaron por su mente. Tal vez debía liberar ese pesar de una vez por todas.

—Yo... Me enamoré de un hombre cuando era joven —comenzó a contar Jonathan. Giorno dejó a un lado su bebida para escucharle. —Él era... Bastante único. M-me impresionó mucho su persona y forma de ser, aunque a veces se comportaba de forma egocéntrica eso no me importaba, creo que realmente me llegó a gustar todo de él.

El rubio escuchó atentamente, la forma en que el mayor hablaba de esa persona, se notaba que fue un amor inocente.Uno de los más dolorosos.Entendía un poco por qué el hombre siempre parecía hablar de esa persona con tanta tristeza, no fue una historia feliz, y estaba a punto de escucharlo.

—Aunque comenzamos a salir y creí que todo iba bien, descubrí que yo no era suficiente para él. Y que él nunca se enamoró de mí realmente —esto último lo soltó en un aliento bajo, casi como un susurro. El hombre bajó la mirada junto a una sonrisa rota. Su voz salía algo temblorosa y Giorno se sintió en sus zapatos. Imaginaba lo pesado que había sido para el hombre, más aún porque seguía recordándole cómo un único y primer amor. —Tuvimos peleas, discusiones, y poco después entraron los golpes. —el mayor volvió a suspirar, apretando los puños sobre la mesa y cerrando los ojos con bastante fuerza. —Su posesividad llegó a un punto en el que golpeó a mi mejor amiga, y aún así no hice nada, no pude darle la cara por un tiempo, me sentí como un cobarde por no haberle hecho caso cuando me dijo que esa relación se estaba desbordando.

—¡Eso suena horrible! —se quejó el chico. No podía imaginar que a alguien tan amable le tocara estar con alguien así de desagradable. —¡Usted no merecía a una persona así! —tal vez alzó un poco la voz, pero es que no podía ignorarlo.

—Me lo dijeron muchas personas, mi familia incluso. Cuando terminó nuestra relación dijeron que debía tomar mi tiempo para sanar, porque había sido lastimado, no solo de la forma física.

Y fue el tiempo más difícil, el tiempo del adiós. Aprender a cerrar las heridas en su corazón. Y con ello tal vez volver a intentar amar, con alguien que sí le aprecie por lo que es, por su corazón, y no por su dinero o estatus.

—Pero... aunque lo he intentado no he podido olvidarle, realmente fui bastante feliz a su lado. Él creó tantas emociones que creo que no habría podido desarrollar con otra persona.

Sus primeros besos, sus primeras noches, aprendió lo que era el amor, aprendió lo que era el dolor. Conoció la calidez de un abrazo bajo las sábanas. El sabor del licor y cigarrillos en unos labios.

Se enamoró de una voz hermosa que tararea una canción cuando pensaba que ya se ha dormido, susurros que decían 'Te amo' en sus oídos. Acciones silenciosas como un roce o un abrazo que más de una vez significaron disculpas.

—Creo que... Hay personas tan rotas que no pueden sanar en tan poco tiempo, él tenía tantas inseguridades y vacíos que yo nunca pude llenar. Muchas veces pensé que tal vez yo no era para él —hubo una pausa para respirar, luego continuó -Yo no era la persona que le haría cambiar.

Giorno agachó la mirada, sintió un ligero nudo en la garganta, sin saber por qué, pero realmente quería abrazar al hombre. Se preguntó qué clase de persona podría ser tan cruel para romper el corazón de alguien como el Joestar. No entendía el dolor de su pecho al escuchar esas palabras.

—¿Quién en la vida puede ser tan hijo de puta? —sabe que soltó una rudeza sin querer, pero es que no podía contener el coraje atrapado en su garganta. Sus labios temblaron en la ira, sintiéndose mal en su interior.

El hombre en su lugar le sonrió, le sonrió con una mirada tan rota que parecía que el brillo poco a poco se apagaba en sus ojos. Entonces lo dijo.

Su nombre era Dio Brando, mi primer amor—y como si un giro inesperado en la trama de una novela sucediera, los ojos de Giorno se mostraron en sorpresa.

La ira contenida se esfumó enuno, dos, tres, cuatrosegundos. Un grito quedó atrapado en su garganta. Y quizá abrió la boca sin darse cuenta porque el hombre mayor le miró de la misma forma.

—Tú... Lo conoces —más que una pregunta era una afirmación.Cinco, seis, siete, ochosegundos pasaron, suficiente tiempo en silencio antes de que Giorno pudiera salir del trance para poder negarlo.

—¡N-no! —no quería imaginar la cara que estaba haciendo en ese momento. Apenas pudo detenerse un momento a respirar para que sus manos no temblaran. Su silencio de hace un momento fue todo lo que el hombre necesitó para darse cuenta. —Bu-bueno, es un nombre que he escuchado, tal vez lo he conocido alguna vez.

Sabía que sus mentiras se notaban demasiado obvias. Pero es que la sola mención de su padre le dejó helado.

Nueve, diez, once, docesegundos, el hombre se levantó de la mesa.

—¡Conoces a Dio! —y ahora era Jonathan quien parecía haberse alterado. En sus ojos había muchas emociones que pasaron en tan solo unos segundos. Un rostro petrificado que Giorno jamás había visto en este hombre.Sintió miedo...

—Cálmese señor Jonathan, no es como piensa, yo no sabía, no tenía idea —el chico no sabía qué hacer, ¿Huir? ¿Tal vez fingir una llamada o algo? No puede lidiar con esto justo ahora. Tiene miedo, sabe que acaba de arruinar todo, no puede ser, no le puede estar pasando justo ahora. Maldita sea, sabe que va a romperse a llorar.

—¿Giorno? —entonces ambos voltearon al oír una tercera voz interrumpir la conversación.

Giorno no sabía si el cielo estaba de su lado o en su contra. Ni tampoco si era el más afortunado o el de la peor suerte.

Esto no puede estar pasando.

Notes:

A decir verdad este capítulo sería más largo, peeero decidí dividirlo porque este punto es uno importante de muchos que se vienen, ando calculando que esta historia tendrá alrededor de 30 capítulos aproximadamente, así que aún hay mucho, mucho por resolver '^^

¿Ustedes qué creen que suceda? ¿Será Giorno capaz de descubrir qué fue lo que realmente sucedió con su padre? No olviden dejar un comentario que me animaría mucho <3

¡Nos vemos en el siguiente capítulo de Dating My Father! (0w0)/

By~F.F

Chapter 9: Capítulo 9

Summary:

Después del reciente descubrimiento de Giorno, ahora tiene otro problema más del que debe encargarse, no sabe cómo lidiar con el hecho de que su ex haya regresado a buscarle.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- IX -

Su nombre es... Guido Mista

—¡Giorno!¡Realmente eres tú!—la persona que había sido un tormento en sus pensamientos todo ese día… Él estaba ahí, parado a tan solo dos metros de ellos.

—Mista... —¡¿Qué diablos hacía su ex aquí?!—No esperaba verte... —en lo absoluto había planeado encontrar a su ex aquí, pero era una suerte tenerle en ese momento.Fue una casualidad que consideraría demasiado afortunada, porque estaba a punto de largarse a llorar.

—He intentado hablarte, pero bloqueóste mi número y todas mis redes sociales —a Mista parecía no importarle realmente el espacio personal porque una vez que se acercó tomó de los hombros al rubio para empezar a sacudirlo —Necesitaba verte!¡¿Qué diablos pasa contigo?!—y justo en este momento Giorno se sintió tan...desconcertado.

A su par, el arqueólogo también comenzó a sentirse un poco fuera de lugar.Había llegado ese muchacho de arrepentimiento y hablaba con el rubio con bastante confianza, interrumpiendo la conversación como si nada más importante.Giorno le miró con un signo de disculpa, y se dirigió a él mientras se soltaba de Mista.

—Lo siento señor Jonathan, parece que todavía tengo unos asuntos que atender con esta persona, pero podemos continuar con nuestra conversación luego —intentó parecer lo más relajado posible, aunque las palabras le salían demasiado rápido.Solo quería terminar con esto ya.—Él es la razón de la que le habló hace unos minutos, la persona que me gustó —susurró a lo último a lo que el Joestar entendió luego de darle una mirada al joven adulto de gorro que parecía confundido tanto como él lo estaba.Parecía un joven en sus veintes, pero se vestía como un... ¿Rebelde?

—Está bien Giorno, yo… Me disculpo por alzar la voz hace un momento.—respondió con un suspiro el hombre y ahora fue el rubio quien se sintió culpable.No debería ser el Joestar quien se disculpara, él fue quien le interrogó de su vida privada en primer lugar, no debería haberle sacado información tan personal, no debería haber tocado un tema tan delicado.—Pueden ocupar la mesa, tal vez necesiten charlar.Me despido por esta noche Giorno.

El hombre mayor tomó sus cosas y se fue del café sin decir una palabra más.El joven pensó que tal vez estaba aturdido por el reciente 'descubrimiento' en la charla de ambos.Giorno no sabía si esto era una fortuna o una desdicha, porque la próxima vez que se encontraran estaba seguro de que las cosas cambiarían, posiblemente se volverá bastante incómodo.

Él también quisiera tomar sus cosas e irse a casa para pensar en todo lo que acaba de pasar,pero ahora tenía otro problema con cuál lidiar.

—¿Qué quieres Mista?—se giró en sus talones y dijo con la voz más seria que pudo darle.—Me siguió hasta acá por alguna razón.—no podía ser solo una coincidencia.Que Mista hubiera entrado en el momento adecuado era muy extraño.

—Bueno... —el moreno se vio nervioso.Desvió la mirada al suelo mientras pensaba en sus palabras.—Estaba en camino a dejar un encargo a la estación donde trabaja el hijo de mi jefe, en eso me encontré con Bucciarati —oh... Eso explicaba una gran parte.No les había hablado a 'ellos' sobre el "incidente" con Mista, solo Fugo, Trish y Narancia lo sabían.—Me preguntó si seguíamos juntos porque te había visto salir con otro hombre recientemente y yo, emm, bueno —Giorno le detuvo.Soltó un suspiro pesado sin saber cómo digerir las cosas.

—Le preguntaste a Bucciarati qué lugar frecuentaba ahora y decidiste verlo por ti mismo —el moreno asintió y el chico soltó otro suspiro con frustración.Acaba de salir de un problema solo para caer en otro más.

—¿Quién era ese hombre?Pensé que realmente estaba saliendo con alguien nuevo pero ese boomer parece tener la edad de tu viejo, ¿Qué ahora sales con alguien todavía mayor?—Giorno se sintió molesto por esas palabras.Apretó el puño pero se reprimió en soltar las palabras que tenía por gritar.

—En primera, no te atrevas a insultar al señor Jonathan, él es un hombre bastante correcto.Y en segunda, tú y yo ya no somos nada, no entiendo por qué te interesa aunque sea para que vengas aquí y me reclames las cosas —el de gorro solo le miró desconcertado al oír esto último.

—¿Terminar?¿En qué momento terminamos?No me diste ni siquiera un respiro para digerir nada, solo saliste corriendo en cuanto dije que ya no soportaba tus celos.¡Te estuve intentando llamar pero me bloqueaste!Desapareciste tan abruptamente y ya ni siquiera te vio con Bucciarati tampoco —en eso tenía algo de razón.Giorno nunca le dijo que rompían directamente.

Solo tal vez… Se molestó demasiado esa vez que se largó en cuanto terminó de gritarse con Mista.Tampoco volvió a ir al lugar del señor Brucciarati porque sabía que Mista llegaba a ayudar algunas veces para ganar un dinero extra.Estuvo tan molesto que no quiso saber más de Mista y lo bloqueó de todos sus contactos.Para él, en sus señales estaba claro que ya no quería nada, pero aún así parece que su ex no lo entendió.

—Escucha bien Mista, ya no quiero seguir con este maldito juego de "Poliamor" que tú construíste.Prefiero encontrar a alguien que valga la pena mi tiempo y no me cause un maldito dolor de cabeza con sus decisiones estúpidas.Tal vez y encuentre a alguien de buen nivel como el hombre al que acaba de ver salir por esa puerta —y dicho esto colocó su mejor sonrisa arrogante y confiada, tal como lo haría su padre en una situación así.Y tal como esperaba, el rostro del moreno se transformó en una mueca de incredulidad.

—Pero- ¡No puedes hacerme esto!Yo todavía te amo, Giorno Giovanna —entonces su corazón volvió a dar un vuelco al escuchar esas palabras.¡No!¡No caigas en esa estupidez!

—¿Amarme?Si me amaras no compartirías tus aventuras con otros amantes en lugar de conmigo —esta vez levantó un poco más la voz haciéndose escuchar.

Mientras, los empleados del local ahora miraban como un segundo drama se realizaba en su establecimiento, no sabían si detener a los dos jóvenes o quedarse a observar el resultado.El rubio sintió esta atención y soltando todo el aire contenido tuvo que volver a tranquilizarse.Tampoco es que quisiera formar un show para los demás.

—Sabes Mista.Hablaremos sin gritar así que toma asiento antes de crear una escena y que nos echen de aquí —había una rabia contenida en su voz, y una seguridad que no había el día que rompieron.El moreno solo pudo asentir antes de estar donde previamente había estado ese otro hombre que acompañaba al rubio.

—Escucha Giorno, cuando te propuse lo de tener una relación abierta fue porque nunca había estado con alguien seriamente —comenzó esta vez luego de ordenar una malteada para sentirse más calmado.El rubio a su vez pidió un trozo de tarta, sabía que esto iba a tardar y necesitaba calmarse con algo.

—Ajá, acordamos que no seríamos del todo exclusivos.Pero si solo querías usarme como una más de tus aventuras para jugar pudiste haberlo dicho en un inicio, no me hubiera enamorado seriamente entonces —Giorno le miró intentando mostrar desinterés, aunque su rodilla temblaba debajo de la mesa, quería levantarse y darle un golpe a la cara al maldito de su ex.No podía creer que en verdad tuviera el descaro para seguirle hablando tan en confianza.

—Ese es el punto en el que debo corregirte —volvió a la defensiva el mayor.—Cuando salía contigo solo como amigos me daba cuenta de que amaba tu compañía, no te veías como un objetivo sexual en lo absoluto.Me gustaste por cómo eres en realidad, y si nunca mostré un avance en ti es porque estabas saliendo con Fugo —el rubio esta vez levantó la mirada de su propia porción de tarta, la que no se había comido todavía.

—¿Si me querías entonces por qué sugeriste algo como una maldita relación abierta?¡Caí en tu juego porque era un maldito idiota enamorado!—y se siente un estúpido por haber aceptado una relación abierta en primer lugar, él no era tan perra como para acostarse con otros teniendo ya una pareja.

—¿Es que ya olvidaste lo que acordamos?¡Haces que todo parece mi culpa cuando eras tú quien señalaba a cada una de mis supuestas “novias”!¡¿Acaso piensas de mí como un degenerado?!—resopló el castaño.—Tú eres un hombre como yo, y además eres menor, el solo hecho de salir contigo ya era peligroso, pero aun así lo acepté.Decidí aceptar mis sentimientos por ti porque realmente quería estar contigo, juntos, como una pareja.

El chico se sintió aturdido ahora.Mista se estaba... ¿desahogando?No podía creerlo.Él estaba desahogándose y con cada palabra solo parecía bajar más y más la voz.

—No quería que pensaras que tenía que forzarte una relación conmigo, y siendo tú un menor no podías ponerte una mano encima tampoco.A mí no me importan mucho los comentarios de otros, pero tú… A ti te importa mucho lo que la gente piensa de ti.

—Pero si yo ya salía con un chico antes de ti —habló en derrota.Giorno se sintió abrumado por el recuerdo de su primera relación.Fue tan fugaz y llegó como un flashback, la razón por la que terminó con Fugo... ¿Qué fue exactamente?

—Fugo fue quien me lo contó —Mista se vio con la mirada baja, como si también le molestara el recuerdo.—La razón por la que terminaron es porque él y tú constantemente peleaban.Él era el más temeroso con las relaciones y de alguna forma también llegó a pegarte su miedo.Dijo que te volviste bastante inseguro contigo mismo y que parte de eso fue su culpa.

Giorno se sintió sorprendido por esas palabras.¿Fugo se lo contó a Mista?Es verdad que discutían demasiado, en especial porque Fugo solía tener ataques de ira bastante fuertes que él no podía soportar, y por intentar dar todo en su primera relación resultó cada una, cada reclamo, cada grito de su ex.

Pero cuando conocí a Mista…Fue diferente.

El rubio se apareció a sí mismo por algo de lo que acaba de darse cuenta.Cuando salía con Mista era él quien tomaba el papel del novio tóxico, no al revés.

—Luego de que ustedes terminaron estuve muchos días pensándolo, volviendo a cuestionarme mis sentimientos por ti una y otra vez.Y solo fue cuando tú llegaste a mí y me confesaste lo que sentiste que finalmente decidí intentarlo, ya sabes, salir contigo —también es verdad que Giorno fue quien se declaró en primer lugar.De hecho ya lo había olvidado —Te advertí que nunca estuve en una relación seria, que tenía amigas con beneficios con las que aún aparece una que otra relación.

Ugh, el maldito recuerdo de las novias de Mista le hicieron volver a olvidarse de su propia culpa.Es que también es verdad que Mista se lo dijo, le especificó sobre el tener una relación abierta, pero le desagradaba, le daba asco que su novio se acostara con otras mujeres, lo repudiaba.

—Sin embargo, desde que comenzamos a salir cada vez que me enamoraba más y más.De hecho muchas veces consideré dejar a todos mis amantes solo para poder estar contigo.Realmente me enamoré de ti, aun si fui tan ciego como para no ver que mis encuentros con ellas te hicieron mucho daño.

—¿Qué hay de esas palabras hirientes?Cuando defendiste a tus novias antes de mí —el hecho de que siempre le recriminara por sus celos y lo haya hecho sentir miserable todo el resto de la relación.Mista dejó escapar un pequeño gruñido de fastidio, como si hubiera grabado ese momento desagradable.

—Fue lo que muchas veces intenté explicarte, pero te cegaste tanto en tus ataques de celos que nunca me dejabas hablar —tantas veces intenté hacerle ver a Giorno que se equivocaba, pero nunca fue escuchado, ni una sola vez.—Marah es una amiga que tuve en la escuela secundaria, con la que puedo hablar sin tener algo más, una amistad normal, ya sabes, como tú con tu amiga Trish.Pero tú ese día nos encontraste hablando justo cuando prometimos salir juntos y repentinamente explotaste, empezaste a quejarte por todas las chicas con las que tuve algo y señalaste también a Marah en tus quejas sin siquiera considerar que ella no era mi amante.Y así como tú, yo tampoco dejo que insulten a mis amigos oa alguien cercano, tú quisiste ponerle una mano encima y yo no iba a permitirlo, es por eso que te golpeé.

Ahora fue Giorno el que volvió a sentirse como un perdedor.

Todas esas veces en las que miraba a Mista despedirse o besar a una chica le hicieron sentir terrible.Le hervía la sangre pensar en que el adulto podía salir con quien mujer quisiera después de todo, porque ellos lo habían acordado.

Pero siempre que intentó reprimir sus emociones, terminó soltando todo su pesar en casa o con sus amigos.Una vez intentó incluso acostarse con Fugo ya que después de todo 'era una relación libre'.Claro que no pudo hacerlo porque era muy incómodo para ambos.Y además Giorno seguía siendo virgen a su edad.

—Puede que también haya sido una idiota.Tienes razón, la señalé sin escucharte siquiera, y necesito disculparme con la tal Marah entonces.

—Sí, y todas las chicas 'no amantes' a las que también culpaste.¿Acaso por el hecho de que sea un poco playboy significa que no puedo tener amigas de verdad?No me sigo a todo el mundo tampoco Giorno.

Ahora era Mista el que parecía un poco molesto.Pero luego volvió a calmarse.

—Aunque yo soy el primero que debe disculparse, por hacerte aguantar todo eso.Siempre sonreías y no sabías que realmente te hacía daño.Bucciarati me contó también que una vez fuiste a desahogarte llorando a su casa luego de que tú y yo peleamos —y luego de decir eso Mista agachó la mirada.

El moreno al escuchar todo lo que le había contado a su amigo sobre su novio se sintió muy culpable.Había arrastrado a la persona que amaba algo tan horrible como una relación abierta.Que le viera reunirse con otras mujeres había sido fatal.Fue entonces que darle fin a eso, en su cita de aniversario le pediría que terminaran con eso para poder formalizar como era debido.Pero no esperaba que las cosas pasaran así.

—Está bien —respondió el rubio.—Acepto tus disculpas —y eso parecía hacer sonreír al moreno.—Pero eso no significa que voy a volver contigo —y la sonrisa se hizo una mueca.

—¿Enserio?¿Así acaba todo?¿No volveremos... Jamás?—el castaño no quería aceptar eso.

—Lloré por ti, me sentí miserable todo este tiempo.Pero realmente me gustó mucho.Aún así, no quiero volver a sentirme como el culpable siempre, me da miedo volver a repetir eso.Y tal como dices, también me falta reflexionar sobre mi actitud celosa y posesiva.No estuvo bien de mi parte tratarte así —aún si en ese momento quiere volver a lanzarse a sus brazos y pedir que regresen, debe reprimirse.

Después de estos meses en los que se la pasó resolviendo y acomodando sus pensamientos le ayudaron a madurar un poco.Se había sentido un poco más tranquilo, aunque todavía culpable por las mentiras que había estado soltando con más facilidad a otros.

También se había sentido un poco mal por el hecho de que, acaba de compararse otra vez con su padre.Giorno fue un novio bastante celoso, y sus celos ocasionaron este problema.No era muy diferente a la historia que le estaba contando al señor Jonathan.Es como si estuviese repitiendo el mismo patrón que su padre, acaba de notarlo y no le gusta para nada.

—Sonará bastante egoísta pero… ¿Al menos podemos salir una última vez?No quiero quedarme con que éste recuerdo fue lo último que vi de ti —Mista casi quería contenerse así mismo, porque sus propios ojos picaban como si quisiera soltar alguna lágrima.El peso de la conversación finalmente le estaba cayendo encima.

El rubio se sintio a la par con un nudo en la garganta, con tantas cosas que quisiera poder expresar en ese momento y era tan dificil.Su cabeza le dolía de tanto reprimirse, y sus labios querían temblar por las lágrimas que no podía dejar salir tampoco.

—Déjame terminar esta tarta para que pueda pensar, entonces te daré una respuesta —se inventó una excusa rápida mientras desviaba la mirada de regreso a su plato y tenedor.Ni siquiera le apetecía el postre a pesar de que le gustó ese sabor afrutado.

Mista no dijo nada más, solo resultó en silencio por la ventana mientras bebía de su propia malteada.Ambos necesitan un momento de silencio.Un momento para pensar y calmarse.

Pasaron alrededor de diez minutos, y aún si ambos habían terminado su parte, ninguno se atrevió a darle la mirada al otro todavía.No fue sino hasta que el más joven dejó su tenedor y miró al castaño de frente.

—Bien.Aceptaré una cita más contigo —el mayor se sintió feliz por la respuesta, casi que quería abrazar al chico —pero —ohno, hay un pero...—A cambio tendrás que hacerme un favor —el moreno no borró su sonrisa.

—Sí, por supuesto, lo que tú pidas.Si tengo que matar a alguien lo haré sin dudar —el rubio casi se atragantó con su propia saliva.

-¡No!Nadie va a morir, joder —¿Por qué Mista sugeriría algo así?—Verás, quiero que vengas a cenar mañana a mi casa —fue el turno del moreno de casi palidecer.

—¿A cenar?—el rubio asintió.Mista no entendió esta oferta repentina, no pareció algo que sugirió Giorno.

—Mi padre estará ahí, y tienes que fingir que sigues siendo mi novio —y el chico sonó tan serio que al mayor sintió que se le iría el alma.

—Tu padre... ¿El mismo que trató de asesinarme con cuchillos la vez que me presentaste en la puerta de tu casa?Quieres que estés en la misma mesa... ¡¿Con él?!¡¿Y que finja ser tu novio a pesar de que acabas de confirmar que terminamos?!¡¿Qué diablos Giorno?!Si esto te parece un chiste-

—¡Ya cálmate y escucha!—le detuvo antes de que pudiera hacer otro escándalo.—¿Recuerdas lo del señor Jonathan?El hombre con el que estaba antes de ti —claro, con todo el lío de hace un rato se olvidaron completamente de que Giorno ya estaba teniendo una cita minutos atrás.

—¿Entonces realmente tienes algo con ese viejo?Estabas teniendo una cita con él, ¿No es así?—el de gorra frunció el ceño indignado.

—No le llames viejo, se ve más joven y atractivo que cualquier hombre de su edad.—Giorno hizo un puchero.El señor Jonathan es un caballero, no comootros.—Y supongo que tengo que explicarte todo ya que no sabes nada de lo que ha pasado estos últimos meses.

Giorno le contó a Mista sobre cómo conoció a Jonathan, así como su encuentro con Josuke y el repentino descubrimiento de su 'otra' familia. Al principio el moreno parecía no creer esa historia, pero cuando le empezó a dar más detalles se quedó pensando en las palabras del rubio.

—Creí que esa marca en tu espalda era un tatuaje, es demasiado perfecto —el chico negó. Soltó un suspiro antes de continuar. Se supone que no debería contarlo tan abiertamente.

—Es de nacimiento.Y parece que todos los Joestar la tienen.Es aterrador y ha sido un caos para mí pensar en todo lo que me revelaron tan de repente —y la situación se había complicado aún más de hecho.Ahora el señor Jonathan sabe que él conoce a Dio.

—¿Entonces dices que este 'señor Jonathan' podría ser tu padre biológicamente supuestamente fallecido y ha estado teniendo citas para encontrarte con él mientras le mientes a tu padre diciendo que estás saliendo conmigo?—el chico asintió avergonzado.Que alguien se lo diga de esa forma sonaba muy mal.Y la cara de niebla era un poema lleno de sorpresa.—Cielos, Giorno.¿Sabes que si te ayudaré en esto y tu padre se enterará de que me asesinará?

—¿Quieres tener esa cita o no?Porque puedo tomar mis cosas e irme —el rubio se hizo el indignado.Era chantaje, pero realmente necesitaba bibliotecase de las sospechas de su padre.

—Bueno, bueno.Dije que haría lo que sea y no puedo seguir quedando como un imbécil contigo.Solo espero que prometas que me desbloquees de todos los sitios.

—Trato.

Notes:

Holiii, aquí de nuevo con otro capítulo ^^

En el capítulo anterior leí algunos de ustedes donde esperaban que saliera Josuke o incluso Dio, pero creo que muchos olvidaron un pequeño detalle y es que DIo prefiere usar el nombre Haruno en lugar de Giorno xD Aunque sentí que poner a Mista era lo necesario, ya que aún faltaba tocar la historia de esta parejita x)

Bueno, si os está gustando esta historia no olviden dejar un comentario que eso me anima mucho, me gusta leerlos todos, ustedes me motivan a seguir, gracias!! <3

By~F.F

Chapter 10: Capítulo 10

Summary:

Cuando la situación ya estaba algo tensa, su ex volvió para sumar algunos problemas más a su ya agitada vida. Mientras Giorno sigue armando el rompecabezas de su familia, Jonathan comienza a cuestionarse los detalles de su última conversación con Giorno. Puede que se sume otro problema que ninguno de los dos espera.

Notes:

Tengo que pedir una gran disculpa por la demora. Se me presentó un asunto algo inesperado este mes, y estuve fuera del país. Ahora ya estoy en casa nuevamente así que puedo escribir tranquila de nuevo uwu

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- X -

Su nombre es... Giorno Giovanna
(Parte 2)

Por intentar quedar bien con su ex, había echo todo lo posible para lucir decente, prestando una buena ropa con Abaccio y pidiendo consejos con Bruno. Y por supuesto no sin antes recibir un buen sermón de ambos por haber sido tan estúpido.

Pensar que Giorno le pediría algo como tener una cena con su padre, todo a cambio de tener una última cita. Así es como ahora estaba en esa situación. Atrapado entre su ex-suegro y su ex en una cena de lo más incómoda.

—Guido Mista... Huh, que horrible nombre —y lo peor es que tenía que aguantar cada insulto del hombre que algún día sería su muerte. —¿Cómo es que se conocieron tú y mi hijo? Porque no creo siquiera que vayas a la escuela.

—¡Papá! —Giorno le miró molesto. Dios, esto era un asco. ¿Por qué siquiera le sugirió a Mista venir?

—Con todo respeto señor, si no he podido concluir la universidad es porque trabajo para poder pagarla. No tuve la oportunidad de nacer con aquella facilidad —se defendió el moreno. Al menos Giorno se sentía aliviado de que Mista actuara bien.

—¿Universidad? Espera... ¿Qué edad tienes exactamente? —ahora era el mayor el que mostró un rostro de terror. Giorno tragó en seco, tal vez olvidó mencionarle a su padre la pequeña diferencia de edad.

—Tengo veinte, señor. Pero no hay problema, no me atrevería a poner un solo dedo en Giorno hasta que tenga la edad adecuada —para eso tienes a tus novias.Pensó Giorno.

—¿Hah? ¿Quién habla de ponerle un dedo a mi Haruno? Ni siquiera lo pienses. Seguirá virgen hasta que lo vea en el altar —el rubio se golpeó la cara contra la mesa, se quería morir.

—Bueno, entonces estará muy feliz si en algún momento le doy el anillo —Mista sonreía con confianza y Giorno quería golpearlo para que dejara de soltar estupideces. Enserio que no sabe quién es peor, su ex o su padre.

—No he dicho que tienes mi aprobación. Además, no has respondido a mi pregunta —increíblemente el padre del rubio estaba actuando bastante más tranquilo de lo habitual. Seguro era obra de Pucci.

—Conocí a Giorno gracias a un conocido, Bruno Bucciarati, él tiene un hijo adoptivo llamado Narancia que es amigo de Giorno y de vez en cuando nos reunimos en su fonda para charlar —y de hecho es así como realmente se conocieron.

Giorno recordaba que cuando se hizo novio de Fugo y le presentó a sus amigos se sorprendió lo rápido que lo integraron al grupo. Trish se volvió su amiga más cercana entre todos. Luego conoció al señor Bucciarati como el hombre más amable que había visto, y le encantó al instante. Estaba el oficial Abbaccio que frecuentaba mucho también, aunque piensa que lo hacía porque le gustaba el señor Bruno ya que realmente no conversaba mucho con otros además de él.

Y finalmente Mista, cuando se conocieron a Giorno le pareció un completo raro. Tenía una fobia extraña al número 4 y además parecía que ni se bañaba.

Entonces comenzaron a hablar, descubriendo que congeniaban más de lo que pensaba, y cuando terminó con Fugo se dio cuenta que su corazón realmente no latía por él sino por alguien nuevo.

Se enamoró de Mista a pesar de sus rarezas.

—Y lo que más me gustó fue lo fácil que se nos hacía pasar tiempo juntos, conversar y descubrir más del otro. —continuó el moreno. —Por él dejé atrás algunos malos hábitos y ahora también me he propuesto cambiar para que él tenga al hombre que desea.

Sus palabras de alguna forma llegaron a sus oídos y tomaron curso hacia su corazón. Se sintió conmovido.

Pero luego recordó a la persona a la que verdaderamente iban esas palabras, y volvió a darse cuenta que parte de esto solo era porque él le había pedido que fingiera ante su padre.

Era muy extraño, pues Dio Brando no había hecho nada en esos momentos más que mirar a su plato mientras escuchaba todo lo que el moreno tuviese por contar. ¿Por qué su padre actuaba tan extraño si él sugirió traer a Mista a cenar? Normalmente bombardearía al pobre con un montón de preguntas.

¿Qué pasaba en la mente de Dio Brando hoy?

—¿Qué fue lo que sucedió entonces? —preguntó el hombre de tez morena a su amigo. Había vuelto a ver al Brando de forma nerviosa e inquieta, bastante más pensativo de lo usual. Esta vez parecía bastante preocupado.

—¡La familia Joestar! ¡Ese es mi problema! —y soltando todo de su sistema finalmente respondió el rubio. Había un pequeño tono de ira en su voz que se mezclaba con desesperación.

—¿Estás seguro de lo que viste? —el de tez oscura se quedó callado mientras esperaba la respuesta del mayor, solo viendo cómo el Brando caminaba en círculos mientras murmuraba palabras que no alcanzaba a escuchar.

—No me equivocaría Enrico, ese hombre al que vi es el familiar de Jonathan. No entiendo qué hace él aquí. Tal vez me ha estado buscando, pero es inútil, inútil, ¡inútil! —gritó al último en frustración tirando algo en el camino, realmente no se fijó en el objeto, solo miraba nervioso algún punto en la pared.

No tenía miedo de que los Joestar le descubrieran. No, tenía miedo de que ellos descubrieran a Giorno.

Si descubren que él es un Joestar...

—¡Cuéntame todo! ¿Qué pasó exactamente?

Dos estudiantes se sentaban uno al lado del otro atrás de la biblioteca como se había vuelto usual. A pesar de que no tenían mucho de conocerse ya se habían hecho cercanos.

—¡Fue terrible! Tuve el momento más incómodo de mi vida y lo peor es que mi ex estuvo ahí —soltó con una voz derrotada. Josuke le miró con una ceja arqueada esperando a que el rubio le contara. Pero en su lugar Giorno soltó un suspiro mientras se frotaba la sien —Preferiría que comenzaras tú, ¿Qué fue lo que encontraste esta vez? —el Higashikata se acomodó en su lugar mientras comenzaba con la ya habitual rutina.

—Estuve interrogando al viejo sobre algunos de sus amoríos más destacables de su juventud, pero me respondió quizá~ con demasiados detalles —porque a Josuke le dieron una laaaarga charla de cómo se conocieron sus padres, pero esa historia no es relevante justo ahora. —No es necesario que te lo cuente pero algo de lo que estoy seguro es que mi papá no es el que salió con el tuyo. Él dijo que el único rubio sexy y guapo del que se ha enamorado de verdad es Caesar.

Es curioso cómo su padre le dio una basta explicación de su romance adolescente con el señor Zeppeli, por un momento pudo comprender que esos dos realmente habían tenido un camino bastante agitado, y que esta boda próxima daría un gran cambio en sus vidas. Está feliz por ellos, supone.

—A pesar de que le pregunté si tuvo algún desliz con algún otro hombre rubio él me dijo que nunca confundiría a Caesar con otra persona. Con todo lo que me confesó puedo estar bastante seguro de que mi viejo no es tu padre, Giorno.

El joven Brando miró a su amigo cuando dijo esas palabras tan decididas. Las palabras que le dijo el señor Jonathan el sábado siguen frescas y presentes en su cabeza. La respuesta es cada vez más evidente.

—Aunque claro, antes de sacar conclusiones también nos falta checar lo del tío Jotaro, pero lo dudo mucho porque hasta donde sé la única rubia con la que salió fue una mujer durante sus años de universidad, mientras estudiaba biología.

Giorno soltó otro suspiro pesado. A pesar de que, como decía Josuke, no habían investigado todo, para él era claro que solo quedaba una opción de entre tantas opciones que ya habían eliminado.

—El señor Jonathan salió con mi padre —lo dijo. Josuke le miró con un rostro sorprendido, no esperaba esa respuesta tan pronto. ¿Escuchó bien? —Fue un romance de hace años, y también rompieron hace mucho. Ambos eran jóvenes cuando eso pasó.

—¿Cómo? ¿Él te dijo todo eso? —el rubio asintió e hizo una mueca en desgano.

—Nunca en mi vida me había sentido tan nervioso como en ese momento, estaba hablando sobre su romance juvenil y de repente él… él dijo el nombre de mi padre —y sintió que se le iría el alma, que todo su muro de mentiras al fin caería y descubrirían sus verdades. —Reaccioné tan mal que ahora él sabe que conozco a Dio Brando. Y para colmo en ese momento me encontré con mi ex, sucedieron tantas cosas en un mismo día y sentí —rabia, frustración, tristeza. —Sentí que explotaría.

Todo se juntó en un mismo momento para él. No podía dormir por lo estresante que era el asunto, y cuando se vio al espejo esa mañana comenzó a notar las pequeñas sombras y arrugas que se le comenzaban a formar debajo de los ojos, no había estado descansando bien desde que todo esto comenzó.

—Al menos ahora me queda un poco más claro que… El señor Jonathan de verdad podría ser mi padre —confesó con pesar como si las palabras fueran difíciles de decir.

Una parte de él no quería aceptarlo. Otra parte de él le decía que era increíble. Pero lo que más ocupaba su mente es el ¿Qué sucedió exactamente?

—Aun así, hay cosas que no cuadran en mi cabeza, no lo entiendo —hay demasiados huecos que no sabe por dónde empezar. Es demasiado posible que el señor Jonathan sea su padre. Pero a la vez hay una gran mancha de duda que se niega a descartar.

—El tío Jonathan… —y el chico del Pompadour también parecía incrédulo. Esta revelación ciertamente le había sorprendido. Esperaba más que el resultado cayera en su propio padre que en su tío. —Pero, el tío Jonathan nunca habla de ningún hijo o pareja a la que haya abandonado. Él es... El hombre más honesto que jamás he conocido. Si supiera que tuvo un hijo no creo que hubiera dejado a tu padre.

¿El señor Jonathan... Podría haber abandonado a su hijo?

—Es que... No parece creíble. Si mi padre salió con el señor Jonathan eso debió haber sido años antes de que yo naciera, ¿no? De lo contrario... ¿Quién es el hombre que se perdió en el mar? ¿A quién he llamado papá todo este tiempo? ¿Por qué mi padre me mentiría con algo así? —las lágrimas del chico amenazaban con salir de sus ojos. Eran tantas emociones que había estado guardando desde que se enteró de que había una familia suya que no conocía.

—Vamos, estoy seguro de que hay una explicación, pero necesitas relajarte primero, no puedes encontrar todas las respuestas en tan poco tiempo. Hay que tomarlo con calma.

Y aquel que era su nuevo amigo se había convertido casi en un hermano ahora. Quería aferrarse a alguien, alguien que no fuera su padre o sus amigos. Ellos no sabían qué es lo que ha pasado en los últimos días, ni saben de lo que pasa con Mista ni tampoco de quién es verdaderamente Josuke. Así que se aferra al chico de Morioh y llora en su lugar, ahí sentados detrás de la biblioteca donde casi nadie puede verlos.

Lloró durante unos doce minutos, tuvo que calmarse porque sabía que no era el momento para rendirse todavía. Hay muchas cosas que necesita averiguar primero. Desearía ser más fuerte, porque sabe que necesitará valentía si de verdad quiere seguir con esto.

—Josuke... ¿Estarías conmigo aún si resulta que realmente soy un intruso en tu familia? —¿A pesar de que podría ser solo un impostor?

—¿Qué dices? Yo ya te considero un hermano, eso no cambiará ni aunque seamos primos —los labios del rubio temblaron, entre sonreír y llorar solo le salía una mueca, no sabía cómo sentirse, pero intentaba darse ánimos. —Escucha, aún si no... Somos parientes, ya me he encariñado lo suficiente para llamarte amigo. Además de que me llenaste los pantalones de mocos y no te grité —con el último comentario ambos chicos rieron.

—Te lo agradezco, Josuke —y Giorno se sintió én verdadera confianza después de tanto. Realmente comenzaba a agradarle la compañía de alguien en esta guerra. No estaba del todo solo.

—¡Ya sé! Vayamos a mi casa a jugar videojuegos. Una tarde entre hermanos, olvidémonos de todo por un día —el Higashikata le tendió la mano y le ayudó a levantarse. Y por supuesto, aceptaría esa invitación.

Necesitaba relajarse, porque después tendría que formular nuevos planes para desenmascarar verdaderamente la historia detrás de su padre.

Esto apenas estaba empezando.

Una copa de vino más tarde.

El arqueólogo se miraba decaído, y la única compañía que tenía en ese momento era a su hermano. Su hermano y una botella de vino medio vacía.

—Vamos Jiji, no puede ser tan malo. Todo estará bien.

Joseph había ido al hotel donde se hospedaba su hermano para ir a discutir con él algunos asuntos sobre la boda. Después de todo le había pedido a Jonathan ser su padrino de honor, estaba emocionado por ello.

Pero entonces se llevó una sorpresa al llegar y verlo bastante deprimido. Había una botella de vino, medio paquete de cigarrillos vacío y un plato con pastel de chocolate. Pastel que siempre compraba para animarse cuando estaba muy, muy triste. Eso solía hacerlo bastante cuando era más joven. El chocolate siempre le ayudaba a su hermano en sus momentos más depresivos. Tal vez para ahogar el sabor del cigarro con algo dulce, es lo que le dijo Jonathan una vez.

—Tienes razón... No es tan malo, pero no sé qué es lo que me pasa —suspiró con frustración el hombre mayor. —Hay una sensación horrible en mi pecho que no comprendo, y ha estado ahí desde que recordé a Dio Brando.

Jonathan le había dicho a Joseph sobre lo que ocurrió en su último encuentro con Giorno. El cómo contó con este sujeto su historia de su primer amor, hasta el final donde todo había dado un giro inesperado. Intentó seguir con su vida de forma tranquila e intentar concentrarse en sus investigaciones. Luego de cometer errores en sus anotaciones todo el día Robert le comenzó a cuestionar lo que sucedía, no quiso contarle nada al respecto, por lo que terminaron teniendo una pequeña discusión sobre separar la mente del trabajo.

Se dio cuenta de que el tema le afectó más de lo que esperaba. No quería... No quería dejar que su mente vagara por siempre en los recuerdos, estaba bien si no se metían de nuevo a su vida. Entonces no entiende por qué siempre vuelven. Quiere olvidarlo, olvidar su pasado, olvidar a Dio Brando. ¿Por qué siempre tiene que volver?

El castaño miró al mayor que lucía angustiado por los pensamientos otra vez. Miró con tristeza hacia el suelo, no le gustaba ver a Jonathan así.

—Lo siento, no debí haber sugerido lo de encontrar a alguien en internet, yo solo quería... —y parte de eso era también su culpa.

Culpa suya y del alcohol.

—No, no es eso —volvió en sí el mayor cuando escuchó la disculpa de Joseph. —En realidad, te lo agradezco. Sé que lo hiciste por mi bien y para que pudiera conocer a alguien más tal vez. Además, la persona a la que conocí es realmente agradable. De lo contrario no seguiría reuniéndome con él y lo sabes.

De entre todos, Joseph era el único al que le había contado de sus citas recientes, aunque solo por mensaje. En primer lugar, porque era él el que lo había sugerido. Y en segunda porque luego de su conversación con Robert no quiso seguir hablando con otra persona al respecto. Robert le mencionó sobre Dio, y está seguro de que si se lo cuenta a Erina le dirá lo mismo. Joseph es el único con el que puede hablar sin que le reproche algo sobre Giorno.

—Oh cierto, el joven al que conociste. Me sorprende que sigas saliendo con él. ¿Cómo es que se llamaba? —por una parte a Joseph también le sorprendía que su hermano siguiera manteniendo citas con alguien.

—Su nombre es Giorno Giovanna. Es un joven bastante apasionado —ha disfrutado bastante de su compañía, era bueno conversar con alguien que tuviera la misma energía que él para las conversasiones, se sentía en la misma sincronía y eso le gustaba. Aunque la última cita le volvió a recordar por qué estaba interesado en el chico al inicio.

Su semblante volvió a hacerse oscuro. Se preguntaba a sí mismo si salía con Giorno solo porque le recordaba a Dio. Le venía a la mente las palabras de Robert cada vez. Sentía como si tuviera razón, que debió haberse alejado en un inicio. Pero a la vez, Giorno era un buen muchacho, y le gustaba las conversaciones que siempre tenían. El rubio no era un mentiroso estafador, de eso estaba seguro. Él no es Dio.

Pero le tomó de sorpresa que supiera de su existencia. ¿Dónde o por qué? Eran preguntas que le habían venido a la mente. ¿Qué relación tendrían? ¿Podrían ser familia?Y si es así... Podría significar que nunca se alejó de Dio realmente. Podría ser que él esté cerca. Y eso sería... terrible.

—Giorno Giovanna... —el otro Joestar pronunció el nombre del chico en un tono lento y suave. —Siento que ya he escuchado este nombre antes —Giorno Giovanna... Suena curioso en su lengua, de hecho se siente muy familiar. —Tal vez sea popular de Italia —lo dejó pasar.

Habían muchas cosas que se presentaron en tan pocos días. Hasta parecía obra del destino reunir a ciertas personas en algún punto.

¿Quién era Dio Brando?

Joseph le recuerda porque estudió en la misma universidad que su hermano mayor.

En ese tiempo, Jonathan tuvo un novio del que se había enamorado desde secundaria. Escuchó que su relación empezó terrible, pero luego se enamoraron y tuvieron un romance que dio fin en la universidad.

Recuerda encontrar a Jonathan llorando un día. Estaba sentado detrás de las canchas de Rugby. Era una tarde después de cierto partido en el que se llevaron la victoria. Joseph había estado buscando a su hermano porque no lo había visto irse con los muchachos de su equipo para celebrar su triunfo. Uno de ellos le preguntó si había visto a Jonathan, pues él y Dio habían sido las estrellas de ese día. Él le dijo que lo encontraría para avisarle. Pero lo que encontró en su lugar fue a un Jonathan que se aferraba a sus rodillas mientras lloraba desconsoladamente.

Cuando las cosas se calmaron y le preguntó qué había pasado. Él dijo que descubrió que Dio no le amaba.

Y las cosas a partir de esa tarde solo fueron empeorando...

Desde entonces su hermano no ha vuelto a amar, teniendo miedo de que sea víctima de una mentira otra vez. Y de cierta forma él también teme volver a ver a su hermano tan herido y lastimado.

Soltó un suspiro, ¿quién era él para meterse en la vida amorosa de su hermano? Solo podía apoyarle cuando se sintiera mal. Y una parte de él se sentía culpable por no ayudar lo suficiente.

Tomó las llaves de la puerta de su casa, pero el pomo giró antes de que pudiera ingresarlas. Un chico rubio abrió la puerta, él estaba parado acompañado de su hijo.

—Gracias por su hospitalidad —gritó antes de girarse y encontrarse con el hombre frente a la puerta.

Tanto él como su hijo le vieron como si no esperaran su llegada.

—Lo siento señor, yo ya me iba —tardó un poco en entender las palabras del chico, pero luego se hizo a un lado para darle paso. Este le hizo un ademán a su hijo antes de irse. Y Josuke volvió a entrar de nuevo a la sala como si estuviera apresurado.

—Ya llegué —sonó como pregunta más que un aviso. Y su pareja le sonrió mientras le recibía con un beso en la mejilla.

—¿Hablaste con Jonathan? —preguntó el Zeppeli. Se miraba feliz por lo del tema de la boda.

—Claro amor —sonrió a la par. A él también le hacía feliz comprometerse con un hombre tan maravilloso.

—Me tardé un poco con Jiji, parece que andaba algo deprimido, intenté levantarle los ánimos un buen rato —notó algo extraño en su hijo que le miró en cuanto mencionó a su hermano, pero luego giró la mirada de una forma no tan disimulada. —Por cierto, ¿Quién era el muchacho que salió corriendo de la casa? Parecía asustado cuando me vio.

—Oh, él es Giorno, un compañero de Josuke —le respondió Caesar. Entonces su mente se detuvo un segundo... ¿Escuchó bien?

—¿Giorno? —el nombre parecía una rara coincidencia.

—Sí, Giorno Giovanna, va a la misma clase que Josuke, ¿Por qué lo preguntas? —el Joestar giró a ver a donde estaba su hijo, pero el chico ya se había ido a su habitación.

Oh por dios.

En sus manos estaba el número de Jonathan.

¿Qué debía decir exactamente?

“¿Estás saliendo con un menor???”

Por dios no, eso suena horrible.

“¿Giorno Giovanna es un chico de preparatoria??”

No, tampoco.

¿Y si su hermano no sabía realmente quién era Giorno Giovanna?

|| Oye Jiji, el joven del que me hablaste...

Esperaba no estar equivocado.

|| ¿Si? ¿Qué pasa Joseph?

|| ¿Tu cita es un chico menor de 18?

|| ????

|| No, Giorno tiene 21

|| ¿Por qué lo preguntas?

|| No, no es nada

|| ¿Me mandas una foto? Quiero ver cómo es 😜

|| Oh, tengo una que tomé hace poco

‘★Jonathan★ envió una foto’

|| Es bastante lindo no? 😊

Joseph quedó petrificado al ver al muchacho de la foto...

Entonces Jonathan no lo sabía. ¡Está saliendo con otra mentira! ¡¡Ese tal Giorno es un impostor!! Joder, ¡¿Cómo se supone que va a decirselo?!

Sin saber qué hacer le terminó enviando un mensaje a la persona menos indicada para pedir ayuda.

|| Hi Dude~

|| Oye, necesito tu ayuda

|| Creo que hay un problema con Jona pero no sé cómo decírselo

|| ¿Llegas mañana verdad? ¿Podemos hablar?

|| ¿Hola?

|| Respondeeeeee

|| 😥

|| ¿Qué?

|| En realidad llegué ayer a Italia

|| Estoy ocupado ahora, pero mañana podemos hablar

|| Dame un respiro

Notes:

Uffa, a pesar de que parece poquito ya vamos en el capítulo 10, sí que avanzamos rápido en esto ':D

Cuando todo parece color de rosa la situación siempre se complica, Giorno la tendrá difícil a partir de ahora. ¿Cómo afrontará la situación en la siguiente cita? ¿Qué hará para encontrar las piezas que le hacen falta? ¿Quién más se meterá en su camino? Supongo que todo eso lo iremos descubriendo pronto...

Como pequeño dato extra; me gusta cuando Joseph dice "Jiji", si no me equivoco es el japonés de 'viejo' para referirse a un abuelo, pero aquí me gusta colocarlo como una forma cariñosa de decir Jojo, o JJ, puedes verlo como gustes ^^

Chapter 11: Capítulo 11

Summary:

Giorno le hizo la promesa a Mista de tener una cita si le ayudaba a fingir con su padre. Aunque las cosas siguen un poco incómodas entre ambos se dan cuenta de que todavía podría exitir una pequeña chispa de amistad.

Esa misma noche, Giorno recibe un mensaje y una pequeña invitación...

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- XI -

Su nombre es... Guido Mista
(Parte 2)

Había hecho una promesa y debía cumplirla. Era miércoles por la tarde y estaba ahí, en esa mesa del fondo tomando un café mientras esperaba a la persona indicada.

—Hey, honey. Lo siento, el camión se atrasó un poco, pero ya estoy aquí —el muchacho frente a él sonrió para luego tomar asiento. Giorno al verlo solo pudo rodar los ojos.

—Recuerda que esto es una salida de 'amigos', deja de llamarme honey, me hace sentir terrible —todo lo contrario, le hacía sentir nostálgico. Tener la atención de Mista luego de casi tres meses le trajo una sensación bastante extraña. La verdad es que Giorno no podía fingir ser tan frío como quería, o al menos no con Mista mirándole siempre con esos ojos de cachorro lastimado.

—Oh vaya, lo siento, no quería, es solo que- diablos, no sé cómo decirlo —el moreno parecía igual de nervioso, era raro verlo así. —No creí que sería tan difícil verte después de lo que pasó, pero creo que todavía me siento tan atraído como para no poder quitarte los ojos de encima. Agh no, eso también suena pésimo.

Un silencio umbral se formó en la mesa. Giorno simplemente le dio otro trago a su café para luego suspirar.

—Sigo sin poder creerlo. No sé ni por qué accedí a esto —se cruzó de brazos en su lugar para luego ver a su ex sudar nervioso. —¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres Mista? —preguntó con una seguridad tan clara que daba temor.

—Solo quería que quedáramos en buenos términos. No solo me deseches y te olvides de mi —el chico del gorro tomó un respiro y continuó. —Estoy bien si decides que ya no somos nada, pero si puedo seguir como tú amigo me conformaré con eso.

A Giorno le hirvió la sangre...

—Claro, porque todo lo que importa eres tú, ¿No? ¿Pero qué hay de mí? ¿Te preguntas si quiera cómo me siento yo con esto? —porque sí, todas esas primeras semanas habían girado en torno a Mista, y se culpó mil veces pensando que él era el culpable de fallar siempre.

Siempre pensó que la razón por la que siempre terminaban mal las relaciones era porque él no era un buen novio. Siempre se preguntó qué hizo mal con Fugo, y luego se preguntó por qué volvió a hacer las cosas mal con Mista. No le gustaba sentirse así, quiere cambiar, y también quiere dejar de depender.

Aun así...

—¿Fui un completo idiota no? Debí haber prestado más atención a tus sentimientos... ¿Qué clase de imbécil soy? —la voz de Mista tembló.

Giorno miró en sus ojos pequeños indicios de lágrimas. Notó entonces que Guido también se estaba haciendo el fuerte. Y de cierta forma le hizo compadecerse.

—Vas a superarme, consigue a alguien mejor y olvida que lo nuestro pasó. Tienes a suficientes mujeres qué-

—¡No! —la voz que le interrumpió tan de repente le dejó sorprendido. Mista nunca le había alzado la voz de esa forma. —¿Conseguir a alguien mejor? ¿Acaso piensas tan poco de ti mismo? ¡Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y yo como un idiota te dejé ir! ¡Yo no te merezco!

Giorno tragó en seco. ¿Ahora de qué está hablando?

—Eres maravilloso. ¡Hasta entiendo por qué Fugo, se enamoró de ti! Eres un diamante lo suficientemente hermoso como para tener a cualquiera bajo tus pies ¿Sabes? —y ahora Mista se puso a divagar con sus palabras.

—O-Oye —él se sentía avergonzado.

No supo ni en qué momento Mista se levantó de su asiento y comenzó a dar vueltas alrededor mientras seguía hablando de cómo su ex era el mejor partido del mundo. La gente ya los estaba mirando raro y él se quería morir, de nuevo.

—Mi-Mista, oye —el moreno le ignoró como si no existiera.

—¡Y no me hagas hablar de lo hermoso que eres porque puedo estar así durante horas! —luego de quince minutos finalmente terminó...

Giorno golpeó su cabeza contra la pared mientras pedía otra taza de café.

—Siéntate Mista —su corazón no podía soportar esto. —Solo... Cállate y ordenemos algo, ¿de acuerdo? —el moreno rodó los ojos y asintió para luego volver a sentarse.

—No vuelvas a menospreciarte, ¿de acuerdo? —¿Por qué Mista parecía enojado por ello? No lo entiende.

Todo esto le hace recordar a cuando terminó con Fugo, cuando estaban sentados juntos sobre la banqueta y Mista le hablaba mientras él se tranquilizaba, él le decía lo valioso que era, que podría encontrar a alguien que le valore y le trate con tanto amor que nunca le deje ir.

Soltó otro suspiro borrando sus pensamientos, no quería seguir recordando, los recuerdos duelen.

Hay tantas cosas que han estado dando vueltas en su cabeza. Mista no debería sumarse a esa lista de cosas. Así que prefiere olvidar ese sentimiento y tomar el café tranquilo. Al bajar su taza se dirige a su ex, un poco más calmado para hablar.

—Escucha, no estoy listo para volver a estar en una relación —confesó el rubio, pensó un poco en sus palabras, no quería que Mista se sintiera herido tampoco —Verás, quiero darme un descanso, acomodar algunas cosas de mi vida. He estado lidiando con muchos problemas últimamente y déjame decirte que ya no eres mi prioridad en este momento —el moreno solo asintió con la cabeza mientras agachaba los hombros en derrota.

—Lo entiendo. Tampoco quería incomodarte —Giorno negó. Miró a los ojos a Mista y dejó salir un poco de sus pensamientos.

—De hecho, déjame decirte que como novio realmente fuiste increíble, incluso mejor que Fugo —ambos soltaron una pequeña risita. —Por favor no le digas que dije eso —Mista asintió haciendo un signo de cremallera en sus labios. Giorno sonrió y tomó la mano del moreno. —Podemos comenzar de nuevo, preferiría olvidar todos los malos ratos y dejar solo los buenos recuerdos. Me gustó estar contigo, pero debemos cerrar la historia, ¿Estarías de acuerdo conmigo?

El moreno tardó un poco en responder. Le estaba costando un poco pensar en la idea de olvidar todo lo que alguna vez fueron. Pero si esto significaba que podía quedar bien con Giorno y que este no lo votase de su vida, entonces va a intentarlo.

—De acuerdo —y dicho esto le dio al rubio una pequeña sonrisa.

Había un pequeño silencio que se instaló luego de que dejaran esa conversación. Giorno no podía negar que todavía seguía sintiéndose un poco nervioso, pero las cosas ahora estaban un poco más tranquilas a diferencia de antes.

Aunque muy por dentro de sí mismo, le molestaba un poco el hecho de que Mista le aceptara la propuesta. Es verdad que era más fácil el cortar caminos y que cada quien tomara su rumbo. Pero, por otro lado, una parte de él tal vez esperaba que Mista luchara un poco más por lo que alguna vez tuvieron, tampoco estaba muy emocionado con la idea de cortar todo lo que alguna vez fueron.

En fin, tiene que alejar de nuevo esos pensamientos y continuar en el presente.

—Oye Mista... ¿Qué te parece si vamos al cine luego de esto? Puedo invitar las palomitas esta vez —el moreno le miró con sorpresa y una sonrisa se formó en sus labios.

—¡Claro! Me encantaría.

Después de todo, realmente no puede culpar a Mista.

Si solo tal vez no se dejara llevar por el corazón, no hubiera aceptado tener otro futuro encuentro con Mista, ni tampoco le hubiera despedido con un beso en la mejilla después de que fue a dejarle en su casa.

Guido Mista siempre había sido un detallista. O al menos cuando salían, era el tipo de novio que podía darte mimos y abrazarte cuando sintieras frío. El tipo de novio que cargaría un paraguas grande para resguardarse juntos de la lluvia. El chico que aunque no tiene mucho dinero te escribe varias cartas y te canta canciones para demostrar su amor.

Mista era un hombre atento, más de lo que quisiera admitir. Se sigue preguntando entonces por qué no resolvieron todo con una charla en primer lugar.

Siguió pensando en ello mientras se tiraba en la cama. Guido no había cambiado en lo absoluto. Seguía siendo igual de romántico y tierno. ¿Hasta cuándo podrá seguir negando que todavía siente algo por él?

Abrió su teléfono y entró a la galería, bajando muy al fondo todavía podía encontrar fotos de él y Mista, las mismas que había estado usando para engañar a su padre. Las miró con nostalgia luego de un rato. Pensó en borrarlas, pero simplemente las dejó ahí.

Giorno sabía que era difícil olvidar a alguien y luego volverse amigos cercanos. Con Fugo las cosas también habían sido un poco difíciles, pero no demasiado, su relación con él no había durado tanto como la de Mista. Y Fugo como amigo de ambos también los aprobó.

Suspiró cerrando los ojos por un momento. Pensó tal vez ¿Cómo sería si en lugar del señor Jonathan hubiese conocido a otra persona? Trish le sugirió conocer a alguien más luego de su ruptura. ¿Y si hubiera encontrado a alguien masomenos de su misma edad y se hubiesen enamorado?

No, no habría funcionado. Pues al final de cuentas solo hizo eso para tener una pequeña venganza por su corazón roto. Y sigue creyendo que conocer a Jonathan fue lo mejor que pudo haberle pasado en ese momento.

Escuchó una notificación en su teléfono y eso le sacó de nuevo de su trance. Abrió el chat solo para encontrarse con un mensaje inesperado, todo lo que ocupaba su mente en esos momentos se esfumó. Era un mensaje del Joestar, y estaba sorprendido, después de lo que pasó no esperaba recibir un mensaje tan pronto.

|| Hola Giorno.

|| Quería disculparme por lo de la última vez. Creo que me exasperé demasiado.

Giorno sonrió, el hombre era realmente dulce incluso para mandar un mensaje.Continúa pensando que debería ser él quien se disculpase, pero no quiere seguir dándole más vueltas al asunto.

|| No se preocupe señor Jonathan. No tiene que pedir disculpas

|| Incluso pienso que fui yo quien reaccionó mal. Pero dejemos ese tema a un lado ¿Hay algo que necesite?

Sinceramente no lo cree cuando sus pensamientos toman ese camino sobre si Jonathan Joestar es o no su verdadero padre biológico. Siente que es casi imposible, que un hombre como Jonathan no podría estar relacionado él.

|| No es nada importante, solo quería saludar y ver si las cosas estaban bien.

|| Por supuesto.

|| De hecho estaba por ir a dormir

|| Pero por usted puedo quedarme despierto otro rato

Giorno sonrió para sí mismo. Le divierte hablar con el hombre, cuando pensó que sus conversaciones podrían terminar se preocupó un poco. Al menos estaba aliviado de que las cosas no se hayan puesto demasiado problemáticas. Era mejor dejar el tema para otra ocasión.

|| Jeje

|| No quiero quitar tiempo de tus sueños

|| Un chico joven debe estar bien descansado

Por un pequeño momento se sintió tímido. Ni siquiera estaban hablando en persona, pero podía imaginar el rostro del hombre a través de la pantalla.

|| Muy cierto

|| Entonces supongo que no podremos hablar mucho tiempo :(

|| La salud es lo primero

Giorno contestó con algunos Stickers y luego suspiró. Por un lado estaba contento, pero una parte de él le seguía añadiendo pequeñas inseguridades a su cabeza. ¿Qué pasará si Jonathan se entera de la verdad? Tal vez conversaciones como estas no vuelvan a ocurrir. Si el hombre lo rechaza con terror sabre que saldrá lastimado, se ha encariñado mucho como para soportar que este hombre maravilloso le vea con odio más adelante.

Realmente no quiere seguir mintiendo…

|| Por cierto, Giorno, tengo un primo que llegó a Italia recién. Él es un Biólogo marino, estará dando una charla en el acuario de la ciudad el sábado

|| ¿Gustas venir? Pensé que podría interesarte

La oferta llegó pronto y sin aviso. Miró el mensaje unos segundos y se quedó pensando por un buen rato. Josuke le había hablado de un Biólogo Marino en la familia. Él era el señor Kujo si no mal recuerda. ¿Él está aquí en Italia?

La verdad es que no sabe si está listo para seguir conociendo más de la familia Joestar.

Según Josuke, vendrían todos a Italia por la boda del señor Zeppeli y el señor Joseph. No sabe si está listo para seguir con todo esto o fingir que nunca supo de sus orígenes.

No, aún necesita saber la verdad de su padre. Se recuerda.

|| Voy a pensarlo

|| Hace tiempo que no visito el acuario

Es también porque el acuario local queda al otro lado de la ciudad, tendría que tomar dos autobuses para llegar

Tal vez podría llevar a sus amigos. Sería una mejor excusa, además, como le dijo Josuke, necesita relajarse. La familia del japonés seguro estará ahí, ir con compañía le sentaría mejor para poder investigar sin estar solo.

—Padre, ¿Puedo ir con mis amigos al acuario el próximo sábado? —preguntó mientras cenaban esa noche. Su padre seguía tan callado como la última vez, comenzaba a preocuparle un poco.

—¿Al acuario? —después de unos segundos finalmente pareció prestarle atención.

—Un biólogo importante estará dando una charla y realmente me gustaría ir —habló como si estuviera emocionado. De hecho, lo estaba, la biología era uno de sus gustos después de todo.

Esperaba una respuesta seria y sencilla, pero en su lugar su padre levantó la mirada y le vio con desconcierto.

—Eso está a una hora de aquí —sabía que lo diría.

—Si me prestas el auto serían solo 25 minutos —el hombre negó mientras dejaba su tenedor a un lado del plato.

—¿Qué es lo que realmente quieres Haruno? —oh, aquí viene el interrogatorio. —Siempre que quieres pedir algo intentas ser persuasivo —el joven le miró sin inmutarse.

—Has estado extraño padre, ¿Lo sabías? Durante toda esta semana te la has pasado vigilándome, no dirás que no lo he notado. Agarras mi teléfono y también has revisado mi diario. ¿Qué sucede, padre? —y aquí estaba, esa mirada acusadora que el Brando odiaba. Su hijo era más astuto de lo que pensaba.

—No irás al acuario —eso fue todo, la copa de emociones de Giorno estaba en su límite.

—¿Por qué? ¿Temes que me encuentre con alguien ahí? —se arrepintió de sus palabras luego de decirlas, porque de inmediato su padre se levantó de la mesa.

—¿Quién? ¡¿Con quién has estado encontrándote para que actúes de esta forma?! —Giorno no podía decirle, no todavía o sus planes se arruinarían.

—Debería hacerte la misma pregunta, ¿no? ¿Quién ha hecho que te alteres lo suficiente como para ponerte histérico por todo lo que hago? —Dio Brando también ocultaba sus secretos. Tal vez no eran tan diferentes padre e hijo. —¿Hay algo que no me has dicho, padre?

Giorno sabía el efecto que tenía en su mirada desafiante, porque su padre repetía el mismo movimiento tembloroso al fruncir las cejas.

Tres segundos después, aparta la mirada y aprieta sus nudillos. Giorno ha observado el mismo comportamiento desde siempre, y solo es más evidente ahora que su padre mencionó la mirada de papá en sus ojos. Papá podía vencer a Dio en una discusión, y ese pensamiento le hizo sonreír.

Pero ahora había otra cosa importante y necesitaba ir al acuario. Según Josuke, el Dr. Kujo es uno de los miembros que conocen más acerca de la rama familiar justo después del señor Jonathan. Con ese dato en mente no podía dejar pasar la oportunidad de conocer a otro miembro de la tal familia Joestar.

—Quiero ir al acuario con fines de aprender. Un profesor nos dijo que un biólogo reconocido daría una charla y realmente me serviría mucho para decidirme a tomar la carrera de biología finalmente.

Contó luego de que su padre dejara la discusión a un lado. Primero era la discusión verbal, luego la de miradas, ahora tocaba hacerse buen hijo y contar sus pensamientos como si desahogara algo en su interior.

—Padre... tú sabes que el siguiente año debo elegir a qué licenciatura quiero aplicar, y realmente he comenzado a esforzarme más en mis estudios para ello. Pero también sabes que no estoy muy seguro sobre qué debo elegir o si tomaré la decisión correcta. Tampoco sé si la biología es realmente lo mío o si debería trazar otras metas. Tal vez acercarme a un experto pueda ser útil.

Colocó una mueca triste en su rostro y desvió la mirada. Su padre no le observaba, pero era seguro que notaría la tensión. Ahora solo quedaba esperar.Para su suerte no sería mucho tiempo.

—Bien —su padre soltó un suspiro pesado y esto a Giorno le hizo sonreír. —Pero —oh mierda, aquí vamos de nuevo. —Te acompañaré, no voy a dejar que vayas solo. —y bueno, eso último no se lo había esperado.

Una gota de sudor bajó por su mejilla al mismo tiempo que sonreía y decía "gracias".

Estaba jodido.

Notes:

Bueno, de nuevo lo siento por tardarme tanto D'x

Eso sí, una de las razones fue porque cuando escribía esto me salió un capítulo bastante largo, así que al final lo terminé dividiendo en dos partes. Eso significa que ya tengo el siguiente capítulo listo y también una parte del próximo uwu

Muchas gracias a todas esas personitas que están al pendiente de la historia, me anima mucho leer los comentarios de cada uno ^^

Chapter 12: Capítulo 12

Summary:

Giorno y sus amigos van al acuario. El único problema es que Dio Brando va con ellos. Giorno tiene que pensar en algún plan para que su padre no llegue a encontrarse con el señor Jonathan.

Por lo mientras, Giorno le cuenta a sus amigos cómo fue que comenzó todo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- XII -

Su nombre es... Jotaro Kujo

—Es algo terrible hermano, ¿Qué piensas hacer ahora? —de nuevo estaba con Josuke en el receso contándole todos sus problemas. Hasta ya parecía que esto se estaba haciendo costumbre.

—No lo sé. Definitivamente aún no puedo dejar que mi padre lo sepa. Mi padre no debe saber que el señor Jonathan estará ahí —las cosas estaban comenzando a complicarse realmente en grande. Tal vez no era buena idea ir al acuario después de todo.

—Siempre puedes decir que cambiaste de opinión —apoyó Josuke.

—No es eso, es que de verdad quiero ir yo... Yo... —¿Qué es lo que estaba buscando realmente? ¿Por qué insistir tanto en algo que no había sabido siquiera hasta hace pocos meses? —Quiero encontrar la verdad, Josuke.

La mirada de su compañero se suavizó. Le dio una palmada en el hombro como siempre solía hacerlo para animarle. Aún si Josuke no fuera realmente su familia, él apreciaba todo lo que el chico hacía por él.

La escuela realmente lo ayudaba a calmarse. Las clases pasaban bastante tranquilas, y Giorno siguió esforzándose en cada una de las materias intentando ser el número uno. Después de todo, algo sobre saber de su papá por parte directa de su padre también le ayudaba a motivarse. Más que averiguar las cosas por él mismo, también quiere conocer más de lo que su padre oculta tras esa coraza fría con la que encerró su pasado.

¿Por qué es que su padre no quiere que él sepa la verdad? ¿Cuál sería la razón por la que le ha estado ocultando el pasado durante tanto tiempo? ¿Qué es lo que en verdad sucede? Quiere averiguarlo todo.

El sábado llegó más rápido de lo que esperaba. Esa mañana ya estaba con su padre en el auto rumbo al acuario más grande de la ciudad. Sus amigos estaban apretados en la parte de atrás, lo cual le causó cierta gracia. Parecían una lata de sardinas.

Trish, Fugo y Narancia habían aceptado ir con él. Claro, también quería divertirse con sus amigos. Y por último estaba Mista, él y Narancia jugando a contar los carros de colores desde la ventana.

No sabía del todo qué era ahora con Mista, ya no eran novios, pero tampoco acordaron quedarse como amigos realmente. Solo empezar de nuevo, como si fuesen conocidos. Al final dudaba entre invitarlo o no, pero sería raro invitar a sus amigos y no a su 'supuesto novio' con el cuál ha estado saliendo cada fin de semana a los ojos de su padre.

Notaba también la incomodidad de Trish y Fugo con respecto a Mista, pero él les había dicho a cada uno por mensaje que actuaran como si su ruptura con Mista nunca hubiera pasado.

Al principio ambos le reprocharon. De Trish lo entendía ya que lloró con ella todo ese día. Aunque por el lado de Fugo, éste le terminó gritando bastantes cosas tras una llamada y no entendía por qué parecía tan molesto realmente. ¿No se supone que entre Mista y él ya no hay ningún asunto pendiente? Le reprochó como si le estuviere diciendo estúpido en la cara. Y aunque se sintió mal por ello lo único que pudo hacer fue decirle a Fugo que hiciera esto por él. Le prometió que le contaría todo, y tal vez ya sea el momento de decirle a sus amigos lo que en verdad ha estado sucediendo.

Volviendo su vista a la ventana decidió no divagar más en ello. Había un problema más grande en este momento. Giorno había estado mandándose mensajes con Josuke mientras su padre manejaba. Necesitaba estar al tanto de todo en este momento.

|| ¿Pensaste en algo para el asunto de tu padre?

|| No, cada vez estoy más nervioso

|| No quiero que esto salga mal. Si ellos se ven antes de que pueda aclarar todo será un desastre.

Giorno tenía un plan, ideas que había estado formulando a lo largo de la semana. Había pensado en formas de resolver el asunto de su línea familiar, de ser posible tomaría muestras de ADN. El problema es que necesita un poco más de tiempo para planear, hoy no puede ser la razón por la que todo se vaya al caño.

|| Si te hace sentir mejor, el tío Jonathan aún no llega a casa, tal vez se atore en el tráfico, escuché que hay un problema de disputa territorial entre mafiosos o algo así. Están bloqueando el lado Este de la ciudad.

El rubio leyó un poco asombrado el mensaje. Si es así y de verdad hay una disputa posiblemente pueda ganar una gran cantidad de tiempo.

Josuke no lo sabe, pero las peleas entre grupos de la mafia siempre pueden ocasionar más problemas de lo pensado, y la policía no suele intervenir pronto.

Cielos, esta parece una gran coincidencia a su favor. Por primera vez está agradecido de que haya una pelea territorial en público. Aunque sí le preocupa el señor Jonathan, debe agregar.

|| Oye, ¿Tú crees que me de tiempo de hablar con tu tío el biólogo y huir antes de que llegue el resto de tu familia?

|| Es posible

Y esa fue la respuesta que necesitaba. Sonrió casi queriendo gritar en victoria. Esto por supuesto su padre lo notó.

—¿Qué te tiene tan feliz? —le preguntó su padre sin perder la vista del camino.

—Ah, no, no es nada. Acabo de ganar una partida de Solitario en el teléfono —fue lo primero que se le ocurrió decir aunque sonara estúpido. Lo importante fue que su padre no le hizo otra pregunta.

Volvió a abrir el chat y envió otro mensaje.

|| Llegaré en cinco, ¿Cuánto tiempo crees que puedas darme?

|| Igual voy en camino

|| ¿Con tus padres?

|| No, ellos esperarán al tío Jonathan. Voy con Jotaro-san

|| Quizá lleguemos al mismo tiempo

|| Bien

Giorno soltó un ligero suspiro. Aunque se sentía aliviado todavía tenía un poco de miedo. ¿Cómo será ese hombre del que Josuke tanto habla?

Así como él admira al señor Jonathan, Josuke admira a este tal “Jotaro-san”. Le ha dado unas cuantas descripciones, como que es un hombre de pocas palabras y alguien bastante directo. Y también que por nada del mundo debe hacerlo enojar. Es un hombre que sabe cómo colocar a alguien en su lugar, y de fuertes golpes.

No quiere compararlo pero le recuerda un poco a su padre.

Llegaron al acuario alrededor de las diez de la mañana. Al final decidió dejar los mensajes y su celular en silencio. Ya había marcado el punto de ubicación para que Josuke le encontrara.

Miró los alrededores que se presentaban pasando la entrada, el lugar era verdaderamente impresionante. Más grande de lo que recuerda de la última vez que lo visitó. Había mucha gente, seguro su padre no notaría a algún Joestar siquiera.

—Padre, el evento empieza hasta dentro de hora y media, mientras tanto, ¿Puedo ir con mis amigos al show de los delfines? Empieza en unos veinte minutos —parecía un niño entusiasmado, y lo estaba, le emocionaba mucho estar ahí en ese momento.

—Bien, terminaré de estacionar el auto y esperaré en la fuente de sodas —contrario a él, su padre solo mantenía una expresión de aburrimiento todo el rato. Sabía que a él no le atraían mucho los animales. Tal vez por eso nunca solía llevarlo al zoológico o al circo cuando era niño.

En cambio, el tío Diego siempre lo arrastraba a los parques, él se emocionaba mucho con los animales, en especial con los reptiles y las zonas de animales extintos. Si su tío no fuera un Jockey seguro hubiese estudiado Paleontología.

—Oye Giorno, ¿Quieres ir por un helado o palomitas antes del show? —ah claro, olvidaba a Mista.

—No tienes que fingir, mi padre ya se fue —Giorno notó el semblante del castaño entristecerse tras oír esas palabras. Mista hizo una mueca y agachó la mirada.

—Claro, lo siento. ¿Quieres tu espacio? Entiendo si aún te sientes incómodo yo-

—¡No! ¡No es así en absoluto! —interrumpió de repente. ¿Y ahora por qué se estaba disculpando? —No me siento incómodo, solo... Son demasiadas emociones para mí —¿Qué rayos está diciendo ahora?

Tal vez reaccionó de forma repentina por el comentario de Mista, pero es que verlo tan decaído le hace sentir mal. Y pensó que ya lo habían solucionado todo la última vez.

—Entiendo. Puedo sentir el ambiente pesado ¿sabes? Trish y Fugo aún deben pensar lo mismo, que soy un idiota. Tal vez sea yo el que siga malinterpretando las cosas, lo siento —y dicho esto el de gorra se alejó. Giorno le vio de espaldas y casi sintió unas ligeras lagrimas amenazando con formarse, pero no sé lo permitió.

A unos metros de ellos, la pelirrosa observaba la escena y le daba un codazo a su amigo de traje verde.

—Tenemos que hacer algo por ellos —dijo finalmente. Fugo le miró con una ceja arqueada.

—¿Tenemos? ¿Olvidas que Gio sufrió mucho cuando estaba con Mista? Todavía me arrepiento de permitir que ellos dos quedaran juntos.

Fugo no podía negar que se sentía molesto. No era porque haya sido o no el ex de su amigo, eso es aparte. Sino que le frustraba cómo ahora el imbécil de Mista intentaba acercarse de nuevo a Giorno como si nunca le hubiera hecho daño.

—Nosotros fuimos su abrigo cuando él llegaba llorando al día siguiente de una discusión. ¿Y me estás diciendo que debemos hacer que se reconcilien? —no podía tragarse esa idea. No le agrada en lo absoluto.

—Giorno todavía ama a Mista, y Mista parece estar realmente arrepentido. Además, Giorno me contó lo que pasó con ellos dos la última vez, y quizá todo se trató de simples malentendidos.

De entre ellos, Trish era la más cercana a Giorno y eso lo sabían. Solo por esto es que a Fugo se le hace un poco difícil creer que esas palabras estén saliendo de la chica.

—Es que Trish, no puedes decirlo enserio. ¿Tú crees que lo que ellos dos tienen todavía son sentimientos reales? —al oír esto la pelirrosa le dedicó una mirada molesta que hizo al rubio callar.

—Así es el amor Fugo, a veces el destino hace que termines con la persona menos esperada. Tal vez si abrieras un poco más los ojos entenderías a qué me refiero —Trish también se retiró siguiendo atrás a Giorno que se decidía a comprar los boletos con un semblante decaído. Parecía un cachorrito regañado.

Fugo pensó en lo último que su amiga dijo. ¿Si abriera los ojos? ¿A qué se refería? Es verdad que él no es el más experto en temas de amor pero... ¿Acaso esto no es estúpido? ¿Por qué siquiera sugerirlo?

—¡Oi~ Fugo! ¿Podemos ir a las mantarrayas? ¡Siempre he querido ver una! —y con un grito chillón sus pensamientos se borraron de inmediato.

—¡Oye Narancia, no corras! ¡Oye! —y Fugo se perdió mientras seguía al chico que parecía un niño.

Trish sonrió para sus adentros. Pobre Fugo, aún no se daba cuenta. El amor no es solo reglas y desengaños. El amor puede ser complicado, pero también tierno y dulce.

Por dentro espera que Giorno también pueda enderezar sus sentimientos. Lo único que ella quiere es ver a sus amigos felices.

Dio observaba su teléfono móvil. Estaba inquieto, tenía un mal presentimiento que no se le iba del pecho. Había sido así desde hace unas semanas. Más precisamente, desde que encontró a 'esa' persona la última vez.

Dio no era idiota, sabía que el supuesto biólogo marino al que Giorno quería ver era el ‘tan reconocido’ Dr. Kujo, nadie más que Jotaro, el sujeto más molesto de la familia Joestar.

¿Qué hacía en Italia? Se vino preguntando eso los últimos días. ¿Una simple conferencia sobre peces? No cree que haya sido solo por ello en absoluto, Jotaro no es alguien que brindaría conferencias por caridad. ¿Cuál era la razón por la que estaba ahí? ¿Con qué razón venir a Italia? ¿Por qué específicamente a esta ciudad?

Ese día, Dio le vio, vio a Jotaro Kujo tras el ventanal de un restaurante. Estaba claro que no le notó, parecía más concentrado en su charla con otra persona, un pelirrojo que tal vez recuerda vagamente. Bah, no le importaba la vida íntima de Jotaro. Pero el hecho de que estuviera aquí, en Italia, le dejó con varias preguntas e inquietudes en la mente. ¿Y si Jotaro sabía de la existencia de Haruno?

Lo duda. Hoy Haruno está para observar la conferencia, solo está como espectador, ellos no se conocen. O eso es lo que quiere creer. Pero el escalofrío que recorre su espalda le hace sentir que hay algo más que no sabe. No quiere pensar que es miedo.

Si la familia Joestar se enterara de Haruno la posibilidad de que se lo lleven es grande. No, no debe preocuparse, ya tiene en mente ganado un futuro juicio si se llegase a presentar el caso.

Soltando un suspiro pesado decidió cambiar su rumbo para ordenar un café, por lo mientras, dejaría que su hijo y sus amigos se divirtieran. Total, si ese muchacho Mista estaba haciendo que su hijo se esfuerce más en la escuela no ve por qué no dejarlos seguir. No le agrada la idea, pero no quiere hacer que su hijo se ponga en su contra en estos momentos. Él actúa de una forma tan rebelde cuando algo no le parece. Es muy similar a él cuando solía tener su edad, eso le molesta un poco.

¿Haruno sería capaz de dejarlo por los Joestar? Es decir, ellos tienen una gran fortuna y casi puede apostar que Jonathan haría todo lo posible para que él sea feliz. Quizá le daría regalos, le cautivaría con palabras bonitas haciendo que su hijo caiga de forma fácil. Jonathan es-

Jonathan... Recordarlo en este momento es un dolor amargo.

Jonathan, hasta hace poco volvió a soñar con su maldito rostro. Después de tantos años y ese recuerdo no se iba en lo absoluto, el nombre de ese idiota seguía tan presente en su memoria que lo odia. Casi puede imaginar que aún si lo encerraran en un ataúd al fondo del mar seguiría pensando en ese inútil de grandes músculos.

Siente sus labios curvarse y sus puños apretándose con fuerza.

No debe dejar que Jonathan sepa de Haruno.

—¡¡¡GioGio!!! —una voz alegre hizo que todos voltearan. El rubio sonrió animado al ver al chico Joestar llegar. Ambos se dieron un abrazo enérgico y luego sonrieron.

—Josuke, ven, quiero presentarte a mis amigos —su grupo de amigos le saludaron mencionando sus nombres. La única que no lo hizo fue Trish, quien luego se acercó cara a cara con el del Pompadour.

—Así que tú eres quien alejó a Gio de nosotros el último mes —soltó la pelirrosa mirando con acusación al chico japonés. —Que quede claro que yo soy la mejor amiga de Giorno y tú no vas a robarme ese puesto. Llámame Trish —dijo al final alejando la mirada y concentrándose más en mirar su propia manicura. Giorno solo pudo soltar una pequeña risilla y rodar los ojos.

—No le veas así, es una cuestión de familia. Tú sabes que siempre serás mi mejor amiga —dijo Giorno al final dándole un abrazo a la pelirrosa, quien solo sonrió en victoria.

—Espera, ¿dijiste familia? —preguntó esta vez Narancia en voz alta haciendo que todos volteasen a verles.

—Supongo que ya no hay por qué ocultarlo —suspiró el rubio para finalmente mirar a sus amigos. —Puede que Josuke y yo seamos primos.

—O incluso hermanos —agregó el del Pompadour. Todos los miraron con sorpresa.

Giorno tuvo que prepararse para explicar lo que había sucedido en los últimos meses. Tal como prometió esta vez contaría todo a sus amigos.

Mista por supuesto ya conocía un poco la historia, incluso le hizo sentirse un poco mal el hecho de que Giorno recurriera a algo como buscar a otra persona en línea. Trish por su parte estaba sorprendida, porque si bien ella fue la que le sugirió hablar con el hombre mayor, no esperaraba que las cosas resultaran en que ese hombre fuera familiar de Giorno. Cuando el relato terminó, sus amigos se quedaron completaente callados, al menos hasta que el más bajito del grupo habló.

—No sé si entendí bien pero, ¿descubriste que tienes otra familia gracias a que el chico nuevo te contó de un secreto, el cuál no nos dirás pero que tuvo sentido para ti, y tienes la teoría de que el hombre cuarentón al que conociste en línea y con el que has estado saliendo podría ser en realidad tu padre y todo se resolverá si consigues hablar con el supuesto doctor Kujo que se presentará justamente hoy, ah, y también el que te llames GioGio es como una maldición ya que toda tu familia se llama Jojo? —resumió Narancia en segundos lo que a Giorno le había costado minutos completos explicar.

—¿Entonces solo nos invitaste aquí cómo una tapadera para tu padre? —agregó la pelirrosa. —Eso no es muy lindo de tu parte Gio —era la que más se sentía ofendida de todos ellos.

—No deberías sorprenderte, a mí me usó de tapadera mientras salía con otro hombre, ¿Crees que saberlo me hizo feliz? —Mista y Trish intercambiaron una pequeña lucha de miradas. Claro que la pelirrosa todavía tenía resentimientos por el de la gorra, pero al final solo suspiraron y miraron a otro lado.

—En fin, Josuke, dijiste que me presentarías al Dr. Kujo, ¿Crees que pueda ser antes de la presentación? Preferiblemente en un lugar privado —preguntó el rubio regresando al tema principal. —Puedo apostar que mi padre me dirá que nos vayamos mucho antes de que termine el evento, y tampoco quiero encontrarme con el señor Jonathan sabiendo que mi padre está aquí.

—Claro, de hecho, puedo llevarte con él ahora, fue a comprarse un café y seguro que algún grupo de admiradores ya le estarán rodeando por ahí —su cuerpo se congeló en un momento. No bastó más de unos segundos para que la realización llegara de golpe.

—¿Café...? —si no mal recuerda, su padre dijo que estaría donde los alimentos… —Oh diablos, diablos, diablos, diablos. ¡No puede ser! —tomó de los hombros a Josuke y lo agitó desesperadamente —¡Mi padre está ahí!

En ese mismo momento, un rubio dejaba caer su vaso de café al suelo. Un puño se había estrellado directo contra su cara.

—Maldito bastardo... ¡Dio! —una figura llamó su nombre y la gente miró con horror lo que pasaba.

—Ho ho, así que te acercas a mí —el rubio se limpió la sangre que repentinamente goteó en su labio roto. —Armando un escándalo en público, no has dejado de ser el mismo mocoso impulsivo de diecisiete años.

Los dos hombres se miraron, una furia recorriendo en la mirada de cada uno. Una chispa de odio que no se había visto desde hace tiempo.

Habían vuelto a encontrarse.

Notes:

Uuuuuy, a partir de aquí comenzará una de mis partes favoritas de la historia, cada vez estamos más cerca de la revelación y yo estoy emocionada x)

¿Qué problemas creen que se atraviesen ahora que Jotaro ha entrado en el camino? Los leo <3

Chapter 13: Capítulo 13

Summary:

Cuando pensó que la situación no podía empeorar, lo hace.

Ahora Giorno se encuentra en una situación donde la única opción que tiene es confrontar al biólogo marino, Jotaro Kujo, directamente. Pero no todo sale como hubiera esperado.

Giorno tendrá que comenzar una carrera contra el tiempo a partir de ahora.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- XIII -

Su nombre es... Jotaro Kujo
(Parte 2)

—¡Doctor Kujo! ¿Cuál es el problema? —un par de guardias se acercaron rápidamente para ver la situación.

—No es nada, solo un encuentro desagradable. Por favor discúlpenos —dicho esto tomó al rubio del hombro y le dio un ligero empujón. —Llevemos esta conversación a otro lugar

Dio sonrió con malicia. Una parte de él quería regresarle el golpe con el doble de su fuerza. Pero tenía razón, no debían armar un escándalo en este momento.

Con total tranquilidad le siguió. Parte de sí con una ira hirviendo en su sistema. El odio era mutuo.

—Atacándome en el momento en que me has visto, ¿No puedes ser más civilizado? —consigue hablar cuando han llegado a una parte con menos público.

—No con alguien cuyo rostro me hace querer vomitar —soltó en respuesta el biólogo con un tono de desagrado en su voz. Realmente no esperaba encontrarse a Dio aquí, fue más que una maldita coincidencia.

—Debiste haber aprendido de Jonathan, al menos él si daba buenos golpes —Jotaro chistó y decidió no responder a aquel comentario. Si bien lo que más quería en ese momento era destruírle la cara a ese bastardo, todavía puede aprovechar la situación y descubrir de una vez por todas lo que está sucediendo.

Yare Yare Daze, vayamos al punto —el hombre alto se acomodó la gorra y sacó una fotografía de su bolsillo. —Este niño, Giorno, no, Haruno Shiobana ¿Te suena el nombre?

Dio de inmediato se puso en alerta en cuanto escuchó ese nombre, tomando la foto que sostenía el biólogo con un rostro completamente petrificado. ¿Cómo es que Jotaro lo sabía?

—¿Cómo demonios conseguiste esta foto? —preguntó con un tono de voz más que siniestro. El de la gorra solo pudo suspirar mientras se apoyaba en la pared.

—Él es tu hijo, ¿o me equivoco? Dio —soltó seco el de la gorra, un tic nervioso se mostró en la ceja del rubio. Esto no podía estar sucediendo.

—Ajá ¿Y tienes algún problema con eso? —relajado, no hay por qué exaltarse.

—Sí, Ese mocoso es un problema —el rubio arquea una ceja en duda, no queriendo escuchar lo que sigue a esta conversación. —Tu hijo se ha estado metiendo con la familia Joestar y eso no lo voy a permitir —entonces eso fue el balde de agua fría que rompió con el calor creciente de ira. Esta no era una acusación que esperara.

—¿Mi hijo... qué? —¿Escuchó bien? SU hijo se había metido con...

—Acabo de decirlo, no lo voy a repetir. Quiero que controles a tu mocoso.

—No sé de qué mierda estás hablando —ese Haruno, tiene una muy larga explicación que darle una vez que vuelvan a casa.

—Escucha bien, no sé en qué estés pensando o si quieres algo de nosotros, tampoco me interesa si eres consciente de lo que haga tu hijo. Si le vuelves a dar problemas a Jonathan-

—Espera, Jotaro —interrumpió de repente el rubio alzando un poco la voz. —Te estás confundiendo. Lo que menos deseo es volver a saber de ti o de los malditos Joestars. Por algo hice caso a tu tan “amable” petición y me fui de Londres.

—Cumpliste tu palabra y aun así sigo encontrando tu molesto rostro en todos los lugares a los que voy.

Porque de alguna forma u otra, parecía casualidad del destino que a todo lugar al que Jotaro iba, la maldita cara de Dio siempre tenía que estar ahí. Japón, Florida, El Cairo, ahora sucede otra vez en Italia, ya está comenzando a hartarle.

—No voy a estar viajando a cada país como un fugitivo solo para librarme de ti, no es como si les tuviera miedo. Haruno no tiene por qué huir de ustedes cuando no los conoce—enfrentó nuevamente el rubio.Está cansado de esto.

—Entonces dile a tu hijo que deje de meterse con nosotros. No quiero que afectes a Jonathan como lo hiciste en el pasado —esto último lo dijo en un tono algo amargo. El Brando desvió la mirada al igual.

Hubo un silencio de unos segundos, había algo en esa oración que hizo a ambos callar. Pero al final Dio solo suspiró y se negó a sí mismo esos pensamientos inútiles que querían volver, en su lugar decidió continuar con una respuesta más calmada.

—Él me hizo traerlo al acuario porque quería conocerte. Mi hijo admira a los grandes biólogos. Creo que ni siquiera tiene idea de quiénes son ustedes —confesó soltando un suspiro cansado. —¿Puedes al menos fingir que no nos conoces? No quiero arruinarle este viaje con sus amigos.

Jotaro le miró con desconcierto. ¿Que su hijo no los conoce?

Se dio cuenta entonces de que tal vez ese mocoso estaba actuando por un interés propio, algo que ni su propio padre sabía.

Esta conferencia… Fue Jonathan quien le dijo a ese chico que estaría ahí. ¿Por qué ese mocoso aceptaría venir si no fuera consciente de la disputa que hay entre su padre y los Joestars? Tal vez el objetivo no era Jonathan. Entonces solo podía ser…

Ese niño quería hablar con él.

—Bien —aceptó el de la gorra. Pero seguía pensando en el asunto y ahora no estaba tranquilo. —Solo una última cosa —Jotaro se preguntó si era buena idea decirle al rubio que Jonathan estaba en la ciudad también. No quiere hacerlo, Jonathan podría buscar a Dio o viceversa.

—¿Qué? —no. Se retracta Jotaro. Jonathan no debe saber esto. Si Dio no lo sabe entonces no hay por qué mencionarlo.

—Quiero hablar con tu hijo —y si Dio no tiene idea de lo que pasa entonces lo mejor será confrontar al mocoso directamente.

—¡Por todos los cielos, Josuke! ¿Qué haré si mi padre y tu tío se encuentran? ¡Tú dijiste que ellos ya se conocían! —por su lado, el rubio menor sudaba en frío. Esto no le podía estar pasando, sabía que era una pésima idea.

—No creo que Jotaro-san sea capaz de causar un escándalo justo hoy. Solo faltan minutos para su charla. Seguro ignorará eso.

El chico soltó un suspiro pesado. Pensó en hacerle caso a su amigo y calmarse.

Decidió abrir su teléfono para ver si no tenía algún mensaje de su padre. Si de verdad se encuentra con el Dr. Kujo entonces es posible que le llame para decirle que se irán. Pero no encontró nada, en su lugar se sorprendió un poco al encontrar mensajes del señor Jonathan.

|| Lo siento mucho, Giorno. Tuve un pequeño incidente en el camino y creo que no podré llegar. Lamento si te hice venir en vano.

Más que decepcionarle eso lo alivió en gran medida. Exhaló largo para relajarse, luego comenzó a responder.

|| No hay problema, vine con unos amigos, nos estamos divirtiendo.

|| Por favor tenga cuidado, escuché que las cosas están un poco agitadas por allá.

|| Gracias, no olvides tomar fotos de mi parte ;)

|| Tal vez la siguiente semana podamos volver a reunirnos para tomar un café

|| Me encantaría

Sonrió ante la invitación del señor Joestar, y sin darse cuenta una mirada celosa había por detrás.

—¿Seguros que sí es su padre? Porque sonríe como si recibiera un mensaje de su sugar —Trish miró de mala gana al de gorra y no ocultó su molestia.

—Incluso si no lo fuera ese hombre es más decente que otros a quienes conozco —Mista chistó cruzándose de brazos.

—Chicos, no armen una escena —susurró Fugo a lo bajo mientras se colocaba entre esos dos.

—¿Y sí mejor vamos por un helado antes del show? El helado siempre es bueno para calmar cualquier problema —sugirió el más bajito del grupo.

—Narancia, por una vez estoy de acuerdo contigo —sonrió Fugo. —¿Qué dicen chicos? ¿Vamos? —Trish y Mista se lanzaron la misma mirada molesta, pero al final ambos decidieron dejarlo, no valía la pena discutir en este momento.

—¿Qué hay de Gio? —pregunta la pelirrosa.

—Dejemos que siga con sus revueltos familiares. Nosotros venimos a divertirnos. Ninguno va a decirme que no esta vez —y así es como el rubio terminó llevándose al grupo de amigos.

—En este momento no tienes que preocuparte, hay mucha gente hoy, y el evento no empieza hasta más al rato. ¿Por qué no mejor seguimos a tus amigos y te relajas un rato? —Josuke tomó a Giorno de la mano y éste asintió guardando su teléfono.

Aún así todavía no puede estar tranquilo.

Jotaro era un hombre bastante reservado. Pocas veces se le había escuchado dar una conferencia. Sin embargo, esta vez lo aceptó, fue más debido a la oferta de su trabajo a cambio de mover algunas de sus investigaciones a Italia. Jotaro lo solicitó con el objetivo de poder reunirse con su familia para la boda de su primo.

Pese a que había algunas cosas que distraían su mente en ese momento, pudo llevar a cabo la conferencia sin ningún problema. Parte de ello fue gracias a dos de sus nuevos asistentes, Squalo y Tiziano, un gran dúo si debía opinar.

En el público notó todo tipo de personas. Desde reporteros que buscaban capturar ciertos momentos hasta personas que ni siquiera entendían una palabra de lo que decía. Aunque se explicó que la charla sería en inglés, se tomaría una grabación subtitulada para ser transmitida en el canal de vida marina.

Entre el público logró distinguir al joven de la fotografía. Haruno Shiobana... Apenas había descubierto de él hace tan solo un par de días cuando recibió una llamada de Joseph.

—¿Estás seguro de que no te has confundido? —Joseph le había llamado por un supuesto problema. Cuando le dijo que podría ser sobre Jonathan decidió reunirse de inmediato con el hombre.

—Sé lo que estoy viendo Jotaro. ¿No te parece extraño? Jiji de repente empieza a tener encuentros con un desconocido de veintitantos años y luego me encuentro con que ese desconocido ha estado viniendo a mi casa y además se está reuniendo con mi hijo. Ya ni siquiera entiendo cuál es la verdadera edad de ese muchacho. Yo no creo siquiera que sea un adulto. ¡Debe ser un impostor!

Esa era la situación que le había descrito Joseph a su primo. Y parecía mucho como algo incoherente. ¿Jonathan repentinamente saliendo con alguien mucho menor que él?

—Suena a que se trata de un mocoso que se hace pasar por alguien mayor para sacarle dinero del bolsillo —¿Jonathan podía siquiera ser tan ingenuo? Su primo ya debería saber si la persona con la que sale es un estafador.

—Eso no es todo Jotaro. Casi creo que hay otra razón por la que Jiji sale con él —el castaño buscó algo en su teléfono y luego mostró la foto que tenía. —Ese muchacho es idéntico a Dio.

La expresión de Jotaro en ese momento solo comenzó a oscurecerse.

—Dio...

Luego de hacer una rápida investigación con ayuda de Speedwagon, quien al parecer ya había estado en lo mismo, descubrió que ese mocoso no solo era parecido a Dio. Sino que además era el hijo de ese bastardo.

¿Qué diablos estaba pensando Jonathan? ¡Ese niño es una copia exacta de Dio! ¿Siquiera sabe Jonathan que Dio tiene un hijo? ¿Hijo de quién?

Había una muy grande incógnita y es que mientras investigaba sobre el muchacho se descubrió que el joven no tenía registrado el nombre de una madre. Más bien, Dio Brando fue quien dio a luz a ese niño.Ni siquiera tenía idea de que ese sujeto fuera un doncel o algo similar.

Era un detalle sin relevancia, pero que le causaba extraña incertidumbre.

—Por último, si existen preguntas pueden hacerlas levantando la mano ordenadamente por favor.

La conferencia terminaba con las preguntas del público. Algunos iban más enfocados en los temas tratados, mientras que otros preguntaban por temas ajenos e infantiles como su opinión del incremento de los desechos que se lanzan al mar.

—Sr. Kujo, ¿Cuál fue su inspiración para convertirse en Biólogo? —y entonces llegó la pregunta del joven rubio que miraba desde atrás.

Levantó una ceja por el pedazo de pregunta infantil que parecía hecha por un niño de primaria. Pero simplemente le miró con calma y contestó a la pregunta con una respuesta sencilla.

—Debo decir que el océano siempre me ha parecido interesante. Encuentro una gran tranquilidad en él y quería trabajar lo más cercano posible. Fue una simple corazonada, pero pude dedicarme a esto y amo mi trabajo —la sonrisa que recibió del chico rubio fue algo que le hizo entender entonces a lo que Dio se refería.

El muchacho realmente estaba interesado en el tema. Podía notarlo con el brillo en su mirada durante las dos horas de charla. No perdió el interés en ningún momento.

—Siguiente pregunta —y así continuó. El muchacho no se apartó aun sabiendo que lo que venían solo eran más preguntas y un cierre.

Se encontró recargado en la pared trasera mientras esperaba a que el público terminara por irse. No perdió en la mirada al chico, y una vez que vio el lugar más despejado se acercó para terminar con esto de una vez por todas.

—Haruno, ¿cierto?

—¡Jotaro-san estuvo genial! ¿No lo crees? —los dos chicos hablaban animados mientras compartían un plato de papas después de la charla.

—Te envidio Josuke, tu familia es increíble —estuvo de acuerdo el rubio.

—Nuestra GioGio —su amigo le guiñó el ojo y luego ambos rieron.

Giorno estaba por llevarse otra papa a la boca cuando sintió un toque detrás de él seguido de la voz que había escuchado llamar su nombre recién.

—¡Jotaro-san! —Josuke casi se cae de espaldas por la sorpresa. Lució lo suficientemente nervioso como para delatarse a sí mismo.

—Josuke, quiero que ustedes dos vengan conmigo.

El rubio tragó nervioso. ¿En qué momento supo su nombre? No había escuchado mal. Le llamó Haruno. A nadie de la familia Joestar le ha dado ese nombre, solo Josuke sabe de ello. ¿Entonces cómo-?

—Hablé con tu padre —soltó de repente el mayor. Se habían detenido en lo que parecía ser un área privada, estaba despejada.

—Lo siento señor, no entiendo exactamente —no, claro que había pensado en ello. Pero no esperaba que supiera su identidad. No solo conoce su nombre real, también sabe que él es hijo de Dio Brando.

—Le pedí a tu padre hablar contigo en privado. Fue demasiado molesto, tuve que pedirle a seguridad que no le dejaran ingresar al acuario durante la conferencia.

Giorno sintió que podía escuchar las miles de maldiciones que estarían saliendo de la boca de su padre más tarde. Ahora estaba seguro de que ya no podría inventar excusas.

—¿Por qué querría hablar conmigo, Dr. Kujo? —y pareció que su pregunta inocente solo oscureció la mirada en el hombre.

—Joseph tiene razón, eres idéntico a él —el rubio sintió su cuerpo tensarse. Ese tono de voz tan frío y serio sin duda era de alguien que puede asesinarte. —No tienes que mentir conmigo. A diferencia de ese par de hermanos Joestar yo no soy tan estúpido cómo para no reconocer una cara doble cuando la veo —¿Acaba de llamarlo hipócrita? No sabe por qué, pero eso realmente le hizo molestar.

—Vayamos directo al grano entonces, Dr. Kujo —esta vez alzó la voz colocando una postura más segura y obstinada. —¿Qué le interesa saber de mí? —el hombre mayor soltó un suspiro y se acomodó el sombrero. Con que el chico realmente quiere mostrar la cara después de todo.

—Busco saber tus intenciones con Jonathan Joestar. Seguro ya sabes que esto se trata demifamilia —fue ahora que la mirada se dirigió al chico del Pompadour quien solo silbó y desvió la mirada a otro lado.

—¿Así que ya lo sabe eh? —preguntó Giorno con calma mientras imitaba su mejor amiga y se observaba las uñas. La verdad no pudo verse más engreído en ese momento, pero se convenció así mismo de que no debía bajar la guardia ahora. No debe mostrar flaqueza, mucho menos con un hombre que parece haberlo investigado.—No sé cómo averiguó mis datos y pienso que no debería inmiscuír en la vida privada de otros.

—No intentes actuar conmigo mocoso. Quiero que me digas la verdad. No sabes con quienes te estás metiendo —Giorno sonrió en su lugar.

—¿La verdad, eh? Si quiere la verdad entonces tiene que estar listo para escucharla —Josuke tenía un mal presentimiento de todo esto. —Aunque no lo parezca señor, su familia tiene mucho que ver conmigo —y fue ahí que el chico comenzó a desabrochar los primeros botones de su camisa. —La verdad es algo que yo también he estado buscando. Esperaba que usted pudiera ayudar —susurró a lo bajo. El plan inicial era hacer esto de la forma calmada, conseguir hablar con el adulto antes de que su padre se enterara. Pero ya las cosas se complicaron demasiado —Señor Kujo, creo que yo también soy un Joestar.

—¡G-Giorno! ¡No es el momento! —gritó Josuke intentando detener al rubio en cuanto se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Pero entonces la mano del mayor alejó la del muchacho y esa estrella fue visible ante sus ojos.

Fue un segundo en el que el tiempo pareció congelarse. Josuke mordiendo su labio inferior sintiendo que quería irse. Giorno solo apretaba con fuerza la tela de su camisa intentando no perder el valor.

—Esa marca... —Jotaro habló con una voz más que helada, su expresión había cambiado a una bastante sombría.

—Sí. Yo también tengo esta marca. La marca de su familia. ¡Y Jonathan Joestar podría ser en realidad mi padre biológico! —soltó todo en voz alta como si ya no le importara nada. Podía sentir la mirada asesina sobre su cuerpo. Un fuego mortal que se había encendido en la mirada del biólogo.

—Jotaro-san, no lo hagas —susurró Josuke con la voz temblorosa. Jotaro apretaba los puños con tal fuerza que sus nudillos se volvían blancos.

—Ese maldito bastardo —y dijo el nombre con tal ira escupida que Josuke también tembló. —Voy a matarlo —el pánico vino en Josuke y rápidamente tomó a Jotaro del brazo inpidiéndole continuar.

—Jotaro-san, no se precipite. La prensa y los reporteros aún están fuera. Hacer algo afectará la reputación del acuario y del equipo de investigación —habló rápido sintiéndo el sudor bajar por su frente, el hombre apenas escuchaba. Casi podías ver las venas resaltando en su rostro.

—¡Tú, maldito mocoso! Más te vale explicarte ahora—el rubio dio un salto hacia atrás cuando escuchó al hombre. Tenía miedo.

Pero Giorno ya no podía quedarse callado. Si iba a decir algo entonces debía ser ahora.

—Verá señor Kujo. Sospechaba que mi padre podría haber estado relacionado con el señor Jonathan de alguna forma. Pero solo fue hasta que conocí a Josuke que descubrí que la posibilidad de que él fuera mi padre era demasiado alta, así que decidí investigar por mi cuenta. Usted ya debería saberlo, pero Jonathan Joestar tuvo una relación con mi padre hace diecisiete años. Lo único que buscaba descubrir era la verdad.

Soltó todo tan rápido que apenas y podía respirar. No sabía que le estaba faltando el aire hasta que comenzó a marearse e hizo una pausa.

—Y solo esperaba que alguien de la familia pudiera ayudarme, alguien que conociera lo que de verdad pasó con mis padres, conmigo... ¡¿Por qué nunca me dijeron la verdad?!

El mayor estaba enojado, tal que tuvo que golpear la pared antes de dirigirse a alguno de los dos estudiantes. Los dos chicos dieron un pequeño salto por el repentino susto y solo pudieron ver cómo había quedado el golpe marcado en el muro cuando el puño se alejó de la pared.Santa mierda.

Jotaro suspiró intentando calmarse. Sus nudillos sangraron, pero eso no importó. Necesitaba asesinar al maldito bastardo de Dio.

—¿Quién más lo sabe? —preguntó a los dos jóvenes que ahora le miraban asustados. Para este punto ya se les había ido el color del rostro a ambos.

—A parte de usted y Josuke, no hay nadie más. ¡Ni siquiera mi padre lo sabe! —hasta hoy claro. Porque después de un encuentro así no sabe con qué se encontrará llegando a casa.

—Pues eso acaba aquí porque tendré que tomar medidas, niño —el joven abrió los ojos con terror esta vez.No...

—¡E-Espere! No lo tengo confirmado todavía. No hay que tomar medidas tan desesperadas, yo-

—Esa estrella en tu hombro me lo confirma.Eres un Joestar.Y a menos que el idiota de Joseph se haya acostado con tu maldito padre entonces eres hijo de Jonathan —la voz del hombre salía con filo. Giorno estaba seguro de que la había cagado ahora.

—No puede decírselo al señor Jonathan, al menos no hasta que pueda contárselo yo mismo —una parte de él no quería imaginar no volver a ver al hombre de nuevo. Si el señor Jonathan es su otro padre entonces quiere tenerlo en su vida. Y no puede ser que todo se arruine ahora.

—Bien, se lo dirás túentonces —Giorno se tensó de repente.No podía hablar enserio...—Tienes una semana en lo que consigo averiguar si tu origen es verdadero. Tendré que pedirte una prueba de ADN. Y también tendré que hacerle una visita a tu padre.

Diablos... Esto era muy enserio.

El silencio en el auto se hizo notar. Mientras que los chicos hablaban detrás en el auto sobre cómo había estado el día o si los pingüinos eran mejor que los delfines, la parte de adelante estaba en una tensión umbral entre padre e hijo.

Llegaron a casa luego de dejar a sus amigos en la estación. Giorno nunca se había sentido más temeroso en su vida. Ni nunca se sintió tampoco tan cerca de la muerte como en esta tarde.

—Haruno Shiobana Brando. Creo que hay algo que necesitas explicarme —su padre se recargó contra la pared y lo miró directamente, ni siquiera dándole tiempo de respirar. El chico tragó en seco. —¿Por qué, de todas las personas, Jotaro Kujo pediría hablar contigo hoy? Además de que no solo sabe de tu existencia, sino que me confiesa que te has estado involucrando consufamilia. ¿Hay algo de lo que me he perdido, Haruno? —Mierda, mencionó su nombre una segunda vez.

Giorno ya no sabía cómo salir de esta situación. Miles de respuestas pasaron en su cabeza, pero cada una llevaría a más preguntas acusatorias de su padre. Sabe que ha cabado su propia tumba.

—Yo no sabía que tú y esa familia se odiaran mutuamente, padre —fue lo que comentó, y no pudo pasar por alto la ira que desbordaba en los ojos de su padre. Casi igual a como lo vio en el señor Jotaro. Pero todo su miedo ya se había drenado luego de su experiencia con ese hombre.

Giorno solo pudo suspirar y hacer lo que hizo la última vez. Decir las verdades a medias y que suene creíble.

—Me hice amigo de un chico nuevo que llegó a la escuela por medio de intercambio, se llama Josuke, a veces estudio con él por las tardes cuando no estoy con Mista. Me ha invitado a su casa un par de veces para trabajar en proyectos o solo jugar videojuegos.

Comenzó a contar, las palabras saliendo algo más rápidas de lo que quería, pero es que estaba nervioso, su padre seguía dirigiéndole la misma mirada y no flaqueaba.

—Entonces la última vez, cuando yo ya me iba de su casa, fue que me encontré con su padre, el señor Joseph Joestar. Y cuando me vio quizá él pensó que me parecía mucho a ti porque pareció reconocerme y me miró como alguien ve a un fantasma. Yo no sabía por qué había sido y no esperaba que me investigaran en lo absoluto después de ese día.

Al menos esta vez su historia tenía más verdad que mentira. Y también dándose cuenta en dónde fue que cometió el error. Fue muy descuidado, no debió haber revelado su identidad por un tropiezo tan estúpido. Incluso utilizó el nombre Giovanna con el señor Zeppeli.

—¿Joseph Joestar tiene un hijo? —preguntó su padre, Giorno asintió. El adulto parecía estar pensando un poco en las palabras que le había dicho su hijo. Comenzó a mirar hacia algún punto como si se hubiera enterado de algo nuevo. —Entonces, Joseph Joestar está viviendo en Italia —y con decir eso ahora era su padre quien puso una expresión totalmente diferente.

—Así es, se mudaron hace poco. Su prometido también es italiano, un hombre muy amable, rubio y con marcas en las mejillas.

—Prometido... Debe ser ese sujeto Zeppeli —escuchó decir a su padre en voz baja, casi siendo un susurro. —¿Qué hay de Jotaro? ¿Qué fue lo que te dijo? —Giorno podría jurar que nunca había visto a su padre tan desesperado.

—Me dijo que si yo era hijo tuyo dejara de meterme con su familia porque no quería saber de nuestra existencia —pensó que eso era algo que en realidad hubiera dicho el señor Kujo si no le hubiera revelado la verdad hace unas horas.

Más importante, parecía que su padre todavía no sabía del señor Jonathan. De hecho, Jotaro le dejó dicho que no dijera nada a su padre sobre Jonathan hasta que los resultados de ADN dieran positivos. Tuvo que dejarle muestras suyas para ello.

—¿Mencionó algo más? —¿Algo como la posibilidad de que su padre le haya mentido todo este tiempo sobre la muerte de su otro padre? Giorno se sentía furioso por ese hecho.

—Dijo que no había problema en que fuera amigo de Josuke en la escuela, pero que dejara de ir a la casa del señor Joseph por un tiempo, y mencionó algo como..."No creía que el bastardo de Dio tendría un hijo"—casi podía sentir que su camino al infierno estaba más y más cerca. Su padre parecía creer su historia, pero aún se notaba la duda. ¿Qué más podía decir? —¿De dónde conoces a la familia Joestar, padre?

Y ahí está, lo que buscaba, ahora era su turno de empezar con las preguntas acusatorias.

—Lo que sea que haya sido es una historia del pasado, no tiene que importarte —su padre se cruzó de brazos mientras se frotaba la sien. Pero no dejaría esto así.

—Me entró la curiosidad ya que se trata de mi amistad con Josuke y el hecho de que de repente sea botado de una familia a la que ni siquiera conozco —se hizo el ofendido esta vez, elevando un poco el tono pero sin querer demostrar tanto su molestia. Él también estaba enfadado.

—La conversación acaba aquí. Irás a tu habitación y mañana pensaré en cómo puedo transferirte a otra escuela lo más pronto posible —¡¿Qué?!

—¡¿Cómo dices?! ¡¿Transferirme?! ¡¿Volveremos a mudarnos?! —esto tomó a Giorno con la guardia baja. ¿Entonces esa era la razón? ¿No se mudaban por trabajo sino que su padre huía constantemente de esa familia?

¿Significa que es verdad? ¿Todo este tiempo le ha estado mintiendo a él? ¡¿A su propio hijo?!

—Me escuchaste Haruno. Así que ve preparando tus cosas porque a final de mes estaremos saliendo de aquí —Giorno se sintió estupefacto. Nada estaba bien ahora.

Decidió que simplemente daría la espalda y se encerraría en su habitación. Una vez solo, derramaría sus lágrimas en silencio nuevamente.

Pensaba en sus amigos, en la vida que ya había formado en Italia. Pero más importante, pensaba en las mentiras. En que realmente tenía otro padre, que al fin lo había encontrado y ahora debía alejarse de nuevo.

No es justo. ¿Por qué nunca le habían dicho la verdad? Él necesitaba, quería desenmascarar todo este teatro. No podía seguir pensando en que fingiría toda la vida no saberlo. Y el señor Jonathan debía saberlo. Él debía saber que tenía un hijo, y que ese hijo era él.

No le importaba si el señor Jonathan lo apartaba de su vida por ser un mentiroso. Solo necesitaba decirle la verdad. Tarde o temprano todo iba a salir a la luz.

Se limpió las lágrimas y en lugar de seguirse lamentando, planeó. Pensó en todo lo que haría de ahora en adelante. Y pensó en el hecho de que ahora tenía una fecha límite para hacerlo.

Tiene que hacerlo...

Notes:

¡Saludos! Aquí Flower de nuevo ^^

Vaya que este es uno de los capítulos más largos que he publicado, me he emocionado mucho queriendo contar esta parte que la verdad sentí que no podía cortarlo en dos x)

Se vienen los problemas, y ahora Giorno tendrá que jugar contra el reloj mientras busca la manera de revelar la verdad. Cada vez más cerca, ¿Creen que Giorno será capáz de conseguirlo? ¡Los leo! ;)

By~F.F

Chapter 14: Capítulo 14

Summary:

Hay veces en lo que lo único que puedes hacer, es aceptar que todavía cargas con el dolor del pasado.

Giorno se escapa de clases solo para poder hablar con Jonathan. Las cosas podrían suceder con tan solo dar un paso. Pero antes, Jonathan le cuenta de su pasado con Dio.

Él está tan cerca, ¿Debería intentarlo?

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- XIV -

Alguien a quien solía conocer

Su padre no le impidió a ir a la escuela el lunes, lo cual le alivió en gran medida considerando que todo había estado muy agitado el fin de semana. Su padre no habló más con él después de aquello. A pesar de que Giorno intentó sacarle información sobre por qué sucedió lo que sucedió, parecía que no quería soltar más información de la necesaria a su hijo.

|| Señor Jonathan, me gustaría hablar con usted si tuviera la oportunidad, es algo muy importante.

Mandó un mensaje esa misma mañana. Y haría algo que no había hecho antes. Saltarse clases.

Giorno no es un chico irresponsable, al menos no en el tema de sus estudios, pero su padre le advirtió que desde entonces regresaría a casa al terminar la escuela y mediría sus horarios más estrictamente. También le dijo que debería dejar de salir con Mista sin su permiso a partir de ahora.

Después del receso tenía 3 horas más de clases. Tiempo suficiente para irse, regresar y cambiarse antes de que su padre fuera a recogerle.

—Cielos, no puedo creer que realmente harás esto —Josuke sujetaba la mochila del chico mientras este se cambiaba la ropa en los baños.

—Ya soborné al guardia, no hay problema —y cuando el rubio salió listo con su nueva vestimenta, Josuke le vio sacar un estuche de maquillaje a la vez que tomaba otros accesorios de la mochila.

—¿Es necesario eso? —no quisiera decir la palabra, pero el rubio parecía bastante descarado, colocándose maquillaje para verse mayor y además sobornando a una autoridad.

Lo peor es que funcionaba, Giorno sí podía pasar como un adulto joven si se lo proponía. Aunque es de esperarse, su papá le ha dicho que los Joestars también suelen crecer más rápido que lo usual. Un gran ejemplo es su tío Jotaro o el tío Jonathan. Llegó a ver las fotos de cuando ellos eran jóvenes. Sí era sorprendente.

—Ya está. Te encargo mi mochila, ya sabes dónde encontrarnos más tarde —tal vez el rubio podía decir que se sentía culpable por hacer de Josuke su cómplice, pero no es así.

Josuke también la había tenido mal el fin de semana. Aunque su padre, el señor Joseph, todavía no lo sabía, tuvo que arreglárselas con Jotaro.

Gracias a Josuke consiguió mantener el secreto un poco más, Jotaro aún no hablaría con su padre, al menos no hasta la entrega de los resultados de ADN. Lo cual le daba unas dos a tres semanas mínimo. Tiempo suficiente mientras su padre se ponía paranoico con eso de la mudanza.

Citó al señor Jonathan en el mismo lugar de siempre. Tomó el autobús ya que seguía quedando algo lejos de la escuela. No tenía pensado exactamente las palabras que quería decir, pero solo dejaría que la conversación fluyera esperando que todo resultara bien.

Se preguntó muchas cosas todo este tiempo, como si el señor Jonathan lo aceptaría o no. O si una vez que le dijera quién es realmente lo apartaría de su vida para siempre.

Apenas habían pasado tres meses... Tres meses en los que se encariñó del Joestar. Tres meses en los que pudo conocer a su papá, enamorarse de la personalidad tan cálida del hombre y disfrutar de esas tardes estudiando en la biblioteca.

Y se siente como si se hubiera acercado a él lo suficiente como para no querer separarse.

Se sintió nervioso. Bastante de hecho. Y es que tenía que ir formando una conexión más cercana a partir de ahora. Si las cosas salían bien tal vez sería perdonado. Un hombre no saldría con un joven si no tuviera cierto cariño fraternal, ¿cierto?

—Giorno, ¿Qué sucede? —la figura del hombre hizo su presencia frente a él y tuvo que tragarse su inseguridad en ese momento.

—Señor Jonathan. Ordenemos algo y luego hablemos por favor.

El chico miraba atento al hombre. Siguiendo sus rasgos y líneas en su rostro. Una parte de él sintió que esta vez estaba viendo a alguien completamente diferente. Todo este tiempo estuvo viendo al hombre como alguien admirable. Pero ahora no podía no notar las comparaciones. Su mirada, la forma de su rostro, su forma de son

—¿Cómo ha ido su semana, señor Jonathan? —preguntó por costumbre, sus conversaciones casi siempre empezando igual.

—Bastante tranquilo, un poco pesado con las investigaciones de campo, pero está bien —y el mayor siempre respondería con algo de su trabajo como ya era habitual. Le hablaría a Giorno de algún par de cosas de la excavación que están realizando al Sur y luego divagaría un poco entre su pasión por el tema.

Giorno observaba en tranquilo silencio, dando también algunas respuestas cortas a la conversación. La verdad es que hoy no estaba con el ánimo para hablar, sentía un malestar muy grande en el estómago, era solo la culpabilidad y el estrés acumulado.

—¿Qué hay de ti, Giorno? ¿Cómo van tus estudios? —pregunta luego el hombre. Tiene que fingir su mejor cara aún si casi quiere llorar.

—Bastante bien, he mejorado mis notas, todo gracias a usted —eso no es una mentira, y desearía no seguir diciendo más. Cada cosa que le recuerda que herirá al hombre más tarde es una daga directo a su pecho.

Él es su padre… Es el papá que ha estado buscando todo este tiempo y está aquí, frente a él. Está vivo y de verdad no es un sueño. ¿Por qué Dio Brando crearía una mentira tan cruel?

—Señor Jonathan —tuvo que darse el valor ahora, conteniendo un suspiro nervioso en su garganta. —Hay algo que ha estado en mi mente últimamente, una pequeña inseguridad que me ha dejado pensando durante horas por la noche —el hombre dejó su café a un lado y miró al joven atento. Prestando atención luego de notar que algo ciertamente estaba molestando en los pensamientos al muchacho. Su rostro lo decía todo. —Verá, desde que lo conocí usted ha estado hablando bastante de una persona. Y con lo que pasó la última vez no pude evitar cuestionarme al respecto.

Jonathan curvó ligeramente sus labios en una mueca al escuchar nuevamente el tema, y esto Giorno lo notó.

—Oh, te pido una disculpa, la otra vez realmente actué de forma grosera. Es mi culpa por ello —dios no, eso no es a lo que quiere llegar. No quiere recibir disculpas de alguien que no tuvo la culpa de causar un escándalo.

—No se preocupe señor Jonathan. Yo también quería comentar al respecto. Es solo que —tiene que decirlo... —conozco a Dio Brando. —y lo dijo. De verdad lo dijo.

El mayor soltó un suspiro pesado antes de encogerse en su lugar. Casi como si su silencio dijera un “lo suponía”.

—Y de alguna forma no pude evitar preguntarme si usted salía conmigo porque tal vez me veía muy similar a él —de hecho, no, nunca lo pensó. Pero ahora sonaba creíble. Aceptar la solicitud de alguien solo porque se parecía mucho a su primer amor. Suena perturbador.

—No, en lo absoluto Giorno —el mayor también pareció ponerse a la defensiva.

Jonathan no salía con Giorno pensando en una especie de reemplazo. No lo hacía… Pero sí es verdad que no puede negar que más de una vez pensó en ello, en las palabras que le dijo Speedwagon, las constantes preguntas y acusaciones que su amigo le decía sobre no ver la imagen de Dio en este muchacho.

—Debo decir que al inicio me sorprendió demasiado el gran parecido, yo… bueno, estaba borracho cuando acepté esa solicitud —confesó el mayor con algo de pesar. No volvería a meter su perfil en un sitio de citas sin estar sobrio al menos. —Y en realidad, pensaba rechazar tu propuesta justo por ello mismo. No quería ver a alguien que me recordara tanto a él —suspiró el Joestar dándose cuenta de lo terrible que estaban saliendo sus palabras. Giorno también hizo una pequeña mueca en disgusto, eso sin duda sonaba un poco ofensivo.

—¿Y por qué no me lo diría? ¿Todo este tiempo le he recordado yo a él? ¿Soy acaso en su mente un reemplazo de Dio Brando? —tuvo que preguntar, porque si es así entonces eso le decepciona.

—No, no es así —respondió el hombre y Giorno pudo sentirse aliviado porque si la respuesta hubiera sido afirmativa no hubiera sabido qué más responder. —Al inicio quería convencerme de que no estaba viendo en ti su imagen, y solo bastó el primer encuentro para darme cuenta de que no eras como él. Al conocerte pude ver que las apariencias no son siempre lo que uno cree. Me pareces un gran muchacho Giorno, tú no eres como él, no eres como Dio. Eres mejor, Giorno, un muchacho especial —el rubio se sintió casi sonrojar por el halago. Formando un “Oh” en sus labios. Pero…

—¿A qué se refiere con diferente exactamente? —tal vez él no es exactamente igual a como su padre, pero las personas solían decirle que él era una copia casi idéntica a su padre, incluso el señor Kujo se lo dijo. El que ahora le dijeran que era muy diferente era algo nuevo. Y de alguna forma se sentía bien. Sí, él no quiere ser nunca una copia de su padre.

—Verás, Dio era una persona llena de espinas, lo que la gente llamaría un lobo en piel de cordero. Él era un completo mentiroso, alguien que sabía muy bien jugar sus máscaras —la descripción cayó en él como una daga directa y luego escuchó una risa ligera. —No creo que tú fueras alguien que inventaría unas mentiras tan desagradables —él también intentó reír, pero por dentro se sintió culpable. Él también era un mentiroso. Un “lobo en piel de cordero”, porque todo este tiempo lo único que ha hecho es engañar, fingir ser alguien que no es…

—No soy completamente inocente Señor jonathan. Yo también he mentido muchas veces —admitió desviando la mirada a la mesa, tal vez soltando un poco de temblor en su voz. Pero el hombre no se inmutó, no dejó de mirarle con esa calidez característica en su rostro.

—Todos mentimos alguna vez, a veces para no lastimar a otros, cualquiera tiene sus razones —dijo el Joestar. —Pero Dio… Él… Mentía solo para su propio beneficio, sin importarle si otros resultaban dañados al final —hubo una pequeña pausa, y luego la mirada en el hombre se oscureció en una sombra. —Él mintió sus verdaderos sentimientos hacia mí. Y tuve que descubrirlo por secundarios, él no tuvo el valor de decírmelo siquiera en la cara hasta que lo enfrenté y todo su teatro se derrumbó.

Wow, había algo en esa simple revelación y Giorno lo grabó en su mente. Era algo tan personal, pero estaba consiguiendo más de lo que esperaba en la historia de sus padres.

—También me molestaría mucho si alguien jugara de esa forma con mis sentimientos —y por un momento volvió a pensar en sí mismo. En su pequeño “teatro”, en lo que tendrá que enfrentar cuando revele la verdad.

—No quieras compararte con él, Giorno —dijo el Joesrtar.

Jonathan también estaba notando los pequeños cambios que había en el rostro del muchacho cuando hablaba de Dio. Y se preguntó ¿Por qué? ¿Por qué alguien como Giorno quería indagar tanto en su pasado? ¿Por qué parecía que le dolía cuando hablaba de Dio Brando?

—Por el poco tiempo en que nos hemos conocido pude notar pequeños rasgos de tu personalidad que son encantadoras. Como que a tí te gusta hablar de lo que te gusta, y también parece gustarte escuchar lo que otros tienen por decir. No eres obstinado, aceptas cuando cometes un error y te gusta mejorar constantemente.

Giorno miró de nuevo al hombre, parecía que este intentaba levantarle el ánimo. Él solo se quedó en silencio y escuchó.

—A veces te menosprecias, pero eres bastante inteligente. Tienes una muy buena intuición y hasta pareciera que planeas todo para que suceda como lo imaginaste —aunque eso podría estar en su contra más adelante... —Dio era diferente —volvió a retomar el tema. —Él siempre quería tener la atención, pero no le interesaba cuando alguien más hablaba de algo que no tuviera que ver con él. Nunca pude compartir algún tema de arqueología con él sin que comenzara a ignorarme después de cinco minutos. Además de que no dejaba de señalarme por cada pequeño detalle que no le pareciera. Regaños y críticas son algo que siempre le escucharías decir.

Todo eso sí sonaba como su padre.

—¿Y por qué querer andar con él si ese era el caso? —bueno, tal vez ahora estaba siendo bastante atrevido. Pero es que no lo entiende. Si su padre era tan malo con el Joestar ¿Por qué se lo permitió?

—Dio podía ser muchas cosas y tener tantos aspectos negativos, pero… —hubo un suspiro tan pesado y el hombre se frotó la sien sintiendo la llegada de esos recuerdos otra vez. —Pero el amor te hace alguien ciego. —y hubo un deje de tristeza en su rostro que pareció intentar borrar de inmediato. Giorno lo notó, notó el cambio brusco en el rostro de Jonathan. —Al inicio sentí que Dio aceptó mi confesión por lástima. Quiero decir, éramos amigos y tal vez, no sé, tal vez quería pensar que él sí sentía algo por mí, aunque fuera muy poco, y que esa pequeña parte fue lo que le hizo aceptar salir conmigo.

Esa pequeña parte… Una parte que él había esperado que significara un cariño más que solo compañerismo. Él creyó que realmente existía esa parte especial en Dio.

—Luego de un tiempo, mientras salíamos, pude notar una actitud en él que antes no existía. Casi puedo decir que él sonreía más, aunque no se diera cuenta —y el semblante del Joestar volvió a cambiar, queriendo reír, pero con la tristeza en sus ojos. —Me gustó esa pequeña parte de él que casi no solía mostrar. Ser la razón por la cual él pareciera sonreír y tener ese brillo especial en sus ojos. Cuando estábamos juntos llegó a verme con tanto amor que pensé que no sería una mentira.

Giorno recordó entonces la charla de la otra noche. Su padre sí sonrió al hablar de papá. Cuando mencionó el peluche y la forma en que pareció emocionarse al recordar ello. La forma en que un pequeño brillo en sus ojos hizo presencia. Antes de que volviera a tener esa mirada fingida otra vez.

—Y aunque él siempre me regañaba por todo, incluso después de que discutíamos. Él siempre me esperaba, porque yo era el primero en disculparse —su padre de verdad tenía un orgullo muy alto. —Una vez lo escuché practicar frente al espejo el cómo disculparse porque yo no había vuelto a él en dos semanas. Me sentí complacido y fui a hablarle esa misma noche. No tuve que esperar sus disculpas porque su mirada lo decía todo. Así de mágico era entenderlo.

El chico estaba sorprendido por todo. Parecía tan increíble y aun así...

¿Por qué no funcionó? ¿Por qué su padre echaría a la basura todo… eso? ¿Por qué le mentiría a un hombre tan maravilloso? ¿Por qué su padre lastimaría a Jonathan?

—Si te lo preguntas, definitivamente no había forma de que lo nuestro hubiese funcionado —¿Su rostro era obvio o le leyó la mente? —Bueno, tiempo después, cuando descubrí que Dio solo salía conmigo por mi dinero, me enteré de muchas otras cosas —eso a Giorno le dejaba un pequeño hueco en el pecho —Él hablaba a espaldas de mí soltando todo lo que pensaba, que era un inútil, un patético tonto e ingenuo que cayó con facilidad en una tonta farsa de amor —pronunció esas palabras como si le doliera en lo profundo del pecho —Cada cosa que hice por él, al final su aprecio solo era una mentira. Sus palabras de amor nunca fueron reales. Él odiaba tanto estar conmigo que terminaba metiéndose con otras personas a mis espaldas.

—¿Es enserio? —¡¿Su padre realmente hizo eso?! Le costaba creerlo. Siempre vio a su padre como alguien... bueno, al menos decente.

—Una vez que nosotros rompimos él simplemente desapareció. No volví a verlo de nuevo, ni siquiera al concluir la universidad. Y aún si todavía me sigo preguntando cosas como el qué fue de él o si ya habrá hecho alguna vida con alguien. sé que no volveré a verle —él está aquí, quisiera decirle.

—Yo... —¿Cuál era la mejor decisión? —Si usted tuviera la oportunidad de hablar con él... ¿La tomaría? —el hombre pareció verle con una sorpresa e incredulidad al mismo tiempo. No esperando escuchar esa pregunta por parte del rubio.

—Oh bueno... Es complicado... Tal vez lo haría —pareció dudar. Giorno lo interpretó como que en realidad sí lo haría.

—Lo ha intentado —más que una pregunta era una afirmación, y Giorno se dio cuenta. —Usted lo intentó volver a buscar —Giorno no se estaba dando cuenta de que tal vez su voz estaba sonando con un poco más de esperanza y emoción, tal vez porque realmente estaba dando con el clavo finalmente. El hombre en su lugar solo volvió a suspirar con pesadez.

—Tal vez fue así en su tiempo. Le busqué después de que rompimos —confesó finalmente el Joestar. —Le llamé, pero bloqueó su número, sus redes, todo contacto que tenía con él solo… como dije, desapareció. Él se fue de Londres y yo jamás volví a encontrarlo.

Este es el momento, el momento de luz verde que Giorno sabe que tiene que aprovechar. Es la señal que esperaba para saber que puede continuar con sus planes, la seguridad para dar el siguiente paso.

—Conozco a Dio Brando —volvió a repetir. Afirmando con completa firmeza —Yo sé dónde está. Y podría guiarlo hacia él si usted así me lo pidiera. —el señor Jonathan le miró con interés. Volvió a beber de su café dándose valor antes de continuar.

—No —fue solo una respuesta, y toda la emoción de Giorno se esfumó en solo un segundo. —No es que no quiera verle, pero ya no es el momento. —No es que no quisiera verle” dijo el Joestar. No es un completo No. —Creo que me bastaría con saber que él está siendo feliz ahora. No quisiera interponerme en su vida. Han sido demasiados años que ya ni podría contarlos.

A él mismo le pareció esa una pregunta interesante. ¿Su padre era feliz?

Buscó entonces en su teléfono una foto de su padre. Una que le había tomado en su trabajo una vez. Vestido de traje y con una sonrisa triunfante pintada en su rostro. Fue de cuando recién inauguraron el bufete. Su padre estaba feliz ese día.

—Dio Brando es un abogado. Ha ganado gran reconocimiento en los últimos años y ahora tiene su propio bufete —el Joestar miró con interés la fotografía. Giorno pudo notar un brillo de nostalgia en sus ojos, y sonrió por ello.

—Se ve... Bastante bien —un sonrojo ligero se pintó en las mejillas del mayor al entender sus propias palabras y luego se vio avergonzado. —Q-quiero decir, se ve diferente —se aclaró la garganta, pero no sirvió de nada, Giorno ya lo había notado.

—Señor Jonathan, podría ser que usted... —por un momento dudó en lo que iba a preguntar —¿Usted todavía tiene sentimientos por el señor Brando? —estaba listo para recibir la negativa. ¿Cómo siquiera se le ocurría hacer una pregunta así? Giorno esperó un reclamo, pero en su lugar solo vio una mirada triste en el hombre.

—No lo sé... —fue una respuesta tan corta pero que pareció decir tantas cosas.

¡Han sido 17 años! ¡¿No ha podido olvidar a una persona en 17 años?!

Y su padre era igual. Porque incluso cuando bebe él sigue repitiendo el nombre de Jojo entre sueños. Y Giorno siempre había pensado que todo se debía a la pérdida.

¿Dos personas que no se han olvidado en 17 años? Suena demasiado como una novela, parece tan poco creíble.

—Quisiera volver a preguntarle, señor Jonathan, si tuviera la oportunidad de volver a hablar con él, ¿lo haría? —la mirada de Giorno era decisiva. No sabía realmente qué buscaba conseguir, pero necesitaba saber esa respuesta.

—¡Jiji! ¿Qué es lo que sucede? Vine tan rápido como el tráfico me permitió.

Al final Giorno se fue de la cafetería cuando en su teléfono recibió una llamada y se despidió rápidamente. El joven le dijo que pensara en su respuesta. Y Jonathan no pudo evitar pensar en ello todo el camino de regreso.

Se encerró en su departamento y miró con cuidado las fotos que le había enviado Giorno.

Dio Brando estaba... Él estaba tan cerca. Tenía esa oportunidad en sus manos pero dudaba mucho que el hombre estaría feliz de verle. Por algo desapareció de su vida, ¿no es así?

Al final terminó llamando a Joseph, quien lo encontraría fumando en una nube llena de humo en su habitación.

Las manos le temblaban, su mente era un caos en ese momento. Vio como su hermano abría las ventanas con prisa y le quitaba el cigarrillo de la mano para luego aplastarlo y tirarlo al bote.

—Jonathan, ¿qué pasó para que estés así? —el mayor soltó un suspiro pesado. Seguido de ello cubrió sus ojos que amenazaban con derramar lágrimas en ese momento.

—Creo que... —su voz tembló. —Creo que encontré a Dio —y tras esa confesión el otro Joestar le miró con espanto.

Jotaro le había dicho apenas ayer que descubrió que Dio vivía en Italia. Pero ¿cómo es que Jonathan lo había encontrado?

—¿A qué te refieres Jonathan? ¿Lo viste? —y ahora la situación no podía ser más desfavorable.

—No, no. Solo... Descubrí que él todavía está, y tengo esta oportunidad de encontrarlo finalmente. No sé qué hacer, no sé siquiera por qué mi mente todavía lo está considerando. No sé qué hacer Joseph —su voz sonaba con gran desesperación. El castaño podía notarlo, haber tocado el tema de Dio seguía siendo un golpe fuerte para él.

—Pero Jiji, se supone que eso ya había quedado atrás. ¿Por qué querrías volver a ver a Dio? El traicionó tu confianza —además de causarle tremendo trauma a su hermano mayor. Odiaba a Dio por eso.

—Lo sé, pero... He pensado que si puedo hablar en una última ocasión con él puede que al fin sea capaz de cerrar este ciclo de una vez por todas —suspiró el hombre queriendo calmar su voz temblorosa. —Pero no puedo solo llegar y saludarlo como si fuéramos viejos amigos —Jonathan comenzaba a contradecirse a sí mismo.

Joseph estaba pensando en que su hermano debía visitar a su psicólogo de nuevo.

—Ya han pasado 17 años Jiji, tal vez él ya esté casado o tenga hijos —de hecho, lo tiene. Pero Jotaro no le dijo ningún detalle al respecto.

La llamada de ayer había sido muy extraña. Jotaro le había dicho algo como:

"Hay un asunto que es más importante que la aparición de Dio. En cuanto al muchacho del que me hablaste ya me estoy encargando de ello. Hay cosas sobre un posible hijo de cierta persona de las que necesito encargarme. Por el momento finge que no pasa nada, tampoco le digas a Jonathan sobre ese muchacho Giorno."

¿Algo sobre el hijo de una persona? ¿Qué tenía que ver con Dio o ese adolescente? No podía ser que esos dos fueran parientes, ¿Verdad?

—Tienes que relajarte y pensar bien en ese problema antes de tomar una decisión de la que te arrepientas —el mayor asintió y soltó otro suspiro de sus labios.

—Estoy mal, ¿No es así? —el castaño asintió, al menos su hermano podía reconocerlo.

—Nosotros estamos contigo Jonathan. Por eso soy tu hermano.

Y la familia Joestar siempre está para apoyarse los unos a los otros.

Notes:

Jonathan no puede negar que todavía tiene sentimientos por Dio cuando se supone que debió enterrarlos hace tiempo, es doloroso, ¿pero qué sería lo mejor? ¿Finalmente enfrentarlo o resignarse y olvidarlo?

El siguiente capítulo es uno de los que más me ha estado costando escribir, probablemente me tarde un poco en publicarlo, pero eso ya no es novedad x'd

By~F.F

Chapter 15: Capítulo 15

Summary:

Una historia de amor del pasado.

Notes:

Hemos llegado a la mitad de esta historia. Muchas gracias a todos los que siguen aquí y también los que estén leyendo por primera vez, sus comentarios me hacen muy feliz uwu

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Las cicatrices de tu amor me recuerdan a nosotros.
Me mantienen pensando en que casi lo teníamos todo.
Las cicatrices de tu amor me dejan sin aliento.
Y no puedo evitar sentir que pudimos haberlo tenido todo.

- XV -

Rodando en lo profundo

Jonathan solo era un chico de doce años en ese tiempo. Él siempre había crecido sin carencias ni preocupaciones por el dinero. Pero su madre y su hermano le enseñaron a vivir de una forma humilde, sin despreciar a otros, sin ser alguien arrogante y presumido, le criaron con la imagen de cómo un caballero debía ser.

Tal vez era por eso que le costaba congeniar con otros chicos de su edad. La mayoría de los niños criados en la alta clase eran justo lo que le enseñaron no ser. Aunque siempre intentaba encajar y ser amable, se daba cuenta de que en verdad no disfrutaba ese tipo de compañía, se sentía solo, abrumado por las fiestas a la que su familia regularmente asistía.

Él solo quería tener un amigo con el que pudiera estar tranquilo, alguien que no les gritara a sus sirvientes ni menospreciara a otros por su dinero.

Entonces un día él llegó a su vida.

—Este es Dio Brando, se estará quedando unos días hasta que comience el siguiente periodo de clases y pueda alojarse en los dormitorios residenciales. Tienen la misma edad, podrían intentar ser amigos.

Empezó de una forma muy simple. El señor Joestar había traído consigo uninvasoren la familia. Así es como Jonathan solía llamarle. Porque cuando Dio Brando entró a su vida, solo fue para que sus días tranquilos se convirtieran en una pesadilla.

Fueron solo un par de semanas durante las vacaciones, días en los que Jonathan intentó llevarse bien con Dio sin tener éxito. Días en los que el rubio inventaría chismes y rumores sobre él con los otros niños. Días donde Dio se haría amigo de aquellos que antes le molestaban. Días en los que su hermano mayor se marchó a la escuela militar y él se había quedado solo.

Jonathan no tenía a nadie.

Aguantó solo porque sabía que la presencia de Dio no duraría tanto tiempo. Pero se equivocó. Dio Brando entraría al mismo colegio que él. Un colegio privilegiado que estaría lleno de estudiantes de familias adineradas.

Tal vez Jonathan esperaba que Dio continuara siendo mal con él incluso en la escuela. Pero para su sorpresa, no fue así. Dio Brando intentó acercarse a él.

Jonathan no esperaba que este chico le pidiera ser su compañero. Si había trabajos a dúo haría par con Dio, si había conversaciones con otros chicos Dio de alguna forma lo arrastraría con él a esa conversación. Fue extraño para él el repentino cambio. Y por supuesto, dedujo que solo era porque Dio al ser un estudiante con la beca de una familia adinerada necesitaba contactos. Ganarse a la gente para no ser un blanco de aquellos que querrían irse contra él. Lo usaría prácticamente para su fachada.

—Tienes suficientes amigos, ¿por qué sigues eligiendo hacer los trabajos conmigo? Ni siquiera te agrado —tuvo que comentar una vez. No le molestaba, de hecho, prefería trabajar con Dio que con sus otros compañeros de clase. Pero necesitaba saberlo, Dio podía solo dejarlo y escoger otras opciones, tenía muchos amigos para eso.

—Eres el único decente en un salón lleno de idiotas. He visto cómo siempre entregas tus trabajos de forma casi excelente, pero te acobardas cada que el profesor hace una pregunta. Eso me parece algo estúpido —fue la respuesta que recibió. Dio siempre era frío y de lengua suelta, no era alguien que solía reprimir sus pensamientos sobre otros. —Ya deberías saber que yo no acepto trabajar con alguien que no esté al menos cerca de mi nivel. Supongo que tú eres la excepción, niño Joestar.

—¿Podrías dejar de decirme niño Joestar y simplemente llamarme por mi nombre? Es molesto —Dio siempre había dejado en claro que ellos no eran amigos, ni mucho menos tenían esa cercanía y confianza. Pero el hecho de que siempre le llamara "Tú" o "Niño Joestar", le hacía sentir demasiado incómodo. —Te he dicho que puedes llamarme Jojo en su lugar —y sí, a Jonathan no le agradaba en absoluto la actitud del rubio.

—¿Por qué habría de recordar tu nombre? No me interesa conocerte —fue la misma respuesta de siempre.

La verdad es que, en algún punto de la historia, Dio sí comenzó a llamarle Jojo. Tal vez fuera por la facilidad de pronunciar el apodo, o quizá solo se rindió ante las insistencias de Jonathan.

En fin, trabajaban bien como compañeros y eso era lo que importaba.No eran amigos.Sin embargo, de vez en cuando salían esas conversaciones al azar sobre algún libro al que ambos les gustaba leer, o esas tardes donde en lugar de hacer un proyecto se escaparían de los dormitorios para andar por la ciudad.No eran amigos.Pero de cierta forma comenzaron a volverse cercanos. Y Jonathan esperaba que las cosas siguieran así.

Pero entonces, llegaría el día en que ese compañero suyo se alejaría de repente. El siguiente año escolar todo pareció cambiar de nuevo.

Si Dio antes estaba en su misma clase el siguiente año entraría a otra, una para jóvenes más avanzados. Su padre estaba orgulloso de los logros de Dio. Y eso de alguna forma también le desafió a él a intentar crecer en los suyos propios, querer alcanzar a ese nivel para que su padre algún día le diera esas mismas palabras a él.

Pero aún si estudiaba e intentaba socializar más con sus compañeros, seguía sintiendo que algo faltaba. Y se reprochó a sí mismo esos pensamientos. Puede que extrañara un poco la compañía de ese chico rubio. Nada era lo mismo.

Se preguntó muchas veces cómo le estaría yendo a él. Tal vez Dio consiguió más amigos, tal vez finalmente encontró a personas que podían "estar a su nivel" como él solía decir.

Aunque no quisiera admitirlo, le había agarrado un poco de cariño.

Al crecer, todo sería diferente. Un periodo donde los chicos pasan a convertirse en adolescentes. Algunos alborotados por aquellas hormonas que les harían comenzar a fijarse en alguna que otra compañera de clases. Es ese tiempo donde se darían los primeros enamoramientos físicos más que sentimentales. Donde habría corazones rotos, pero también parejitas llenas de miel.

El chico rubio que Jonathan llegó a conocer hace tiempo había crecido. Y tan pronto como Dio Brando llegó, éste se volvería popular entre chicos y chicas. Se ganaría rápidamente la atención de muchos, y no se le haría difícil conseguir una nueva legión de seguidores. Pero Jonathan ya no entraba en su grupo de amigos. Nunca lo fueron en primer lugar.

Raro, porque habían pasado un par de años y no parecían más que solo viejos conocidos que alguna vez compartieron palabras. No sabe por qué se sentía un poco desanimado al respecto. Que al intentar saludarle solo giraba a otro lado como si fuera un cobarde.

Así que en lugar de acercarse tomó distancia. Prefirió concentrarse en su propio lado, sus propios estudios. Hace un tiempo que había trazado un deseo, aplicar a una de las mejores universidades y estudiar Arqueología. No tenía tiempo para hacer más amigos o pensar en enamoramientos, solo le bastaba la compañía de su mejor amiga Erina, y eso estaba bien.

Sin embargo, aunque Jonathan dijo que no quería distracciones, había algo que ciertamente cambió. Tal vez encontraríasupresencia muchas veces y se daría cuenta de que le seguía por detrás sin darse cuenta. Tal vez sus ojos atraparían casualmenteesafigura y se sonrojaría un par de veces al notar que es lo que está haciendo.

Jojo pensaba que solo se trataba de admiración. Sí, eso debía ser. Admiración y curiosidad por lo que había sido de su viejo compañero. Por cómo ahora parecía deslumbrar brillante entre los estudiantes. Casi como una luz en medio de tantos rostros grises.No podía ser más que admiración.

Y luego se preguntó entonces, por qué cuando se encontraban en la biblioteca él no podía dejar de seguir con la mirada aquellos mechones rubios que se paseaban tras los estantes.

Eran simples coincidencias, volvía a decirse. No muchos estudiantes llegaban a la biblioteca para estudiar, la mayoría solo lo hacía para andar en el internet o realizar trabajos en conjunto. Pero Dio siempre estaba ahí. Y se le hizo extraño que alguien como él, que tenía tantos amigos, prefería pasar su tiempo libre en la biblioteca.

Esa parte de él que solo era una pequeña admiración lejana, comenzó a cambiar por algo que Jonathan no reconocía. Tal vez es lo que algunos llamaríanuna fuerte atracción. Y paso tras paso notaría que no había momento donde sus ojos y sus pensamientos no estarían pegados aél.

Tampoco se daría cuenta de que esas tardes de "estudio" se volverían una rutina. Mientras Jonathan tomaba libros de cualquier lectura al azar, el rubio estudiaba siempre al otro costado de la biblioteca, y él tomaría sus lecturas en un lugar donde podría simplemente bajar el libro y verle sin ser tan notorio.

Día a día sus sentimientos crecieron de forma inconsciente. Y comenzó a darse cuenta de ello cuando el rubio volteaba a verle una que otra vez y él regresaría la mirada a su libro de forma abrupta y nada disimulada, con sus latidos acelerados y el rostro caliente.

Solo entonces Jonathan pudo admitir, tal vez sí está descubriendo lo que significa estar enamorado.

Así una tarde, Dio le pidió sentarse con él. Claro que a Jonathan le sorprendió esto, pero solo aceptó intentando estar tranquilo para no arruinarlo.

Lo que antes era solo admirar a la distancia, se volvió una compañía agradable en lugar de solo una soledad tranquila.

Leer en la misma mesa pasó a convertirse en reuniones de estudio, tardes haciendo la tarea en el mismo sitio.

Inesperadamente comenzaron a corregirse el uno al otro en ciertos trabajos. Dio podía ser uno de los estudiantes más inteligentes, pero también solía cometer errores, y cuando eso sucedía a Jonathan no le importaba meterse para ayudar. Aunque esto terminara enojando al rubio por supuesto.

—Te decía Jojo, ¿verdad? —dijo una vez, y los ojos del Joestar se iluminaron con un brillo particular. Una sonrisa se formó en su rostro y asintió. Dio recordaba su apodo, no era solo un desconocido después de todo.

—Creí que me seguirías llamando Niño Joestar —comentó en burla de regreso. El rubio solo rodó los ojos y soltó una pequeña risa burlesca al igual. A Jonathan se le hizo increíble volver a hablar con Dio como en los viejos tiempos.

—Eso fue en el pasado, ciertamente ya no eres solo un niño mimado, más bien un "Chico Grande" ahora —y Jonathan no pasó por desapercibida la mirada que Dio dirigió a su cuerpo. Es verdad que había ganado algo de volumen, pero se sintió un poco avergonzado que lo dijera de esa forma. Tal vez él no era el único que estuvo mirando, porque había un peligro en esos ojos ámbar que le miraban tan intensamente.

Él no era el único que llegó a mirar al contrario de esa forma.Y ciertamente era caliente.

—¿Está bien si te sigo llamando por tu nombre, Dio? —el rubio le miró un largo tiempo, pero luego le dijo que no importaba la forma en que lo llamara. No pasó por desapercibida la forma en que las comisuras de sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa cuando volvió a pronunciar su nombre.

—Considérate afortunado de que ahora te considere un compañero cercano,Jojo—dijo el rubio a la vez que saboreaba el apodo en sus labios. Sonaba simplemente bien escuchar su nombre en la voz de Dio, y Jonathan no podía sentirse más en las nubes.

Jonathan Joestar se enamoró de este chico en secundaria.

Así como cuando niños. Pronto volverían a pasar tiempo juntos. Lo que antes fueron solo encuentros en la biblioteca poco a poco se convirtió en una amistad verdadera.

Jonathan y Dio se harían inesperadamente cercanos. Pero las cosas no eran tan fáciles. A pesar de que el joven Joestar sabía que su amor no era correspondido, se mantuvo siempre en el borde, en nada más que la línea de amistad, porque sí, era imposible que alguien como Dio Brando se fijara en él de la misma forma que él lo hacía. Si bien sabía por palabras de otras personas, Dio jamás daría su corazón a una sola persona.

También se dio cuenta de que, cuando Dio estaba con sus amigos él nunca solía mirar a Jonathan. Ni siquiera cuando este le saludaba alegre con un "hola" a lo lejos. Al contrario, le miraría con desdén como solía hacerlo cuando ellos eran niños. Haría una pequeña broma con sus amigos y estos se empezarían a reír de él. Esto a Jonathan le desconcertaba. No entendía por qué Dio siempre parecía dos personas diferentes. Una era la cara cuando solía hablarle a él. La otra era una máscara que tenía cuando hablaba sobre él con los demás.

—No deberías seguir juntándote con él, podría lastimarte —le dijo una vez Erina. Ella notaba cuando alguien no tenía buenas intenciones, y lo que menos quería es que su mejor amigo terminara con un corazón herido.

—Lo conozco incluso antes de conocerte a ti —respondió Jonathan en su lugar. —Sé perfectamente que lo más importante para Dio son las apariencias —¿Entonces por qué? ¿Por qué hacerse amigo con un doble cara?

—Si él prefiere burlarse de ti en prescencia de otros, entonces tú no tienes por qué aceptar cada una de esas ofensas —Erina tenía razón, se dio cuenta el Joestar. Sí, él no tenía por qué pisar una sombra de alguien que mentía a otros. Esa no era su moral.

Y fue así que durante un corto tiempo sus caminos dejaron de cruzarse tan usual como antes. En lugar de pasar sus ratos libres en la biblioteca, Jonathan crearía otros pasatiempos. De vez en cuando volvería a practicar Box como cuando era chico, y se uniría a un club de Rugby que estaría cerca de la escuela para pasar las tardes.

Aunque tal vez subestimó un poco a Dio, porque de ninguna forma se esperaría que el rubio se anotara al mismo club unas semanas después. Habían dejado de hablarse por semanas, y sin embargo, él estaba aquí, de regreso, metiéndose a la vida de Jonathan de una forma tan inesperada y abrupta otra vez.

Las cosas volverían a cambiar, porque de nuevo se acercarían como antes, puede que un poco más de lo que ninguno esperaría. Lo que antes era solo un amor unilateral, se volvería un sentimiento de ambos.

Dio se había acercado a Jonathan de una forma que no cualquier "amigo" haría.

Tal vez llegarían a besarse por primera vez mientras salían borrachos de algún bar. Tal vez los toques fugaces pasarían de ser discretos a ser más atrevidos. Tal vez llegarían a compartir cierta intimidad en las duchas del club y los cuartos de alguno de ellos.

Tal vez en el último semestre ellos dos se harían novios oficialmente y comenzarían a salir en secreto.

Un romance que dio inicio a una edad tan experimental, ambos tan jóvenes e inexpertos del mundo. Solo eran un par de chicos jugando a los amantes. O al menos así era.

Porque si bien, amor puro era de uno solo,en amor peligroso se volvería después.

—¿Piensas estudiar Arqueología?

Ellos hablaban de su futuro, del cómo sería, lo que estudiarían. Formaban planes y deseos. Tal vez una casa, una familia, Jonathan soñaba con todo aquello que sería.

—Es algo estúpido —pero Dio no era así.

Dio Brando no era un novio con el que las personas querrían salir. Más allá del atractivo o el deseo carnal, Dio no era afectivo, él no hacía planes a futuro ni tampoco pensaba en aquello que significaba amar.

Pero Jonathan se enamoró de él con todos sus defectos, sabiendo que no le importaba si su amor nunca sería correspondido como él quisiera.

Esta vez en la universidad. Y tal como en las veces anteriores, siguió escuchando el nombre de Dio Brando en las listas de prodigios.

Pertenecían a distintas áreas, sus caminos estaban distanciados. Jonathan había decidido estudiar arqueología, él quería aprender del mundo, viajar, conocer la historia de los lugares, descubrir misterios antiguos. Dio por el otro lado se estaría destacando en el área de Derecho. Algo más formal y recto.

Eran adultos ahora, seguro que sus sentimientos habrían cambiado.

Pero no fue así.

El amor que Jonathan sentía nunca lo dejó. Y de alguna forma, Dio tampoco abandonó al Joestar. Su relación ya no era tan secreta como de jóvenes, y quien fuera que los viera diría que parecían polos completamente opuestos.

Aunque tal vez es cierto eso que dicen que al pasar el tiempo la magia puede llegar a desaparecer lentamente. Lo que antes era lindo comenzó a volverse pesado. Si antes eran simples comentarios sarcásticos se volverían regaños y acusaciones después.

Incluso lo que antes era una caricia en la mejilla ahora estaría marcada con algún pequeño moretón.

Celos, posesividad, inseguridades. Cosas que si no se solucionaban solo harían empeorar las cosas. Pero todo eso a Jonathan no le importaba, porque él se volvió dependiente de este chico, y él tampoco podía dejarle. Él no quería dejar de amarle a él, a Dio Brando.

Si él demostraba que su corazón solo pertenecía a una persona, estaba bien... ¿No?

—Te amo, te amo tanto —diría él cada vez.

—Eres un idiota —sería la respuesta que recibiría seguido de un beso con el sabor salado de las lágrimas.

Jonathan sabía bien que esa relación colapsaría algún día.Aunque tampoco esperó que sería demasiado pronto.

—¿Salir con ese idiota? ¿Realmente quieres saberlo? —había escuchado esa charla por accidente, pero ahí estaba, oyendo detrás de la puerta. —Es un asco. Lo único interesante de él es lo que hay en su bolsillo. Si no fuera por su dinero no me habría quedado con él por tanto tiempo.

Jonathan no podía creerlo.

—Jojo es un idiota —palabra tras palabra, Jonathan lo escuchó todo.Todo lo que esa tarde hablaron sobre él.

—Dios, debe ser gracioso salir con alguien como él. ¿Acaso te llevó a sus aburridos museos de antigüedades? —Jonathan lo había hecho.

—O tener que escuchar esas aburridas conversaciones de Arqueología —sí, si lo hizo pero...

—Y de seguro que te han de avergonzar sus modales en la mesa, he oído que no tiene vergüenza en comer como un cerdo —algo en él se tensó al escuchar todo eso. ¿Es así como sus compañeros pensaban de él?

—Y olvidan lo peor, él es pésimo en la cama. Siempre soy yo quien tiene que hacer todo el trabajo. Es un verdadero dolor en el trasero. Lo único que tiene él de bueno es el tamaño —y dicho esto soltó una carcajada junto a los demás.

Jonathan no entendía. ¿Por qué Dio hablaba así de él? ¿Por qué nada de lo que decía parecía una mentira?

—¿No es cruel hacerle eso a alguien como Jonathan? ¿Cuándo le dirás la verdad? Que solo te interesa estar con él por lo material. Ya has jugado demasiado tiempo con esto, Dio. Deja de hacerle daño. ¡Jojo no se lo merece! —Jonathan reconoció la voz que se alzó en ese momento.

¿Incluso Bruford lo sabía...?

Bruford que era su compañero más cercano de arqueología, él también sabía de esto y nunca se lo dijo.

—¡Deja de jugar con su corazón! ¡Ya fue suficiente! Deja de hacerle daño.

Jonathan no se lo merece...Erina lo dijo una vez. ¿Y qué fue lo que hizo? Se alejó de su mejor amiga solo por Dio. Permitió que él la humillara y la llamara estúpida solo por Dio.

Pensó en sus amigos, en todos aquellos que le advirtieron que no debía seguir con esa relación. Pensó en todos esos golpes y besos lastimeros que recibió.

—Él me pertenece a mí, Dio. Y ni tú ni sus estúpidos amigos rubios tienen el derecho de decirme qué hacer —y fue todo. Jonathan ya no quería escuchar nada más. Comenzó a tener náuseas, asco, quería vomitar. Solo tiró el anillo al suelo y se fue de ahí.

Si alguna vez pensaron en tener un compromiso, ahora no podía sentirse más que asqueado.

Dio Brando solo lo quiso por su dinero...

No, Dio Brando nunca lo quiso realmente.

—¡Vamos Jojo, no lo dije enserio! Solo bromeaba, es todo.

Y aquí estaban de nuevo. A la noche ellos se encontrarían en la habitación del moreno discutiendo como ya era lo habitual. Pero esta vez Jonathan estaba listo para enfrentarlo.

—¿Y te parece una buena broma hablar mal sobre mí? ¡Porque parecía que decías todo tan enserio! ¿No soy más que un interés material? ¡¿Lo único que querías era el dinero de mi familia?!

Y Jonathan tal vez hubiera esperado que Dio lo negara. Que dijera alguna de esas tantas mentiras suyas. Esperaba que la respuesta fuera un No. Pero en su lugar, al levantar la mirada se encontró con un rostro mortificado.

—Lo escuché todo, Dio. Soy solo un estúpido, siempre lo has dicho. Caí en tu juego, bien. ¿Qué sigue ahora? ¡¿Qué es lo que quieres de mí?! —Jonathan no esperaba que Dio retrocediera. Por primera vez vio una cara de Dio que no había visto, un rostro tan confuso que ni él comprendía en ese momento. Cuando se da cuenta el rubio intenta volver a esa fachada tranquila de siempre.

—Tal vez algunas cosas sean ciertas, lo admito. Pero eso no negará el hecho de que te amo, tienes que creerme. Solo lo hice para quedar bien con los otros —el rubio defendía su orgullo a la par que el moreno intentaba no dejarse llevar por el pesar en su pecho.

—Si realmente me quisieras no buscarías humillarme frente a otros —y su voz comenzaba a temblar aunque tratara de evitarlo. —Dime la verdad Dio... ¿Solo me querías por mi dinero? ¿Estuviste conmigo solo por eso?

Una tensión nueva comenzó a formarse. El Joestar miró fijamente a su amante que no parecía querer admitir esas palabras.

Dio solo soltó un suspiro. Esta vez como si realmente ya no tuviera otra opción.

—Tal vez fue así —y entonces confesó. —Eso era al inicio. Pero luego me enamoré de ti, Jojo. No quiero que desechemos esto, no creo poder separarme de ti en este punto ¡Te amo!

Jonathan ya no sabía qué creer. Quería pensar que ese 'te amo' no era mentira, que esto no se estaba acabando. Pero Dio ni siquiera parecía lamentar sus palabras.

—¿De verdad crees que soy tan malo en la cama? Todos saben que te acuestas con otros a pesar de que sales conmigo ¿Eso también es verdad, Dio? —Jonathan le volvió a enfrentar, pero esta vez Dio parecía estar llegando a su límite en esa fachada de paciencia.

—¡Ay por favor, Jojo! ¿Realmente quieres hablar de eso?

—¡Pero no lo has negado! ¿Acaso sales conmigo solo porque te doy lástima? ¡Si querías jugar con el bolsillo de alguien pudiste haber elegido a alguien más!

Jonathan no podía más con esto.

—¡Por supuesto que no! Jamás saldría con el primer idiota que me muestre algo de afecto. Pero a ti te he considerado bueno para estar conmigo, ¿No es suficiente?

—No, no es suficiente. Siempre estás insultándome, te molesta si paso tiempo con mis amigos, peleamos porque siempre críticas mi forma de ser y la manera en que me visto. Y todo esto se trata de ti, ¿Que me consideras bueno? ¡¿Acaso el estatus y el dinero es lo único que te importa?!

Pareció haber algo que dijo que colmó con la fachada de Dio. Su paciencia había llegado a su límite. Y esto a Jonathan solo asustó. Porque ahora Dio avanzaba hacia el frente.

—Tú no entenderías la vida que he llevado todo este tiempo. ¿Dinero? ¿Estatus? Tú, un mocoso mimado que creció en una cuna de oro. Nunca te ha faltado nada, quieres algo y solo tienes que pedirlo. Alguien como tú es realmente desagradable —palabra tras palabra, la mentira se había acabado. —No sabes lo que es pasar hambre, no tienes idea de lo que es arrastrarte por conseguir un pedazo de pan. ¡No sabes nada! ¡No quiero tu maldita lástima cuando no sabes nada de mí ni el por qué tomo mis decisiones!

Jonathan estaba estupefacto, no esperaba esa reacción. Quiso acercarse de nuevo, pero esta vez Dio lo empujó.

—Tal vez tengas razón. Yo no sé por lo que tuviste que pasar —su voz se hizo suave, queriendo comprender, porque había algo en las palabras de Dio que tal vez estaba dejando pasar. —Yo quería entenderte, pero nunca me cuentas nada... Quise apoyarte cada vez que te veía desanimado, pero nunca funcionaba... Traté, intenté que lo nuestro no se desmoronara, porque sabía que tenías tus razones... Entonces por qué... ¿Por qué nunca pudiste ser honesto conmigo?

¿Por qué nunca pudiste decirme que en realidad no me amabas?

—Yo nunca he pedido tu ayuda Jojo... —habló finalmente el rubio. —Nunca pedí que me ayudaras. Nunca te pedí que te metieras en mis malditos asuntos —gruñó casi al final con un tono de ira en su voz.

—Pero eso hace una pareja, se supone que debo estar para ti en todo momento que lo necesites. Pero te encierras en ti mismo y rechazas incluso cuando intento darte un abrazo. Luego vuelves a insultarme como si eso te hiciera sentir mejor. Me golpeas como si fuera la única forma en que puedes desquitar tu ira. A veces pienso que solo me tratas como un objeto para desquitarte.

Porque sí, Jonathan llegó a pensar en ello. En todas las veces en que Dio le humilló solo para poder sentirse mejor. No era diferente ahora, porque al escuchar esas palabras el rubio puso una sonrisa en sus labios que sabían a amargo dolor.

—¿Y qué si es así? Ver lo patético que eres me hace olvidar mis propios asuntos. Nunca te has quejado de ello —no, Jonathan nunca se quejó... Nunca le reprochó cada golpe, cada humillación. Nunca le devolvió un solo rasguño en la cara.

—Y si nunca lo hice es porque sé que esa era la única forma en que podía acompañarte en tu peor momento, todo para estar contigo —todo para que Dio no se lastimara a sí mismo... —Pero siento que ya no puedo más con esto. Ya no sé si realmente quiero seguir contigo de esta forma. No quiero que esto siga igual, no soy solo un saco de arena al que puedas golpear —dejó salir.

Ya no quiero más dolor.

—¿Qué intentas decir? ¿Acaso quieres romper conmigo? —Dio preguntó, y el Joestar solo se quedó callado, dando a entender la clara respuesta. —Tú no me puedes cortar a mí, Dio. ¡No me puedes humillar de esta forma! —gritó el rubio tomando al Joestar de la camisa y apretando de ella. Su mirada quemaba, perforaba tan profundo en Jonathan que dejó escapar finalmente las primeras lágrimas. Y lo único que pudo hacer fue empujar ligeramente a Dio y separarse de ese agarre.

—Yo tampoco quiero que esto termine. Pero ya estoy cansado, Dio —el moreno suspiró. A él le estaba afectando mucho esta situación. Tampoco quería echar todo por la borda. Tantos años de relación juntos y... Todo acabaría. —Este verano iré a casa con mi familia. Dame hasta el final de verano, solo entonces tal vez las cosas se calmen entre nosotros y pueda pensar.

—¿Piensas hacerme esperar, a mí, Dio? —y de nuevo interrumpió el rubio. —¡¿Crees acaso que voy a estar aquí esperando de brazos cruzados a que llegues y me deseches?!

—Es un descanso entre tú y yo, nada más. No estoy diciendo que terminaremos —la voz de Jonathan tembló.

—Lo estás sugiriendo —y la ira en Dio solo parecía crecer cada vez más.

—Nunca dije eso Dio, si me escucharas yo-

—Dijiste que estabas cansado de mí, maldito imbécil —y Jonathan ya no podía más.

—Por favor, Dio, solo estoy pidiendo tiempo. ¿Es que no puedes entender? —el Joestar se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, ya no quería escuchar más, sabía que iba a romperse si seguía con esto.

Entonces una mano lo detuvo.

—Si cruzas esa puerta lo nuestro termina ahora —¿Qué? Jonathan de nuevo lo miró horrorizado. —Lo he dicho, Jonathan.

—¡Pero Dio!

—Nada, Jojo. No quiero escuchar más —ahora era el rubio quien lo miró con una gran decepción. —No quiero un novio patético que ni siquiera pueda entenderme, no quiero un inútil que se deja afectar por palabras estúpidas. Y no quiero a un maldito cabrón cobarde que huye en la primera discusión.

Jonathan le miró atónito. ¿Primera discusión? ¿Entonces qué fueron las demás veces para él?

—Dio, yo solo pedí que entendieras —no lo dejó terminar. Un plaf sonó tan fuerte que rompió cualquier palabra. Jonathan sintió el dolor agudo en su mejilla, y no pudo contener más las lágrimas que había estado intentando calmar.

—¿Sabes qué? Largo —el rubio le tomó del brazo y abrió la puerta él mismo. —Lárgate, ya no quiero verte —y seguido aventó al Joestar hacia afuera para luego cerrarle la puerta en la cara con fuerza.

—Dio... —intentó volver a abrir la puerta, pero ahora estaba completamente cerrada. —¡Dio! ¡Ábreme! ¡Dio!

—¡Se acabó, Jojo! ¡No vuelvas a mostrar tu estúpida cara en frente mía! ¿Entendiste?

—¡Pero Dio! —no importaba cuántos golpes diera, la puerta no se abriría. —¡Lo siento! ¡Te amo Dio! ¡No puedes decidir esto tú solo! —los otros estudiantes comenzaron a asomarse fuera de sus cuartos solo para ver el escándalo que se estaba formando entre tantos gritos. —¡Voy a cambiar! ¡Lo siento! ¡Yo tengo la culpa! ¡Dio!

Cada grito y golpe comenzó a salir con mayor desesperación, y sin embargo dejó de escuchar respuestas.

—¡Dio lo siento! ¡No volveré a dudar! ¡Dio! —cada golpe, cada disculpa. No había una respuesta. Solo un grito que decía "¡Largo!". —Dio... No... No quiero terminar... —y su voz comenzó a salir más rota cada vez.

Mientras sus gritos se apagaban su fuerza con cada golpe también disminuyó. Estaba llorando y lo sabía, sus sollozos podían escucharse con claridad, pero al parecer no serían escuchados por Dio.

—Te amo... No quiero terminar... No quiero... Dio... Abre...

Sintió una mano en el hombro. Joseph había llegado corriendo luego de que recibió un mensaje de uno de sus compañeros. Escuchó los sollozos, y se apresuró en darle un abrazo a su hermano mayor.

—Jiji, es suficiente, tienes que calmarte —Joseph intentó alejar a su hermano de la puerta. pero fue imposible. El moreno se aferraba al pomo con todas las fuerzas que le quedaban.

—Dio... ¡Tengo que hablar con Dio! —el moreno comenzó a llorar de nuevo. Muchos de los que habían salido a ver se alejaron. No querían ver eso. El gran Joestar se estaba rompiendo en ese momento. Nadie era lo suficientemente cruel para entrometerse.

—Jonathan, es suficiente. Tendrás tiempo para hablar después. Todos en los dormitorios están murmurando abajo. Vamos, ven conmigo —el mayor de los hermanos aceptó no muy convencido.

Joseph acompañó a su hermano en sus lágrimas durante toda la noche. Estuvo a su lado solo hasta que el mayor pudo quedarse dormido.

A la mañana siguiente Joseph le insistió en que sería mejor no hablar en ese momento, las cosas estaban muy tensas y seguro que el rubio seguía enojado. A duras logró convencerlo que lo mejor sería tomar ese tiempo y estar en casa. Luego de las vacaciones podría hablar con Dio y aclarar todo.

Pero por supuesto, ese momento jamás llegó.

Dio no apareció el semestre siguiente. Ni el siguiente a ese.

Jojo intentó buscarlo desesperadamente. Llamó, pero el número siempre le llevó al buzón. Fue hasta su casa, pero los Brando ya no vivían ahí.

El rubio desapareció de la vida de Jonathan para siempre.

Y Jonathan siempre viviría con el dolor y arrepentimiento de aquel día.

Notes:

Al inicio tenía algunas inseguridades con este capítulo, ya que solo quería hablar del tema de la ruptura, pero pensé que necesitaba también agregar cómo fue que ellos dos comenzaron. Habrá otro capítulo flashback donde se tocará más del punto medio de la relación y cómo comenzó a desmoronarse, pero aún falta para llegar a esa parte '^^

El siguiente capítulo continua con la aventura de Giorno. ¡Los veo pronto! <3

Flower~

Chapter 16: Capítulo 16

Summary:

Giorno tiene un plan para finalmente reunirse con Jonathan y contarle la verdad. Trish está dispuesta a ayudarle, después de todo, ellos son mejores amigos...

Notes:

Lo siento por la gran tardanza, no tuve muy buenos momentos aunque ya he estado recuperándome, y por supuesto no iba a abandonar esta historia x)

Nos encontramos en el punto medio de esta novela, y solo diré que este capítulo es un arcoíris antes de la tormenta ^^

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XVI -

Su nombre es... Trish Una

—Padre, ¿Papá tenía algo que ver con la familia Joestar? —era el momento en que Giorno comenzaba a hacer preguntas. Dio ya esperaba que su hijo siguiera con esta clase de interrogatorios después de lo que pasó. —El doctor Kujo parecía conocerte bien, y mencionó sobre no acercarnos a su familia. ¿Papá y tú conocían a esas personas? ¿Por qué nunca lo dijiste? —los Joestar tenían fama en varias partes del mundo. Giorno aprovecharía todo lo que le dijo Josuke para usarlo en momentos como este.

—Hijo, no quiero hablar de tu... padre. ¿Por qué insistes en hacer tantas preguntas? —en realidad, Giorno solo lo hacía para molestar más que para reunir información. Se había sentido un poco más completo con la plática que tuvo con el señor Jonathan, y varios hilos comenzaron a formarse en su cabeza lo suficiente para entender un poco de lo que había pasado.

Giorno había llegado a la conclusión de que su padre no sabía de su embarazo sino hasta después de haber terminado las cosas con el señor Jonathan. Y seguramente por su orgullo jamás le dijo a nadie que tuvo un hijo de él. Tal vez después haya tenido otro amante o algo que sea el padre que supuestamente está muerto, pero hasta que su padre no le cuente la verdad se quedará con la idea de que Jonathan es su mencionado padre fallecido.

—El doctor Kujo es un Biólogo al que respeto. El padre de mi amigo resultó ser dueño de una gran cadena de bienes raíces. Y la familia Joestar está llena de famosos, creo que uno de los Jockeys con los que compitió el tío Diego en la final también era un Joestar, ¿Cómo le llamaban...? ¿JoJo? —Giorno notó el semblante oscuro de su padre y sonrió ante ello. Quería hacerle sufrir un poco más como su propia venganza personal. ¿Por qué no? Le mintió durante 17 años, ni crea que no cobrará por ello.

El mayor en su lugar se levantó de la mesa sin decir una sola palabra más, Giorno solo pudo soltar un ligero suspiro pensando en todo lo que el señor Jonathan le dijo sobre su padre.

Es decir, él sabe que su padre no es el mejor sujeto, y que tiene una personalidad que ciertas veces es bastante desastrosa. Oír que fue él quien lastimó al Joestar solo le hace hervir en la irá.

Quiere hacer que su padre sepa la verdad, que él, Giorno Giovanna, no es solo un chico rebelde y estúpido. Que pudo descubrir las mentiras que ha escuchado durante tanto tiempo.

Y la venganza que planea Giorno será tan dulce como su pudín de chocolate favorito.

—Oh Gio, ¿Realmente estás seguro de esto? Porque siento que te estás metiendo en muy grandes problemas. Esto que estás intentando es algo muy complicado.

—No puede esperar. Mi padre me dio hasta final de mes y no creo poder dejar pasar más tiempo. Necesito terminar con esto de una vez por todas.

—¿Y qué pasará después? ¿Crees que solucionarás todo solo con hacer que tus dos padres se encuentren?

Por una parte, Trish tenía razón. Él no sabe con certeza qué podría pasar si sus padres se encuentran. Si será buena idea confiar en que su padre no hará algo erróneo en ese momento. Lo que menos quiere es lastimar al señor Jonathan cuando revele la verdad.

—El destino decidirá lo que pasará después. Y dependiendo de la respuesta del destino decidiré si continuar o no con todo lo que he pensado —es lo único que responde. Recuerda las palabras del padre Pucci sobre el destino, y quiere creer que las cosas van a resultar bien.

—Gio, entiendo que lo que estés pasando sea difícil. Pero tal vez debas replantearte que las cosas deban seguir tal y como están, no es bueno querer forzar una situación como esta.

—¿Fingir que mi vida sigue siendo una mentira y seguir mintiendo al hombre más increíble del mundo? No, no puedo hacerlo. No puedo seguirle mintiendo a él. Me duele cada que tengo que fingir ser otra persona. Quiero acercarme desesperadamente y decirle la verdad aún si no me cree. Es verdad que es mi padre quien debe solucionar sus propios problemas. Pero yo soy quien conoció al señor Jonathan en este momento.

Él solo es un puente entre uno y otro... A final de cuentas, él no es quién para decidir lo que sus padres harán. Pero sí puede mover los hilos para que algo pueda acontecer.

Después de todo… él es hijo de ambos. Y cómo tal tiene el derecho de luchar. De conocer la verdad.

—Si al final mi plan no funciona no sé qué más hacer. No quiero dejar Italia, me gusta aquí —Giorno se sentía inseguro consigo mismo. Por primera vez sentía que estos riesgos que estaba tomando serían peligrosos.

—Gio, sabes que te apoyaré en todo. Y creo que puedo ganarte tiempo para que puedas hablar con el tal Jonathan —la pelirrosa le sonrió. Giorno la miró con sorpresa.

—¿Qué estás diciendo Trish? —preguntó, porque la chica parecía estar pensando en algunas cosas.

—Bueno, solo pensaba que podríamos ajustar ese plan tuyo, y en lugar de simplemente escaparte de casa y meterte en un problema mucho peor, tal vez basta con ser un poco más sutil y decir que estás conmigo —¿Qué estaba planeando Trish? —Después de todo, tu padre no se mete con el mío.

—Pero-

—Nada de peros, Giorno. Soy tu amiga y voy a ayudarte a ajustar ese plan. Tienes que hablar con Jonathan primero. Tú debes decirle la verdad a él. Y por lo mientras yo te haré ese gran favor de ser quien le cuente todo a tu padre —Giorno estaba sorprendido.

¿Realmente sería capaz de hacerlo?

—Padre, ¿Está bien si voy a la casa de Trish mañana después de clases? Necesitamos terminar una presentación para Química que vale el 20% de nuestra calificación —ese día llegó más rápido de lo que esperaba.

—¿No puede venir ella a casa? —ya sabía que le haría esa pregunta. Giorno solo suspiró cruzándose de brazos como sería lo habitual.

—No padre, ella tiene la actualización del programa en su computadora y actualizar el mío nos tomará horas. La presentación es el lunes —el hombre mayor le miró con una ceja arqueada. Claramente dudaba.

—Bien, pero iré a buscarte después del trabajo. Pediré que me mandes tu ubicación —perfecto. Es el tiempo suficiente que necesita.

—Claro padre. Tengo un motivo para ser el mejor de mi curso después de todo —y la satisfacción de Giorno al ver la molestia en la cara de su padre era única.

—Como sea —no iba a decir que no se estaba divirtiendo con esto.

Pero finalmente tendrá su pequeña venganza.

Trish y Giorno se conocieron en línea.

El Haruno de hace unos años no conocía de amistades pues siempre se encontraba viajando junto a su padre. Una ocasión encontró un teléfono móvil que a algún pobre transeúnte se le habrá caído.

Sin contraseña ni muchos archivos, el teléfono parecía tan nuevo como si solo llevara dos semanas de uso.

Y por supuesto, si la vida hizo que se lo encontrara ¿por qué no quedárselo?

Compró un nuevo chip y formateó la memoria. Su padre no hizo nada por quitárselo así que eso significaba que el teléfono era suyo.

Al no tener amigos, Haruno rápidamente conectaría con gente en internet. Sus amistades eran simplemente eso, personas sin vida social o demasiado "ninis" que preferían conectar con personas en grupos en línea.

Trish fue solo una persona más entre tantas. Se conocieron en un grupo de rock-pop de los 90's. Y de entre tantas personas que compartían opinión basura, Giorno encontraría a Trish como una chica con la que podía hablar realmente conocedora de música.

Y entre tardes completas de charla, de repente todo se volvería más natural. Surgirían pláticas más personales y se comprenderían mutuamente.

|| Te digo Gio, a mi padre jamás le he interesado y de repente viene y quiere llevarme con él.

|| Además de que ya tiene un novio y es bastante molesto.

Sería primero la chica quien comenzaría hablando primero de su vida.

|| Creo que te entiendo. Si un día me presentaran de repente a un padre al que nunca conocí me sentiría bastante confundido.

|| Mi padre nunca ha mencionado nada de la familia de papá después de todo.

|| ¿Sabes Gio? Sería genial si pudiéramos conocernos en persona algún día.

|| Siento que eres el amigo más cercano que he tenido. Tenemos la misma edad y realmente no creo que seas un estafador gordo detrás de la pantalla.

|| Jajajaja

|| A mí también me encantaría. Pero siempre ando mudándome así que sería difícil.

|| Actualmente vivo en Italia, mi padre consiguió un buen lugar pero es probable que en un par de años esté haciendo mis maletas de nuevo.

|| ¿Italia?

|| Yo vivo en Italia de hecho.

|| Parece mucha coincidencia jajaja

|| Quién sabe, tal vez algún día nos encontremos ;)

E inesperadamente, se conocerían poco después en la misma escuela en bachillerato.

—Así que tú eres Spice Girl —sonrió el rubio cuando la vio de frente.

—¿Y tú eres Giorno Giovanna? Hum, pensé que serías más feo

Trish fue la primera en hablarle al rubio luego de que el profesor mencionara el nombre del rubio como Haruno Shiobana. Parecía una gran coincidencia.

—Yo tampoco esperaba a una chica tan hermosa —el chico le guiñó un ojo y ella sonrió.

—Si no supiera que eres gay podría pensar que te enamoraste de mí —la chica sonrió a la par y le tendió la mano. —Llámame Trish, Trish Una.

Quizá ella fue la primera amiga verdadera que tuvo en su vida.

—¿Estás segura de esto? Podrías tener problemas con tu padre luego.

Giorno terminaba de peinar sus cabellos frente al espejo. Se vistió con la ropa que traía en su mochila y se retocó un poco el maquillaje, esta vez intentando verse un poco más suave y natural. Se colocó su mejor perfume y miró la hora en el reloj de la pared mientras aún pensaba en todo lo que podría resultar esta noche.

—Me preocupa que te metas en un gran problema con tus padres por mi culpa. Seguro mi padre armará un escándalo cuando no me encuentre aquí —suspiró. Tal como acordaron, se quedó en la casa de Trish después de clases. Ya habían dado las cinco y media de la tarde, por lo que su hora de reunirse con el Joestar sería pronto.

—Tranquilo, el novio de papá me debe un favor, seguro él lo convencerá de ser menos severo conmigo. Lo único por lo que tienes que preocuparte en este momento es en revelar la verdad, sé que podrás hacerlo.

—Está bien, sé que puedo contar contigo —el chico le miró con una sonrisa y seguido de ello le dio un fuerte abrazo —realmente eres mi mejor amiga Trish.

No puede evitar sentirse nervioso. Sentado en el autobús sus manos tiemblan mientras sus pensamientos le traicionan cada vez, dudando de los posibles resultados.

Aún se pregunta si será buena idea revelar todo, y sabe que no puede echarse para atrás considerando que Trish va a ayudarle en esto.

Mientras se para frente a la puerta de la cafetería suelta un suspiro y acomoda su postura intentando lucir tranquilo y seguro de nuevo. Basta con entrar al establecimiento y actuar como los otros días.

—Señor Jonathan, me alegra que haya podido venir hoy —el joven se acerca sentándose frente a la mesa mientras que el hombre mayor ya se encontraba ahí. El Joestar le sonríe.

—No tenía mucho que hacer después de todo. Pero últimamente has pedido que nos veamos entre semana. ¿Está todo bien? —ojalá lo estuviera. Pero estos días han sido aún más difíciles de los que quisiera admitir.

—Sí, por supuesto. Solo he tenido alunas complicaciones familiares, pero puede que después de hoy eso termine —dijo mientras intentaba ocultar el ligero temblor en sus manos. El mayor le miró con una ceja arqueada pero no preguntó al respecto.

—¿Sabes Giorno? El otro día me preguntaste por qué sigo estando de acuerdo con estos encuentros. Pero yo no te he hecho esa pregunta ¿Te sientes cómodo con esto? —Giorno había sido claro en el mensaje que quería seguir hablando sobre la última vez. Ya esperaba esta clase de preguntas.

—Si debo ser honesto señor Jonathan, cuando le conocí por primera vez, tuve esta calidez extraña en mi pecho que no había estado antes —comenzó a hablar. Su voz sonando suave mientras acomodaba sus pensamientos. —Cuando estuve con usted me sentí seguro, como si algo estuviera completo. No lo puedo describir exactamente, pero fue como-

—¿Como si la parte perdida de un rompecabezas comenzara a encajar contigo? —el hombre interrumpió, y el chico le miró con sorpresa y un pequeño brillo en los ojos.

—Iba a decir como una pieza de ajedrez en el tablero, pero sí, así es —una felicidad crecía en su interior. —A veces siento que no fue una simple coincidencia conocerle, señor Jonathan.

El rubio se inclinó ligeramente al frente, un poco más cerca del hombre. Le dio una sonrisa sincera y continuó.

—Desde que lo conocí, sentí en usted una admiración increíble. No hay día en que mis pensamientos no recuerden sus palabras, nuestras conversaciones. Incluso los pequeños debates. Encontré en usted una persona maravillosa, y me siento completo aun cuando estaba tan vacío. Sé que este espacio no podría llenarlo otra persona.

Tal vez estaba siendo más meloso de lo que planeaba, pero todas sus palabras eran verdaderas. Giorno no podría admirar a un padre si no fuera de la misma forma en que admira al Joestar.

Pero el hombre le regresó una mirada triste en su lugar.

El chico se preguntó qué pudiese causar tal reacción, porque algo en su pecho se estrujó cuando notó unos ojos que le miraron con ligera soledad.

—Giorno, yo- —un relámpago interrumpió sus palabras. El sonido del trueno resonó a lo lejos, iluminando una parte del cielo gris.

—Oh vaya, parece que está empezando a llover —de hecho, Giorno esperaba que pasara en este momento. Se aseguró de comprobarlo en diferentes programas del clima. Hoy las probabilidades de lluvia eran demasiado altas.

—Y se ve que será una tormenta. Tal vez debería llevarte a casa, tengo mi auto cerca —ofreció el hombre mientras se levantaba de su asiento. El chico sonrió por dentro ya que finalmente había logrado el primer paso.

—Le agradecería mucho señor Jonathan. Pero me temo que mi pieza queda algo lejos, si maneja hasta allá la tormenta nos alcanzará sin dudas, incluso podría serle difícil regresar —en realidad no era una tormenta tan fuerte como otras que han azotado la ciudad antes. Pero estaba seguro de que era suficiente para convencer al Joestar. Y tuvo razón, el hombre dudó por un segundo de lo que diría a continuación, pero soltó las palabras más rápido de lo que esperaba.

—Vayamos a mi departamento entonces, puedes quedarte en lo que pasa la lluvia.

Y Giorno supo que lo había logrado. Ahora era el turno de Trish para hacer que el hámster complete el laberinto.

Será una larga noche…

Notes:

Ufff, el cap que viene es uno de los que más me emociona escribir, supongo que ya se esperan lo que pasará así que ya no diré mucho xD

¿Qué será lo que planea nuestro chico de oro? ¿Saldrá bien? ¿Podrá Trish persuadir al padre de Giorno? Todo esto y más en el siguiente capítulo!! ¡Nos vemos pronto! x)

By~F.F

Chapter 17: Capítulo 17

Summary:

La voz de Giorno estalló, finalmente sacando todo lo que no había podido decir. Explotó como una bomba y la verdad salió a la luz.

Notes:

Lo prometido es deuda y aquí traigo para ustedes el nuevo capítulo ;)

No tengo mucho por decir así que, ¡Vamos a ello! (>w<)/

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XVII -

Su nombre es... Jonathan Joestar

Un hombre rubio y alto llegaba a la mansión ubicada en una zona alta y bastante escondida. El clima se había tornado oscuro y sabía bien que pronto llovería.

Dio odiaba este lugar, se notaba que Diavolo no podía ser más gótico. Escoger un lugar tan lúgubre para poner una mansión que de no tener guardias sería robada muy fácilmente.

Tomó el paraguas saliendo del auto. El viento estaba soplando muy fuerte, la clara señal de que hoy sería una noche terrible. Regañará a Haruno si pescaba un resfriado después.

Acercándose a la entrada tocó el timbre en la contestadora y luego de unos segundos alguien respondió.

// Hola, aquí Doppio. ¿Necesita algo señor? —así que Diavolo seguía mantenimiento a ese asistente rarito, bah.

—Soy Dio Brando, vengo por Haruno —hubo un silencio repentino y luego el muchacho tras la contestadora respondió de nuevo.

// Lo siento señor Brando, pero el joven Haruno ya no está aquí —entonces el hombre se congeló al escuchar eso. ¿Cómo?

—¡¿Qué mierda estás diciendo?! ¡No hables estupideces! —Que Haruno no está, ¡Tonterías!

// El joven Haruno se fue de aquí hace como una hora —Dio casi podía sentir que le hervía la sangre.

—¡Trae el puto trasero de tu jefe aquí! —Doppio se sintió horrorizado y rápidamente tomó el teléfono para marcar.

El joven asistente sabía que el hombre parado frente a la puerta también era de temer cuando se impacientaba.

// J-jefe, el Sr. Brando está en la entrada, está muy enojado y quiere verlo. ¿Qué debería hacer?

// ¿Dio Brando está en mi puerta?

// Así es

Se oyó un suspiro al otro lado del teléfono.

// Bajo en cinco, déjalo pasar.

Unos minutos después, el rubio observó cómo ambas puertas se abrían de par en par. Dio solo rodó los ojos con molestia. No tiene tiempo para estas cosas.

—El jefe dice que le verá dentro —el joven del pelo rosa fue quien le recibió y seguido le condujo dentro de la mansión.

Diavolo no era el hombre que más le agradara en el mundo, pero sus hijos eran amigos. Y de alguna forma ellos dos también se volvieron socios en algún punto. Aunque no va a negar que le desagrada un poco la clase de negocios en las que trabaja ese sujeto. Ni siquiera sabe por qué dejó a Haruno tener una amistad que tiene esa clase de familia.

—Dio, ¿Qué te trae por aquí? —un hombre bastante alto y de cabello moteado apareció luego de un tiempo. Vestido con su usual traje de negocios y el cabello recogido. Dio sabía bien que eso solo podía significar que el hombre había regresado de una de sus muy cuestionables “reuniones de trabajo”.

—Vine por mi hijo, solo dime dónde está y me lo llevaré —dijo con firmeza, no queriendo estar más tiempo en este lugar. Le da náuseas.

El hombre frente a sí solo le miró con una ceja arqueada mientras se cruzaba de brazos y se acomodaba el fleco de su cabello.

—Doppio ya debió haberte dicho que él no está aquí —y el semblante en el rubio solo se oscureció. Apretando una mano en un puño y con unas ganas de golpear al hombre frente suyo. Realmente no tenía un buen humor hoy.

—Haruno no desobedece mis órdenes, no tiene por qué irse sin que yo se lo diga. ¿O le hicieron algo que lo haya hecho salir de aquí, Diavolo? —Dio también sabía que este hombre odiaba a su hijo. La primera vez que se vieron le amenazó con no quererlo cerca de su hija o pagaría grandes consecuencias.

—No sé de qué estás hablando —el contrario también avanzó hacia adelante mientras fruncía el ceño. La verdad es que a él tampoco le daba buena espina alguien como Dio Brando. Pero de ninguna forma quería tener problemas con una figura tan reconocible. Por lo que solo pudo frotarse el entrecejo y responder. —Ese mocoso dijo que iría al Foirerelle para reunirse contigo.

—¿Ah? Yo nunca le dije eso. Déjate de bromas Diavolo, necesito llevarme a mi hijo. ¿Acaso no te has fijado en el asqueroso clima de afuera? —el Brando estaba comenzando a impacientarse demasiado.

—Si tienes problemas con tu hijo resuélvelas tú. No acepto que vengas a armar un escándalo en mi casa —ni siquiera sabe por qué sigue dejando entrar a esa maldita familia Brando.

—Mi hijo no sería tan estúpido para irse por su cuenta en un clima como este. ¿El Foirerelle? ¿No pudiste inventar una mejor escusa? No acostumbro lugares tan dulces y lo sabes —ambos hombres desprendían un aura tenebrosa en la sala, mirándose fijamente con una pequeña ira creciendo entre ambos. Hasta que se escucharon unos pasos bajando las escaleras y ambos voltearon.

—¿Papá? ¿Qué pasa? —se asomó la chica pelirrosa mientras miraba al hombre que estaba junto a su padre. El padre de Giorno sí le causaba ciertos escalofríos, a decir verdad.

Trish había recibido el mensaje de su amigo que era un emoji de estrella. Significaba que había tenido éxito.

—Trish, ¿Puedes decidirle a este hombre que tu rubio amigo ya no está aquí? —la pelirrosa sonrió por dentro.

Es su turno.

—De hecho, señor Brando, quería hablar con usted —ambos hombres se vieron confundidos. En especial el rubio.

—¿Conmigo? —¿Por qué la mocosa hija de Diavolo querría hablar con él? ¿Tenía esto algo que ver con su hijo? Se preguntó. Porque bien sabía que la única persona que podría saber tanto de su hijo solo podría ser esta mocosa de quien Haruno llamaba su “mejor amiga”.

—Sí. Verá, hay unas cosas de Giorno que tal vez quiera escuchar. Y ya que él se está encargando de unas cosas importantes justo ahora, supongo que yo tendré que decírselo. Prometo que al final le diré dónde se encuentra él.

La chica tomó asiento en el sillón carmín de la sala frente a ambos hombres. Dio y Diavolo se miraron sin entender qué era lo que esta chica quería.

—Que sea rápido. Tengo cosas que hacer —la verdad no le gustaba a dónde iba esto.

¿Dónde diablos está su hijo?

—Papá, por favor ve a preparar algo de té para nosotros —fue lo único que dijo Trish para deshacerse de su padre por un rato.

|| 🍋

|| Asegúrate de hablar con él pronto. No creo poder retener a tu padre más de veinte minutos.

|| De verdad luce molesto.

Trish le envió la confirmación a Giorno. Y el chico tragó en seco imaginando la escena. Estará muerto después de esta noche.

—Le envié un mensaje a mi padre. Pasará a recogerme cuando la lluvia se calme un poco —apagó el teléfono de nuevo luego de enviarle a Trish su dirección actual. Por lo mientras observó al hombre que buscaba las llaves de su departamento.

—Ah, claro. Le avisaré a la casera que deje pasar a la persona que venga a preguntar —el menor solo se mordió la mejilla interior pensando en lo que será cuando su padre venga a buscarlo. El Joestar finalmente abrió la puerta y dejó que el joven pasara. —Puedes tomar asiento. También puedes usar el televisor para buscar alguna película que quieras ver en lo que llega tu padre.

Giorno miró con sorpresa. El supuesto departamento parecía casi tan equipado como la casa de Josuke. No era mentira que la familia Joestar tenía dinero.

—¿Te gustaría un poco de chocolate caliente? —Giorno solo sonrió y asintió mientras dejaba su teléfono a un lado para luego sentarse en el sofá frente al televisor.

—Tiene usted un bonito apartamento, señor Jonathan —y le dedicó la misma mirada cálida que siempre le dio al hombre.

Jonathan por primera vez en mucho tiempo se sintió algo nervioso. Había pasado tiempo desde que invitaba a alguien a su mismo espacio. Y luego de la confesión del chico no sabe qué responder.

¿Siquiera había sido una confesión? ¿Cómo debía tomar esas palabras? ¿Cuál era la verdadera razón por la cuál seguían dándose estos encuentros? Sabe que debe significar algo más que simples conversaciones.

Y desde que este chico le propuso lo de encontrarse con Dio no ha podido sentirse tranquilo. No pudiendo evitar notar que esto que sucede no parece una simple coincidencia. Y que bien tarde o temprano podría terminar tropezando nuevamente con Dio.

No está listo para esto.

—Aquí tienes Giorno —dejó la taza humeante sobre la mesita y se sentó al lado derecho del sillón. —¿Has encontrado algo que te interese? —preguntó, intentando que su cuerpo se relaje, aunque sea solo por este momento.

—En realidad, solo estaba pensando en poner algo de música. Por las playlist de YouTube puedo ver que le gusta el rock y el jazz suave, así como también la música clásica.

El mayor sonrió y confirmó con un asentimiento.

—¿Cuál es tu gusto en música, Giorno? —el chico sonrió y colocó una canción de una de las playlist —¿Jeff Beck? Combina bien contigo —Giorno sintió un calor en sus mejillas.

—Gra-Gracias —oír algo así de este hombre le hace sentir tímido. —Usted también tiene muy buenos gustos señor Jonathan.

La canción comenzó a reproducirse en la sala. Un calor particular mientras disfrutaban de la taza de chocolate caliente. Tal como predijo Giorno, la lluvia solo comenzó a empeorar, sería difícil manejar con este clima, por lo que quería tomarse las cosas con calma y no pensar en su padre.

—Dígame señor Jonathan —se dio valor para hablar, aún si por dentro seguía algo inquieto. —¿Recuerda usted que le mencioné que tengo un padre que falleció trágicamente? —comenzó la charla.

Al mayor le sorprendió aquella pregunta. Por un momento se sintió intrigado ya que lo recuerda, pero Giorno solo lo mencionó una vez. Cuando se refiere a familia él sólo habla de su padre, nunca menciona otros integrantes.

—Lo recuerdo. Así como también recuerdo que mencionaste algo sobre algunas complicaciones familiares —el chico solo pudo soltar un suspiro. Ya era hora de comenzar.

—Verá, tuve un problema recientemente. Razón por la cual ya no he podido encontrarme con usted tan frecuente como antes —porque sí, ya no solía estudiar con el Joestar en la biblioteca. Únicamente lo citaba en pequeños ratos cuando podía escaparse de clases. —Hasta hace poco, siempre había creído todo lo que me decía mi padre. Y siempre me preguntaba cómo sería papá o si fue una buena persona. Siempre me pregunté como sería su rostro, su mirada, incluso cómo se sentiría un abrazo suyo. Lo único que sabía sobre él era que mi padre le amaba mucho. Decía su nombre entre sueños, a veces lo hacía borracho mientras lloraba. Pensé que eso solo podía significar que a él de verdad le dolía su muerte.

A pesar de que ahora tiene una imagen diferente, su padre siempre recordaba el pasado aún si intentaba lucir fuerte. De cierta forma, cree que su padre sí llegó a amar al Joestar, incluso detrás de todas sus mentiras.

—Entonces este año conocí a algunas personas —y ahora su vida se ha vuelto complicada. —Y yo… bueno, descubrí que aquel papá al que nunca conocí en realidad podría no estar muerto realmente.

Y con la confesión de Giorno, Jonathan no pudo evitar sorprenderse. Mirando la taza en su mano y con un sentimiento extraño que surgía en su pecho. Una tristeza inexplicable que comenzó a crecer en su interior.

—¿Piensas que tal vez tus padres se divorciaron? —preguntó el Joestar. Porque sí, habían padres que llegaban a mentirle a sus hijos con tal de nunca volver a mencionar a la antigua pareja. Existen todo tipo de casos, pero que Giorno sea uno de esos le sorprende y dolía al mismo tiempo.

—No lo sé… Y aún si él estuviera vivo, no estoy seguro de que papá sepa que yo existo —y no sabe cómo decirlo. Que aquel papá podría ser quien está sentado a su lado en este momento. —Ya me hubiera buscado en algún momento, ¿No lo cree?

Giorno sonrió, aunque la tristeza escondida en sus ojos eran algo evidentes. No quiere mostrarle esa cara débil, al menos no en este momento. Necesita la fuerza para contar la verdad.

—Entonces creo que ese hombre debe haberse perdido de un chico tan maravilloso como lo eres tú, Giorno —y con estas palabras del hombre se sintió destrozado.

¿Cómo decírselo? ¿Cómo puede soltar lo que está atrapado en su pecho? No quiere lastimar al Joestar. No quiere arriesgarse a pesar de que debe hacerlo.

—Supongo que tiene razón —suspiró con la voz algo temblorosa. —Usted es una persona increíble, señor Jonathan —y no miente, el Joestar es realmente amable. Pero ahora se siente tan mal que sabe que si sigue hablando soltará algún sollozo. Y este no es el momento para llorar.

Hubo otro pequeño silencio mientras se reproducía la siguiente canción. La lluvia no parecía querer acabar pronto. Pero es probable que su padre venga a buscarle aún en medio de la tormenta. No puede dejar pasar más tiempo. Pero antes de que pudiese continuar el hombre habló primero.

—¿Sabes Giorno? —le miró el Joestar. —Siempre me llamas señor Jonathan, y realmente creo que hemos pasado tiempo suficiente para que dejes de llamarme señor, me hace sentir viejo —el mayor soltó una ligera risita y el chico tomó otro poco del chocolate para pasar la tensión.

Puede que el hombre haya notado su incomodidad y quisiera cambiar los ánimos. Él solo podía seguirle la corriente

—No siento que llamarle solo Jonathan sea apropiado —respondió a la defensiva. No le molesta, solo le hace sentir… raro.

—Entonces llámame Jojo —y Giorno sintió que el aire casi dejaba sus pulmones al escuchar aquello. Miró sorprendido al mayor por tal repentino nombre.

Jojo... —pronunció casi con algo de pesar. Un nudo formándose en su garganta porque le costaba decir ese nombre frente a este hombre en particular.

—Así es como solía llamarme mi padre y mis amigos más cercanos. Aunque casi ya no lo uso con nadie más, no me molestaría que me llamaras de esa forma —el mayor le dedicó una sonrisa que por un momento le supo amargo.

“Jojo” había sido como el lazo que lo había atado con los Joestar. Porque bien Josuke dijo que muchos en la familia solían usar aquel nombre. Recordando así también la persona que su padre a estado llamando entre sueños desde hace tanto tiempo. Un nombre que ha escuchado toda su vida y está aquí.

Tan petrificado que casi sin pensarlo, dejó caer la taza de chocolate de sus manos.

—¡Oh, cielos! Traeré un pañuelo —se asustó el hombre. Giorno sabía que ya era el momento. No podía seguir mintiéndole a esta persona. No a quien había sido tan amable y generoso con él. Ya no puede seguir dudando, él tiene que saber.

Se levantó del sillón para poder quitarse el saco manchado de la bebida dulce. Y aunque el chocolate se había filtrado en su camisa eso poco le importó.

El Joestar regresó con el pañuelo dispuesto a ayudar al chico, pero se detuvo en su lugar cuando Giorno comenzó a desbotonarse la prenda.

Por un momento Jonathan se alarmó pensando en que Giorno podría haberse quemado con la bebida caliente y por eso se quitaba la prenda. Hasta que llegó esa pequeña revelación que hizo que soltara un jadeo de sorpresa y le hiciera retroceder un paso, casi tropezando con el borde del sillón.

Giorno finalmente lo había hecho. Había revelado su marca de nacimiento.

—Hay algo que no le he contado y me ha estado carcomiendo desde que lo supe —Giorno se dejó caer en el sillón de nuevo evitando ver al hombre directamente a los ojos, sabiendo bien que él Joestar tenía un rostro petrificado. —No voy a ocultar el hecho de que al inicio tenía un interés distinto en usted. Al inicio solo jugaba una broma esperando olvidarme de mi ex. Pero entonces lo conocí y todo se volvió un completo caos en mi vida.

Las manos de Jonathan temblaron con un sentimiento similar al miedo. Sus ojos recorriendo esa marca y luego examinando el rostro del chico.

—Le comenté que descubrí que papá nunca estuvo muerto realmente. Bueno, el nombre de mi otro padre... Es Jojo.

Jonathan finalmente dejó soltar un suspiro pesado intentando procesar lo que estaba sucediendo. Solo le tendió el pañuelo a Giorno y se sentó a un lado del chico nuevamente, intentando acomodar sus pensamientos.

Eres un Joestar —fue lo único que dijo.

Jonathan lo sabía. Las corazonadas que tuvo no fallaban. Porque bien se lo dijo a Speedwagon cuando recién comenzó a reunirse con el chico. Esa extraña familiaridad que había sentido todo este tiempo. Tan similar a cuando se encuentra con un miembro de su sangre. Esa conexión que solo se puede reconocer entre los miembros de su familia.

Tenía tanto sentido que él también pudiera sentir esto con Giorno, explicaba lo bien que se habían conectado la primera vez. Pero… hay algo que simplemente no cuadraba en lo absoluto.

—¿Conoces quién es tu padre? —preguntó. Porque aún si el chico había dicho que se llamaba Jojo, no era algo claro si no estaba el nombre completo de aquella persona. Jonathan se preguntó quién podría ser. Y una corazonada en su pecho no le dejaba tranquilo.

—En realidad, solo fue hasta hace poco que conocí el verdadero nombre de papá, como le digo, lo único que sabía era mi padre solía llamarle Jojo —Giorno pensaba en cómo decir sus palabras. Esto estaba siendo difícil. —Y aunque he tenido esta marca desde que nací, nunca supe qué significaba. —su padre nunca quiso decirle. —Entonces luego conocí a alguien con la misma estrella. Esa persona era un Joestar —y de no ser por Josuke, él jamás hubiera descubierto la verdad. —El nombre de mi padre es… —¡Vamos, dilo! —Su nombre es... Jona-

Unos golpes en la puerta le interrumpieron y Giorno no pudo sino sentirse frustrado. Fue más rápido de lo que esperaba.

El hombre se levantó del sillón para dirigirse a la puerta. Pero antes de abrirla Giorno le detuvo tirando de la manga de su suéter.

—Por favor, le pediría que me escuchara primero antes de abrir esa puerta —el mayor no sabía qué hacer. La situación se había puesto muy extraña. Y en su pecho podía sentir un mal presentimiento.

Los golpes en la puerta se hicieron más fuertes. Giorno tuvo que cerrar los ojos mientras calmaba su inquieto corazón. Y Jonathan no sabía qué hacer.

—¡Mi verdadero padre es-!

—¡Haruno! ¡Sé que estás ahí! —fue interrumpido de nuevo cuando el grito llegó desde afuera. Y la respiración del Joestar se detuvo por un segundo.

Esa voz...

Su mano giró la perilla sin pensarlo.

—¡Espere señor Jonathan, todavía debo decirle-! —demasiado tarde, la puerta se abrió revelando la figura de esa persona detrás.

—¡Haruno! —y fue el turno del hombre en la puerta de quedarse congelado.

Dos pares de ojos que se encontraron mirándose el uno al otro. Dos miradas sorprendidas en un silencio que se instaló de repente, solo escuchándose la lluvia de fuera y las respiraciones agitadas de ambos. Tal silencio se hizo largo.

El peliazul abría y cerraba la boca intentando decir algo, aunque estaba demasiado petrificado que ni siquiera podía quitar su mano de la puerta.

Por su parte, el rubio mayor pasaba sus ojos de arriba a abajo sobre la figura que tenía en frente, sin creer quién era la persona a la que sus ojos estaban viendo.

Jo… Jojo... —dijo su nombre en una voz tan baja que apenas y pudo escucharse.

—Yo... Dio... ¿Qué haces aquí? —el rubio aún no quitaba la mirada. Pero luego sus ojos se posaron en el chico que había quedado como un cachorro escondido detrás del alto hombre.

—Yo… Vengo por mi hijo —y toda la ira que traía hace un momento pareció esfumarse tan repentinamente.

Su mente estaba en shock, no pudiendo despegar la vista de esos ojos tan azules que le miraban con asombro. Su garganta estaba seca, y no podía ordenar sus pensamientos correctamente.

Empapado hasta las rodillas y con un cabello rubio y despeinado era lo que veía Jonathan. Un traje azul que envolvía el cuerpo de esa persona. Su rostro igual a como lo recordaba. Como si esos años en la universidad siguieran ahí. Tan hermoso…

Pero entonces fue el momento en que Jonathan comenzó a procesar las palabras recién dichas.

—Tu hijo... —dijo, pareciendo que su mente seguía en las nubes. Y luego fue el Brando quien finalmente salió de su trance, volviendo al presente y rompiendo el contacto de sus miradas.

—Sí, mi hijo —dijo esta vez con firmeza, dirigiendo su enfoque al chico que se ocultaba de él.

El ambiente en la habitación se volvió sepulcral ahora.

—Tu eres... El padre de Giorno —repitió el peliazul y luego soltó una ligera risa —No, no, Giorno no puede ser tu hijo. Debes estar bromeando —Jonathan reía a la vez que una gota de sudor bajaba por su frente.

Muy por dentro sus pensamientos estaban volviéndose un repentino caos, y su corazón no podía dejar de palpitar con rapidez. No puede ser lo que está pensando en este momento.

—En realidad, señor Jonathan, Dio Brando es mi padre —suspiró Giorno, y el hombre que reía se detuvo de golpe. Su rostro de ahora lleno de sorpresa y confusión. —Mi verdadero nombre es Haruno Shiobana Brando, y tengo diecisiete años, no veintiuno —el Joestar soltó un jadeo de sus labios. —Dio Brando es mi padre. Así como usted también lo es, Jonathan Joestar.

Ambos hombres miraron al chico con horror.

—¡¿Qué tonterías estás diciendo, Haruno?! —gritó el Brando. Su rostro petrificado y sus labios casi temblando.

—¡Lo descubrí, padre! ¡Descubrí tus mentiras y descubrí que papá no está muerto! —gritó finalmente el joven. Ya no había que contenerse, las palabras estaban dichas. —Me has mentido todo este tiempo y le has mentido al señor Jonathan. Que yo, Giorno Giovanna, soy un Joestar, y que aquel padre del que siempre me has ocultado es él, Jonathan Joestar.

La voz de Giorno estalló, finalmente sacando todo lo que no había podido decir. Explotó como una bomba y la verdad salió a la luz.

El Brando miró a su hijo con ojos afilados. Se acercó hasta el muchacho y lo tomó fuerte del brazo tirando de él sin delicadeza.

—Vienes conmigo a casa y voy a hacer que limpies tus palabras maldito mocoso —el chico tiró de su brazo con la misma fuerza liberándose del agarre y dejando al hombre sorprendido.

—¡No! Padre, ¿Vas a seguir negando la verdad? ¿Vas a fingir que en realidad no es así? ¡¿Seguirás haciéndome creer que papá está muerto?! —Dio nunca había visto a su hijo actuar de esa forma. Y en verdad no sabía qué hacer.

—¡Dio! ¡¿Lo que dice Giorno es verdad?! —el Brando regresó su mirada al Joestar que se miraba confundido, nervioso y más pálido de lo normal.

—¡Tú no eres nadie en mi vida Jonathan! ¡Haruno es mi hijo! ¡No sé dónde diablos se le metió esta tontería a la cabeza! —Dio tiró de los mechones de Giorno y el chico soltó un pequeño grito.

—¡Suéltalo Dio! —gritó a la par el Joestar. El joven tomó el brazo de su padre con ambas manos y el mayor lo soltó.

—¡Tuviste una relación con Jonathan Joestar pero nunca le dijiste que tuviste un hijo de él! ¿Me equivoco, padre? ¡Porque esta estrella en mi hombro dice a gritos a qué familia pertenezco realmente!

Giorno ya no podía estar tranquilo, su corazón agitado solo podía soltar todo lo que necesitaba decir. Es la verdad, lo único que él quiere es la verdad.

—¡¿Y qué si este idiota fuera tu padre?! ¡Yo te crie, Haruno! —tal vez cometió un error en lo que dijo. La revelación de las palabras fue suficiente para que Jonathan entendiera y comenzara a temblar.

—¡Entonces es cierto! ¡Dio! ¡¿Por qué no me dirías algo como esto?! —el hombre empezó a sudar, su respiración se hizo errática a la vez que comenzaban a pasar tantas cosas por su cabeza.

Tuvo que sostenerse del marco de la puerta porque sentía que el equilibrio comenzaba a fallarle.

Un hijo… Giorno es su hijo…

Lo siguiente que se escuchó fue un golpe seco en el piso.

—¡¡Jojo!!

Notes:

No tienen idea de lo mucho que me emocioné al escribir este capítulo. Todo el tiempo estaba como "¡Díselo, Giorno!", solo quería omitir todo el drama e ir directo al grano xD Hacer que estos dos se encontraran fue una explosión en mi corazón. Yo sé que ustedes también lo estuvieron esperando x)

Probablemente en el siguiente capítulo haya otro flashback, aún no lo sé, me emociona continuar la historia de estos dos. ¿Cuáles son sus opiniones? Amaré leer sus comentarios x)

By~F.F

Chapter 18: Capítulo 18

Summary:

Una historia de Amor del pasado... Segunda parte.

Notes:

Antes de comenzar este capítulo quiero poner la pequeña advertencia de que aquí puede tocarse un tema algo delicado para algunas audiencias como lo es el M-preg marcado en la etiqueta. No es algo explícito ya que es solo el comienzo, pero puedes elegir saltarlo o continuar leyendo :')

Sin más que decir, vamos a ello ^^

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

No puedo ver el lado positivo,
desde aquí abajo en el suelo
Y sigo intentándolo, pero no sé para qué.
Porque cuando tarto de no amarte,
solo consigo amarte más.

- XVIII -

Tratando de no amarte

Dio no creía en el amor.

Sus propios padres fueron el ejemplo que marcó su infancia. Su madre murió por los abusos de su padre. Y luego de ello su padre siempre se metía en cosas ilegales para poder conseguir dinero.

Había días en los que su hermano y él se iban a dormir con hambre, todo porque su padre gastaba el dinero en alcohol. Incluso días donde este simplemente desaparecía y los dejaba a su suerte. Tuvo que aprender a trabajar desde muy joven y ganar dinero a escondidas para poder obtener al menos un alimento para sobrevivir.

La vida le dio a él una oportunidad después de tanto tiempo. Un hombre rico que le sacaría de ese maldito pozo de mierda. No le importaba quién mierdas fuera esta persona, él sólo quería salir, irse, marcharse a cualquier lugar siempre y cuando pudiera estar lejos de su padre.

Durante su juventud, Dio se concentró en estudiar, aprender todo lo esencial. Convertirse en el mejor y volverse el número uno. Siempre aspirando por más, siempre queriendo sobresalir para poder ganarse el reconocimiento de otros.

Era bien sabido que a Dio Brando solo le importaba hacerse crecer en la sociedad, que cualquier oportunidad que se le ofreciera delante él la tomaría sin importar el costo. Porque esa era su mentalidad. Tenerlo todo, conseguirlo todo. No importaba qué tuviera que hacer, hasta qué punto debía rebajarse a sí mismo. Solo necesitaba más, más, más.

—¿Entonces te gustan las rosas? Eso es bastante lindo.

Y aunque creyó que se aseguró de mantener su círculo social cerrado. Había un par de ojos brillantes que siempre volvían a él sin importar a dónde iba.

Jonathan Joestar era por demás la persona más molesta en su maldita vida. Siempre teniendo que ocultar esa ira creciente en su interior que amenazaba con salir en ciertos ratos. El niño heredero Joestar le hacía enfadar de una forma inexplicable.

—A mí me encantan las orquídeas, florecen hermosas durante la primavera. Y la forma en que los colores pintan los campos me parecen impresionantes.

Siempre teniendo que escucharlo divagar en esas tediosas conversaciones. Tardes donde después de estudiar ambos hablaban de temas casuales. Tu libro favorito, alguna película reciente. Cosas que realmente no le interesaban en lo absoluto. Porque él no quería conocer realmente a Jonathan Joestar.

Aunque tal vez debía admitir que su compañía podía ser un tanto agradable algunas veces. Porque si bien a él no le interesaba hacer amistades sin un propósito, era menos aburrido estar con alguien que pudiera hacerle hablar. Alguien con quien pudiese compartir temas de alguna lectura interesante, alguien tan ligero al charlar de ciertas materias en común.

Jonathan siempre se le acercaba primero, mostrando esa sonrisa de niño feliz y tomando asiento a su lado en la biblioteca. Tan cerca que podría oler su nuevo perfume y casi hacerle suspirar.

El hijo de Sir Joestar estaba enamorado de él y Dio lo sabía. Es por eso que antes intentaba evitarlo todo lo que pudo. No quería formar esa clase de vínculo siendo algo que simplemente le repudiaba hasta el cansancio. Amar a alguien no estaba dentro de sus propósitos. Mucho menos corresponder el amor de un idiota adinerado.

Pero luego él tenía a alguien como su hermano.

—Si yo fuera tú me aprovecharía de ese bobo y le exprimiría todo lo que tiene en los bolsillos. Que un rico se enamore de ti es una oportunidad en un millón.

Diego era dos años menor que él, pero compartían mucho en personalidad y pensamientos. Su hermano se lo dijo como una sugerencia en su momento. Producto de una noche donde ambos habían salido a beber para ponerse al corriente de sus vidas, y olvidar momentáneamente el estrés escolar. Aún si eran hermanos de sangre, estaban tan separados por los caminos que tomó cada uno.

En el fondo, Dio sabía que aquella sugerencia era una idea por demás estúpida, alguien como Jojo no sería tan descuidado para caer en algo así. Además de que el Brando odiaba su forma tan dulce de ser y su necesidad de estar siempre pegado a él. Jonathan no era alguien con quien él elegiría estar.

Tenía un atractivo, eso era algo que no podía negar. Pero el chico era todo lo que Dio repudiaba en una persona. Alguien demasiado ingénuo y amable. Un idiota que se hacía llamar a sí mismo un caballero.

Aunque mientras más pensaba en ello, llegó a un punto en el que se preguntó a sí mismo ¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué no aprovecharse de la situación? ¿Por qué no exprimirlo hasta lo último que le queda? Solo para humillarlo al final una vez que pueda robar todo de él y su maldita herencia.

Fue entonces que el Brando comenzó a acercarse de nuevo, desde esa tarde en la biblioteca donde finalmente decidió volver a hablarle al Joestar. Incluso aprovechó que ambos estuvieran en el mismo equipo de Rugby. Dio fue el primero en tomar la iniciativa en ese entonces, robando toques, ligeros coqueteos y algunas caricias por encima de su ropa.

Ni siquiera recordaría quién de los dos dio el primer beso o cuándo fue la primera vez que lo hicieron. Su relación escalaría gracias a sus avances y de inmediato se harían novios.

Jonathan había caído tan fácil en esa maldita farsa. Y a él no le molestaba aprovechar cada momento al máximo. Verlo como un cachorro enamorado persiguiendo a su dueño, solo para verlo después con esa cara triste y decepcionada. Ese rostro patético que mostraba su clara debilidad.

Y a Dio le encantaba tener a Jonathan bailando en la palma de su mano.

—Jojo es un idiota. Ni siquiera puede notar cuando invito a alguien más a su habitación —se burlaría, se reiría junto a sus amigos a espaldas de Jojo. Porque Jojo era la persona más patética que conocía, el peor perdedor de la historia.

Y de cierta forma, hablar del estúpido de Jonathan era divertido. Le hacía relajarse y disfrutar fuera del estrés que significaba manejar alguien tan insistente. Siendo una forma de desquitarse por todas las malas pasadas que tenía que soportarle.

Estar con Jonathan era simplemente una tortura. Soportar sus palabras dulces y melosas. Tener que aguantar cada uno de sus abrazos y besos infantiles. Siempre teniendo que verlo sonreír. Le causaba un maldito malestar en su sistema. Sentía asco y repulsión. Simplemente queriendo borrar esa felicidad abrumadora que era tan asfixiante.

O eso es lo que pensaba al inicio.

A pesar de todo lo que se convenció durante aquel tiempo, Dio no se dio cuenta de cuándo fue que empezó a enamorarse realmente de Jonathan Joestar.

Era estúpido pensar en la ironía de la situación. Tantas veces negándose a sí mismo, siempre rechazando cada pensamiento intrusivo que le hacía querer sonreír de forma inconsciente.

Ahora soltaba pequeños suspiros, sentía mariposas en el estómago cuando el Joestar le llevaba flores y regalos. Tenía cosquilleos extraños cuando los toques se volvían por demás cariñosos. Sin olvidar mencionar las veces que se le escapaba algún pequeño sonrojo.

También comenzó a sentirse seguro con alguien por primera vez en su vida.

Dio no quería admitir que tal vez estaba enamorado. Dio no quería aferrarse al corazón de Jonathan.

—Oye Brando, ¿Estás libre esta noche? —se dio cuenta de que comenzaba a sentir asco y repulsión cada que un maldito cabrón se le acercaba.

—Estoy ocupado, piérdete —rechazando las invitaciones de sexo de quienes antes solían ser sus encuentros casuales.

Se cuestionaba a sí mismo por ese cambio. Le desagradaba sentirse como un adolescente enamorado. Se supone que eso no debía pasarle a él. Sólo es una farsa, apégate a ella. Se repetiría cada vez. Queriendo olvidar, queriendo deshacerse de aquel maldito sentimiento que tanto le disgustaba.

Porque cuando alguien le tocaba se sentía sucio. Donde las manos de otro acariciaban su cuerpo él solo podía pensar en Jonathan. Y cuando abría los ojos solo le causaba una gran repulsión encontrarse con un rostro distinto al que conocía. Lo que antes solía ser placer y liberación ahora solo le provocaba un gran odio y ganas de vomitar.

Maldiciendo a Jonathan por arruinarlo. Gritando su nombre junto a tanto desdén que salía de su boca. Lo odia, lo detesta, solo quiere que esa maldita tortura desaparezca. Ahogando la ira mientras mordía su labio inferior hasta hacerlo sangrar.

Y solo al final cuando esos brazos sucios le abrazaban bajo las sábanas, él solo podía sentir ganas de llorar. Sintiéndose como un traidor aún cuando se suponía que no tenía esos sentimientos guardados. Pero no podía estar más equivocado.

Dio había caído por el Joestar. Jojo liberó su corazón de ese océano de piedras en el que estaba prisionero. Jojo le enseñó a sonreír y a ver el mundo de una forma tan colorida. Jojo le hizo sonreír como nadie más lo hizo nunca. Jojo le hacía sentir feliz solo con su propia presencia.

Y también le hizo sentir culpable.

—¡Mira Dio, es una rockola!

Salían a citas cuando tenían la oportunidad. Jonathan siempre se emocionaba por las cosas más simples, cosas que a Dio no le interesaban pero que de alguna manera la emoción le era transmitida a través de la felicidad de aquel chico.

—¿Qué tipo de música te gusta, Dio? —y el rubio se daba cuenta de que se sentía feliz cuando Jonathan sonreía de esa forma. Aún si no quisiera admitirlo, a él le encantaba esa sonrisa del Joestar.

Una sonrisa de la cuál sabía que él sería el causante de destruírla.

Y Dio no sabe en qué momento de la historia comenzó a contar los días mientras planeaba cómo romperle el corazón.

Ya no podía soportarlo. No podía soportar seguir enamorándose de alguien que le quería de la forma más pura y real. Solo quería acabar con todo esto de una maldita vez. Romperle el corazón y conseguir a alguien más. Siempre podría obtener el dinero de otra persona, siempre podría empezar de nuevo.

Siempre podría volver a armar su vida sin cometer el mismo error de amar a alguien.

Lastimar a Jonathan para no lastimarse a sí mismo.

Jojo siempre era quien pedía disculpas.

—Recuerdo que dijiste que te gustaba este grupo, solo pensé que tal vez podríamos ir juntos al concierto dentro de dos semanas —siempre que él pensaba que podría dejarlo, llegaba Jonathan con una sonrisa frente a la puerta de su habitación.

—Estoy ocupado estos días. ¿Por qué no mejor vas con ese amigo tuyo al que acabas de conocer? Seguro que él y tú se han hecho bastante cercanos.

Pero Dio tenía un orgullo demasiado grande, y no admitiría que más allá de las burlas habría una cantidad enorme de celos e inseguridades que se presentaban en su sistema cada vez que alguien más se acercaba a Jonathan.

Cerrándole la puerta en la cara. Maldiciéndose a sí mismo mientras tiraba de sus cabellos e intentaba calmar la ira en su sistema junto a una respiración agitada. Porque esto no estaba bien, esto no era lo que se supone que debería sentir. Nunca nadie le dijo que el amor le haría actuar de esta forma.

—Sabes que Robert solo es un amigo. Él nunca ocuparía tu lugar. Yo solo te quiero a ti. Por favor abre la puerta, Dio. Te amo.

Susurraría siempre aquel 'Te amo' al final de cada oración. Y Dio no podía hacer mucho para luchar contra ello. Siempre abriendo la puerta, siempre perdonando a pesar de que Jonathan no era quien debía pedir las disculpas. Siempre atrayendo a Jojo nuevamente a él.

—Eres solo mío y lo sabes —diría, acariciando la mejilla de su novio donde se podía ver el rastro de un ligero moretón que comenzaba a desaparecer.

Solo pudiendo borrar la culpa en su corazón mientras se besaban con desespero y unían sus cuerpos durante la noche, ahogando sus propios lamentos con la cara pegada a la almohada y esos besos en su cuello que le hacían olvidarse de todo.

Y no se entendía a sí mismo. Por qué cuando más intentaba dejar de amarlo solo podía volver a caer una y otra vez. ¿Por qué siempre tenía que ser así? ¿Por qué no podía destruirlo por completo para alejarlo de una vez por todas?

Lo único que el rubio quería obtener era la fortuna del chico, eso es lo que siempre intentó convencerse a sí mismo. Él no buscaba amar a Jojo. No de la forma en que lo hace ahora.

Y aun así le hervía la sangre cuando pensaba en Erina y su cercanía con Jojo. Es más, también estaba ese otro de Speedwagon. Él, Dio, debería ser el único rubio en su vida, él debería ser la única compañía de Jojo. ¿De dónde salían esas demás personas?

Al final no podía ocultar sus sentimientos del todo. Esto le llevó a tener discusiones con el Joestar. El odio que iba dirigido hacia sí mismo lo proyectaba en cada discusión que tenía con él.

Pero luego se arrepentía y terminaba estrujando su corazón para encerrarse de nuevo. Detrás de una puerta como un cobarde, y siendo incapaz de decir la verdad.

Aquel día en el que terminaron, Dio recuerda todos los gritos de Jonathan. Golpeando la puerta desesperadamente mientras él cubría sus oídos con las almohadas. Escuchaba su nombre siendo llamado una y otra vez, y las lágrimas que contuvo durante tanto tiempo se dejaron caer en silencio sobre las sábanas.

—¡Dio! ¡Tengo que hablar con Dio! —el Brando luchaba contra sí mismo, intentando no abrir la puerta, intentando no arruinarlo más de lo que ya lo hizo. Aunque Jonathan pedía disculpas, él sabe que esta vez no puede perdonarlo.

Porque Jonathan nunca tuvo la culpa.

Esta vez ya no puede hacerlo, ya no es lo mismo. Él ya no tiene por qué abrir la puerta, él ya no tiene por qué caer de nuevo. No puede hacerlo, no puede seguir con esto.

Se acabó. Si flaquea ahora ya no podrá volver a tomar las riendas de su vida. Se volvió dependiente, todo ha estado girando en torno a Jojo y ya no lo quiere. Ya no quiere ese estúpido sentimiento en su sistema que lo ha vuelto débil.

Ya no quiere seguir lastimando a Jonathan como lo ha hecho siempre.

Dio no abriría la puerta. Ni tampoco volvería a abrir su corazón.

Siendo que los días siguientes se convertirían en una lucha contra sus sentimientos. Sintiendo que corría en una interminable espiral intentando evitar al Joestar. No podía verlo, no debía verlo. Aún si intentara volverle a hablar él sabía que no merecía un perdón. Las palabras ya estaban dichas y la verdad estaba revelada. No tenía por qué ocultarlo más, no tenía por qué seguir mintiéndose a sí mismo.

Da igual si llora por las noches arrepintiéndose de jugar con el corazón de la única persona que le hizo enamorarse verdaderamente.

Da igual si Jonathan le odia por el resto de su vida.

Porque él se merece eso.

Ese verano llegaron los problemas.

—Por dios, Dio, para nada estás bien —su hermano miraba preocupado al mayor que vomitaba en el baño. Dio había dejado de comer adecuadamente y aún así parecía que estaba algo más relleno de lo normal. Diego solo pudo sospechar lo peor. —Debemos llevarte al hospital. Me acompañarás ahora.

—¡No! —pero Dio se negaba a escuchar.

Él lo sabía. Por dios, claro que lo sabía, era demasiado obvio. Había comprado una de esas malditas pruebas de embarazo noches antes y ya no sabía qué más hacer con todo esto. Nadie tenía que saberlo, solo debía ocultarlo hasta que pudiera estar lejos, entonces sabría qué hacer con ese parásito en su interior.

—¡Dio! ¡Deja de ser tan orgulloso por un segundo y hazme caso! ¡¿Crees que no me he dado cuenta de lo que te sucede?! —tomando de los hombros a su hermano e intentando que reaccione. Diego también estaba al tanto. Él tampoco era estúpido, supo que algo estaba mal desde el principio.

—¡Cállate! ¡Esto es tu culpa en primer lugar! ¡Nunca debí haberte hecho caso! ¡Maldita sea! —sacando la ira de su sistema, golpeando el abdomen de su hermano con las pocas fuerzas que tenía.

—¡¿Mi culpa?! ¡Yo no fui el idiota que rompió con su novio y quedó preñado! ¡Si estás así es por tus propias consecuencias! —otra punzada cruzando en la cabeza del mayor y solo pudo dejar escapar algunas lágrimas sobre el inodoro. Sollozando internamente porque sabía que esa era la única verdad.

Era inútil culpar a su hermano, es sólo él quien tiene la culpa de lo que ahora le sucede. Él se lo buscó. Él lastimó a la persona que amaba. Él fue el causante de todo.

—¿Por qué no lo llamas? ¡Él debería hacerse cargo de esto! ¡Fácilmente podrías aprovechar y sacarle una gran suma a ese bastardo! ¡Que pague por esto que te hizo! —le dijo Diego, y Dio se sintió asqueado, molesto, como una maldita basura.

—No volveré a hacer nada que incluya a Jojo de nuevo. ¡Fue un error mío haberte hecho caso esa vez! —otras nauseas se hicieron presentes y volvió a vomitar. Su garganta ya doliéndole de tanto gritar y expulsar las cosas de su sistema.

Nunca viéndose más patético frente a una persona. Tan miserable mientras sacaba todo. Diego solo pudo agacharse hasta su altura y suspirar. Sintiéndose igual de frustrado por toda esta situación.

—¿Qué es lo que piensas hacer? Si padre se entera de esto va a enloquecer. ¿Has pensado en lo que podría pasar si descubre que tienes contigo un hijo de Joestar? —el cuerpo de Dio tembló en un instante. Dándose cuenta de la gravedad de la situación.

Odiaba admitirlo pero Diego tenía razón. Y un miedo que no había sentido desde hace años volvió a invadir su cuerpo en tan solo una noche. Recuerdos que iban y venían de su maldita infancia. Un asco y terror que solo alguien como su padre podría causar en él.

—¿Qué debo hacer? No puedo dejar que descubran a este maldito engendro —sollozó, queriendo gritar demasiadas cosas al mismo tiempo, pero ya no tenía la garganta para ello.

—Es fácil, solo tienes que abortar la maldita cosa y nos quitarás muchos problemas de encima. No tienes por qué cargar con esto. Esta cosa solo fue un descuido —y a pesar de que las palabras de Diego no salían con malas intenciones esto solo le hizo sentir peor.

¿Abortar?

—¡Estás loco si piensas que haré eso! —y la discusión alcanzó un nuevo tema. Un nuevo problema.

—¡Por todos los cielos, Dio! ¡No puedo creer que de verdad estés pensando en tener al mocoso! —Dio ya no sabía si reír o llorar. Golpeando su cabeza contra la pared mientras sus manos abrazaban su estómago. Sonriendo con la mirada rota y ojos hinchados de tanto llorar.

—Este mocoso no tiene la culpa de mis acciones. Este parásito es lo único que me queda de Jojo... Si muere todo se irá con él —susurraba. Y Diego no podía creer lo que escuchaba. En su lugar parecía horrorizado por las palabras del mayor. Sintiendo un nudo en su garganta mientras miraba con horror esta imagen de su hermano.

—No puedes criar a un niño, Dio. ¿Acaso crees que puedes jugar a ser padre así nomás? —porque no entendía por qué su hermano siendo el más racional parecía haberse quebrado hasta este punto.

—Solo tengo que huir, nadie sabrá que este mocoso existe —dijo mientras soltaba una risilla seguida de más lágrimas. Es tan patético.

—Si huyes solo causarás más problemas, y es aún más probable que padre te busque y dé con la verdad —era una situación donde cualquier elección podría llevar un camino lleno de espinas. Dio se dejó romper completamente mientras comenzaba a llorar de nuevo. Ya no quería más este sufrimiento. Solo deseaba que nada de esto hubiera pasado nunca.

Deseando que jamás se hubiese enamorado de Jonathan Joestar.

Ambos dejaron el tema por esa noche. El hermano menor cuidando de Dio mientras lo guiaba de regreso a su habitación y le acompañaba en sus lágrimas.

Diego prometió no decirle nada a nadie, siempre y cuando Dio pudiera hablar con los Joestar.

Si ellos no podían resolver este problema entonces solo les quedaba rebajarse y pedir ayuda. Jonathan Joestar tenía que saber la verdad. Ellos debían hacer algo porque Diego sabía que su hermano no estaba nada bien.

Y Dio lo hizo. Cuando el verano terminó y pocos días antes de comenzar el nuevo semestre, Dio buscó a Jonathan. Diego se ofreció a acompañarlo, pero su hermano se negó. Diciendo que esto era algo que tenía que enfrentar él solo.

Y era una pena decir que aquello nunca pudo completarse.

—Parece que no funcionó —fue lo único que pudo decir Diego luego de que su hermano llegó esa tarde con varios moretones pintando su rostro. Ligera sangre seca que pintaba su labio partido y un ojo algo hinchado.

Pero los golpes no parecían haber sido lo peor.

—Jojo está mal… y es mi culpa —porque esas palabras eran lo único que parecían importarle al rubio. —Yo lo dañé, es mi culpa. Amaba tanto a Jonathan, pero ahora él está muerto, ellos ya no existen, ya no existan en mi vida, están muertos para mí —repitiendo aquello una y otra vez mientras parecía un alma muerta caminando hasta llegar al sofá y volver a llorar nuevamente.

Diego solo pudo suspirar, pensando en lo mal que estaba su hermano, pensando en todo lo que fue de sus vidas y lo que sería ahora. Trajo consigo un botequín y se sentó a su lado, comenzando así a tratar las heridas de su hermano.

Dio solo gimoteando en silencio mientras parecía querer aguantar sus sollozos. En un silencio y ambiente deprimido, solo se escuchaba el sonido de las manecillas del reloj corriendo. El tictac mientras los minutos pasaban y ninguno de los dos hablaba. Solo hasta que Diego pudo romper el silencio, tomando un respiro y luego exhalando.

—Lo he estado pensando Dio —comenzó a hablar suavemente. —En poco tiempo tomaré un viaje a Japón. No quería decirlo antes porque sentí que no era el momento adecuado, pero estoy por casarme —soltó de una forma tan repentina pero el mayor apenas y podía escuchar sus palabras. —Hay una vieja anciana que me ayudó a salir del pozo y quiere patrocinarme como corredor. ¿Por qué no vienes conmigo? Si pensabas huir antes entonces mejor acompáñame —fue aquello que sugirió lo que pareció mostrar un ligero brillo en los ojos del mayor.

Diego suspiró mientras seguía contando lo que tenía en mente.

—Podríamos buscar la forma de hacer un intercambio. Tú eres Dio Brando, el estudiante estrella de quien los profesores suelen estar orgullosos. Con tu reputación no sería problema hacer un movimiento rápido. Fingiremos que tuviste alguna enfermedad y así podrás ausentarte mientras tienes a este mocoso.

Dio solo podía mirarle con una pequeña sorpresa. Sin saber qué decir exactamente. Diego podía notar cómo aquellos ojos muertos comenzaban a desprender una chispa de esperanza.

—Soy tu salvador así que me deberás una muy grande, ¿Entiendes? Yo también soy tu cómplice y eso me pone a mí también en problemas —Diego suspiró mientras cerraba los ojos y dejaba formarse una sonrisa en sus labios. —Pero al final soy tu hermano y no puedo dejarte solo —dijo lo último en voz baja como si por primera vez en su vida dejara salir sus verdaderos sentimientos.

Dio solo le abrazó sin poder decir otra palabra. Y su hermano sorprendido no pudo hacer nada más que quedarse quieto en su lugar. Pensando que tal vez ese mocoso sea una señal de que sus vidas podrían cambiar. Incluso los Brando podrían comenzar de nuevo.

Un nuevo inicio para todos. Una nueva vida que viene en camino.

Notes:

No puedo decir que no me dolió escribir este capítulo. Sé que habrá quien se pregunte qué sucedió y por qué Dio no pudo contárselo a Jonathan, pero eso será un flashback para el futuro.

Pido perdón si en estos flashback siempre hay lágrimas. Aunque los siguientes capítulos continúan con nuestro pequeño drama familiar <3

PD. La canción de la cual se inspiró el inicio de este capítulo es Trying Not To Love You de Nickelback

By~F.F

Chapter 19: Capítulo 19

Summary:

Giorno está más que nervioso ahora que las cosas han salido a la luz. Lidiar con su padre es algo que puede hacer pero... ¿Lidiar con Jonathan? Ese es otro asunto muy diferente.

Notes:

Holaaa, traigo aquí un nuevo capítulo, y seguimos con el drama familiar x)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XIX -

Su nombre es... Jonathan Joestar
(Parte 2)

—Y bueno, señor Brando, esa es toda la historia. Seguramente Giorno debe estarse reuniendo con ese hombre en este preciso momento. Tengo la dirección ya anotada.

Con la dirección en mano solo recuerda haber tomado su abrigo y caminar de regreso a su auto con una ira que solo había comenzado a crecer con cada palabra que había escuchado esa noche. Y mientras manejaba no podía evitar sentir un muy mal presentimiento.

“Sé que fue mi culpa haberle hecho tal sugerencia a Giorno, pensé que no me tomaría enserio, pero lo hizo.”

Las palabras de la chica le tenían inquieto. Ya ni siquiera se fijaba en el color del semáforo, solo quería ver a ese mocoso y reprenderlo.

“Por lo poco que sé este hombre parece ser alguien bastante especial. No puedo decir mucho ya que supongo que él quiere que lo vea por usted mismo.”

¿Qué diablos está haciendo ese niño? ¿Por qué parecía que su hijo ya tenía planeado todo esto?

No sabía qué demonios era lo que Haruno quería que él viera, pero por lo que ha notado solo quiso hacerle ganar tiempo. Retrasarlo antes de lo que se supone debía ser su revelación. No tenía ninguna expectativa del supuesto ‘hombre’ al que su hijo estaba viendo. Creyó que solo era otra de esas malditas rebeldías de adolescente con las que siempre sale. Iba a sacar a su hijo de ahí y luego moler a golpes a quien mierdas estuviera detrás de esa puerta.

Por eso al llegar al destino y darse cuenta de quién era la persona que había tras la puerta, Dio sintió que se le iba el aire. Y todo su mundo pareció haberse detenido en diez largos segundos.

Esto no podía ser verdad.

—Padre... —ambos iban de regreso en el auto. El mayor de los Brando era el más callado, tenía un aura mortal que Giorno no sabía cómo romper.

Podía notar el terrible ceño fruncido de su padre y cómo manejaba como si quisiera matar a cualquiera que se le atravesara en el camino. Para esa hora la tormenta había cesado pero las calles estaban llenas de agua y Giorno comenzaba a tener miedo de que ellos tuvieran algún accidente en todo el camino.

No fue hasta que finalmente llegaron a casa que el mayor dejó salir un grito mientras tomaba un vaso de cristal y lo arrojaba contra la pared. Giorno solo pudo mirarle desde su lugar casi como una estatua que no sabía si debía moverse.

—Maldito Jonathan, maldita familia Joestar —murmuraba el mayor entre dientes una y otra vez. Giorno esperó a que su padre se calmara mientras se sentaba en el sillón viendo cómo tomaba un melón y lo apuñalaba con cuchillos una y otra vez.

—Padre, estás siendo ridículo —y tras decir estas palabras el Brando finalmente le miró. Una mirada helada que hace mucho tiempo no veía. Y le dio escalofríos.

—¡¿Esto es lo que has estado haciendo todo este tiempo, Haruno?! ¡¿Quién diablos te metió la idea a la cabeza de que ese imbécil es tu padre?! —Dio finalmente se dejó caer contra la pared. Al chico le impresionaba cómo parecía nunca haber visto a su padre en un estado tan deplorable.

—Estuve investigando. Y todavía no puedo creer que me hayas mentido por tanto tiempo, padre —intentando mantener la cara seria. No demostrando que podría temblar en cualquier momento.

—¿Cómo fue que pasó? ¡¿Cómo diablos es que él está aquí?! —¿Por qué Jonathan Joestar está en Italia? ¿Por qué…? ¿Por qué parecía que ni siquiera esperaba verle?

—Fue una mera coincidencia. Trish ya debió haberte contado el inicio. Aunque le pedí que omitiera la otra parte —soltó Giorno mientras miraba a otro lado. —Yo tampoco sabía que él era también mi padre. Mucho menos esperaba que todo este tiempo solo estuvieras mintiéndome —y lo último salió en un tono de ira que parecía haber estado reprimiendo.

—Tuve razón al sospechar que estaba sucediendo algo contigo —se levantó del suelo para luego encarar al chico de frente. —¿Dices que ese hombre es tu padre? Ni siquiera tienes pruebas de que sea así.

—De hecho, sí las tengo —el menor interrumpió. Y el hombre le miró con terror. —O bueno, las tendré pronto. Las pruebas de ADN salen la siguiente semana. Pero no vamos a negar lo obvio, ¿cierto? Vi cómo reaccionaste ante él.

Dio retrocedió. Él no entendía, ¿desde cuándo su hijo había estado haciendo esto? ¿Desde cuándo se había estado viendo con ese Joestar maldito?

—No puedo creerlo. Ahora que pasó todo esto él no va a dejarme tranquilo —el Brando solo pudo cruzarse de brazos mientras parecía pensar. Frotándose el entrecejo y apretando los dientes.

—Padre, ¿Por qué no hablas con el señor Jonathan? Seguro tienen muchas cosas por decir ya que no se han visto en diecisiete largos años —se burló el chico en un tono sarcástico. Queriendo sacar también un poco del malestar en su sistema. Dio seguía sin poder creer las palabras de su hijo. —Además, yo tampoco me quedaré de brazos cruzados ahora que encontré la verdad. Él no se merece todo aquello que le has hecho.

Y como si no hubiera escuchado esas palabras en mucho tiempo una punzada cruzó directo en su cabeza. Un pesar que se asentó en su estómago a la vez que emociones desagradables comenzaban a regresar. Se sintió mareado.

El Brando solo pudo pasar saliva para luego rendirse. No podía soltar nada más sin que su sistema quisiera vomitar. Se dejó caer en el sillón al lado de su hijo y no dijo otra palabra. Giorno miró a su padre. Él tampoco sabía exactamente qué más decir.

Es probable que nunca haya visto a su padre actuar más extraño que ahora. Porque a pesar de que se ve molesto hay un deje de angustia y preocupación en su mirada. Notando cómo constantemente aprieta los dientes como si quisiera decir algo, pero se lo guarda.

En aquel momento que el Joestar se había desmayado todavía vio a su padre levantarlo con cuidado y llevarlo hasta el sillón. Pudo solo haberle dejado en el suelo y sin embargo no lo hizo. ¿Por qué?

—Haruno... —comenzó hablando el mayor. Su voz era seria y algo oscura, pero Giorno se dijo así mismo que debía mostrarse fuerte. —¿He sido un mal padre para ti? —la pregunta tomó por sorpresa al más joven.

—No, no es así —objetó, no entendiendo de dónde venía esa pregunta tan repentina.

—¿Qué otra razón tendrías para hacer algo como esto entonces? —el mayor soltó un suspiro. —¿O es porque ese hombre puede darte algo que yo no? —si a dinero se refería Giorno nunca pensó en eso.

—¿Está mal que como hijo sienta curiosidad por mi propia familia? Aun no entiendo por qué crearías una mentira tan grande, padre. ¿Por qué lastimarías a alguien de esa manera? —eran tantas las cosas que quería preguntar. Porque todo esto dolía, de verdad dolía. Y era difícil el aguantar llorar cuando hay un gran dolor en su corazón.

Siente una gran decepción. Tantos años conviviendo con el mismo padre que le ha mentido toda la vida. Siempre sintiendo que le faltaba algo, y nunca entendiendo el qué era.

—Todo lo que siempre había querido era protegerte. Hacer que tuvieras una buena vida —el Brando sonrió con una mirada rota. —Lo único que siempre quería era ser un padre para ti.

—¿Y eso implicaba haberme escondido de los demás? —porque no lo entendía. ¿Por qué no podía saber de su familia?

—Si tu abuelo se enteraba de tu origen o tu verdadero linaje tú no estarías aquí, Haruno. Nadie de mi pasado debía saber que tuve un hijo. Ni siquiera los Joestar —hay algo en esas palabras que cayeron como un peso sobre el menor.

Su abuelo… No había escuchado de él desde hace mucho tiempo. Ni siquiera recuerda quién es el hombre o por qué su padre lo escondería de él. Pero esas palabras, ¿Nadie debía saber que él existía?

—Pudiste haberme dicho la verdad desde un inicio. Si hay algo mal con el hecho de que yo esté aquí deberías decírmelo ahora. ¿Por qué pareciera que mi existencia es algo que no debió suceder? —preguntó. Porque en este momento había dejado de entender la situación. ¿Qué es lo que esconde su padre?

—No eres un error, es solo que yo… —al mayor también le estaba costando soltar las palabras. Suspirando derrotado para luego continuar. —Te tuve cuando ni siquiera sabía qué hacer con mi propia vida.

—¿Y eso es una excusa para habernos ocultado la verdad? ¿Por qué mentirme? ¿Por qué decirme que papá estaba muerto? —con cada palabra la voz comenzaba a temblarle.

—Conforme crecías empezarías a preguntar. Seguramente harías algo estúpido como querer buscarlo. Y no me equivoqué. Hubiera sido lo mejor si te aferrabas a la idea de que no existe otro padre.

En parte, las palabras del mayor tenían gran razón. Porque si él lo hubiera sabido ya hubiera buscado al hombre desde hace tiempo.

—¿Y por qué ocultarlo al señor Jonathan? —¿Por qué negarle el hijo a una persona?

—La familia Joestar tiene suficiente poder para separarte de mí. En ese tiempo yo aún no era abogado. No podía permitirme perderte. No cuando yo fui la persona que decidió tenerte.

El chico ya no sabía qué pensar. Cada palabra que salía de su padre solo era confusión. Comenzaba a dolerle la cabeza por todo esto. Abrazándose a sí mismo para darse calor.

—¿Entonces la razón por la que siempre nos mudamos es porque has estado huyendo? ¿O me dirás que eso tampoco es así?

—De los Joestars, de tu abuelo, sí, podría decirse que es así —y el mayor volvió a suspirar.

Girando la mirada a su hijo después de tantos minutos evitándose. Sabía que este ni siquiera era un buen momento para hablar, no cuando había una tensión afilada en el aire que parecía cortar.

—Padre... ¿Harás que yo también viva con el mismo miedo que tú? Ahora que los Joestars saben que existo lo primero que pensaste fue en mudarnos. Yo no quiero negar que tengo otra familia, quiero estar con papá y quiero estar contigo.

Ahora que descubrió que Jonathan es su padre no puede dejarlo así. No puede ahora fingir que no conoce a ese hombre y actuar como si nada. Simplemente no puede hacerlo.

—Imposible. Yo... Hablaré con él y llegaremos a algo, pero tú vendrás conmigo Haruno. No voy a dejarte con ellos, eres mi hijo. Y a donde yo vaya tú vendrás conmigo —declaró el hombre casi como una orden. Y Giorno de nuevo se sintió molesto.

—Es injusto padre. El señor Jonathan también es mi familia. Lo necesito... No entiendo cómo no puedes entenderlo —no entiende cómo su padre puede ser así.

—Dices que lo necesitas, ¿pero no te das cuenta? Lo conociste en un maldito sitio de internet, y él aceptó encontrarse con un mocoso al que le dobla la edad. ¿Qué clase de hombre ves en él? —Giorno frunció el ceño y apretó los puños con molestia.

—Yo fui quien insistió verlo. Y solo bastó una cita con él para darme cuenta de la clase de hombre que es. Ni siquiera tú podrías negarlo, Jonathan Joestar es un hombre especial —él es alguien diferente. Y si hay algo que distingue a Giorno es su capacidad para leer a las personas. El señor Jonathan jamás se presentó con malas intenciones hacia él. Al contrario, fue él mismo quien estuvo engañando al hombre haciéndose pasar por otra persona.

—Ja! Hablas como si estuvieras enamorado de él o algo. Es estúpido querer aferrarte a alguien que solo conoces de unos asquerosos encuentros inútiles —Giorno se calló un momento. Sus oídos parecieron escuchar una sola palabra que le dejó pensando. ¿Enamorado? ¿Por qué su padre lo diría así?

—¿Y si lo estoy? —quiere probar un poco las aguas. Mirando fijamente a su padre y encarándolo. —Tal vez todo este tiempo me he estado enamorando del señor Jonathan y esa sea la razón por la que quiero tanto estar con él. Porque es un hombre maravilloso —es estúpido, incluso él siente algo de asco por sus palabras. Pero puede ver cómo el rostro de su padre se mortifica.

—¡¿Qué mierda estás diciendo Haruno?! —el chico sonríe. Sabe que hay algo ahí.

—Solo piénsalo padre, si el señor Jonathan no hubiera descubierto que soy su hijo puede que las cosas hubieran escalado más lejos —oh, cómo le gusta esa expresión de incredulidad en el rostro del mayor. Giorno sabe que no va a dejar a su padre salirse con la suya ahora. —Tal vez el señor Jonathan hubiera caído por mí. Después de todo, a él gusta mi personalidad y el físico me ayuda completamente. Soy todo lo que él hubiera querido que tú fueras —susurró esto último lo suficientemente alto para ser escuchado, y con una sonrisa triunfante Giorno ve cómo su padre lo toma del hombro de manera brusca con un completo rostro lleno de terror.

—¡¿Qué diablos estás diciendo?! ¡¿Te volviste loco Haruno?! ¡Él es tu padre! ¡Y JoJo jamás pondría una mano en otra persona que no sea-! —su padre se detuvo a la mitad de la oración. Giorno solo pudo soltar una ligera risilla.

—¿Que no sea...? —esto está saliendo mejor de lo que pensaba. —¿Qué quisiste decir, padre? —Dio alejó la mano de su hijo y en su lugar se cubrió el rostro.

Justo ahora... ¿Qué estaba a punto de decir?

—Haruno... Ve a tu habitación —el menor rodó los ojos. Claro, esa es la mejor solución de su padre para terminar una charla.

—Mañana es sábado. Iré a visitar al señor Jonathan y le pediré disculpas por lo de hoy. Tal vez debas refrescar la mente padre —Giorno soltó un suspiro y se levantó del sillón. Hoy había sido suficiente, los problemas vendrían después así que debe descansar. Está demasiado agotado como jamás lo ha estado en su vida. —Y por cierto, si piensas beber por favor hazlo fuera de la casa —el mayor le dirigió una mirada mortal a su hijo pero el chico solo se encogió de hombros.

Tal como imaginaba, Giorno bajó a hacerse el desayuno y no había signo de su padre en casa.

Soltó un suspiro pensando en si había hecho lo correcto. Él todavía está molesto con su padre, pero no puede fingir indiferencia como debería. Tal vez molestarle sea un castigo justo. Pero sabe que tampoco puede guardar tanto resentimiento como desearía.

Lo que debe importar ahora es pensar en qué le dirá al señor Jonathan. Su padre debería ser quien enfrente el problema, no él. Pero quizá sea mejor ver primero el estado del Joestar antes de volver a pensar en reunirlos. Se ve que la confesión de ayer fue demasiado, le preocupó dejarlo así anoche.

Al final no pudo acabarse su desayuno. El peso de sus pensamientos le estaban quitando el apetito. Sentía un nudo en la garganta. Y siente un pesar en su corazón.

Dios, no termina de creer que realmente lo dijo. ¿Qué será ahora? ¿El señor Jonathan lo aceptará? ¿Qué hará él si el Joestar decide que ya no quiere verlo? ¿Y sí su padre tuviera razón y tal vez desarrolló algún tipo de afecto diferente? No, eso sería muy tonto. ¿Por qué siquiera lo consideraría?

Necesita aclarar sus pensamientos.

Levantó sus cosas y mientras calmaba sus pensamientos negativos, finalmente tomó su teléfono y su cartera para decidirse a salir.

En el camino compró un poco de pastel. Un postre siempre anima a las personas, al señor Jonathan le gusta el dulce y el chocolate. ¿Sería esa una buena opción para pedir disculpas? ¿O tal vez le interpretaría como algún tipo de chantaje? Giorno esperaba que fuera lo primero.

—Disculpe señorita, ¿Cree que pueda preguntar por el departamento 502? Dígale que es a nombre de Giorno Giovanna —al llegar preguntó con la casera que se encontraba en la entrada.

Él estaba nervioso. Más ansioso que de costumbre. Debía ser porque esta no era una visita común como todas las otras salidas que había tenido. Esta vez había más.

—El señor Joestar dice que puede pasar —le dio las gracias a la señorita y se dirigió hasta el gran complejo de departamentos.

El pecho le dolía. Sabía que era el miedo y la culpa que estaban llegando en ese momento. ¿Cómo debía decirlo?

"Señor Jonathan, lamento haberle mentido todo este tiempo pero lo hice para perseguir la verdad"

No, eso suena muy egoísta.

"Señor Jonathan, tal vez podamos hablar sobre lo ocurrido, traje conmigo un poco de pastel y-"

No, eso suena mucho peor.

Llegó al final de las escaleras y este fue el momento en que sintió que entró en pánico.

"Señor Jonathan, espero no molestar, es solo que necesito disculparme por-"

Agh, ya no sabe qué decir. Cada opción en su cabeza suena peor que la anterior.

Inhaló profundo y dejó ir el aire sintiéndose más tranquilo. Se armó de valor y tocó el timbre de la entrada. Sucederá lo que tenga que suceder.

Esperó un rato y luego la puerta fue abierta revelando al hombre mayor con una sonrisa.

—Giorno, adelante —el chico tragó en seco. Y a pasos nerviosos entró al departamento. —¿Quieres algo de té? Acabo de preparar un poco —el rubio asintió.

Esto se sentía muy casual. Esperaba encontrarse con un rechazo o con múltiples preguntas. No con una sonrisa que le hacía sentir mal.

—Señor Jonathan yo- —quiso hablar, pero el mayor no le dejó continuar interrumpiendo sus palabras.

—Por favor, ponte cómodo mientras traigo algunos bocadillos —el rubio se sintió desconcertado, pero lo mejor era dejarlo así por el momento. Solo pudo agachar la mirada a la bolsa que traía en las manos.

—Traje un poco de pastel —agregó intentando no suspirar, y Giorno pudo notar cómo el mayor casi dejaba caer el trapo de la cocina que tenía en las manos. Entonces se dio cuenta, el Joestar también estaba nervioso.

—Oh, gracias. Puedes dejarlo en la mesa, traeré algunos platos para ambos —y vio también cómo el hombre se volvía un desastre en su propia cocina dejando resbalar una que otra cosa.

Al final los dos estaban en el mismo sillón de nuevo, comiendo pastel y viendo alguna película al azar de la que ninguno estaba presentando atención en realidad.

Esto se estaba volviendo muy incómodo. Ni siquiera la tensión de ayer con su padre se podía comparar con lo de ahora.

Giorno no pudo más y decidió romper el silencio.

—Señor Jonathan, ¿Podemos hablar? —el mayor pareció tensarse en su lugar y sin mirar al más joven le respondió.

—Claro, ¿Hay algún tema que te gustaría discutir? —Giorno soltó un suspiro casi demasiado frustrado. ¿Acaso el Joestar estaba evitando el tema apropósito?

—Si, me gustaría aclarar lo de ayer —decidió ser directo. Jonathan le devolvió la misma sonrisa nerviosa.

—¿Estás seguro que quieres hablar de eso? —¡¿A qué venía esa pregunta?!

—Sí —la respuesta del menor fue decisiva y el rostro del mayor pareció palidecer. —Pero antes de comenzar quiero mencionar que nada de lo que dije ayer fue mentira.

Jonathan miró el rostro de Giorno y se sintió cohibido. El chico hablaba con tal determinación que le puso los pelos de punta. ¿De verdad están teniendo esta conversación ahora?

—Quiero disculparme por haber mentido, pero lo hice para desenmascarar una mentira que me había sido dicha desde hace tanto tiempo. Nunca busqué lastimarlo de ninguna forma, mucho menos involucrarlo en un encuentro tan desagradable como el de ayer —hizo una pausa antes de continuar. —Tampoco quería mentir de la forma en que lo hice. Solo quería saber cuál era la verdad —y las palabras de Giorno hicieron que el Joestar casi quisiera escapar. El aire de la sala volviéndose asfixiante.

—Giorno, quisiera poder hablar apropiadamente contigo, pero la verdad es que no sé cómo tomarme todo esto que me estás diciendo —todo fue demasiado repentino ayer, y ahora le pesan todos esos recuerdos. —Quiero decir, ¿Realmente eres…? ¿En verdad soy…? —le estaba costando mucho liberar aquellas preguntas de sus labios.

—Dio Brando es mi padre. Esa es una completa verdad. No debe ser difícil notarlo cuando me parezco tanto a él. Mentí en cuanto a mi edad cuando utilicé ese sitio en línea. Actualmente curso el bachillerato, y en cuanto a mis aficiones, realmente pienso dedicarme al campo de la biología.

Giorno comenzó a soltar todo lo que no había dicho desde un inicio. Le habló sobre cómo rompió con Mista y también de cómo comenzó la idea de buscar una cita en línea. Habló de su primer encuentro y de esas tardes en la biblioteca. El cómo la mención del nombre de su padre fue lo que le hizo comenzar a investigar. Jonathan por su parte solo pudo quedarse en silencio y escuchar.

—Oh, entonces conocí a este chico nuevo llamado Josuke Higashikata. Su sobrino. Nos hicimos cercanos, aunque por un descuido mío terminé descubriendo que él tenía la misma extraña marca de nacimiento que yo —y luego de contar todo el inicio ahora tocaba hablar de cómo descubrió la verdad. —Josuke tuvo que hablarme del linaje de su familia y me mostró el libro de los Joestars. Solo entonces surgió la posibilidad de que papá no estuviera muerto realmente, y durante varias noches esto me quitó el sueño porque no podía creerlo. Descartando opciones la única respuesta a todo era usted. Sentí que era demasiado como una coincidencia el habernos conocido.

—Y comenzaste a insistir que te hablara de mi pasado, ¿Es así? —el chico asintió.

—Era solo una probabilidad y no tenía evidencia de que usted y yo estuviésemos conectados. Hasta que usted mencionó el nombre de mi padre y todo tuvo sentido —y gracias al tío biólogo de Josuke pudo confirmar aquello.

El Joestar solo se quedó pensando en las palabras de Giorno. Todo lo que ha sucedido estas últimas semanas, todo girando en torno a este muchacho como si ya hubiera predecido que algo así pasaría.

—Y Dio... Tu padre, ¿Sabía que te habías estado viendo conmigo? —tuvo que preguntar. Y Giorno negó.

—Si recuerda al sujeto que nos interrumpió el otro día, ese era mi ex, y aunque no me guste decirlo todavía tengo asuntos con él. Aunque nunca le dije a mi padre que corté con él y todo este tiempo he mentido usando su nombre —la verdad esto era algo que no le enorgullecía decir. —Mi padre ni siquiera sabía que usted estaba en Italia, él también se llevó una gran sorpresa anoche —y a Jonathan se le colorearon las mejillas al recordar el drama de la noche anterior. Dios, fue tan vergonzoso.

—¿Dio está bien con que tú... estés aquí... conmigo? —Giorno soltó otro suspiro.

—No tendría por qué molestarse. Después de todo... usted también es mi padre, Jonathan —y el mayor se sintió más avergonzado que antes. Una sonrisa se pintó en su rostro a la vez que un par de lágrimas bajaron por sus mejillas. —¿Está bien, señor Jonathan? —preguntó con algo de preocupación al verle.

—Es solo que... Antes solía pensar en cómo sería formar una familia y... casi no puedo creer que de verdad tengo un hijo —la voz del mayor casi se rompió. —Sabía de la condición de Dio, sabía de la cantidad de veces que llegamos a ser descuidados. Pero no creí que... Bueno, ya sabes —nunca creyó que alguien como Dio realmente llegaría a tener un hijo. Su hijo.

—Y por si aún no está seguro señor Jonathan, el doctor Kujo ya mandó a hacer los análisis de ADN —agregó el rubio.

—¡¿Mi familia lo sabe?! —y esto al Joestar solo pareció ser otro shock más.

—Únicamente Josuke y el señor Jotaro. Él fue quien me dijo que debía decírselo a usted tan pronto como fuera posible. Y por supuesto, quise aprovechar a tomar una pequeña venganza hacia mi padre y echarle todo en la cara por haberme mentido durante toda mi vida, es así como terminamos en lo de ayer.

—Y Dio, él... ¿Qué piensa de todo esto? ¿Por qué te lo ocultó? ¿Por qué nunca me dijo nada? —inquirió el mayor, pero Giorno solo pudo dar una mirada baja.

—Lamento decir que eso es algo que tiene que hablar usted con mi padre. Yo no sé mucho del asunto familiar pero sé que una parte de ello fue por intentar protegernos —recordando lo que habló con él anoche. Y Jonathan puso una mirada comprensiva.

—Está bien, yo... Supongo que debo hablar con él —Giorno asintió.

Ambos se miraron un buen rato al no haber más palabras por decir. Terminaron la película al igual que el pastel. Todo estaba más tranquilo.

—Por cierto, Jonathan... ¿Puedo llamarte papá? —el mayor casi escupe lo último de su té pero se contuvo.

—Cla-Claro —sonrió el mayor. Toda esta situación aún lo tenía muy nervioso. Pero al ver los ojos sinceros en la mirada del joven supo que esto era real. Decidió calmarse. —No me molestaría que me llames así. Pero en su lugar, ¿Te molesta si sigo llamándote Giorno? Haruno es un gran nombre, pero creo que ya me he acostumbrado a la otra pronunciación —soltó una risilla. El rubio sonrió y asintió a la par.

—Me gusta que me llames con ese nombre, papá —y al decir esto Jonathan soltó un jadeo y parecía que las lágrimas saldrían de sus ojos otra vez.

El mayor abrazó a su hijo y Giorno casi sintió que quería llorar. Finalmente, después de tanto tiempo, finalmente se sentía completo.

—¿Quieres que celebremos esto y salgamos a algún lado? Ya sabes, como padre e hijo —Jonathan se sentía feliz. No debía precipitarse, pero su corazonada no mentía, las palabras de Giorno son reales, podía sentirlo.

—Preferiría pasar toda la tarde aquí contigo papá. Hay muchas cosas que necesito contarte —y tienen mucho tiempo para hablar de estos diecisiete años de ausencia.

Tienen más que suficiente para empezar a conocerse. Esta vez sin mentiras.

Notes:

Tengo un pequeño anuncio y es que muy próximamente comenzaré un nuevo fic, esta vez es un Au de Lobos y fantasía, incluirá a mis 3 ships favoritas (JonaDio, JoseCae y JotaKak), en un drama de parejas predestinadas. ¿Os interesaría leerlo? OwO

Puedes encontrar próximas noticias de esta historia en mi Twitter ;)

By~F.F

Chapter 20: Capítulo 20

Summary:

Dio vuelve a encontrarse con Jonathan, y esta vez necesitan hablar.

Hay sentimientos atrapados que han estado presentes durante esos diecisiete años, pero lo importante ahora es, ¿Qué decisión tomará Jonathan ahora que sabe que Haruno es su hijo?

Notes:

Hola!! Últimamente me la he pasado trabajando en mi nuevo fic, pronto estaré subiendo un pequeño adelanto, espero puedan darle apoyo <3

Una buena pregunta que estuvo rondando en mi cabeza desde que Jonathan y Dio se reencontraron fue '¿Cómo hablas con aquel ex de quien ahora resulta que tienes un hijo?'. El resultado a esta pregunta fue este capítulo x)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XX -

Su nombre es… Diego Brando

Dio sabía que no podía seguir evitándolo. Aunque preferiría simplemente irse sabe que su hijo no se lo permitiría.

Haruno podrá ser un mocoso rebelde pero es demasiado persistente y bastante inteligente para salir con algún otro chantaje del que no pueda negarse.

Dio observa la puerta frente suyo. Esta era la dirección y número a la que condujo ayer. Puede escuchar risas al otro lado. Un sentimiento ahogado atraviesa su garganta. Esa es la risa de Jojo, no la había escuchado en mucho tiempo. Se siente extraño.

Toca la puerta y escucha cómo las risas se detienen. El corazón le palpita en lo oídos, no debería ser así. No debería sentir este miedo que le invade justo ahora.

—Llegaste —para su alivio es Giorno quien abre la puerta. —Pensé que te acobardarías, padre —Dio frunce el ceño ¿Giorno sigue enojado con él? Lo nota por la forma en que sus ojos le miran.

—Esa no es forma de hablar. Vamos a casa —se da la vuelta con fastidio. El chico suelta un suspiro y responde.

—Padre, ¿no hay algo que se te esté olvidando? —Dio mira en el interior del departamento donde Jonathan está en el sillón. En cuanto atrapa su mirada el Joestar voltea a otro lado. El Brando suelta un suspiro.

—¡Jojo! ¿No puedes recibir a una visita? —el rubio mayor sonríe como si no tuviera todo un caos por dentro.

—¡Ah! ¡Dio! ¿Quieres un poco de te? —ofrece, aunque el Joestar tampoco sabía cómo hablarle al otro.

¿Normalmente cómo iniciarías una conversación con ese ex con el que resulta que compartes un hijo?

Dio le mira con una ceja arqueada.

—Si es lo mejor que puedes ofrecer entonces paso —Jonathan hizo una mueca ante el comentario y a Dio le pareció adorable. —Me llevo a mi hijo —dijo. Pero antes de poder darse la vuelta el Joestar volvió a llamarle.

—Dio. De hecho, si hay algo que necesito. Si se pudiera, hay muchas cosas que tenemos que hablar, supongo que lo entiendes —ahí lo que temía. Dio no quería tener esa conversación. —Después de todo, Haruno es nuestro hijo —el rubio le miró con el ceño fruncido.

—No voy a hablar de esto Jojo —se negó, y el Joestar se cruzó de brazos, dándole al Brando una mirada helada. Una que casi hace al rubio erizar.

—A menos que quieras luchar conmigo por alguna cuestión legal será mejor lleguemos a un acuerdo y cooperes en esto. ¿No queremos armar un escándalo aquí y ahora, o si?

Giorno también se sorprendió ante esas palabras. ¿Cuestión legal? ¿Estaba hablando de una demanda? No, seguro el Joestar solo estaba intimidando a su padre… ¿Cierto? Aunque nunca había visto a su padre flaquear de esta forma. Lo conocía tan bien como para notar su postura nerviosa tras esa fachada de ignorancia y presunción.

—Jojo, si hablas de legalidad dudo que puedas ganarme en la corte —se burló en diversión. Y Jonathan sonrió a la par en respuesta.

—¿Olvidas que Jotaro y Joseph pudieron salir de la prisión? —Maldita sea esa familia de los Joestar. Que se jodan los ricos y sus contactos. Dio sabe que realmente su influencia no le ayudaría del todo. Al menos no con una familia que es tan grande y reconocible y que sabe callar a todo aquel que ha intentado meterse con ellos.

Si esto era un chantaje entonces estaba funcionando.

—Giorno me dijo que no trabajas mañana, ¿Te parece si voy a buscarte a las siete? —a Dio le tembló una ceja. —Giorno ya me pasó su dirección y contacto —el rubio menor desvió la mirada e ignoró la amenazante mirada del mayor.

—Bien —soltó un suspiro pesado. —Realmente eres molesto.

Giorno se sintió satisfecho con ello, pero no iba a negar que le preocupaba un poco cómo pudiera reaccionar su padre estando frente al Joestar. No debería pensar tanto en ello pero, ¿y si su padre hacía algo que lastimar a Jonathan nuevamente? Bueno, no podía hacer nada más que quedarse como espectador por el momento, ya hizo lo que pudo.

Dio por primera vez en mucho tiempo se sentía terriblemente ansioso. Quería largarse y tirar todo por la borda. Dando vueltas de un lado al otro mientras sostenía el teléfono.

—Tranquilo hermano, solo es una plática. Tú fuiste quien lo engañó, acepta las consecuencias —no sabe por qué pensó que hablar con Diego era la mejor idea. Pudo haber llamado a Pucci pero es domingo y él estaba ocupado con la iglesia ese día.

—No lo entiendes, estamos hablando de Jojo. ¿Qué haré si él decide llevarse a Haruno? Una simple demanda puedo aceptarla, pero una lucha de custodia no me lo puedo permitir —Jonathan quería hablar con él. Dio estaba dudando si podría persuadirlo. No sabe exactamente las intenciones del Joestar. No cuando ha logrado romper todo su muro de mentiras en tan solo una noche.

—Estoy seguro de que esas son solo exageraciones. Probablemente solo lo haya dicho para convencerte a hablar. De lo contrario dudo que quieras darle la cara —es verdad, Diego lo conoce demasiado bien. Él jamás aceptaría hablar con Jonathan de nuevo bajo ninguna circunstancia.

—Ni siquiera sé cómo hablar con él. No puedo verle a la cara sin recordar… Bueno, ya sabes lo que pasó entre nosotros. No puedo simplemente hablarle como si fuéramos los mismos viejos mocosos de secundaria.

Cada que ve su cara sentimientos desagradables llenan su cuerpo. Jonathan es como aquella mancha en su vida que quedó pegada por siempre y es imposible de borrar. No importa cuántos químicos le pongas, siempre seguirá ahí. Y lo odia demasiado.

—Siento que si hablo con él cometeré demasiados errores. Ni siquiera sé si todavía puedo mantener una conversación normal con él —suspiró, porque esto era algo que le pesaba. Nunca en estos diecisiete años creyó que volvería a ver ese rostro de nuevo.

—Ay por dios, Dio, estás hablando como una nena, ya estás viejo como para ponerte nervioso por una cita —suspiró al otro lado del teléfono —Solo deja que las cosas sucedan. Si el tipo se pone molesto recuerda lo que te dijo tu psicóloga, no respondas con la misma agresión.

—Yo… supongo que tienes razón —dijo. Aunque hubieron ciertas palabras que le hicieron fruncir el ceño. —¿Quién dijo que es una cita? —porque bien sabe que a su hermano a veces le gusta molestar, aunque no está de humor para sus bromas.

—Hasta yo sé que Jonathan no te iría a buscar solo para que hablen en tu deprimente sala, aún si no es una cita yo sé que probablemente él te invite a uno de esos restaurantes finos a los que va —Dio se quedó repentinamente callado. De cierta forma ese vago tenía razón —¿Por qué no usas tu tan útil carisma e intentas cautivarlo un poco? Ya cayó por ti una vez, seguro no será difícil intentarlo esta noche, ser coqueto con él y ver hasta dónde llega su coraje. Alguien como tú puede hacerlo.

—Diego, la última vez que seguí un maldito consejo tuyo me arrepentí por el resto de mi vida —y es que recordar cómo arruinó todo en el pasado todavía hace que su estómago se sienta terrible.

—¡Ja! ¡Como si fuera yo el imbécil que terminó enamorado! ¡No me hagas reír! Ni siquiera sé cómo pudiste enamorarte de alguien tan ingenuo, ese tipo es tan deprimente, para nada es como tus gustos —Dio frunció el ceño. Esto ya le estaba molestando.

—¿Quieres que te recuerde a JoeKid, idiota? —y las risas de su hermano se detuvieron en solo un segundo. Fue el turno del mayor para sonreír.

—¡No metas al maldito de Johnny en esto! Ese imbécil no supo valorar lo que tuvo. Es un estúpido —el mayor de los hermanos soltó una carcajada.

—Fuiste la tercera rueda y para colmo te dejó por un italiano —supo que dio el comentario correcto cuando escuchó a su hermano quejarse tras el teléfono.

—¡Dio! ¡Esto no se trata de mí! Tú fuiste quien pidió mi ayuda primero —el mayor solo pudo rodar los ojos.

—En fin, ahora no es momento para hablar de tu vida, es más importante mi situación que la tuya —y de nuevo escuchó a su hermano soltar un gruñido.

—Sólo has que las cosas salgan bien, llévatelo a un hotel, follen y ya verás que se olvidará del asunto o lo que sea.

—Realmente entiendo por qué ese niño Jockey no te soportaba.

—¡Wryyy! ¡Es un consejo que funciona y lo sabes! ¡Si no vas a coger con él entonces busca una mejor forma de tener la situación en tus manos! ¡El pequeño dino es también mi sobrino y no por una estupidez tuya vas a perderlo! Será mejor que me cuentes todo mañana —seguido de eso colgó.

Qué molesto...

Prefirió tomar un respiro y prepararse un café. Mientras servía el agua en la tetera, se fijó en aquel anillo que todavía tenía colocado en su dedo anular. Intentó quitárselo. ¿De qué más sirve si ya la mentira se esfumó?

En su lugar solo pudo sentir un revoltijo en su estómago y sus dedos temblaron, no siendo capaz de hacerlo. Y suelta un suspiro frustrado mientras se cubre el rostro con molestia. Es frustrante, molesto, es tan- ¡Agh! Ni siquiera encuentra las palabras correctas para describir lo que siente.

Tantas veces intentó quitarse ese anillo antes, y tantas veces apartó la mirada sin poder hacerlo. No cuando ese anillo es el único regalo especial que le queda de Jonathan.

¡No! ¡Basta! No es así. Es solo que lo ha usado durante tanto tiempo que se ha acostumbrado a llevarlo. Y es molesto, es horriblemente molesto.

Sus pensamientos se interrumpen cuando escucha a su hijo bajar por las escaleras. Parece desganado y con un semblante aburrido, lo mismo de siempre cada que tiene un mal día.

—¿A dónde crees que vas, Haruno? —el chico solo rodó los ojos con molestia. Ya se le pasará el berrinche, es lo que quiere pensar. Su hijo no puede estar molesto con él toda la vida… ¿Cierto?

—Voy a Bucciarati's. Los chicos están ahí.

A Dio le extrañó lo desanimado que sonaba su hijo al decir esa respuesta. ¿Desde cuándo ver a sus amigos le ponía en un mal ánimo?

Haruno se fue sin decir más palabras. Tal vez había peleado con ese mocoso de Mista o algo. En fin, no sé sentirá mal si ellos dejan de hablar. Nunca le terminó de agradar ese muchacho tetrafóbico del todo.

Y ahora, es su turno de ver qué hacer antes de que llegue Jojo. Terminó de acomodar su cabello en el espejo. Tenía puesto un conjunto de ropa más clásico pero diferente a lo usualmente extravagante que solía vestir. No quería resaltar, no es como si se estuviera arreglando para una cita como dice Diego. Aunque aún tenía un maquillaje ligero y brillo de labios que le hacían ver atractivo.

Esto no sería más que una charla en donde podría haber sangre incluso. Debía pensar en cualquier ataque que pudiera lanzar Jonathan. Pensar en todas las posibles respuestas. No sabe qué tanto haya cambiado él en estos años, pensar en Jonathan como el mismo de hace diecisiete años no es lo adecuado.

Suspiró mientras intentaba calmar sus nervios frente al espejo. Está bien, todo está bien. Se mentalizó, él tampoco es el mismo de antes. Puede comportarse, puede mantener la compostura.

Al final terminó por ponerse un poco más de perfume y se colocó sus guantes negros favoritos. No puede permitir que Jonathan vea ese anillo de todas formas.

Más tarde mientras estaba en la sala con un libro en mano. Escuchó el timbre de su puerta ser tocada y miró el reloj. Es exactamente la hora, Jonathan tenía que ser demasiado puntual siempre. Incluso medio minuto antes…

Se dirigió a abrir la puerta, parado en la acera estaba el Joestar. Vestía una camisa azul claro con unos pantalones ajustados a la mediad. No podía negar el particular atractivo que con la edad ha envejecido bastante bien.

—Hola Dio —el Joestar le dio una sonrisa, y un sentimiento amargo se instaló en su pecho. Esa voz tan suave le hará vomitar. —¿Está Giorno en casa? —le extrañó la pregunta pero negó.

—Salió a ver a un conocido —aunque su hijo ya debería haber regresado. No va a negar que tiene confianza en ese tal señor Bucciarati, el hombre es lo suficientemente amable como para llevar a Haruno a casa, solo con ello puede estar algo tranquilo.

—Ah, está bien —el rubio notó una caja interesante en las manos del Joestar. —Le había traído un poco de Pudín, ¿Crees que podrías colocarlo en el refrigerador? No me gustaría que se estropee cuando regrese —Dio le miró unos segundos antes de tomar la caja y asentir en silencio.

¿Así se ganaba Jonathan la atención de su hijo? ¡¿Con dulces?! ¿Cómo sabe siquiera que el pudín es el favorito de su hijo? Es entendible que ese niño esté tan enamorado de Jojo. Seguro esas mariquitas que viste últimamente también se las dio él.

—Puedes pasar Jojo, me molesta aún más verte parado en la puerta —y notó cómo el Joestar se sintió tenso al escuchar eso.

—No, no, de hecho quería que esto fuera un poco más formal. Tengo el auto para que vayamos a cenar. ¿Está bien para ti? —Maldito Jojo y maldito Diego por tener razón en todo. Una cena para una plática que seguro será por demás incómoda. Realmente no le agrada esto.

—¿Qué pasa si me niego? —¿Por qué tienes que preguntarme que opino imbécil?

—Será una pena porque tendría que cancelar la reservación —¡Ja! ¿Reservación? ¿Siempre te gusta presumir el dinero que los demás no tienen? ¿Qué quieres lucirte acaso? —Pero si no te sientes cómodo con la idea podemos hablar aquí —¿Y desperdiciar una cena pagada? Ni hablar.

—Está bien, yo, Dio, quiero ver cuál fue la pobre excusa de restaurante que escogiste —el Joestar volvió a sonreír. De nuevo un malestar se instaló en su interior. ¿Por qué esto se sentía como un Deja Vú?

No quiere tener que recordar todas las malditas veces que Jonathan le invitó a cenar en el pasado.

Solo pudo observar cuando el Joestar le abrió la puerta del copiloto. El rubio se sintió molesto.

—Yo sé cómo abrir una puerta, Jojo —¿Por qué Jonathan le daría tantas vueltas a esto? ¿Para hacerle enojar? Pues funciona. Le molesta demasiado.

El Joestar conduce en silencio. Dio no se atreve a decir nada por la selección de los Beatles en la radio. Simplemente mira a la ventana aburrido. Todo esto se siente tan extraño y pesado.

Detesta que el vidrio esté tan bien pulido. Puede ver su reflejo y también el de Jojo en esos cristales polarizados. Como si el Joestar no fuera suficiente molestia para verlo a la cara ahora lo ve también en la ventana.

Odia que Jojo parezca tan relajado. Odia la calma que da su mirada. Se siente enojado porque de nuevo Jonathan le opaca en vestimenta cuando se supone que ni siquiera están en una salida formal.

Dio siempre era el que debía destacar, no él. Las meseras seguro lo mirarían cómo siempre lo hacen. Y esa atención en Jojo la odia. Inútil, inútil, inútil.

—Llegamos —el rubio le miró desinteresado. Solo rodando los ojos mientras acomodaba nuevamente sus prendas.

—¿Podrías solo abrir la puerta? Tu auto me asfixia —dijo soltando un bufido. Jonathan solo le miró parpadeante y luego volvió a sonreír.

—Si, claro.

Dio observó la elección de Jonathan. De nuevo Ricos presumiendo su dinero. Como a Jojo no le hace falta le gusta derrochar en restaurantes elegantes como siempre.

La mesa estaba colocada en una zona algo privada. Dio al menos agradecía no tener que estar en el centro y que los demás escucharan su conversación.

El mozo les sirvió vino y Dio se sintió aliviado de que no se tratara de una de esas camareras molestas. Es una distracción que odia. Y lo que menos quiere es llamar la atención.

—El ambiente es tranquilo ¿No lo crees? —el rubio solo rodó los ojos y tomó un trago de su copa.

—Al menos es mejor que todos los restaurantes de mierda a los que me has llevado antes —Dio sabía que no era así, porque Jojo siempre buscaba solo las mejores reseñas. Pero quería quitarle esa estúpida tranquilidad de la cara que tanto le fastidia.

—Bueno, entonces supongo que fue una buena elección —¡Deja de sonreír maldito idiota!

—Como sea —Dio también podía jugar el papel de desinteresado —Si vas a empezar con lo que tienes que decir hazlo rápido. No quiero que esta noche se alargue —en especial cuando tiene que pasar tiempo cerca de este sujeto.

—Dio... —el Joestar soltó un suspiro, el primero de la noche. —Intento hacer esto lo menos incómodo posible, pero sé que no funcionará. Tengo tantas preguntas que ni siquiera sé por dónde comenzar —Dio tampoco está seguro de querer esta conversación.

—Tenemos toda la noche pero prefiero que esto acabe pronto. Solo empieza —que termine de una vez este maldito infierno.

—¿Giorno de verdad es mi hijo? —fue directo al grano. —Quiero decir… Ya hablé con Jotaro, ya tuve la palabra de Giorno. Pero hace falta que su propio padre me lo confirme —Dio sintió un tic en el ojo.

—Lo es. ¿Eso es lo que querías escuchar? —el Joestar le miró con decepción.

—No estoy enojado, pero quiero entender por qué no me dirías algo tan importante como esto —¿Que no está enojado? Dio puede ver sus puños apretarse bajo la mesa. Y su ceño fruncirse con ligera ira cuanto más tiempo se lo calla.

—Para mí tú estás muerto desde hace años —comenta con un gruñido en su garganta. Realmente no le agrada esto.

—¿Y decirle a Giorno que su padre está muerto fue lo mejor que se te ocurrió? —el tono de voz de Jojo se elevó una décima. Dio se preguntó hasta qué punto se rompería esa fachada tranquila.

—Prefería eso a que mi hijo creciera con dos padres separados y tuviera problemas emocionales luego. Ya deberías saber lo débil que es esta generación —sabe que está ocultando el verdadero motivo con comentarios que ni siquiera piensa del todo.

—Dices débil pero Giorno pudo conseguir revelar lo que por cobardía no le dijiste —y la mirada del rubio se volvió oscura.

—¿Cobardía? Cobardía es abandonar todo al primer problema, ¿no lo crees? —Dio supo que tocó fuego. Una cicatriz que desgraciadamente él también tenía. Pero toda la molestia en su sistema estaba comenzando a subir por su garganta.

—Tuve razón si pensé que Giorno era muy diferente a ti. Al menos no pudiste criarlo del todo como tú —¡¿Qué insinúa?! Este maldito cabrón de mierda.

—Mira quién lo dice, el adulto de buena cara que busca atrapar a un adolescente en un sitio en línea particularmente sospechoso —acusó, notando el claro temblor en la ceja del Joestar. —¿Qué planeabas hacerle a mi hijo? ¿Acaso querías ponerle las manos encima? Maldito degenerado.

Y el puño de Jonathan golpeó contra la mesa. Sorprendiendo al rubio de que esta no se rompió.

—Tú no sabes de lo que hablas, Dio. Creí que me conocías lo suficiente como para saber que no haría algo así —¿Qué lo conoce suficiente? Bah, no todo gira a su alrededor.

—¿Qué fue lo que te atrajo en el perfil de mi hijo? ¿Su información? ¿Sus gustos personales? O quizá podría ser… ¿Su apariencia? —Dio sabe que dio en el punto cuando las orejas de Jonathan se pintaron ligeramente en rojo. —Aún no me superas y por eso decidiste buscar a alguien igual a mí. Vaya ironía que a quien encontraste fue a mi propio hijo de sangre —las palabras que salían de su boca le daban repulsión, pero verdaderamente estaba enfadado.

¿Cómo fue que sucedió? ¿Aceptó la solicitud de un completo desconocido solo porque en la foto de perfil había alguien que se parecía tanto a él? ¿Fue por eso que Jonathan tendría el descaro de intentar seducir a su propio hijo? Tiene que volver a preguntarse ¡¿Por qué diablos pasó?!

—¡Dio! ¡¿De verdad crees que yo haría algo así?! —explotó a su par el Joestar. —¿Quién crees que es la razón por la cuál nunca puedo formar una relación? ¿Quién me destruyó lo suficiente? ¡¿Puedes responder?!

Pregunta tras pregunta el rubio sintió que flaqueó de nuevo, que su garganta comenzaba a llenarse de ácido y solo podía tomar otro trago de su copa para evitar soltar un quejido. No mostrarse débil, no frente a este tipo.

—¿Entonces soy yo la razón? Oh vaya sorpresa, ¿Causé tal impresión en ti todo este tiempo? —dejó la copa vacía en la mesa y volvió a sonreír con la cabeza en alto. —¿Eso significa que nunca pudiste olvidarme del todo? Por eso me invitaste aquí, a esta patética excusa de cena —y soltó una carcajada mientras por dentro se sentía demasiado asqueado consigo mismo.

El Joestar estaba a punto de responder pero en su lugar se mordió la lengua. No, esto no es lo que estaba buscando. No para rebajarse a algo tan bajo. ¡Contrólate! Se repitió así mismo.

—Inventas excusas solo para evadir el tema inicial. ¿No es así? —y la siguiente declaración de Jonathan casi dejó al rubio helado. —Quieres hacerme enfadar para que no me fije en el hecho de que sigues mintiéndome. Incluso ahora, lo único que haces es mentirte a ti mismo —y si las palabras de antes le hicieron enojar estas en su lugar le dejaron perplejo.

—No sé a dónde mierdas quieres llegar, pero tus acusaciones sin sentido no funcionarán conmigo —Dio está comenzando a quedarse sin palabras y eso Jonathan también puede notarlo.

Esta vez lo único que decide hacer es suspirar, porque sabe que si sigue respondiendo no van a llegar a nada real. La forma en que Dio cambia la conversación realmente funciona, y eso es algo que solía odiar demasiado en el pasado.

—Ya que ambos podemos notar que esta conversación se está desviando, voy a volver al tema principal. Quiero llegar a un acuerdo por la custodia de Haruno Shiobanna Brando —Dio se sintió exaltado al oír estas palabras. No… Esto no es lo que él quiere.

—Ante la ley Haruno es mi hijo. ¿Qué piensas luchar exactamente? —sonrió mientras se servía un poco más de vino. —¿De verdad crees que puedes hacer lo que te plazca cuando apenas llevas unos meses conociéndolo? Comparado conmigo, quien ha sido su figura paterna por más de diecisiete años —el peliazul volvió a soltar otro suspiro mientras miraba a otro lado.

—Sé que tienes suficientes cuerdas ante la ley porque eso es en lo que trabajas. Y sé que no tendría lo suficiente para luchar contra ti en una situación como esta. Pero debes saber que no me quedaría de brazos cruzados cuando ahora sé que tengo un hijo —y la mirada que le lanzó de regreso casi hizo al rubio temblar.

—¿Qué es lo que tienes en mente entonces? Porque no permitiría que te lo lleves —de solo pensarlo le causaba un gran terror al rubio. En su lugar el moreno negó.

—Creo que no me expliqué correctamente. Yo no quiero separarlos, no podría hacer algo así —y esto al rubio casi deja sin aire. —Yo hablaba de una custodia compartida. Aunque antes de tomar una decisión como tal, primero voy a necesitar el resultado de las pruebas que tiene Jotaro. No me meteré en temas legales por lo mientras.

Dio se sentía como un cascarón vacío, sin saber qué decir ante todo esto.

—Además, Giorno ya tiene su vida en Italia, tiene amigos y además piensa tomar la universidad aquí. No puedo llevármelo a Inglaterra conmigo aún si eso es lo que quisiera hacer —el rubio no pudo evitar sonreír ligeramente al escuchar eso. Jojo no era tan cabeza dura como creía. —Lo único que sí quisiera pedir es la completa libertad de visitarlo cuando pueda, así como de ser parte de las decisiones de su vida. Porque quiero formar parte de él ahora que sé que es de mi sangre también. Y llevarlo conmigo a Inglaterra al menos durante las vacaciones.

—¿No estás pidiendo mucho? —Dio chistó. Realmente ya no estaba enojado, solo… sorprendido. Quizá demasiado asombrado por la madurez con la que Jonathan estaba tomando este asunto. Sintiéndose algo mal por querer provocarle en un inicio. No era necesario.

—Sé que la idea podría no parecerte del todo, pero es el mejor arreglo al que puedo llegar sin armar un escándalo. Prefiero evitar discusiones innecesarias como la de hace un momento. De verdad solo quería hablar contigo de la forma correcta —suspiró el Joestar, sintiendo sus hombros menos tensos que antes. Esta situación todavía era un poco demasiado para él. Apenas pudo asimilar las cosas ayer y sigue siendo un poco abrumador.

Dio por su parte pensó en todas las parejas divorciadas con las que lidió cómo abogado en sus inicios. Era un dolor pasar por todo esto, las peleas, las reconciliaciones, las luchas por los hijos. La verdad es que tampoco entendía por qué Jojo podía estar tan calmado en eso. Si se tratara de Jotaro o incluso Joseph habría un derramamiento de sangre al final. Esperaba golpes y gritos, pero en su lugar… No hubo nada. Solo un ambiente que se sentía algo deprimente.

—Yo también tendré mis condiciones Jojo —suspiró el rubio saliendo de su pequeño trance. —Primero, todos los gastos de Haruno los dividiremos a la mitad —el Joestar estaba bien con eso. —Evitaremos peleas o discusiones frente a él. Pero tampoco intentaremos fingir que nos llevamos bien. Tú y yo no somos más que solo dos conocidos, no hay amistad entre nosotros —aunque será muy incómodo. —En cuanto a vacaciones me darás al menos una semana para pasarla con mi hijo, no puedes apropiarte el mes completo. ¿De acuerdo?

—Me parece bien —respondió el Joestar seguido de una pequeña sonrisa, y Dio no llegaba a entender cómo podían tener una resolución tan pacífica. Esto nunca lo mirarías aún siendo abogado. —Aunque también prefiero que le permitas conectar con mi familia. Escuché que le prohibiste visitar a mi sobrino aun cuando son amigos.

—No es por nada pero tu familia no me agrada. Estoy bien contigo pero si a Haruno se le mete una idea estúpida y termina en la cárcel van a lamentarlo —No hacía falta recordar que llegó a ver en el periódico que la hija de Jotaro está en el reformatorio. Y sólo tiene 14.

—Giorno es un buen chico. Sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. No puedo decir que no lo has criado bien. Me cuesta creerlo pero supongo que eres un gran padre, Dio —Jonathan sonrió esta vez con sinceridad.

Y absolutamente no debía sentirse feliz por esas palabras. Pero su expresión se volvió en su contra. Hacía tiempo que no sentía sus mejillas querer calentarse así que tomó un último trago de vino y fue el momento perfecto para que el mesero llevara el plato fuerte.

Se sintió alarmado por el repentino vuelco que sintió en su pecho, no debía ser así. Una sonrisa no tenía por qué afectarle de esta manera.

Ya pasaron 17 años maldita sea.

Notes:

Uffa, vaya que estos dos tienen mucho por resolver, aunque por el momento todo parece estar bien ':D

Escribirlos a ellos interactuando sabiendo lo mucho que se destruyeron en el pasado es bastante incómodo, aún más cuando ambos siguen bastante heridos, espero puedan resolverlo :(

By~F.F

Chapter 21: Capítulo 21

Summary:

Hay veces en las que el alcohol puede ser tu único refugio. Recordar los errores cometidos puede doler, pero a veces solo hay que volver a intentarlo.

Notes:

¡Hola! Solo quiero comentar que el primer avance de mi nuevo fic ya se encuentra disponible, pueden encontrarlo como Elección del Destino ^^

Pronto estaré subiendo el primer capítulo también ;)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XXI -

Alguien a quien amaste

Dio tomó demasiado vino. Lo supo porque despertó al día siguiente y no recordaba mucho de cómo llegó a casa. Solo sabe que estuvo en el auto de Jonathan y sonreía mientras le hablaba de cómo su hijo siempre se salía con la suya.

Ayer la sonrisa estúpida de Jojo le hizo sentirse extraño. Y desde ese momento no pudo evitar notar muchos detalles que no habían antes. Cosas del Joestar que le hicieron hervir de rabia y pedir más vino.

Solo esperaba no haberse visto estúpido anoche.

Bajó a la sala y notó que su hijo terminaba de prepararse el almuerzo para la escuela.

—Oye padre. Ya que tú y papá Jonathan llegaron a un acuerdo, ¿puedo ir a casa de Josuke después de la escuela? La última vez quiso mostrarme un nuevo videojuego —Dio arqueó una ceja por el extraño cambio de humor que tenía el chico. A veces simplemente no lo entendía.

—Mientras regreses antes de las siete —soltó un suspiro pesado para luego sentarse en el sillón de la sala.

—Claro padre. ¡Ah! Y ya que Jonathan es ahora parte de la familia, quiero pasar más tiempo con él. Ya sabes, tal vez pueda invitarlo a comer los fines de semana —Dio sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo ante esa idea.

—Preferiría que pasaras tiempo con él fuera de la casa, aún no... aún no asimilo lo que está pasando —Giorno asintió no muy convencido. Leer a su padre es muy difícil en este momento, no sabe lo que está pensando.

—Padre... ¿Qué sucede? —y también le era difícil no preocuparse.

—¡Es que sigo sin entenderlo! ¡¿Por qué buscar a Jonathan?! ¡¿Qué tontería te impulsó a hacerlo, Haruno?! —el Brando golpeó fuerte la mesa. Su rostro tenía el ceño fruncido —¿Soy yo el problema...? ¿No he sido el padre que tú quieres? —y luego el tono comenzó a sonar más lastimero cada vez.

—Padre... Ya te lo he dicho, no hay ningún problema. Es solo que... —el chico soltó un suspiro —Cuando pensé en la posibilidad de que papá pudiera estar vivo no pude hacer más que llegar al fondo de la verdad. ¿Qué es lo que no puedes entender?

Giorno solo suspiró y antes de darse la vuelta le sirvió a su padre un vaso de agua, luego tomó su mochila para ir a la escuela.

—No estoy molesto contigo, o al menos, creo que no puedo enojarme lo suficiente. Pero no sé si pueda perdonar el hecho de que nos mintieras durante tantos años, padre —Giorno cruzó la puerta, no sin antes dar unas últimas palabras —Creo que solo... Me siento decepcionado.

Dio escuchó la puerta cerrarse y un silencio invadió la sala. Sintió un desagradable sabor subir por su garganta y bebió el agua con avidez. No iba a dejar que esas emociones regresaran.

Jojo no es nadie en su vida. Giorno puede llamarlo familia, pero Jonathan ya no es nada de él. No tiene por qué relacionarse con los Joestars. No hay razón para preocuparse si Jojo dijo que no luchará una custodia total.

Entonces... ¿Por qué se siente como si Jojo hubiera ganado?

—¡Maldición! —no quiere darle estas lágrimas a Jonathan, no quiere llorar por él. Ya no es un joven experimentando su primera ruptura. Esto ya no es como esa vez.

Pero duele...

—Jotaro-san dice que ya tiene los resultados, se los dará al tío Jonathan después del trabajo —Giorno asintió mientras fijaba su vista al juego, la pantalla marcaba un K.O. de Josuke.

—Lamento si le he causado problemas a tu familia. Pero agradezco que no me hayan rechazado, no sé qué hubiera hecho si yo... —Josuke colocó una mano en su hombro y éste se detuvo.

—Tranquilo hermano. Aún si los resultados dieran negativo, quiero que sepas que te seguiré considerando mi primo —Giorno sonrió ante la respuesta del peliazul. Se sentía aceptado, feliz de tener a una familia tan increíble.

Siguieron jugando un rato más hasta que el señor Caesar los llamó para sentarse a comer.

—Y dime Gio, ¿Cómo se lo ha tomado tu padre? —le preguntó el chico del pompadour, aunque el semblante de Giorno solo decayó en un rostro algo deprimido.

—No muy bien que digamos... La verdad es que prefiero no hablar de eso —Josuke asintió con una ligera mueca y recibió una mirada enojada de Caesar.

—Josuke, no debes preguntar cosas demasiado personales —el Zeppeli soltó un suspiro —Tu padre también se puso como loco al enterarse anoche —el rubio se sintió solo peor al escuchar eso. —Y Giorno, sé que no soy quién para decirlo pero no deberías tomar riesgos tú solo, pudiste habernos hablado a nosotros—el rubio menor agacha la mirada. Era muy fácil decirlo, pero la realidad es diferente.

—¿Y le hubieran creído a alguien que llega repentinamente haciéndose llamar un Joestar? —tuvo que pregutar. Y el Zeppeli soltó un suspiro.

—Joseph lo hubiera hecho. Josuke te aceptó y Jotaro también se propuso a investigar. Ellos no son del tipo que dejarían pasar algo así como si nada. En especial cuando se trata de su familia —Giorno sabía que el señor Caesar tenía razón. Pero parecía tan imposible que hubieran personas así de buenas en la vida.

—¿Usted conoció a mi padre, señor Caesar? —el rubio mayor se sentó al lado del ojiazul y miró a Giorno de frente.

—Viví en Inglaterra un corto tiempo durante la universidad, pero intentaba no meterme demasiado en la vida de Jojo, o bueno, Joseph.Su familia se llevaba bien con mi tío William pero solo era eso —comenzó a contar el Zeppeli, recordando un poco en su memoria esos años atrás. —Llegué a hablar con Dio un par de veces cuando ambos éramos invitados en las fiestas de la finca Joestar. Tu padre no solía demostrar mucho, siempre estaba serio o fingiendo alguna sonrisa para agradar a la gente rica. Y la verdad es que no me atraía demasiado su forma de ser.

Giorno escuchó atento, las descripciones no diferían mucho de cuando su padre iba a eventos a los que era invitado. Siempre colocando un rostro completamente diferente.

—Algo que recuerdo muy bien, es que una vez encontré a tu padre y a Jonathan bailando en el balcón. Solía sentir celos de ellos porque Joseph no era así de romántico. No lo sé pero, Joseph y yo solíamos tener una forma de cariño distinta. Tus padres en cambio, tenían una química muy diferente a la nuestra, llegué a pensar que eso era el verdadero amor—¿Era? ¿Entonces qué fue lo que sucedió?—Luego me enteré de lo que sucedió esa tarde en los dormitorios y la verdad es que me costaba creerlo—¿En los dormitorios?Esa es una historia que no conoce.

—¿Qué fue lo que sucedió? ¿Cómo fue que terminaron? —preguntó. Porque su padre jamás le contaría esa historia, y era bastante incómodo preguntárselo al señor Jonathan.

—Según lo que me contó Joseph, Jonathan descubrió el engaño de Dio. Se enteró de que la relación que tenían era solo un engaño. Y luego tu padre rompió con él. Jonathan estaba destrozado, lo vi herido de una forma que nunca había visto antes. Y luego de que el padre de Joseph enfermó, la familia Joestar decidió no buscar más a Dio.

Giorno estaba asombrado por estas palabras.¿Ellos buscaron a su padre...? ¿Por qué?

—Amor~ ¡Estoy en casa! —el señor Joseph abrió fuerte la puerta entrando con una sonrisa brillante. Hasta que notó al invitado en la mesa y dejó caer su portafolio. —¡Tú! —le señaló.

—S-señor Joestar yo- —Giorno se congeló, no sabía qué hacer en ese momento. No podía leer la cara del señor Joseph.

Y no se esperaba para nada ser repentinamente levantado de su silla para luego recibir un abrazo que casi lo deja sin aire.

—¡Felicidades chico! ¡Eres todo un Joestar! —el grito repentino del hombre hizo que su cuerpo se tensara.

—Jojo bájalo, el chico se queda sin aire —y gracias al señor Zeppeli pudo respirar de nuevo.

—Cici, ¿No me dejas abrazar a mi nuevo sobrino? ¡Los resultados de ADN resultaron positivos! —Giorno soltó un jadeo.

¿Había escuchado bien? ¿Acaba de decir lo que cree que escuchó?

—¡GioGio! ¡¿Escuchaste eso hermano?! ¡Somos primos ahora! —Josuke fue el siguiente en lanzarse para darle un abrazo.

Giorno no sabía cómo reaccionar, esto era demasiado repentino, casi que no terminaba de asimilarlo.

Jonathan es su padre... ¡No estaba equivocado! ¡De verdad es-! ¡Es real!

—Ah, Joseph, ¿No pensaste que Jonathan debió habérselo dicho? —regañó Caesar a su prometido.

—Perdón, es que desde que Jotaro me dio la noticia y vi al chico no pude contenerme. ¡Es el hijo de Jonathan, Cici! ¡Es mi sobrino! ¡Cielos, no puedo creerlo! ¡Jiji es papá! ¡Y yo soy tío! —casi se podía ver al hombre de 195 comenzar a llorar mientras abrazaba de nuevo al rubio.

Y Giorno se sentía feliz. Ya lo sabía pero, tener la confirmación era...Wow.De verdad es un Joestar. De verdad tiene otra familia.

Mientras ellos celebraban uno más se sumergía en el alcohol.

—¡No lo acepto! —Dio estaba borracho. Aunque se prometió a sí mismo ya no tomar por sus sentimientos, en ese momento no encontraba otra salida para ahogarlos.

—¿Qué le pasa? Parece más agitado de lo normal —preguntó D'Arby a Vainilla mientras servía otro shot de licor. Hace tiempo que el Brando no bebía tanto, pero justo ahora está bastante mal, como si lo único que le importara fuera perder un poco la cabeza.

—Por lo que he escuchado, su antiguo ex volvió y al parecer también resultó ser el padre de su hijo —el de la barra le miró sorprendido al escuchar las palabras de su amigo.

—¿Un ex del señor Dio? Creí que no solía tener relaciones formales, hasta donde le conozco todos han sido aventuras pasajeras —Vainilla en su lugar suspiró.

—No es alguien que conozcas, Terrence. Estudié con el señor Dio en la universidad, él tenía un novio con el que duró al menos cinco años —al del bar le sorprendió escuchar aquello. ¿Una relación de cinco años? Parecía tan poco creíble. —Recuerdo que Dio lo odiaba. No me creo que él haya resultado ser el padre de su hijo. Ese Joestar era una molesta.

—¿El padre de Haruno? —otra confesión que parecía ser aún más sorprendente. —Creí que el padre de ese chico estaba muerto—¿Qué sucedió exactamente? ¿De qué se ha perdido?

—Yo también lo creí. Lo poco que recuerdo es que el señor Dio dejó Hugh Hudson por una enfermedad. Tiempo después volví a encontrarlo en el periódico cuando anunciaron el nuevo bufete. Solo ahí me enteré de que ya tenía un hijo y que ahora estaba aquí en Italia.

Entonces Vainilla decidió venir a Italia solo para trabajar con el señor Dio.Entendió Terrence.

—¿Y esa es la razón por la que está tan mal ahora? ¿Por su antiguo amor? —Vainilla asintió con un suspiro. —¿Podría ser que el señor Dio aún tenga ciertos sentimientos por aquel hombre? —lo dijo por suposición, pero la pregunta de D'Arby quedó en el aire por un tiempo.

Ambos guardaron un silencio momentáneo...

—De hecho, aunque me moleste pensarlo, puede que sea así. Yo estuve el día en el que ellos rompieron —y Vainilla recordó vagamente la universidad.

Ese día, Jonathan los había escuchado hablar fuera de la puerta. Vainilla regresaba del baño y se encontró a Jonathan corriendo por el pasillo. Incluso recuerda cuando encontró el curioso anillo en el suelo y lo recogió sin pensarlo mucho. Era extrañamente familiar.

"Oigan chicos, encontré este anillo en la puerta. ¿Es de alguno de ustedes?"

Preguntó una vez que llegó con los chicos y se lo mostró a sus amigos. Ellos ya estaban casi por irse.

Pero cuando se encontró con el Brando este solo pudo congelarse. La cara de Dio en ese momento fue un completo terror.

"¿Dónde dices que encontraste eso?"Le preguntó el rubio con una voz que sonaba con ligero temblor.

"En la puerta. También vi a Jonathan pasar hace un momento"

Dio pareció sudar en frío. Su sonrisa antes arrogante se volvió una ligera mueca.

El rubio no dijo nada, simplemente tomó el anillo y salió del aula sin decir nada a nadie.

Al día siguiente se encontró el rumor en toda la escuela del escándalo que había hecho el Joestar en los dormitorios.

Y bueno, Dio no habló al respecto.

—Ellos se conocían desde niños si no me equivoco —continuó Vainilla. Aunque no le agradaba del todo los Joestar, no podía opinar cuando ese Jonathan conoció a Dio primero. —La verdad es que ahora que volvió no sé qué podría suceder. Escuché que Jonathan Joestar no se llevará al joven Haruno, pero se ha metido en la vida del señor Dio.

—Suena como una venganza psicológica —susurró Terrence para sí mismo, pensando en lo que Vainilla le había contado.

Y a su vez que Vainilla recordó aquel incidente del anillo, no pudo evitar darse cuenta de algo.¿No era aquel anillo idéntico al que usa siempre el Brando?

Dio no sabía cuánto había bebido ya, pero se sentía molesto, demasiado enojado consigo mismo. Jonathan no debería ser la causa de que esté en un bar ahora mismo. Mucho menos perdiendo la compostura con el alcohol.

¡Pero maldición! ¿Por qué Jonathan seguía apareciendo en su vida? ¡¿Por qué ese maldito estaba de vuelta?! ¡¿No tuvo ya lo suficiente?!

Maldita sea la gravedad que siempre lo arrastra de nuevo a la familia Joestar.

En el mismo bar pero al otro lado, hay un joven que también llora mientras bebe una cerveza.

—Si Bucciarati se entera de que te invité a beber me matará —le decía su compañero que impedía que su amigo se pidiera más alcohol.

—Quiero volver con Gio —dijo en un sollozo el chico de cabellos castaños.

—Ya déjalo, él ya no quiere nada contigo. ¿No te lo dejó claro ayer? —el castaño se tensó al escuchar esto, recordando las palabras que había escuchado el día anterior.

Los chicos estaban en Bucciarati's, fue curioso cómo llegaba de una entrega aquel día. Estaba buscando a Bruno para preguntarle si necesitaba algo más considerando que solo faltaban unos minutos para cerrar. Fue una coincidencia encontrar a Bruno y su ex hablando en la cocina.

"Y ahora que mi padre conoce la verdad ya no tengo por qué seguir hablando con Mista. Aún no le he dicho que ya no tiene que fingir seguir siendo mi novio"

Oh vaya, fue un sentimiento extraño lo que le invadió al escuchar aquello.

"¿Estás completamente seguro de que quieres terminar con él por completo? Creí que habían quedado como amigos"

Eso mismo pensó él. ¿No se supone que ya estaban bien? Ya habían aclarado las cosas.

"Eso... Eso creo, pero... No me parece justo para ambos sabiendo que él todavía tiene sentimientos por mí. Quiero encontrar el momento adecuado para decirle que ya fue todo, que entre nosotros ya no hay nada más"

Y escuchar esas palabras solo fue como una bala directo a su pecho. Sintiendo la tristeza invadirle. Sabiendo que Giorno ya no quiere nada más con él. Ya lo sabía pero, escucharlo así duele.

—Abbaccio, yo... realmente lo amo, quiero volver con él —suspiró el castaño con frustración. Giorno lo había dejado mal.

—Aunque ese mocoso no me agrade del todo tengo que decir que verlos a ustedes bailando en la vergüenza es aún más incómodo —suspiró el adulto. —Y si de verdad lo quieres recuperar ya debiste haber hecho algún movimiento —el castaño solo bufó en su lugar.

—¿Insinúas que no lo he intentado? Me he querido acercar a él varias veces, pero Giorno es el que no me quiere cerca —suspiró mientras su respiración se hacía algo agitada. Tal vez por el alcohol que ya estaba en su sistema. —A pesar de todo, él solo me usó para mentirle a su padre.

—Tú lo forzaste a aceptar una relación abierta. ¿Eso no es aún peor? —y el castaño solo hizo otra mueca de molestia.

—¡Yo no lo forcé! ¡Él estuvo de acuerdo conmigo! Nunca me dijo que se sentía mal con todo. Y si lo hubiera hecho yo lo hubiera entendido —no era su culpa que Giorno se lo hubiera guardado. ¿Cómo iba a saberlo?

Al inicio de la relación todo parecía ir bien. Entonces de repente un día Giorno comenzó a reprocharle cada pequeño detalle, si llegaba tarde, si no contestaba sus mensajes a tiempo, si usaba perfume porque él pensaba que era el perfume de alguna de sus otras novias ¡Por dios! ¡Él nunca vería a su novio después de salir con alguna chica! Ni siquiera se acostaba con ellas, en su mayoría, solo eran chicas con las que le gustaba reírse y pasar el rato.

Y luego un día Giorno explotó. Le gritó a su amiga. Ella ni siquiera era una de sus novias, era su amiga de la infancia, y Giorno estuvo a punto de ponerle una mano encima.

Mista estaba esperando la cita por su aniversario, había llegado varios minutos antes. Estaba sentado fuera de la cafetería donde siempre se encontraban, aquella junto al boulevard. Y fue entonces que su amiga Marah pasó cerca, ella se sorprendió de ver a Mista después de algunos años. Se sentó frente a la mesa y sin darse cuenta se perdieron en la conversación.

Giorno lo interpretó como que Mista había llevado a una de sus novias a la cita de ambos. Y aquello terminó mal por supuesto...

—¡Siempre haces lo mismo! ¡¿Valgo tan poco para ti como para llevar a otra de tus novias a nuestra cita?! ¡Se supone que era un día especial, Mista! ¡¿Cómo siquiera pudiste hacer esto?! —Mista apenas pudo reaccionar cuando su novio se estaba abalanzado contra él completamente lleno de ira.

—Lo estás malinterpretando cariño. Si me dejas explicar-

—¿Explicar qué? ¿El cómo esa perra te muestra sus pechos que casi se salen de su vestido escotado? —le interrumpía sin siquiera dejarle hablar.

—Giorno por favor, no puedo permitir que hables así de Marah —el castaño también había comenzado a molestarse un poco por tal actitud.

—Ah claro, ahora la defiendes. Como no soy una de tus putas con senos enormes mi opinión vale muy poco ¿No es así? —y el rubio solo seguía dando una acusación tras otra.

—Oye, no entiendo a qué vas con esto, pero-

—¡Pero nada! ¡Estoy cansado de esto Mista! ¡O es ella o soy yo, pero no voy a sentarme en la misma mesa que esta cualquiera! —era un grito tras grito e incluso personas de otras mesas ya estaban viéndoles.

—¡Escúchame, Giorno! ¿Puedes calmarte?

—¡No, Mista! ¡Siempre eres igual! ¡Estar contigo es un desperdicio! ¡No entiendo cómo pude dejar a Fugo por ti! ¡Él fue mejor novio que tú! —y estas palabras solo parecieron empeorarlo todo, porque el moreno también se levantó de su asiento al escuchar lo último.

—¡Por dios Giorno! ¡¿Puedes callarte un momento?! ¡Ya no te soporto! —y así Mista también explotó en ese momento. —¡Si vas a estar en ese plan entonces puedes irte! ¡Pero no puedo permitir que hables así de Marah ni que me hagas elegir sin siquiera escucharme primero! ¡¿Acaso quieres que rompa contigo?!

Y luego fue Giorno quien finalmente guardó silencio...

—Bien —eso fue lo último de su respuesta antes de darse la vuelta e irse.

Mista le miró con horror.

—¡Giorno espera! ¿Realmente te vas? —no hubo respuesta, el rubio solo se fue sin hacer caso al llamado de su ex.

Y de nuevo, Mista se quedó petrificado.

Recordar aquello le dolía. Él no hizo nada mal en aquel momento... ¿O tal vez sí? ¿Cómo se supone que debía reaccionar? ¿Cuál era la forma correcta?

Solo sabe que se arrepiente de haberle preguntado si quería romper. Fue su mayor error. Y es que Mista realmente ama a Giorno, incluso con todos sus malos defectos. ¿Tal vez él también esté un poco mal de la cabeza?

—Creo que sí quiero volver a intentarlo. No hay nada más que pueda perder además de mi orgullo —dijo Guido mientras suspiraba decidido.

Y Abbaccio no sabía qué más esperar de la estupidez de su sobrino.

Notes:

Hace ya un buen rato que no exploraba la relación de Giorno y Mista, ya les tocaba un poco también. Aunque Giorno es un buen chico, suele tener muchos problemas para manejar sus celos al igual que su padre :/

Estos capítulos son suaves, pero a partir de ahora vendrá más de la parejita principal ;)

By~F.F

Chapter 22: Capítulo 22

Summary:

Existen sentimientos que van y vienen. Puede ser este un inicio para volver a intentar aquello que alguna vez fue... O para otros puede ser un obstáculo más que debe superarse.

Notes:

Pido perdón por la tardanza, no he tenido muy buenos días. Pero en compensación, esta semana habrá doble capítulo, es probable que el siguiente lo suba de entre mañana al domingo ^^

Gracias a todos los que se están pasando por mi nueva historia, pronto estaré trabajando para traducirlo al inglés también <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XXII -

Alguien que te gusta

Giorno observaba las fotos en su teléfono. Todas las más recientes eran fotos de Jonathan y él. Luego había fotos de sus amigos y otras más con Josuke.

Primero estaba la foto que había publicado recientemente en todas sus redes. Una foto en la casa de Josuke donde estaban todos disfrutando de una tarta. Su papá lucía tan tímido en la foto mientras se limpiaba el resto de tarta que le había quedado en la mejilla.

Fue una comida tranquila de bienvenida, aunque el señor Joseph dijo que harían una bienvenida más grande para que pudiesen presentarlo al resto de la familia. Aunque viendo su increíble entusiasmo seguro ya todos en la familia Joestar debieron enterarse.

El señor Jotaro no estuvo ese día. Lo cual le pareció un alivio ya que no habían tenido una charla exactamente buena la primera vez. Aún le daba un poco de escalofríos imaginarse cerca de ese hombre otra vez, aunque sabe que es alguien generalmente tranquilo de acuerdo a como lo describía Josuke.

Lo único que todavía le ponía un tanto nervioso era el hecho de que ahora tenía una familia nueva a la cual conocer. Hasta ahora, el único familiar que conocía, a parte de su padre, era el tío Diego, y sabía poco de su abuelo Darío con el que su padre no quiere que lo relacionen.

Algo sobre una mafia y cosas ilegales, realmente no quiere saber sobre eso.

En fin, el señor Joseph dijo que lo presentarían posterior a la ceremonia de la boda. Y por el libro que le mostró Josuke su familia es demasiado grande, quizá más de lo esperado. ¿Frente a cuántos invitados estaría?

“¡Jiji! ¡Tenemos que hacerle un diario familiar! Espera, ¿Eso significa que Dio ya es de nuestra familia? ¡¿Cómo se supone que pondremos eso?! ¡No podemos ponerlo como tu cónyuge! ¿Esto convierte a los Brando como parte de la familia?"

Porque, ahora que era tanto un Brando como un Joestar, estaba esa disputa sobre si la familia Brando ahora debía ser tomada como familia. En el diario Joestar, las familias cónyuges siempre se unían. Como los Kujo, los Zeppeli, los Kira o los Higashikata.

Pero ahora... ¿Cuál sería el asunto con Giorno?

Su padre tenía la completa custodia. Pero el señor Jonathan tenía un acuerdo para tener parte de su vida. No puede negar que está algo intranquilo por el hecho de que su padre pueda mover ciertos hilos para alejar a los Joestar en caso de que tomen acuerdos legales, pero por el momento quiere pensar que todo está bien.

Este asunto sobre si él y su familia deberían formar parte del registro familiar se estaba volviendo un lío. En fin que eso debía ser problema para los adultos y no suyo. Suelta un suspiro largo mientras sigue pasando las imágenes.

Se pregunta si realmente todos lo aceptarán como Joestar...

Es decir, Josuke es… Josuke, y los Higashikata ya de por sí se llevaban bien con los Joestar. Pero en cambio, él es un caso muy diferente, es prácticamente un desconocido que recién descubrió que tiene un padre vivo.

Aún es un poco incómodo el asunto de que estuvo mintiéndole a su propio padre haciéndose pasar por otra persona, se sentía un poco mal por ello y todavía se cuestiona qué hubiese pasado si realmente hubiera aceptado la propuesta de Trish de salir con un hombre mayor. La primera cita con el Joestar había sido divertida, quizá definitivamente se hubiera enamorado en algún punto si no conociera la verdad.

Pero una parte de su mente le decía que no podía olvidar a Mista. Las cosas con él han estado demasiado incómodas, en especial porque todavía siente mariposas cuando le ve.

Dejó su teléfono a un lado y suspiró quizá por décima vez ya. Ni siquiera se ha atrevido a hablarle a Mista después del Acuario. Constantemente se pregunta qué estará pensando, si tal vez su nombre ocupará sus pensamientos tanto como Mista ha estado ocupando los suyos.

Escuchó el timbre de la casa sonar, su padre no estaba en casa así que le tocaba abrir. Esto era una molestia. Se levantó con pesar de la cama, acomodó su cabello intentando verse al menos decente, y al final se miró en el espejo para ver si no tenía una mala cara.

—Ya voy —respondió con fastidio mientras seguía escuchando el insistente sonido del timbre.

Finalmente abrió la puerta y lo que menos esperaba en ese momento era ver a su ex de pie frente a él, con un pequeño ramo de rosas y una sonrisa de estúpido.

—Hola, Gio —saludó como si nada, y Giorno se quedó de pie en su lugar sin saber qué responder exactamente.

—¿Qué haces aquí? —Mista pareció nervioso, pero se aclaró la garganta y sacó algo de su bolsillo.

—Tengo dos boletos para un concierto el próximo viernes, y como Abbachio me canceló no tengo a nadie más a quién darle estos boletos —no sabía qué le incomodaba más a Giorno, la muy humillante forma de mentir de Guido o el hecho de que estaba parado ahí mientras él seguía en pantuflas y pijama.

Miró el par de boletos que le tendía Mista. Había deseado ir a ese concierto, pero a Trish la castigaron después de la noche del sábado y sus otros amigos ya tenían planes, no había razón de ir solo.

Aunque tal vez podría ir con papá, después de todo, habían hablado de pasar más tiempo juntos.

Volvió a mirar a Mista, luego entendió de qué se trataba esto. En especial cuando su ex le mira con unos ojos de cachorro abandonado.

—¿Qué tal si vamos juntos entonces? Tú querías ir a ese concierto, ¿no? —la mirada en los ojos de Mista lo dice todo, y Giorno casi quiere reír por lo fácil que es notar las expresiones de Mista.

—Eso sería genial, puedo pasar a recogerte si así lo quieres —¿Esperar a Mista aquí como si fuera una cita? Bueno, tal vez quiera verlo intentar dar su mejor esfuerzo.

—Está bien —sin más que decir tomó las flores y le cerró la puerta en la cara.

Soltó un suspiro mientras se dejaba caer contra el sillón de su sala.

Él no es estúpido, sabe que Mista todavía quiere reconquistarlo. Pero no sabe cómo afrontar la situación, es otro problema que se suma a su dolor de cabeza.

Cuando habló con Bucciarati el otro día fue para pedirle un consejo de cómo dejar las cosas en claro con Mista. Y está pensando que tal vez… pueda aceptar este concierto, pasar un buen rato y luego decírselo.

El señor Bucciarati le había dicho que pensara bien si de verdad quería terminar todo lo que alguna vez tuvo con Mista. Porque fueron sus celos y la mala comunicación lo que hizo que su relación fallara. Ninguno de los dos se supo comunicar correctamente. Pero, a pesar de todas las cosas, ambos se amaban tanto que incluso se siguen extrañando.

Suspira, porque sabe que no tiene las fuerzas para enfrentarlo, no cuando está tan agotado emocionalmente luego de tantas cosas que le han sucedido estos días. Se merece un descanso.

Mira las flores que están en su mano, ni siquiera sabe por qué las tomó, pero lo hizo y ahora tiene que ponerlas en un jarrón.

No entiende cómo es que puede seguir enamorado de Guido Mista.

No entiende cómo es que puede seguir teniendo sentimientos por Jonathan Joestar.

En el trabajo repentinamente le llegaron flores a su oficina. Mariah se las entregó con una nota firmada por el Joestar.

Había una carta también, más específicamente, era un sobre de invitación a la boda de Joseph Joestar. Su hijo ya estaba dado por invitado y lo sabía, pero, ¿por qué habría de recibir una invitación él?

“El señor Joestar se disculpó porque no pudo dárselo en persona, pero dejó un recado para usted"

A parte del sobre bien decorado, el hecho de que Jonathan le dejara una hoja de papel doblada a la mitad como recado le pareció estúpido. Desdobló el papel encontrando la letra que ya bien conocía de años atrás.

[Dio, sé que no estamos en la mejor situación en este momento, pero necesito hablar contigo en persona.

Lo primero que tengo que decirte fue una decisión que tomó mi hermano, Joseph. Presentaremos a Giorno a la familia después de la ceremonia de boda, quiero que estés presente ya que también eres su padre. Y si estás de acuerdo, pondremos a los Brando en el registro familiar, pero se requieren firmar algunos papeles, espero podamos discutirlo y llegar a un acuerdo.

Por otro lado, sé que dije que no haría ningún movimiento hasta tener los resultados de ADN. Quiero discutir aquello contigo así que pediré que nos veamos en el mismo restaurante de la última vez para poder conversar. Haré una reservación para este Domingo por la tarde.

Pd. Realmente quería entregarte la invitación en persona, pero no podía quedarme esperando mucho tiempo. Dale saludos a Giorno de mi parte.]

Dio arrugó la hoja de papel y la lanzó al cesto de basura.

¿Unir a los Brando como Joestar? Bah, ¡Qué estupidez! No va a vender el nombre de su familia. Mucho menos quiere ver su nombre en un estúpido registro familiar.

Tomó el sobre con la invitación y la guardó en el cajón de su escritorio. Ahora, ¿dónde se supone que iba a poner esas malditas y estúpidas rosas si ni siquiera tiene un jarrón cerca?

—Maldito y estúpido Jojo —maldijo para sí mismo. Tomó el ramo dispuesto a colocarlo también en el cesto de basura.

Entonces una realización le llegó al momento. Lo primero que notó fue su actitud casual al recibir un ramo, pero luego de que su mente pareciera analizar las cosas, la duda surgió.¿Por qué diablos se entregaría una invitación de boda con un ramo de rosas?

Joseph Joestar no sería tan cabrón como para regalarle un ramo a cada persona que le da un sobre de invitación. Para una boda se darían rosas con un ligero tono rosado. No rosas rojas que resultaban ser también sus favoritas.

Un calor subió a sus mejillas y tuvo que golpearse la frente contra la pared para alejar esos pensamientos inútiles que le llegaron de repente.

Tiene que volver a recordarse a sí mismo que ya es un adulto, y que Jojo es un idiota demasiado estúpido.

Quiere dejar de sentir esa sensación amarga en su pecho, toda la tarde no ha podido concentrarse, tuvo que pedirle a Mariah que le trajera un recipiente para colocar las rosas porque simplemente no pudo tirarlas.

Y ahora cada que las miraba en su oficina no podía evitar pensar en ello, y el horrible calor que inundaba su pecho volvía. Le es imposible concentrarse en sus papeles y se ha dado cuenta que ha visto el reloj varias veces esperando el momento para salir de su oficina.

Suelta un suspiro y decide que es suficiente, no puede seguir así. Necesita liberar esa tensión acumulada de alguna forma.

—Jiji, otra vez estás muy tenso, relájate un poco, esta noche es para nosotros —Jonathan realmente solo quería encogerse y estar en casa. Pero le prometió a Joseph que estaría con él hoy.

—Tampoco me gusta este lugar —suspiró el menor de los tres. Joseph solo rodó los ojos.

—Jotaro, tu despedida de soltero fue muy aburrida. ¿Qué es eso de pasar la tarde en un espectáculo de Delfines? Hoy tenemos que celebrar bien —dijo el castaño mientras alzaba su botella en la mano. —Oye Polna, vayamos a bailar~ —el albino sonrió y se dejó guiar por el Joestar alegre.

—Hay que aprovechar mientras tu prometido no está —era curioso cómo esos dos se entendían demasiado bien. Ya estaban un poquito pasados de copas de todos modos.

Los amigos de Joseph habían llegado apenas estos días y el castaño los invitó a beber esta noche para divertirse un poco y darles la bienvenida. Aunque todavía no se entendía por qué invitaría a los otros dos Joestar también.

Jonathan solo le dio otro trago a su copa y suspiró mientras veía a su hermano irse.

—¿Qué pasa Jonathan? —fue el turno de Jotaro de preocuparse por el mayor. El Joestar se encogió de hombros luciendo derrotado.

—Es solo que... —realmente ni él mismo sabía qué le pasaba.

Había estado sintiéndose muy inquieto últimamente. ¿Qué fue eso de comprarle rosas a Dio el otro día? Esperaba que el rubio no se diera cuenta de su estupidez, tuvo que irse con una excusa porque no podía llegar repentinamente con un ramo luciendo como un tonto frente al Brando.

—¿Se trata de Dio? —suspiró el de la gorra. Jonathan no pudo hacer más que asentir con una mirada gacha. —¿Te está dando problemas o qué sucedió esta vez? —el Joestar negó.

—De hecho, siento que esta vez el problema soy yo —confesó, y el Kujo solo le miró con el mismo rostro serio esperando a que continúe. —Quiero decir, he estado cometiendo muchas estupideces últimamente. Y no entiendo siquiera por qué las hago —como el enviar un ramo de rosas a su ex.

Fue un impulso, volvió a repetirse. Es solo que, en el pasado ya era como una costumbre, cada vez que le enviaba a Dio una invitación para las fiestas de su padre, siempre solía aprovechar la ocasión y compraba flores. De esta forma Dio siempre recibía la invitación con una pequeña sonrisa, y eso le encantaba.

No sabe qué fue lo que le impulsó a hacerlo. Se sintió tan natural, y solo fue cuando ya estaba cruzando la puerta, que se dio cuenta del gran error que había cometido.

Recuerda que la mujer de la recepción le preguntó si las rosas también eran para el señor Brando. Y en ese momento se había congelado, sin decir una sola palabra. Estaba a punto de negarlo, pero en su lugar lo que salió de sus labios fue un “sí”.

Estaba tan avergonzado consigo mismo cuando llegó a su auto y se percató de que acababa de cometer un gran error. Uno terrible y muy vergonzoso. No se suponía que haría eso, pero de alguna forma su cerebro no lo entendió.

—Creo que no estoy bien —soltó el Joestar. Incluso ahora todavía seguía pensando en ello. —Es posible siquiera... —el mayor hizo una pausa, no podía decir esas palabras, sonaba muy mal. —¿Es posible seguir enamorado de alguien incluso cuando ya pasaron tantos años? —y al final lo dijo, lo soltó de su sistema. Tendrá que culpar al alcohol que ya ha ingresado a su cuerpo y le está haciendo hablar.

Jotaro en su lugar le miró con una ceja arqueada y una expresión incrédula. Jonathan se encogió en su asiento enterrando su rostro contra la mesa. Esto no era lo que quería confesar. O al menos no con esas palabras.

—De verdad no te entiendo —suspiró el biólogo. ¿Acaso olvidas que Dio dañó horriblemente tu corazón? —y lo decía muy literalmente. Jonathan no quería recordar eso.

Cuando Dio le dejó se sintió tan mal que pasaba noches enteras llorando, tanto que incluso descuidó sus hábitos alimenticios. Lloró hasta que llegó a desmayarse. Y eso fue más de una vez.

Nunca creyó que sería posible sentirse tan mal por un corazón roto. Pero es que todo fue tan repentino que simplemente quiso morirse y olvidar que todo pasó.

—Pero ahora cada que lo veo no puedo evitar pensar que sigue siendo como la primera vez. Tal vez siga teniendo los mismos sentimientos reprimidos y esto me ha estado preocupando. No quiero volver a ser el mismo tonto de antes, se supone que estaba rehaciendo mi vida. Se supone que debía encontrar a otra persona —Joseph tenía razón en algo; debía dejar ir y abrir su corazón a alguien más. No podía seguir aferrándose a Dio cada vez que volvía a verle. —También se suponía que ya lo había superado. Creo que no fue así.

Porque desde que encontró a Dio otra vez, todos sus recuerdos una vez enterrados regresaron a él. Y aquellos diecisiete años de olvido parecieron haberse esfumado dejándolo de nuevo como aquel chico ingenuo e inocente que solía ir a la biblioteca.

—Jonathan, mira a tu alrededor —le dijo Jotaro, y eso hizo. Fue como volver al presente y lo agradeció. —Estás en un puto bar de mierda en una ciudad extranjera. Si quieres cambiar ese estado de ánimo entonces sé como el bastardo de Joseph, ve a bailar o a hablar con alguien. Estando sentado jamás conseguirás conocer a otras personas —abrió los ojos con sorpresa, para ser un consejo que sonaba horrible su primo tenía razón.

Tomó todo lo que quedaba de su copa y decidió acercarse más hacia el centro.

Luego casi se arrepiente porque realmente no sabe cómo hacer un movimiento. Este no era su ambiente, no había estado en un club en años, y ver cómo la gente que se amontonaba solo le hacía querer echarse para atrás.

Decidió en su lugar dirigirse a la barra y pedir otra bebida. Tal vez más alcohol le deje ser feliz como a Joseph. Parece tan despreocupado y entusiasta con sus amigos que realmente se le ve disfrutando el ambiente. Él no tiene por qué amargarle este momento, es su noche con sus amigos después de todo.

—UnGin Bassil Smashed, por favor —pidió, a lo que él barista entendió inmediatamente.

Jonathan soltó un suspiro mientras volvía a cerrar los ojos. No debería sentirse tan mal.Pero su corazón le traiciona cada vez, deseando a alguien que sabe que ya no es suyo. Alguien que le dañó.

—¿En quién pensaste cuando pediste ese cóctel? —una voz llegó como un susurro a su lado, y solo pudo pasar saliva antes de girar su rostro con rapidez.

—¿Dio? —parpadeó dos veces, no era una ilusión. La persona que se había sentado a su lado justo ahora realmente era el rubio. —¿Qué haces aquí? Tú…

Dio colocó un dedo sobre los labios del moreno. Jonathan le miró sin poder creerlo, ¿Qué hacía Dio aquí?

—Sólo vine a divertirme con unos amigos —el barista acercó la bebida, y antes de que el Joestar pudiera reaccionar, el rubio se tomó todo el contenido de golpe. —Esto ni siquiera se parece a algo que te gustaría. Es demasiado amargo —regresó la copa vacía con una mueca en el rostro. —Ahora ven conmigo —luego el rubio le tomó de la mano y lo llevó de regreso a la pista.

Jonathan no podía reaccionar, estaba asimilando que esto fuera real, que quien sostenía su mano era el Brando. No podía pensar en qué estaba pasando pero se dejó llevar por el diablo.

No termina de entender cómo es que puede seguir cayendo bajo este hechizo, pero se ha dado cuenta de que no puede negar la verdad.

Aunque Dio desaparezca de su vida una y otra vez,él siempre volverá a caer en sus manos.

Notes:

A veces siento que Dio es como un fantasma en la vida de Jonathan. Pero pensándolo bien, también creo que Jonathan es un fantasma para Dio, alguien que murió y que ahora le atormenta nuevamente.

Como pequeño dato; la escena de Jonathan pidiendo un Gin Bassil Smashed, hace referencia a que el Gin suele ser interpretado para algunos como un coctel que representa la melancolía y el desamor (en ciertos contextos, no es regla general) ^^

By~F.F

Chapter 23: Capítulo 23

Summary:

Ojos hipnotizantes que le miran con intensidad, hay algo en Dio que es demasiado… difícil de leer. No entiende por qué está haciendo esto. Dio se ve enojado, puede sentirlo en su agarre. Y sin embargo está ahí, tomando su voluntad como si tuviese el control.

Notes:

Dije que subiría el siguiente capítulo pronto y estoy aquí para cumplir x)

El título de este cap está inspirado en una canción de Dua Lipa (Break My Heart), supongo que pueden tomarlo para ambientar la escena del pub ^^ Espero que os guste.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XXIII -

Rompe Mi Corazón

Ojos hipnotizantes que le miran con intensidad, hay algo en Dio que es demasiado… difícil de leer. No entiende por qué está haciendo esto. Dio se ve enojado, puede sentirlo en su agarre. Y sin embargo está ahí, tomando su voluntad como si tuviese el control.

—Dime Jonathan, ¿Te estás divirtiendo esta noche? —la pregunta lo toma un poco por sorpresa. Le cuesta reaccionar cuando tiene al rubio tan cerca de sí mismo.

Dio se pega a él, quizá demasiado. Está moviendo sus caderas, y por primera vez en este tiempo puede notar la vestimenta que trae. Demasiado bien vestido como para ser casualidad. Pareciera que era su plan estar ahí desde un inicio.

Y está borracho.

—Es la fiesta de Joseph —responde y decide aflojar el agarre en su hombro, se está volviendo incómodo. Dio nota esto y hace algo peor, lo agarra de la cintura en su lugar. Aprieta con fuerza y Jonathan no sabe cómo soltarse de esta.

—Eso puedo verlo por supuesto. Tu hermano nunca deja de ser un centro de atención —señala al grupo que grita y ríe al otro lado de la habitación. Joseph parece tan distraído bebiendo que sabe que no lo verá.

—Joseph es Joseph, ya sabes cómo es él —Jonathan no sabe en qué momento pero él también ha empezado a moverse con la música, quizá la influencia de los movimientos de Dio le hizo seguir el ambiente. Y esa mano antes suelta ha comenzado a tomar el brazo del otro.

Es demasiado vergonzoso.

—Entonces Jonathan, ¿Dices que Joseph es el tipo de sujeto que da un ramo de rosas cada que da una invitación? —Jonathan entiende, por dios, claro que Dio iba a saberlo. Quiere agachar la cabeza, desviar la mirada pero sabe que si lo hace estará en la línea de Jaque.

—Bueno, Joseph es alguien raro —el rubio mira a través de sus ojos y seguramente está viendo su muy mala forma de mentir.

La música fuerte suena en sus oídos, hay demasiada gente en el centro, pero de alguna forma él solo puede ver a Dio. Quiere golpearse mentalmente por recordar que todas las veces ha sido así.

—Es verdad, te puedes esperar cualquier cosa de él — sabe que el rubio le está acorralando. Jonathan de hecho puede sentir cómo ese agarre en su cintura se aprieta, con Ira. ¿Qué respuesta quiere escuchar realmente?

—No esperaba encontrarte aquí. Ni siquiera sueles mirarme cuando estoy con Giorno —puede sentir al rubio tensarse. Sabe que solo está alargando la charla para evadir el tema de las rosas. No quiere escuchar más de eso porque comienza a arrepentirse.

—Regresas a mi vida después de 17 años, ¿Cómo crees que eso me hace sentir? —hay un tono en la voz de Dio que no parece parte de su fachada, pero no es momento de sacar conclusiones. No cuando puede sentir el aliento a alcohol tan cerca suyo.

—No lo sé, pensé que no te importaba. Me echaste de tu vida hace mucho —y puede ver, por una fracción de segundo, la expresión de Dio flaquear.

Hay una tensión extraña en ellos. Y sabe que si no se aleja terminará cediendo. Necesita cortarlo.

En su lugar ve a Dio reír.

—Tuve un hijo tuyo, ¿Qué piensas al respecto? —no entiende la pregunta repentina. Pero hay un peso en esas palabras que tiene miedo de descifrar.

—Pensaría que eres lo suficientemente egoísta como para quedarte con un pedazo de mí —y lo logró. Porque todo este tiempo siempre tuvo el sentimiento de que le hacía falta algo.

¿Pero por qué Dio decidió tener a su hijo en primer lugar?

—Tal vez lo soy. Me gusta tener el control sobre ti —de nuevo otro comentario que lo hace flaquear. Sus pies casi tropiezan pero lo evita.

—Pensé que antes era yo quien solía hacerte temblar —y es suficiente. Ve un brillo en los ojos de Dio que solo llegó a ver un par de veces en el pasado.

Puede sentir su respiración tensa cerca de su cuello, y el pulso bajo sus manos acelerarse ligeramente. Pero luego Dio vuelve a su expresión tosca. Jonathan se resiste a salir huyendo.

—¿Te confieso algo, Jonathan? —Dio pregunta de repente con una voz tan suave. Le está mirando con ojos intensos, una de esas miradas que podrían asesinar a cualquiera. Casi quiere suspirar, realmente le gustan esos ojos.

El rubio se acerca a su oído, una de sus manos viaja a su cuello y siente escalofríos. Esto se está moviendo a un camino peligroso.

—Vine aquí buscando a alguien que pueda satisfacerme solo por esta noche, tal vez tú quieras ser esa persona —susurró esto último en una voz atrevida. Jonathan soltó un jadeo y de inmediato se alejó empujando al rubio. Su rostro quemando por el calor repentino, su corazón latiendo fuertemente en sus oídos.

Fue suficiente, no pudo seguir.

—¡Jonathan! —escucha un grito llamarle a través de la música y puede ver a Jotaro cruzado de brazos al otro lado de la habitación, está haciendo su típica expresión decepcionada.

Se aleja de Dio de una forma abrupta, ve una salida en el otro adulto y sabe que está mal pero necesita salir de ahí o realmente va a quemarse.

—Creí que estábamos hablando sobre dejar ir, ¿Qué mierda hace Dio aquí? —Jotaro frunció el ceño mientras miraba al rubio darse la vuelta. Hasta acá podía imaginar su nombre siendo maldecido una decena de veces.

—No lo sé. Me di la vuelta y él estaba ahí. Es como un fantasma, yo... No entiendo por qué siempre está ahí —Dio siempre se aparece en el momento en que piensa que finalmente olvidará. Una y otra vez, siempre le pasa lo mismo. —Lo siento Jotaro, pero creo que realmente necesito irme a casa —suelta un suspiro mientras busca con la mirada al rubio, se da cuenta de que ya no está. —No le cuentes esto a Joseph, dile que tuve una llamada o algo del trabajo. No quiero arruinar su noche —Jotaro suspiró y finalmente asintió.

—Pero tendremos que hablar luego, hay un asunto que todavía necesitamos resolver —Jonathan asintió y se despidió con una sonrisa apenas fugaz.

Realmente solo quiere irse de ahí.

Sabe que su corazón sigue traicionándolo, que cada que ve a Dio llevándose a Giorno tiene la necesidad de hablar con él. Y por mucho que intenta no dirigirle una palabra, le es imposible no pensar en él por las noches.

Justo ahora, se sintió perdido. Como si no hubiera visto esa imagen de Dio en años. Él no solía ser del tipo que iba a bares o pubs, pero con Dio él podía ir a cualquier lugar. Él le enseñó a vivir la vida estudiantil cuando aún eran unos adolescentes.

Su cabello ligeramente despeinado y salvaje. Sus ropas pegadas que incluso mostraban algo de su cintura. El brillo en sus labios y el maquillaje que usa. Y esos perfumes dulces y afrutados que le hacían perder la cabeza.

Es horrible sentir que en solo una noche dejó que tantos sentimientos volvieran. Y solo ahora se acaba de dar cuenta de que realmente nunca pudo superarlo. Se sigue aferrando tanto a los recuerdos hermosos de ese viejo romance juvenil que parecieran hacerle creer que todo lo malo nunca sucedió.

O su mente simplemente bloqueó los sentimientos negativos para dejar de sentir dolor.

Suspira. Finalmente sale del club inhalando aire. Siente que necesita un cigarrillo en ese momento porque comienza a ponerse nervioso. Sus manos tiemblan mientras busca la cajetilla en su bolsillo.

Y grande es su sorpresa de encontrar al rubio parado justo ahí. Como una tonta coincidencia. Ambos se miraron por lo que parecieron minutos, pero los dos giraron las miradas a otra dirección. Jonathan no dijo nada, solo se dio la vuelta y se dirigió al estacionamiento. Cuando volvió a dar otra mirada, Dio ya no estaba ahí.

Es como un fantasma que le perseguirá toda su vida. Y las lágrimas brotan mientras deja aquel lugar.

—¿Qué pasa Dio? —el rubio soltó un bufido en respuesta.

—Me voy a casa Vainilla —el hombre le miró con una ceja arqueada pero no dijo nada.

El abogado tomó su teléfono y llamó un taxi. Se sentía estúpido, demasiado en realidad.

¿Qué fue ese ataque de celos que le dio hace un rato?

Últimamente había estado viniendo al mismo bar, intentando quitarse ese horrible sentimiento de la cabeza. Jonathan no puede ocupar sus pensamientos para siempre.

Aún así, siempre que lograba algún avance con un hombre no podía evitar que la cara del maldito Joestar volviera a su mente. Hace años que ya no le pasaba esto. Pensó que lo había superado ya.

Hoy se supone que se embriagaría lo suficiente como para lograr acostarse con alguien y poder quitarse esa tensión en sus pantalones.

En absoluto esperaba encontrarse al trío Joestar ahí. Decidió restarle importancia, lo intentó mientras hablaba con otro tipo en uno de los rincones.

Pero sus ojos solo parecían traicionarle. Encontrando siempre la figura de Jonathan, y luego viendo cómo se acercaba al centro como un cachorro perdido.

"Wow, ese hombre es un partidazo, se ve completamente como mi tipo"

Escuchó a un grupo de mujeres hablar cerca de ahí y su atención se distrajo completamente.

"Puedo ver esos músculos resaltando de su camisa, imagina cómo será sosteniéndote en la cama" bah, como si ellas supieran lo que realmente se siente.

"¿Estará solo? Realmente quiero ver si puedo ser capaz de persuadirlo un poco esta noche" la chica no solo tenía una figura voluptuosa, también era rubia y tenía su mismo color de maquillaje.

No podía contenerse, los celos estaban subiendo a su garganta quemando como ácido caliente, y casi quiso gritar a la chica que se alejara. La vio acercarse al Joestar pero este se giró en dirección a la barra.

Fue su oportunidad. Ya ni siquiera le importaba aquel tipo a quien dejó hablando solo, sus ojos estaban en Jonathan. Nadie va a tenerlo.

Y mientras le tomaba del brazo hacia la pista miró a la mujer que se cruzaba de brazos y volvía con sus amigas. Sintió una satisfacción en su ser y no pudo detenerse.

Ahora, volviendo al presente, se quería morir. Recuerda sus celos y se siente estúpido. Y eso que dijo al final, por dios, eso que dijo ni siquiera era lo que realmente pensaba, en su mayoría.

No se había acostado en... ¿Quizá cinco años? Simplemente dejó de darle prioridad a sus necesidades carnales y se concentró únicamente en cuidar a su hijo.

Pero con la llegada de Jonathan ya ni siquiera puede sentirse tranquilo. A veces tiene que encontrárselo en la puerta de su casa cuando recoge o deja a Haruno. Eso de formar parte en la vida de su hijo lo está volviendo loco.

No había visto a Jonathan en 17 años, ahora lo ve casi con frecuencia. Nunca comparten palabras, y hasta hoy no se había atrevido a preguntar acerca de las rosas.

Pudo sentir su nerviosismo, su tensión y su corazón latir entre su pecho. Pudo tener el olor de su colonia nuevamente y se sintió mareado. Esos ojos azules le miraban de una forma que solo recuerda en esos vagos sueños del pasado. Ellos dos juntos en la pista, donde nada importaba más que ambos. Donde no les importaba besarse incluso con las luces y la multitud.

“Porque en este lugar solo existimos tú y yo”

¡No! ¡Mierda no! No tiene por qué recordar el maldito pasado justo ahora. Ya no… Ya no es igual.

Pero no pude evitar pensar en lo que hubiera sucedido si el bastardo de Jotaro no hubiera interrumpido... Cielos, está en realidad agradecido de que interrumpiera porque al ritmo de esa noche hubiese cometido una estupidez aún mayor de la que se arrepentiría después.

En sus manos todavía podía sentir el calor del otro. Y en su olfato todavía estaba presente la dulce colonia que tanto recuerda. Le hacía temblar. Necesitaba llegar y darse una ducha fría porque esta sensación no le dejaría dormir en lo absoluto.

Todavía tienen que verse el fin de semana para discutir lo de su hijo. No tiene idea de cómo va a afrontar esto ahora. No cree que sea capaz de mirar al Joestar a los ojos.

Definitivamente acaba de arruinarlo todo.

Giorno se da cuenta de que algo sucede al día siguiente cuando ve a su padre pensativo. Mueve las verduras en su plato de un lado al otro como si eso fuera lo más interesante. Apenas y da un bocado, pero parece tragar con dificultad.

—¿Ocurre algo? —recibe una mirada que parece cansada y el mayor regresa la vista a su plato. —Padre, no has consumido ni la mitad de tu plato —dice con la voz algo firme, porque si bien no ha querido hablar mucho con su padre, todavía se preocupa por él.

—Son demasiadas las cosas que están mal —no esperaba recibir tal respuesta, pero se veía que era algo realmente terrible. —No necesitas preguntar, ya deberías saber quién es la razón de mis malditos problemas —es el duro comentario de su padre, y así también, Giorno decidió no inmiscuir más en el tema.

—Padre, Mista me invitó a un concierto el siguiente viernes, ¿Puedo ir? —en su lugar prefirió cambiar la conversación. Lo que sea que haya pasado sabe que no es su asunto y que no debe entrometerse más de la cuenta.

—Creí que habían cortado —el Brando volvió a dirigirle la mirada y Giorno de nuevo se sintió ligeramente nervioso. En realidad, tampoco sabe del todo qué es lo que está haciendo.

—Es complicado —fue su única respuesta.

—No tienes por qué seguir relacionándote con un perdedor cuando ya no son nada. Simplemente olvídalo —el menor sintió un pequeño enojo al escuchar tales palabras. ¿Cómo se atreve a llamar a Mista un perdedor?

—No te metas en mis asuntos, padre —refuta con el mismo tono molesto de voz.

—Claro, supongo que ahora que te sientes libre de tomar tus propias decisiones no hay razón para meterme en tus problemas —contestó también el mayor. Giorno hizo un puchero. ¿Hasta cuándo su padre seguiría actuando como si él fuera el culpable de las cosas?

—Lo que sea, igual iré a ese concierto. Tal vez deberías ir con papá para que dejes de estar tan estresado —Dio golpeó la mesa tan fuerte que hasta Giorno se sobresaltó.

—Te he dicho que no menciones a Jonathan mientras yo esté aquí —y dicho eso el mayor se levantó de su asiento retirando su propio plato de la mesa.

Giorno seguía algo desconcertado. No entiende a su padre en absoluto. ¿No se supone que él fue quien lastimó al Joestar? ¿Por qué seguía actuando tan... resentido?

—No lo sé Gio, toda tu situación suena tan complicada, incluso más que la mía —agradecía tener a Josuke, en ese momento era la única persona con la que podía hablar sobre ello, y que de cierta forma había pasado por lo mismo.

—Intenté preguntarle a papá Jonathan, pero no ha leído mis mensajes desde ayer —y justamente hoy en la mañana es que su padre también había actuado raro. —A veces siento que mi padre todavía me oculta cosas. Puedo entenderlo un poco pero... Cuando se trata de papá todo se vuelve muy tenso —el Higashikata soltó un suspiro. No es que conociera al padre de Giorno como para poder opinar algo, pero por todo lo que él rubio le cuenta puede decir que las cosas son confusas.

—¿No has considerado que tal vez tu padre todavía tiene sentimientos hacia el tío Jonathan? —preguntó Josuke en un ligero tono burlesco, queriendo aligerar un poco el estado de ánimo. Aunque por la expresión del rubio se dio cuenta que no se lo había tomado como chiste.

—Tal vez tengas razón —fue el turno del japonés para sorprenderse. —De hecho, creo que ambos podrían seguir teniendo sentimientos por el otro.

Tenía sentido. La mayor parte de sus conversaciones con el Joestar implicaban recuerdos de él hacía Dio. Y también explicaría por qué su padre actuaba tan extraño, y las noches que llamaba el nombre de Jojo demasiado ebrio como para notarlo.

¿Podría ser que su padre nunca olvidó al Joestar? Aún cuando él fue quien lo lastimó. Tal vez en cierto punto de la historia el que le haya amado no fue del todo una mentira.

—Presiento que estás pensando en algo que definitivamente volverá a meterte en problemas —y de hecho lo hacía. Su cerebro nuevamente estaba pensando en tantas cosas otra vez.

—¿Sonará muy estúpido si digo que podría intentar juntarlos? —Josuke suspiró con cansancio.

Esto podría terminar muy mal.

Notes:

Uffa, ya me hacía falta algo de tensión entre estos dos. El siguiente que viene es uno de mis favoritos, espero no tardarme demasiado en subirlo, aún estoy trabajando en los que siguen y cada vez estamos más cerca de terminar x)

Si te gustó no olvides dejar un pequeño comentario que ya saben que adoro leerlos todos <3

By~F.F

Chapter 24

Summary:

Existen un par de anillos que se dieron en señal de una promesa... Pero cuando esa promesa ya no existe, ¿Solo queda deshacerce de ellos?

Ya no quiere seguir aferrándose al pasado. Es momento de olvidar.

Notes:

Estos días he tenido unos ánimos bastante bajos a decir verdad, me han sucedido tantas cosas que me están tumbando abajo. Pero escribir realmente me ha ayudado a levantarme un poco. Ver a mis personajes siendo dramáticos y tontos en el amor me hace sonreír jsjs

Este capítulo es un cierre y una apertura en la vida de nuestros personajes, espero que os guste <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- XXIV -

Solo el Amor puede doler así

Dio escuchó ruidos provenientes del ático. Eran alrededor de las 12:30 de la noche. Se levantó para investigar, al inicio creyó que podría ser algún ladrón, pero al salir se dio cuenta de que la habitación de su hijo tenía la puerta abierta.

¿Qué hacía su hijo en el ático? Se preguntó mientras decidía desplegar las escaleras. Su castigo terminó hace semanas, no tiene nada que hacer ahí.

Subió escaleras arriba, y puede que su hijo escuchó sus pasos, porque hubo un silencio y luego encontró al chico tropezándose con algunas cajas para luego caer hacia atrás.

—¿Qué estás haciendo? —Giorno se sobresaltó y casi tira también lo que tenía entre las manos. Pero en su lugar se queda boquiabierto y no dice una sola palabra. —¿Qué tienes ahí? —Dio miró en dirección a la caja y de inmediato entendió las cosas.

—Padre, sé que dijiste que no abriera estas cajas pero la curiosidad pudo conmigo —el adulto suspiró, mirando a su hijo con cierto ceño fruncido. Giorno agachó la cabeza.

La primera vez que limpió el ático se le cayó por accidente una caja de una pila alta. Por suerte solo fue una cosa la que había rodado al suelo, una pequeña cajita que contenía un anillo dentro. Giorno lo miró durante minutos, pensando que tal vez ese era el anillo de su difunto papá. Intentó mirar qué otras cosas habían dentro de la gran caja, pero solo encontró ropa que parecían uniformes y un pequeño cofre de metal con un candado.

Ahora, había vuelto a revisar las cajas del ático intentando encontrar alguna otra pista que revelara más del pasado de sus padres. Desafortunadamente, no había más que ropa vieja y cosas de sus antiguas mudanzas, incluso encontró el unicornio de peluche que había perdido hace mucho tiempo.

Solo quedaba ese cofre con llave y el estuche del anillo que sostenía entre sus manos. Las únicas dos pistas que podrían decirle algo de papá…

—¿Sigues intentando inmiscuir en mi pasado, no es así? —el Brando no podía negar que se sentía un poco orgulloso de su hijo. Resolver tantos secretos por sí mismo, hacerle la vida un infierno volviéndole a presentar a su viejo amor, claramente su hijo llevaba la sangre Brando en sus venas. Era tan perspicaz como lo solía ser él en su juventud.

—Quería saber más sobre ti y papá. Todavía no entiendo cómo pudieron enamorarse si eran tan... Opuestos —en realidad solo quería pistas de por qué se enamoraron en un inicio, tal vez así reavivar la chispa que solían tener. Pero sus padres hacían que todo fuera tan complicado entre ellos dos. Dio soltó un suspiro. Se sentó junto a Haruno y tomó la caja del anillo entre sus manos.

—Voy a contártelo solo porque sé que no dejarás atrás este tema. Has sido tan persistente que se ha vuelto un dolor de cabeza y ya no sé cómo lidiar contigo —Giorno sonrió un poco ante este comentario. Tal vez si estaba siendo un poco malo con su padre, pero ahora está feliz de poder escuchar finalmente la historia.

Las cosas que ha estado haciendo los últimos meses, las emociones que ha sentido, las noches que ha pasado sin dormir. Su padre tal vez sí le entienda un poco más de lo que pensó.

Dio le contó todo desde el inicio. El cómo conoció a Jonathan, el plan que formó con el tío Diego. El cómo hizo todo solo por un poco de ambición. Y la razón del por qué lo protegió todo este tiempo de su pasado.

Giorno escuchaba con atención, mirando con incredulidad en ciertos ratos, luego con tristeza en otros. Los minutos pasaban en esa habitación. Cuando el Brando terminó de contar la historia, tomó el cofre entre sus manos. Le dio la vuelta y resulta que debajo de la base se encontraba la llave pegada.

Dentro habían cartas, así como también fotografías y algunas joyas y pequeños objetos. Giorno miró con sorpresa, pues las fotos eran de sus dos padres. Le era increíble verlos de jóvenes, sonriéndose, pareciendo tan felices como si esa mancha oscura de su pasado no estuviese ahí.

Dio tomó una foto entre sus manos, su respiración se volvió algo pesada conforme los recuerdos llegaban a su memoria. Jonathan era tan radiante, tan lleno de vida cuando aún eran jóvenes. Él sostenía su mano, un escenario en su restaurante favorito de la ciudad donde Jonathan le había entregado el anillo por primera vez.

“Te amo tanto, Dio. Sé que hemos tenido peleas y discusiones. Pero ambos podremos resolverlos, mientras estemos juntos nada más importa, porque te amo, y quiero que este anillo sea un recordatorio de que siempre estaré contigo. Yo nunca podría amar a otra persona de la misma forma en que te amo a ti…”

Apretó la fotografía contra su pecho, intentando contener la tristeza que invadía su corazón. Mirar el cofre abierto después de tantos años le hizo desbloquear ese pasado que siempre ha intentado evitar. Ahora ya no podía esconderlo más, mostrando la verdad a su hijo.

—Amaba tanto a Jojo —suspiró el Brando con nostalgia. Las emociones sintiéndose tan profundas luego de haber hablado tanto. —Pero lo lastimé de una forma en la que jamás pude perdonarme.

Todas las cartas eran poemas y dedicatorias que solía escribirle Jonathan cada que se encontraban lejos en verano. Las pequeñas joyas eran regalos que usualmente le daba en señal de cariño. Y bajo todas esas fotos, yacía en el fondo un pequeño diario, donde solía escribir todos sus pensamientos sobre el Joestar. Palabras que nunca pudo decirle a la cara. Al final destruyó a Jonathan, y aún sigue presente aquella imagen de la última vez que le vio.

Su corazón se estrujó en la tristeza y la culpa. Recordando cuánto lastimó a una persona a la que amó con todo el corazón.

Esa era la verdad, amaba tanto a Jonathan que nunca pudo olvidarle por más que lo intentó. Muchas veces sintiéndose arrepentido por tantas cosas que hizo, por todo el daño que causó. Desearía nunca haberlo hecho. Tal vez hubiera podido amarle de verdad y sin tantas mentiras. Tal vez las cosas pudieron haber sido diferentes.

—¿Alguna vez le contarás a papá por qué te fuiste? —preguntó el menor con una mirada baja. Porque si bien ya habían pasado por tantas cosas, aún quedaban demasiadas cosas por decir.

—Tendré que hacerlo en algún momento —suspiró el Brando. Tomando una de las fotografías más viejas de ellos dos, cuando aún vivía en la mansión. George Joestar se miraba sano y joven en aquel tiempo. Aquel quien alguna vez casi lo trató como su propio hijo. Ya no quedaba más que un sentimiento de ira hacia él cada que recordaba su rostro.

—Todos estos días estuve creyendo que no eras más que un cobarde —admitió Giorno con un suspiro pesado. —Siempre mudándonos de un lugar a otro. Sentía que nunca podría pertenecer a otro lugar. —y su voz tembló un poco mientras volvía a tomar otro respiro. —Pero todo este tiempo solo fue para protegerme —Giorno no podía evitar las lágrimas después de haber oído toda la historia de su padre. Sonaba tan doloroso que solo quería abrazarle y pedirle perdón.

El mayor dejó las cosas a un lado, acercándose hasta su hijo para poder darle un abrazo. Giorno lloró con todo el pesar que había estado acumulando.

—Cuando tú naciste, siempre tenía aquel temor de que si se enteraban de ti te alejarían de mi lado. Todavía no era un abogado reconocido en ese entonces. La familia Joestar tenía tanta influencia en la alta sociedad que era peligroso —habló el Brando, abriendo su corazón hacia su hijo con toda la honestidad. —Y no solo eran ellos, si los hombres de tu abuelo se enteraban de que existías tenía miedo de que intentaran dañarte. En el bajo mundo siempre hay traidores, y sé que si te raptaban o algo no dudarían en matarte. Tampoco tenía dinero para pagar una gran cantidad por tu protección. Tu abuelo no es alguien de quien estar orgulloso.

Palabra tras palabra, todo parecía una herida que se amplificaba grande en su pecho. Le dolía recordar el pasado porque tenía tanto miedo en aquel entonces, era débil, no tenía un nombre en la sociedad. Proteger a Haruno era y siempre será su prioridad. No soportaría perderlo por algún tonto error. Huir del mundo fue su única solución.

—¿Por qué me tuviste entonces? —preguntó el chico con la voz rota y baja. —Pudiste haber seguido con tu vida y ahorrarte tantos años de conflicto. Pasamos hambre y fue mi culpa, escapábamos siempre y yo era la razón. El hecho de que tomaras cada noche seguro también fue por mi causa —Dio negó y separó levemente a su hijo para verlo a la cara.

—Te tuve porque te amaba —y porque no tenía el coraje para deshacerse del hijo de Jonathan. No podía matar al producto de la primera persona que realmente le hizo sentir el amor. Ama tanto a su hijo, incluso más que a cualquier fortuna existente en el mundo. Y eso es suficiente.

Giorno se limpió las lágrimas. Se aferró a su peluche de unicornio como cuando era niño y dejó que su respiración se calmase.

—Te quiero padre. Perdón por todo lo que he hecho. No pensé en cómo te sentirías, solo actué por mi propio bien —su padre le jaló nuevamente en otro abrazo, acariciando sus cabellos desordenados suavemente.

—Perdóname tú a mí. Por negarte la verdad y mentirte durante tantos años. Merecías una vida mejor, y tal vez los Joestar te hubieran dado esa vida —suspiró, porque en el fondo sabía que esa era la verdad. Su hijo pudo haber tenido una vida mejor. Pero en su lugar, Giorno negó.

—Me gusta mi vida tal y como es, no te reprocho nada, padre. Lo único que podría pedirte ahora es que por favor no vuelvas a alejarme de mi familia. Ellos también son parte de mí. Me siento vacío lejos de mi otra mitad —el chico soltó un suspiro e hizo una mueca triste, y Dio solo pudo sonreír.

—¿Realmente le has agarrado cariño a Jonathan, no es así? —y Dio debía admitirlo, Jonathan era alguien que podría brindar ese calor único en otras personas. Alguien así de especial.

El hombre volvió a mirar el pequeño cofre, así como también el anillo que se encontraba a un lado. Miró el suyo propio en la mano derecha, y tuvo que contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

Ya era tiempo de olvidar.

Dio se acomodó el abrigo que llevaba puesto. Su mejor perfume bañaba sus prendas con un ligero rocío. Se maquilló diferente a lo usual, esta vez no cargó sus labios con un tinte extravagante, de hecho, era su maquillaje más natural. Apenas un bálsamo transparente, y el rubor más ligero en sus mejillas.

No era absolutamente nada parecido al Dio que había estado esa noche en el bar. Solamente era Dio, expuesto como es y sin máscaras. No podía negar que se sentía nervioso, mirando la cajita que yacía en su tocador y que luego metió a su bolsillo.

Miró su reloj que marcaba cuarto para las tres. Esa era la hora en la que había quedado con Jonathan para hablar del asunto de su hijo, y los papeles que tendría que firmar más adelante.

Tomó las llaves de su auto, enviando una confirmación a Jonathan de la reunión.

Cuando cruzó la puerta del restaurante, contuvo un suspiro luego de ver al hombre sentado en la parte más alejada de las mesas. Un cubículo algo privado en realidad. Preguntó por la mesa de reservación al hombre de la entrada y este le dejó ingresar.

No podía decir que no estaba un poco inquieto por todo lo que había estado sucediendo los últimos días. La charla que tuvo con su hijo todavía estaba presente en su memoria.

Intentó tragarse sus sentimientos mientras aún sentía el pequeño objeto en el bolsillo de su abrigo. Esperaba que al final de la noche sus problemas finalmente se fueran.

—Dio, por favor toma asiento —pudo notarlo, el arqueólogo también parecía tenso. Dio no quiso poner atención al hecho de que se había vestido muy bien hoy. Su saco azul lucía tan bien y su colonia habitual inundó su olfato al pasar cerca de su lado.

—Sin prisas, ya he imaginado que esto tomará tiempo —dijo, pero para su sorpresa, el Joestar ya tenía la carpeta y los papeles acomodados uno tras otro. Casi quiso sonreír, en el pasado Jonathan era un sujeto muy desordenado. ¿Quién lo viera ahora?

—En realidad, lo he dejado acomodado para que puedas leerlo y no tome más tiempo del que se debe —una parte de Dio se sintió molesta por pensar que Jonathan solo hacía esto para así poder pasar menos tiempo con él. Era de esperarse.

Pero la otra parte solo quería poder alargar esto para así no tener que mostrar sus sentimientos reales. Para no exponerse después de tanto que lo ha evitado.

—Solo dame eso, ¿quieres? —el rubio arrebató los papeles del Joestar y comenzó a leer. Entre sus ojos y su mente llena de pensamientos, le estaba costando analizar de qué se trataba. Se regañó mentalmente así mismo y volvió a concentrarse en la lectura.

Casi tiene que contener la serie de maldiciones en su garganta.

—¡¿Quieres una filiación de paternidad?! —pero al final no se contuvo de gritar. Jonathan se sintió incómodo por las miradas que recibió hacia su mesa. Solo se encogió de hombros y se aclaró la garganta.

—Es así, dije que no me llevaría a Giorno, pero sí quiero pedir el acuerdo legal que me haga llamar como su padre. Después de todo, firmaste en su nacimiento como único padre —Dio casi siente que podría explotar, intenta respirar para no dejar soltar los insultos que tiene en su cabeza. 2, 3, 5,cuenta los números primos como alguna vez le enseñó Enrico. Necesita calmarse.

—¿Sabes lo horriblemente tedioso que es esto y todo el jodido movimiento que tendré que hacer? Creí que estabas bien con el acuerdo que teníamos. Ya suficiente tengo con ver tu cara cada que tengo que recoger a Haruno.

Jonathan soltó un suspiro pesado e intentó explicarle a Dio por qué necesitaba esto. Mostró los papeles y Dio casi comenzaba a arrepentirse.

Prácticamente eran acuerdos que señalan lo que ya hablaron antes, que Jonathan pueda tener la responsabilidad y tutela en la vida de su hijo de forma legal, así como también lo que parecía una relación a un futuro testamento. Dio casi se siente asqueado por esto último, su hijo como futuro heredero de una parte de las fortunas Joestar, más en específico, la parte de la herencia que le corresponde a Jonathan. Algo sabía que la familia de Jonathan tenía un papel o acuerdo que impedía heredar a alguien que no fuese un descendiente de sangre. En dado caso, su hijo lo era.

Mientras más explicaba el Joestar, más sentía que le daría una jaqueca.

—Está bien, firmaré —detuvo luego de un tiempo porque ya no quería seguir con el tema. —Lo haré solo por el bien de nuestro hijo.

Jonathan sonrió, y sus ojos se iluminaron en una expresión de sorpresa. Dio sintió que podría darle un tic nervioso. Decir ‘nuestro’ fue algo que se le resbaló de la lengua, y fue bastante vergonzoso. Se cubrió el rostro con una mano y soltó un suspiro pesado.

—No me veas de esa forma, pareces tan feliz que me molesta —pero al moreno no le importó y en su lugar soltó una pequeña risilla.

—Me gustó la forma en que lo llamaste. Después de todo, es nuestro hijo —Y Dio casi podía sentir que su rostro comenzaba a quemar.

—¿Podemos dejar de hablar de esto y pedir el maldito menú? —Jonathan asintió sin quitar la sonrisa de su rostro. No podía negarlo, le gustó escuchar a Dio decirlo de esa forma.

Tener un hijo... wow. Nunca pensó que en verdad llegaría a tener un hijo de su sangre, en especial con Dio. Ese hecho solo lo hacía sentirse aún más feliz. Sabe que no debería pero se siente emocionado.

Después de que puedan realizar los acuerdos legales para la custodia compartida podrá comenzar a rehacer su vida otra vez. Es un paso más que debe avanzar. Y si la vida le colocó ahora un rol de padre, quiere cumplir con él.

Bebió de su té dejando que sus ojos se cerraran para disfrutar el calor del momento. Se preguntó cuándo fue la última vez que se sintió así de tranquilo con alguien. Y sabía que no podía negar lo obvio, que su corazón aún seguía apreciando la presencia de esa persona.

Pero estaba bien. Aún si no podía tener al Brando en el futuro que solía anhelar, la sola existencia de Giorno le hacía feliz. Incluso antes de saber la verdad, la compañía de Giorno siempre lo alegró de cierta forma. Cada cita que tuvieron solo fue un paso más para que ambos pudiesen conocerse.

Dejó la taza de té vacía sobre la mesa y cuando levantó la mirada se encontró con el par de ojos ámbar que le miraban atento a sus movimientos. Pasó saliva y cuando el rubio se percató de que fue descubierto desvió la mirada.

El mesero llegó con la comida, y la repentina tensión se cortó tan pronto como los platos tocaron la mesa. Sin saber cómo sentirse al respecto de que Dio le diera tal mirada en ese momento.

Mientras tomaba el cuchillo y el tenedor, le fue imposible no mirar disimuladamente por ratos. El rostro de Dio parecía pensativo, apenas tocando la comida como si algo le preocupara. Se preguntó si aún seguiría incómodo por lo que pasó aquella noche en el bar. O tal vez estaría pensando en toda la información que le había sido dada en este momento.

Lo notó desde la primera vez que cenaron juntos después de tanto tiempo, pero Dio siempre suele llevar guantes. Incluso cuando recoge a Giorno o esa noche en el bar. Es extraño, porque antes no solía tener aquel hábito. Pero las personas cambian, se tiene que recordar.

Mientras corta un trozo de su carne, no pasa por desapercibido el que Dio vuelva a mirarle. Parece querer decirle algo, pero luego su ceño se frunce y vuelve a mirar su plato con lo que parece frustración en su rostro.

—¿Te gustaría ir a algún lugar saliendo de aquí? —la pregunta tomó al Brando por sorpresa, y casi deja caer el cubierto en su mano. —Tal vez caminar te ayude a relajarte un poco de todo esto —el rubio nuevamente regresó a su expresión aburrida y rodó los ojos.

—Bien.

Al rubio le costaba entender sus propios sentimientos. Donde había enojo también había cierta felicidad, cuando intentaba calmarse y no sobrepensar habían demasiados nervios.

El cielo comenzaba a oscurecerse de forma lenta y se da cuenta que han estado demasiado tiempo caminando. Quizá sea porque Jonathan no deja de hablar en todo ese rato, menciona la boda de su hermano y también el cómo piensa arreglar una habitación especial para Giorno cuando pase las vacaciones con ellos. Parece tan emocionado que Dio no se atreve a dar más que pequeños comentarios y uno que otro regaño.

No podía negar que tener ese tipo de compañía con Jonathan era agradable. Estaba disfrutando más de lo que le gustaría admitir. Se sentía bien. Pero estaba frustrado porque en todo ese tiempo no había podido sacar la pequeña caja de su bolsillo. No encontraba las palabras adecuadas. ¿Cómo comenzar? ¿Cómo decírselo?

Al final terminaron sentados en algún pequeño parque cercano al restaurante. Dio miró su reloj y se dio cuenta de que ya era bastante tarde, el cielo ya había oscurecido por completo. Todavía tenía que recoger a Haruno de la casa de su amiga Trish.

Nuevamente palpó en su bolsillo la cajita que tenía consigo. Los sentimientos de esa noche querían volver, pero los contuvo. No podía mostrarse débil en ese momento, se dijo así mismo que ya no tenía por qué seguir guardándolo cuando la verdad ya se sabía.

—¿Pasa algo, Dio? —preguntó el Joestar al notar que el rubio estaba muy callado. Demasiado en realidad.

—Quería... —las palabras se quedaban atascadas en su garganta, siéndole bastante difícil hablar. Respiró hondo e intentó calmar a su corazón agitado. —Quería devolverte algo que debí haber regresado hace mucho tiempo —el rubio sacó la cajita de su abrigo y se la tendió al Joestar, éste le miró con sorpresa. Sus ojos estaban fijos en aquella caja. El color, el tamaño y la forma. Era demasiado familiar. —Esto te pertenece a ti de todas formas.

Jonathan abrió la caja y sus manos temblaron cuando vio ese anillo que reconocía muy bien. Abría la boca intentando decir algo, pero las palabras no salían, no sabía qué decir luego de tal acción. Luego vio al rubio retirando sus guantes y así mostrando el anillo de su propia mano.

—Dio, creí que... —creyó que los había tirado, o quizá que su anillo se había perdido cuando lo arrojó esa vez en el pasillo de la universidad. Y, sin embargo, él los tenía ahí, ambos. ¿Los tuvo consigo todo este tiempo?

El Brando retiró el anillo de su dedo anular y de la misma forma se lo tendió al Joestar, pero este no lo tomó. Su rostro algo en shock por la revelación que le era mostrada.

—Solo llévatelo. Lo usaba por Haruno de todas formas. Pero ahora que sabe que nunca estuve casado con su supuesto padre muerto, ya no hay necesidad de seguirlo teniendo —Jonathan tomó el pequeño objeto que ahora le era entregado. Notó como Dio miraba ese lugar vacío en su dedo donde ahora solo quedaba la marca de un anillo.

¿Cuánto tiempo lo tuvo puesto? Se preguntó. Porque la mirada en el rostro del Brando reflejaba un pequeño vacío, una tristeza al observar su mano desnuda y sin accesorios. Jonathan miraba el anillo entre sus dedos, Las iniciales DB aún estaban ahí grabadas en su interior.

Casi sintió que podría comenzar a llorar, pero no lo hizo. En su lugar, el Joestar realizó una acción que el Brando no se esperaría.

Jonathan tomó su mano.

Sostuvo su mano con tal delicadeza que solo recordaba haber sentido en el pasado. Tomó el anillo que recién le había entregado y con cuidado volvió a colocarlo sobre el dedo anular del rubio. Dio miró con sorpresa, ahí donde las manos de Jonathan agarraban la suya.

—Este anillo dejó de pertenecerme en el momento en que decidí colocártelo la primera vez. Sigue siendo tuyo, puedes hacer de él lo que quieras, pero si es devolverlo no puedo aceptarlo, no lo aceptaré —Dio no se esperaba en absoluto recibir tal respuesta, y tuvo que cubrirse de nuevo la cara para no mostrar el rostro patético que quería hacer.

—Lo haces más difícil, sabes que tú y yo... Que tú y yo ya no somos nada y aún así... —aún así sigues hablándome de esa forma. Dio siente que es injusto, que bien podría quitarse el anillo de nuevo y lanzarlo lejos como una vez lo hizo el Joestar. Pero le es imposible hacerlo.

—Te lo dije una vez —el Joestar tomó las manos del Brando e hizo que lo viese a los ojos. —Estos nunca fueron anillos de compromiso —Dio intentó desviar la mirada, pero Jonathan lo miró con tal intensidad que le quemaba por dentro. —Estos eran...

—Anillos de promesa —completó la oración y el Joestar asintió.

Dio sintió su respiración agitarse, y Jonathan le dio una sonrisa que casi le hace romper a llorar. Tantas emociones estaban revoloteando en su interior, recuerdos que iban y venían a su mente. Miraba los ojos de Jonathan y no sabía qué hacer. El Joestar se acercó a él y sintió su corazón palpitar con fuerza.

—Dio... —llamó su nombre de una forma tan suave que sintió su cuerpo temblar.

Podía sentir el calor de Jonathan tan cerca, una mano siendo pasada por detrás de sus cabellos, la respiración del hombre mezclarse con la suya. Aquellos ojos azules le miraban de una forma que no había visto hace más de diecisiete años. Y fue apenas una suave presión la que tocó sus labios, pero quemó con tal intensidad que tuvo que apartarse.

—Ya es tarde, debo irme, Haruno me está esperando —no pasó por alto la mirada triste del Joestar que solo asintió mientras tomaba la caja de nuevo en sus manos.

—Cuídate, Dio —tuvo que girarse en su lugar para no seguir viendo el rostro del Joestar. Se levantó del lugar y se fue sin dar otra mirada.

Solo fue hasta que regresó a su auto quesoltó un grito desde el fondo de su garganta. Todavía podía sentir su corazón acelerado, y por su mente no se iba el toque de esos labios con los suyos. Había sido hace mucho tiempo, demasiado tiempo atrás desde que se sintió de esa forma. Las emociones que no había tenido hace años regresaron en una sola noche, y no podía negar el hecho que el toque de sus labios le había hecho volver al pasado de una forma que le hizo sentirse adolescente otra vez.

Estuvo un tiempo con la cara pegada al volante mientras intentaba bajar el calor de su cabeza. Regulando su respiración y cerrando los ojos con fuerza. No entendía por qué todo con Jonathan siempre era tan incómodo, y tampoco entendía por qué todo siempre terminaba en un encuentro terriblemente desastroso.

Mira el anillo que fue colocado nuevamente en su mano y los recuerdos otra vez regresan a su mente. Da un respiro tras respiro e intenta relajarse. Toma sus llaves y finalmente prende el coche para irse de ahí.

Siente que va a asfixiarse.

Jonathan suspira. Mira la cajita en sus manos y no sabe qué hacer con ella. Hace mucho que se deshizo de ese anillo cuando descubrió las mentiras del Brando. Se preguntó por qué él lo estuvo guardando todo este tiempo, o siquiera cómo fue que lo encontró de nuevo. Sabe que es el suyo porque todavía tiene sus propias iniciales grabadas en su interior. Y la caja es la misma donde le entregaron los anillos cuando los compró esa vez.

Se preguntó si, después de todo, los sentimientos de Dio nunca fueron una mentira, quiso comprobarlo, si le besaba y este le golpeaba tal vez... Pero en su lugar miró el rojo en el rostro de Dio incluso cuando se giró para no verle. Sintió el pulso de sus latidos cuando tenía esa mano tras su cuello, su respiración rápida, sus ojos que le miraban con un brillo particular y un sentimiento que no podía leer. ¿Y si Dio realmente llegó a amarle?

"Tal vez algunas cosas sean ciertas, pero eso no cambiará el hecho de que te amo. ¡Tienes que creerme!"

La última discusión que tuvieron volvió a su mente. ¿No se supone que Dio le había querido solo por su dinero?

"Tal vez fue así. Pero luego me enamoré de ti, Jojo"

¿Y si él hubiera decidido creerle esa vez? ¿Qué hubiese sido si no hubieran peleado esa tarde? ¿Qué habría pasado si Jonathan hubiera fingido no haber escuchado esa conversación? ¿O si se hubiera enterado que Dio esperaba un hijo suyo en primer lugar?

¿Todo este tiempo hubiera vivido en una mentira?

¿O realmente hubiera podido criar a Giorno junto a Dio y formar esa familia feliz con la que habían soñado en el pasado?

Eran tantas preguntas que sabía que no le dejarían dormir esa noche. Tocó sus labios y volvió a pensar en el reciente roce, es la misma suavidad que recordaba. Él sabe que todavía le ama, pero no sabe cómo debería continuar, o si debe fingir que esos sentimientos ya no existen.

No sabe cómo lidiar con esta situación. 

Notes:

Dios, las ganas que tenía de publicar este cap >u<

Siento que ambos caminan por un campo minado. Ambos saben que aún se quieren pero temen a sus sentimientos. ¿Qué podría pasar ahora? Los leo en comentarios :3

By~F.F

Dating My Father - Hanna_Flower - ジョジョの奇妙な冒険 | JoJo no Kimyou na Bouken (2024)

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